Capítulo Único - La rendición del Príncipe de la Lujuria
Alek Vasíliev, miraba desde su oficina camuflado por el vidrio que para cualquiera que visitaba su antro creía que era un simple espejo. Alek era el dueño del antro más famoso y exclusivo de la ciudad, donde los famosos y excesivamente ricos se iban a desestresar. Porque aquel lugar no era solo una disco, era el mayor prostíbulo de la ciudad, donde el sexo era el vicio más descargado en sus amplias habitaciones.
En el lugar tanto hombres como mujeres, descargaban en ese lugar todo el estrés que sentían tras una jornada de trabajo muy dura o solamente satisfacer su lujuria, tanto los hombres como las mujeres que trababan en el lugar eran bellos en todo el sentido de la palabra y no sentían ninguna discriminación hacia ningún cliente siempre y cuando este se acogiera a las reglas de la administración las cuales eran muy simples, uno, pagas por adelantado, dos, nada de drogas, tres, no se permite agredir a la persona que te esta brindando el servicio, cuatro, consumir en el antro y cinco, mantener la discreción en el exterior. Si algún cliente rompía esas simples reglas sería cazado como un venado, sin importar quien fuese.
- ¿Qué piensas, Alek? – Vladimir a su mejor amigo.
-En lo aburrida que se ha vuelto la vida sin nuestro hermano Lucifer – Respondió sin ninguna emoción.
-Lo sé, es por ello por lo que me vine contigo. Las legiones se han vuelto desorganizadas no nos tienen respeto a nosotros los mayores – Dijo con asco Vladimir.
Lo que la humanidad en general desconocía, era que Lucifer, Lucero de la mañana había sido redimido por el Padre Celestial y había regresado al cielo junto a su amada y al lado del padre, ahora había retomado su puesto como el mayor de lo querubines. Alek, en realidad es Asmodeo el demonio de la lujuria, en la cultura cristiana y las otras estaba relacionado con el dios de las ciencias y matemáticas y su amigo Bladimir es en realidad es Abezi, fue un ángel caído que al enfrentarse al Arcángel Miguel para defender a sus hermanos caídos fue castigado y enviado a l inframundo.
-Esto me está aburriendo, pero es la manera de controlar a los otros y no hagan de la humanidad un desastre. No quiero pelear con los ángeles- Comentó Alek.
-Pues lo estas haciendo bien, se han mantenido distantes, salvo uno que otro que se le ha ocurrido aparecer – Siseo su amigo.
- ¡Asmodeo! ¡Asmodeo! - Escuchó en su interior Alek.
-Creo que te llaman, Alek. Creo que debe ser importante llevas siglos sin ir y para que te llamen con insistencia– Confirmo Vladimir porque él también había escuchado el llamado.
-Voy a ir; espero no tardar. Te dejo a cargo. Has cumplir las reglas y el que no lo hace, ya sabes cómo es – Y desapreció.
- Bien, iré a darme una vuelta a ver cómo está la atmósfera- Y así lo hizo.
*****
Asmodeo, regreso al infierno de donde lo llamaban, para él fue una sorpresa encontrarse con Naamá, su madre.
- ¡Hola, Madre! – Le saludo con desgana.
- ¡Que efusivo! – Saludo de vuelta su madre, tenían siglos de no verse.
-Habla que tengo un negocio que dirigir y aunque deje a uno de mi confianza, no estoy a gusto aquí.
-Lo sé. ¿Crees que yo lo estoy? Que me agrada estar aquí, lidiar con esta escoria – Inquirió Naamá.
-Tuviste la oportunidad de irte, sin embargo, tomaste la decisión de quedarte, ¡Así que asúmelo! -
-Bien, bien lo asumo –
- ¡Por qué me llamaste? – Necesitamos de tu ayuda, aponer un poco de oren, las hordas, no quieren obedecernos a los mayores- Explicó con frustración.
-Ese no es mi problema, suficiente tengo con tratar de mantener a raya los que están en la tierra, como para hacerme cargo de los de aquí – Dijo con determinación Asmodeo.
-Le he pedido ayuda a Amón y no me responde, el es uno de los principales – Gimoteo Anaamá.
