Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6: La curiosidad mató al gato.

Con la ayuda de Kyle, Nathan sabía que los problemas serían menos arduos. Reconocía que él no era como los demás ángeles y que sabía que no tenía malas intenciones. Siempre fue un joven muy bondadoso. Nunca se dejó manipular por nada ni por nadie.

Kyle miraba al muchacho curioso por saber la relación que mantenía con la pelirroja. Nunca había visto a su amigo tan sumamente interesado en una mujer.

—¿Dónde está Scarlett ahora?—cuestionó con curiosidad.

—En casa.

—¿Estáis juntos?

—No —respondió a la vez que negaba con la cabeza—. ¿Qué te hace pensar eso? Es una amiga, simplemente.

—Te preocupas mucho por ella. Nunca te vi así.

—¿Tengo pinta de estar enamorado?

—Siempre hay una primera vez para todo.

—No digas tonterías. Es absurdo —frunció el ceño y se cruzó de brazos. Cuando Nathan actuaba de ese modo, a Kyle le resultaba gracioso, pues parecía un niño pequeño enrabiado.

Kyle alzó una ceja.

—Te preocupas más por ella que por ninguna otra que has conocido en tu vida. 

—Si me preocupo por ella, es porque hicimos un trato. Nos ayudamos mutuamente en esta guerra.

—Yo también te ayudo y no me miras del mismo modo que a ella. Admítelo. Te gusta.

Nathan guardó silencio echando a caminar, dándole la espalda a Kyle.

—¡El que calla, otorga! —dijo su amigo con una risita.

—Lo que tú digas.

El interrogamiento de su amigo le estaba poniendo de los nervios.

—Está bien, ya paro. Veo que te estás molestando.

—Siempre has sido un preguntón. Nunca cambias, ¿eh?

—Es que siempre me has parecido muy curioso. Tu actitud y esos aires de desdén por la vida me lleva a preguntarme qué te hace ser así. Verte ilusionado por una chica es cuanto menos integrante.

—No he dicho que esté ilusionado, pero si te hace feliz pensar de ese modo, muy bien.

—¿A dónde vas tan dispuesto? ¿Nos dirigimos hacia alguna parte en concreto?

—Sí. A casa de Scarlett. Hay que informarle de...

En ese preciso momento, el chico recibió un mensaje de texto en su móvil. Sacó el móvil de su bolsillo y miró el mensaje. Era la susodicha.

«Nathan, no estoy en casa. Estoy en el apartamento de Blake. Él ahora mismo no está. Llevo toda la noche siguiéndole y vi el edificio en que se está ocultando. Voy a tratar de buscar información. Sé que conoció a mi padre. Hablamos luego».

Él puso los ojos en blanco al terminar de leer sus palabras.

—Ya se ha metido en problemas —murmuró—. Su impulsividad le traerá consecuencias como no se controle. No sabe cómo pueden ser esos bastardos.

—Llamaré a Blake. Le preguntaré dónde está para localizarle. Así nos dará tiempo antes de que llegue a su apartamento.

Kyle sacó su móvil y marcó el número del muchacho. Blake al cabo de segundos contestó.

—¿Por qué me estás llamando?

—Hola. ¿Dónde estás?

—Me dirijo a casa. ¿Por qué ese interés repentino?

Kyle apartó el móvil de su oreja y lo colocó en su pecho tratando de que no escuchase Blake lo que iba a decirle a Nathan.

—Mierda... —maldijo.

—¿Hola? ¿Kyle?

—Solo quería saber dónde estabas, por si te apetecía salir por ahí conmigo. Estoy aburrido.

—¿Tienes algo que contarme sobre ese chico? ¿Has averiguado algo?

—No.

—¿Y para qué me llamas? Eres patético. No quedes conmigo si no estás de mi parte. Adiós.

Dicho aquello, el chico colgó la llamada.

Ambos jóvenes pusieron rumbo hacia la vivienda de Blake, antes de que él susodicho se encontrara con la pelirroja, husmeando lo que no debía.

*

Mientras Scarlett buscaba por los montones de papeles del escritorio de Blake, comenzaba a desilusonarse ya que no encontraba nada referente a su padre. Cuando de su padre se trataba, la joven se cegaba, sin percatarse si quiera de las consecuencia que conllevaba estar metida en una casa que no le pertenecía.

Millones de preguntas invadían su mente. «¿Qué sabe Blake de mi padre?» «¿Blake provocó lo que le pasó?» «¿Por qué tiene relación con los ángeles?».

Contra más buscaba, más se cansaba de no encontrar nada. No pareciese que hubiese nada, todo parecía normal. Entre todo el papeleo que había esparcido por toda la mesa del escritorio. Frustrada, comenzó a apretar sus puños.

Se fijó que unos de los cajones del escritorio estaba cerrado con llave. Buscó la llave por la habitación apresurad antes de que Blake llegase.

—Necesito abrir este cajón como sea. Tiene que haber información aquí.

Cuando iba decidida a buscarla, escuchó pasos fuera del apartamento. Un nerviosismo recorrió el estómago de la joven. Blake ya volvía y eso a la pelirroja le inquietó. Debía arreglar todo el desorden de papeleo que ella misma había esparcido por toda la mesa. 

Pudo escuchar como se introducían las llaves en la ranura de la puerta. Estaban apunto de entrar y la pillarían allí mismo. La pelirroja se escondió en el armario sin percatarse que una de las hojas había caído al suelo. Cuando quiso darse cuenta, ya era demasiado tarde.