-Hazte respetar, si te vas a hacer cargo hazte respetar, y sabes como hacerlo-
-Si lo sé. Lo haré, pero necesito tu ayuda me haré cargo, sin embargo, necesito un poco de ayuda –
-Bien, llamaré a Abezi para que nos ayude –
Asmodeo subió al mundo de los humanos, para ir por su hermano Abezi. Dejaron a cargo del antro al número tres de la administración, a Sergey, este sólo era un humano común y corriente que desconocía quienes dirigían el lugar. Pero lo que sí sabía Sergey era que aprovecharía el tiempo que estaría a cargo para hacer un poco de dinero para sí mismo.
¿Y que fue lo que hizo? De primero, aumentar las tarifas por los servicios del placer. Luego adquirir más colaboradores. Mandó a construir más habitaciones, con diferentes temáticas. Luego se asoció con gente que mantenía negocios ilícitos. No era que los dueños no lo hicieran, pero mantenían un muy bajo perfil para no llamar mucho la atención.
Sergey asoció a Lucio Ivanov, un traficante de personas, secuestraban personas por toda Europa y luego las vendían a un muy buen precio a negocios de prostitución, siendo esclavizados.
Sergey despidió a todos los trabajaban en el antro y cuando digo todos fue a todos, si darles su compensación lo que generó un gran malestar, no obstante, todos le tenían miedo más que todo con la gente con la que se estaba asociando. Todo lo había hecho a sabiendas de que cuando sus dos jefes se marchaban lo hacían por una larga temporada, eso le permitiría de hacerse una fortuna, una muy grande esperaba.
-Ahora sí, Lucio tráeme a los chicos y pongámonos a hacer dinero – Rio Sergey.
****
Mientras el antro de Alek se volvía un lugar de esclavitud y no de placer, Abezi y Asmodeo trataban de poner en orden las legiones, muchos de los demonios menores son muy jóvenes y no son capaces de obedecer a los mayores.
-Tienes que buscar al líder le sugirió Abezi a Asmodeo –
- ¿Cómo quieres que lo haga? si no sé quien es el líder. No soy Lucifer él si se hacía respetar por todos y se enteraba de todo, nadie podía ocultarle nada – Comento Asmodeo.
-Si, tienes razón. ¿Y su utilizamos los encantos de tu madre? – Le propuso Abezi a su amigo.
-De todos modos, estamos aquí por ella – Volvió a hablar para encontrarse la mirada de Asmodeo.
-Si, tienes razón. Hablaré con ella y mientras ve y has un poco de inteligencia a ver que logras averiguar – Y así lo hizo Abezi.
Asmodeo, se quedó mirando a la nada, se preguntaba donde estaban los otros cinco príncipes de la monarquía del infierno, desde la partida de Lucifer los demás habían desaparecido, de sus setenta y dos legiones sólo le quedaba la mitad y no le obedecían al cien por ciento. También a su mente le llegó el recuerdo de su amada Sara. La extrañaba como loco tuvo que dejarla ir ella era demasiado pura para corromperla.
-Pensando en tu amada Sara, otra vez – Sonrió Annamá al lado de su hijo.
-Para que lo voy a negar, llevo una eternidad en la tierra, buscando su reencarnación y no la he encontrado. Soy consciente de que nunca podré estar a su lado, pero al menos la vería oculto en las sombras – Le dijo con pesar a su madre.
-Se lo que se siente hijo, Padre me maldijo con el olvido, no recuerdo a tu padre – Suspiró con cansancio.
-Deseo irme, siento que algo no va bien, reúne a las hordas tanto las tuyas, como las mías y las de Abezi. También deseo que te infiltres con los revoltosos y des con el que este al mando, si lo atrapamos le castigaremos como ejemplo, así todos nos obedecerán, es la única manera que se me ocurre para imponer el orden – Propuso.
-Lo haré, ya que pienso lo mismo – Y se retiró.
Las hordas infernales se enfrentaron en una batalla sin precedentes, batalla que se extendió por veinte años humanos. Años en los que Sergey se había hecho de mucho dinero y sobre todo poder. En el mundo humano se hacía llamar Asmodeo, el príncipe de la lujuria y tenía su palacio en Kiev. Sin saber que su jefe, era precisamente el ser por el que se estaba haciendo pasar.
****
Las batallas en el pozo del infierno eran cruentas, se oía el crujir de las espadas, quejidos, lamentos y sobre todo gritos. Ningún bando quería aflojar. Eran batallas sin descanso.
Mientras las hordas se enfrentaban, Anaamá se escabullo en las filas contrarias al bando de su hijo, cambió su apariencia para no ser reconocida, era uno de los demonios mayores así que los otros no podían identificarla. Oyo unas voces fraguando un plan para aniquilar a Asmodeo y deshacerse de sus hordas.
Cambió su forma a la de una piedra, quedándose quieta para escuchar todo lo que ahí se hablaba.
-Hay que atrapara a Asmodeo y a Abezi, si los vencemos no tendrán que obedecer a nadie – Dijo Gomori
- ¿Jefa, que plan tiene? – Pregunto un demonio que es como una masa amorfa con muchos ojos. Al parecer es uno de los demonios menores
-Tenemos que encontrar la reencarnación de Sara, su amada- Dijo la demonio
-Te tengo perra. Debí imaginarlo, siempre quiso el puesto de Lucifer – Pensó Annamá, quien rodo en su forma de piedra hasta salir del lugar y regresar al palacio principal
-Ya sé quién está detrás de toda esta revuelta- Dijo la mujer.
- ¡SI! ¿Quién? – Preguntaron los dos
- ¡Gomori! Y no es nada. Tiene un plan –
- ¿Cuál es? -Preguntó su hijo
-Encontrar a Sara, traerla para usarla en tu contra – Dijo Anaamá
-Primero se congelará el fuego en este lugar antes que esa mujer aparezca, desde que murió al comienzo de la humanidad, no ha vuelto a aparecer en ninguna época- Asevero Abezi
-Sin embargo, eso no quiere decir que no exista, puede ser que ya haya nacido su reencarnación y Asmodeo no la ha podido encontrar – Replico Anaamá.
-Ambos pueden tener razón- Profirió Asmodeo. Ambos lo miraron aprehensión.
- ¿De qué hablas? – Preguntó Abezi.
-Puede que ella ya este pisando la tierra y yo no me haya dado cuenta. Traeremos a Behemoth para que nos ayude – Enfatizo para hacerse oír.
Así lo hicieron, mucho tiempo después ya habían acallado la revuelta el problema es que Gomori se había escapado. Después de dejar todo en orden, castigar a los revoltosos y dejar a cargo a Behemoth, se regresaron al mundo de los humanos.
****
Sergey había comprado un lote nuevo de esclavos a Licio, para su nueva sucursal en Londres. El ruso había hecho todo lo contrario de su exjefe, Alek. Se había hecho de una fama, una que no había pasado desapercibida por las autoridades europeas, su negocio de trata de personas era muy bien conocido por la policía internacional.
-Muéstrame el nuevo lote- Pidió Sergey a Lucio.
-Aquí estén- Diez guardias bien armados escoltaban a un grupo de unas veinte personas de varias edades, entre mujeres y hombres. Cada uno fue pasando frente a los dos hombres hasta que estuve frente a ellos la mujer más hermosa de todas.
Sara, tenía miedo, temblaba como una hoja al viento, un frío le recorrió el cuerpo cuando vio aquel hombre acercarse. La habían secuestrado saliendo de la universidad; la habían drogado para someterla ya que había dado pelea.
-Es hermosa, muy hermosa – Dijo Sergey.
-Si, lo es. Más que a las otras. Si quieres confirmamos su virtud, si lo es podrás sacarle un buen precio al afortunado – Dijo Lucio riéndose.
-Que le hagan la prueba. Me la llevo a Kiev – Ordeno Sergey.
- ¿Lo quieres por escrito? ¿El resto? – Pregunto sólo para tenerlo claro.
-Si lo quiero por escrito y al resto déjalos para el nuevo antro. Sobre todo, los quiero intactos –
Así se hizo por más que Sara gritó que no la tocaran no pudo hacer nada para evitarlo después del pinchazo. Para cuando Sara pudo despertar estaba en una habitación lujosa y con una ropa que no era la suya. Quería moverse, pero los grilletes en sus extremidades se lo impidieron. Una mujer atravesó la puerta, cargaba una charola con comida.
-Te traje comida. Te voy a soltar, no me des problemas de la contrario me castigaran a mí. Tal parece que eres pura. Por la noche harán una subasta para ver quien es el primero en probarte -Le dijo la mujer a Sara y por reflejo sara vomito lo que contenía su estómago.
- ¡Mierda! tendré que cambiarte de nuevo – Dijo la mujer. Así lo hizo.
-Tengo que irme. No trates de escapar. No podrás hacerlo. Sergey preferirá matarte antes que escapes – Dijo la mujer, pero antes Sara le respondió.
-Sería lo mejor, ¿No? – Dijo la muchacha.
-Si, será lo mejor – Le dijo la mujer viendo el cochillo que le había dejado, para luego marcharse.
Sara pasó las siguientes horas debatiéndose en quitarse la vida o no. La mujer le había dejado un cuchillo con el suficiente filo para atravesarse el corazón, sin embargo, a su mente llegaban las palabras de su madre, cuando le contaba a donde iban las personas que se suicidaban y eso le daba miedo, no obstante, no creía ser capaz de soportar todo lo que le esperaba en ese lugar, así que hundió el cuchillo todo lo que pudo en su pecho, con toda la fuerza que fue capaz de utilizar, para luego sacarlo a como pudo, la sangre empezó a salir por borbotones de su tórax.
- ¡Ah! - Fue lo único que salió de sus labios.
Mientras se desangraba, escuchó gritos, disparos y golpes. Pero antes de caer en la inconciencia, logro ver a una mujer muy hermosa, pero vio como de su espalda se asomaban unas alas negras como la noche, pero creyó que era sólo alucinaciones ya que estaba muriendo.
- ¡MALDICIÓN! ¿Cómo se le ocurre suicidarse? Si fuesen otras circunstancias me alegraría. Vamos que no quiero que tu amado, nos encuentre – Dijo la mujer y después de esas últimas palabras, Sara perdió la conciencia.
****
Asmodeo y Abezi regresaron al antro y todo estaba muy cambiado, eran conscientes de que se habían tomado más tiempo de lo que se habían imaginado, era obvio que Sergey lo cambiara todo.
-Se apoderó del negocio – Dijo Abezi.
- ¡Es obvio! – Se exalto Alek.
-Creo que debimos decirle quienes éramos – Expreso Vladimir mientras se dirigían aun gripo de personas que casi no tenían ropa.
- ¿Dónde está Sergey? – Preguntó Alek exaltado.
- ¿Quiénes son ustedes y que hacen aquí? – Pregunto Vladimir.
-Trabajamos aquí señor – Respondió una mujer.
- ¿Y estas cadenas? – Pregunto Alek, las mujeres que se veían entre sí.
-Somos los dueños, los verdaderos –
-Creíamos que son el señor Sergey y Lucio – Dijo otra de las mujeres.
-Si, eso creíamos. Las cadenas son para marrarnos – Dijo otra.
Asmodeo movió una de sus manos y las cadenas desparecieron.
-Corran lejos de aquí - Dejo Alek y las chicas obedecieron sin dar las gracias.
Ellos no necesitaron caminar sólo con el pensamiento aparecieron en la oficina principal, donde Sergey violaba violentamente a una de las nuevas chicas. Vladimir lo tomo del cuello sin permitirle alcanzar su orgasmo.
- ¡Vete! – Le ordenó Alek. La chica recogió los trapos que ke habían dado como ropa y salió despavorida del lugar.
Vladimir soltó a Sergey y este se compuso la ropa y se volteo para ver con arrogancia a los que una vez habían sido sus jefes y sonrío con altanería. Si supera con quienes estaba tratando estaría temblando de miedo tirado en el suelo y pidiendo perdón, pero no, él no sabía quiénes eran esos dos hombres.
-Arruinaste nuestro negocio- Dijo Alek.
- ¡No, lo mejoré! – Dijo Sergey.
-El negocio ya no me interesa. Si hay algo que deberías saber –
- ¿Qué es? – Preguntó con asco Sergey.
-No soporto que nadie haga algo a mi nombre y mucho menos que se hagan pasando por mi- En eses preciso instante Sergey comprendió las palabras de Alek. Vio como los cuerpos de Alek y Vladimir cambiaban a la apariencia más terrorífica de los dos demonios frente a él.
Sergey se tiro a los pies de ambos y Asmodeo lo patio violentamente.
- ¿Sabes quiénes somos? -
-Si, si, son demonios – Contestó el hombre. De repente se escuchó una explosión.
-Asmodeo, creo que debemos irnos, dejemos a esta basura, al fin y al cabo, lo veremos después de su muerte y podremos torturarlo cuanto queramos – Dijo Abezi.
Así lo hicieron, se retiraron a su palacio infernal, con la finalidad de terminar de poner todo en orden. No había pasado mucho tiempo cuando un heraldo llego al palacio de Asmodeo.
-Hijo, ha llegado un heraldo del palacio de Lucifer – Informo Naamá.
- ¿Del palacio de Lucifer? – Preguntó Asmodeo ya que en ese palacio no había ningún señor que lo liderara.
-Lo traeré – Le dijo su madre, para luego retirarse. Minutos después el heraldo apareció frete Asmodeo.
- ¡Habla, demonio! – Ordenó.
-Gomori me envió. Dice que le entregues el poderío de los reinos infernales, de lo contrario se encargará de que jamás vuelvas a ver a tu amada. Mientras ella este viva y aprisionada aquí no volverá a reencarnar – Le dijo el demonio.
- ¿Tiene a Sara? ¿Cómo sé que es verdad? –
-No sé quien es esa mujer, lo que si sé es que la trajo de un lugar llamado Kiev, la sacó de un antro donde venderían su cuerpo, para satisfacer los placeres carnales – Repitió.
******
Por otro lado, Sara era, atormentada por los secuaces de Gomori, se vanagloriaba del dolor de la chica, con cada grito después del latigazo. Así es ella, disfruta con el dolor de los demás. El heraldo regresó, sin una respuesta clara de Asmodeo.
- ¿Qué dijo el príncipe de la lujuria? – Preguntó ansiosa Gomori.
-Dijo que le dieras un día para su respuesta – Contestó el demonio.
- ¿Qué se trae entre manos? – Se cuestiono la mujer.
Por otro lado, Asmodeo lo único que ideo fue volar ala cielo y pedir la intercesión divina, específicamente al portador de la luz divina, Lucifer, quien había sido su señor. Al llegar a las puertas de cielo fue detenido por una legión de ángeles y arcángeles.
- ¡Quiero una audiencia con Padre y Lucifer! – Solicitó Asmodeo.
-Tú no tienes señorío aquí. Pro lo que no puedes exigir nada- Le respondió Gabriel.
-Soy muy consciente de ello. Sólo diré que, si no me dejas hablar con Lucifer, habrá otra guerra entre ángeles y demonios. Sabes cómo terminará esa guerra- Explico el príncipe de la lujuria.
Gabriel entendió que la presencia del demonio que había quedado a cargo del infierno era por algo realmente importante. No se la jugaría con la ira del padre.
- ¡Sígueme! – Dijo Gabriel. Caminaron por hermosos y apacibles jardines. Asmodeo extrañaba todo eso, la pulcritud de todo. Entraron al gran palacio donde se ubicaba el trono del padre.
-Padre, este caído pide tu presencia y la de Lucifer – Explico Gabriel. Dios puso su mirada de amor hacia su hijo caído.
-Vallan por Lucifer – Pidió el Padre. Todo se sumió en un armonioso silencio. Mientras Asmondeo caminaba de un lugar a otro sin mirar al Padre. El tiempo corrió y Sara esta siendo atormentada por Gomori mientras él estaba en el cielo.
Lucifer hizo acto de aparición y se sorprendió al ver a uno de sus hermanos caídos, les contó a ambos la nueva revuelta de Gomori, su vencimiento y luego el haber secuestrado a la humana Sara, quien estaba siendo atormentada en el infierno.
- ¿Ella es la mujer que amas? - Preguntó Lucifer.
-Así es. Sin embargo, si entrego el poder a Gomori, sabes que sucederá, Lucifer – Era mas que una pregunta era una afirmación, Lucifer fue testigo de lo que era capas de hacer Gomori por ejercer su poder.
- ¿Qué necesitas de nosotros? - Pregunto Padre.
-Sólo Lucifer es capaz de vencerla, como antiguo gobernante infernal puede entrar al infierno y vencerla. Deseo salvar a mi Sara- Inquirió Asmodeo.
-Lo haremos, hermano – Prometió Lucifer. El padre dio su bendición a Lucifer y no partiendo estos le ordeno a Metatron a preparar al ejercito celestial por si los planes de Asmodeo no funcionaban.
Al llegar al infierno, se encontraron con otra revuelta.
-Déjame esto a mi – Pidió Lucifer.
Subió a lo más alto del reino y vatio sus alas, desatando un viento tan fuerte que nada quedó en pie.
-Miren es Lucifer – Gritó uno de los demonios.
-Ha regresado el señor – Dijo otro hincándose y haciendo una reverencia.
-No, no voy a regresar, le he entregado el mando a Asmodeo, le obedecerán a él y sólo a él. ¡Quiero que me traigan a Gomorí y a la humana a la que están atormentando sus esbirros! -Ordeno Lucifer.
Todos dejaron de luchar y se dirigieron al Palacio principal, armaron una revuelta ahí, no duro mucho, puesto que Gomori y su horda son pocos.
-Aquí están – Dijo el demonio que estaba a la cabeza. Asmodeo tomó a Sara y se la llevo a sus aposentos y la dejo bajo la vigilancia de su madre.
-Bueno, Asmodeo. Eres el nuevo rey, así que tu ordenas su castigo – Le dijo Lucifer a Asmodeo.
-Todos irán al foso y serán atormentados, hasta que decida que es suficiente. Tengan en cuenta que volver a reincidir serán destruidos de una vez por todas. ¡Llévenselos! – Ordenó Asmodeo y así se cumplió.
-Debo irme – Informó Lucifer. Pero antes de marcharse miro a la mujer que descansaba en la cama de Asmodeo y se asombró al verla.
-Ya entiendo tu enamoramiento por esta mujer – Dijo riendo Lucifer.
- ¿A qué te refieres? – Dijo Asmodeo.
- Ace una eternidad, Chamuel desapareció. Ni padre podía ubicarla y mírala aquí, en el cuerpo de una humana – Sonrío Lucifer.
- ¡No te la lleves! – Pidió Asmodeo.
-No, no lo haré. Pero si le informaré a Padre – Y des pues de esas palabras Lucifer regresó al cielo.
Cuando Sara, comenzó a despertarse, le costaba porque estaba en un lugar donde se sentía muy cómoda, parecía un gatito acurrucado en su cama, pero Asmodeo estaba desesperado por su amada.
- ¿Te sientes mejor? – Preguntó Asmodeo en su forma humana. Sara se sobre saltó.
- ¿Dónde estoy? – Miro a todos lados asustada.
-Estas en mi palacio. Estas segura y no tienes nada que temer yo te protegeré toda la eternidad –
- ¿Quién eres? ¿Y las...? - La corto Asmodeo.
-Te contaré, los que te atraparon son ángeles caídos, que querían hacerme daño. Llevo mucho tiempo buscándote, tal vez no me recuerdes, pero, nosotros nos amábamos y fuimos separados. Sé que no recuerdas, sin embargo, yo te ayudaré a recordar – Asmodeo paso su mano por el rostro de Sara y ella intensifico el toque posando su mano sobre la de él.
Sara estaba deslumbrada por el bello hombre que la había rescatado de aquellos seres que le había infligido tanto dolor. Había comenzado a tener unos sueños extraños como si fuera otra persona.
Su cuerpo esta sufriendo cambios que no comprendía, hasta que tuvo el valor de preguntarle a Alek, así se había presentado Asmodeo.
- ¿Qué soy? – Le pregunto Sara a Alek sin saludar.
-Creo que no estas preparada para esa verdad – Dijo Alek preocupado.
-Quiero saberlo. Me estoy volviendo loca, ya hasta despierta veo imágenes que no sé qué significado tienen – Dijo exasperada.
-No te estas volviendo loca, ya que los ángeles no padecen esa condición – Dijo Alek.
- ¿Ángel? –
-Si, un ángel. El ángel del amor y yo soy el de la lujuria – Alek vino y desplego sus tres pares de alas
-El ángel de la lujuria es un caído – Murmuro Sara
-Si tu ángel caído – Rio Asmodeo y ella sintió que se derretía.
-Dios se va a molestar por ellos. Porque realmente siento que te quiero, en estos días aquí mi corazón palpita desaforado cada vez que estoy cerca de ti –
-No, no lo hará, Chamuel. Él me ayudó a rescatarte –
-Ese es mi nombre real. Si, ahora lo recuerdo. Entonces no hay problema con que me quede aquí – Sonrío ampliamente.
-No, no lo hay y sería el caído más feliz del mundo. Porque te amo – Le dijo feliz.
-Yo tengo que descubrir que tan profundo es lo que siento por ti, sin embargo, quiero arriesgarme y quedarme para descubrirlo – Le dijo ella suspirando.
-Y yo sería más feliz si lo descubres a mi lado -
Y así pasaron la eternidad, hasta que un día Chamuel descubrió su verdadero ser y aceptó por completo el amor que le ofrecía Asmodeo. Al fin y al cabo, ambos eran ángeles.
Y el Padre fue aún más feliz.
Fin.
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