Blake entró y se dirigió a su habitación. Se tiró a la cama cerrando los ojos mientras soltaba un largo suspiro. Estuvo en esa posición durante algunos segundos, hasta que se percató de la hoja tirada en el piso. Eso le extrañó muchísimo y ocasionó que sospechase de ello. A juzgar por el aroma a perfume femenino que venía del armario, supo que una fémina se encontraba escondida.

Acto seguido comenzó a hablar en voz alta.

—No sé que tratas de buscar entre mis papeles, tampoco sé cómo has entrado, pero lo que sí sé es que estás en alguna parte de mi apartamento y voy a encontrarte.

Scarlett se sobresaltó al oír esa ultima frase y un escalofrío recorrió su columna.

—Venga, sal de dondequiera que estés. Hablemos las cosas tranquilamente.

El teléfono de Scarlett vibró al recibir un mensaje de alerta de Nathan.

Justo cuando vio las manos de Blake abrir el armario, ella salió disparada arrojándole una de las prendas de ropa a la cara. Cuando quiso correr por la habitación tratando de escapar, él la agarró por la cintura levantándola por los aires y le lanzó a la cama. Presionó con fuerza las muñecas y la miró desafiante. 

—¿Qué es lo que estás buscando aquí?

—¡Suéltame o grito!

—No hay necesidad de gritar.

Scarlett gritó con fuerza tratando de que alguien la oyese. Blake sorprendido, tapó su boca. Ella le mordió.

—¡Maldita sea! ¡No voy a hacerte daño! —exclamó quejándose de la mordedura—. Te he preguntado que qué estás buscando aquí. Responde y te dejaré en paz.

—Buscaba información de mi padre. Sé que sabes algo. Puedo sentirlo. ¡Quita de encima! Esta posición es violenta.

—Tranquilízate.

—Dime qué sabes de mi padre. ¿Fueron los demonios los que le mataron? ¡Dímelo! Porque esto me está volviendo loca. Quiero saber quién fue el que provocó su muerte, por favor...—suplicó con angustia.

—¿Viste la cara del que asesinó a tu padre?

—No pude verla. Habían muchas personas... o seres.

—¿Por qué crees que fueron los demonios?

—Porque...—hizo una pausa—. Son los que causan muertes. En sus rostros llevaban colocados una especie de máscaras blancas. Era imposible verles los rostros. Lo único en que puedo basarme es que su rapidez y sus fuerzas no eran humanas.

—A tu padre no lo mataron los demonios.

Al oír esa frase, supo de inmediato que Blake sabía acerca del padre de Scarlett. A la joven se le comenzaron a nublar los ojos.

—¿Quiénes fueron, entonces? ¿Humanos?

—No, chica, no fueron los humanos. A tu padre lo asesinaron los ángeles. Por tu cara deduzco que tu padre no te contó nada, por tal de protegerte. Qué bonito el amor de un padre por proteger a su hija.

La joven apretó los dientes al escuchar el tono burlón que empleó Blake al hablar acerca de él. Una angustia se apodero en ella y un nudo en la garganta se le hizo presente. Los ojos se le cristalizaron. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por su mejilla sin vergüenza alguna. Un manojo de nervios tuvo en su estómago recordando de nuevo lo sucedido.

La chica abofeteó al joven con dureza, descargando su ira contra él. Éste se estremeció y agarró la muñeca de la pelirroja con la que lo había abofeteado. No entendió a qué vino esa cachetada, como si hubiese sido el culpable de su muerte.

—Yo no asesiné a tu padre, si es lo que estás pensando. Déjame que te explique.

—¡No quiero! —se soltó de su agarre y lo empujó con brusquedad.

—¡Para! —vociferó—. ¡A tu padre lo asesinaron por traicionarnos! ¡Tú padre era un ángel!

Se detuvo en seco inhalando un bocanada de aire. Sus ojos se abrieron ligeramente y su corazón palpitó con rapidez. Blake vio la mirada de la muchacha que comenzaba a sentirse perdida, atónita.

Ella agarró con fuerza el colgante en su cuello.

—No te asustes —la calmo alzando sus palmas e intentando llegar hasta ella—. Tú madre es humana, tu no has nacido como tu padre, o por lo menos eso me informaron.

—No intentes consolarme, ni me pongas una cara bonita ahora mismo. —hizo una pausa, soltó un suspiro y volvió a hablar—. Llevo creyendo todo el tiempo que a mi padre lo asesinaron los demonios. Ningún demonio me ha dado nunca la respuesta que llevo esperando. 

—Déjame que te explique, te aseguro que aclararé tus dudas.

Scarlett asintió y se sentó en la cama. El chico se incorporó, se colocó su vestimenta bien puesta, ya que se la había arrugado y comenzó a hablar.

—Tú padre conoció a la familia de Nathan. Y no solamente les conocía, sino que mantenían el contacto y eran bastante amigos. La madre de Nathan, Ayla, era un súcubo, y Ezra, el padre, un ángel. Tu padre era amigo de Ezra, de hecho, antes de conocer a Ayla, él y tú padre estaban siempre juntos. Eran casi como hermanos, o eso me contaron. Cuando Ezra conoció a Ayla, supo de inmediato que estaba enamorado de ella. No sólo era hermosa, sino que incluso se notaba diferente entre todos los demonios. Los ángeles, sabían que Ezra y tu padre eran bastante amigos. Pero lo que no sabían era que protegía a Ayla, a Ezra y a su hijo. Cuando Nathan tenía unos cinco años, Ayla y Ezra ya estaban en la tierra, viviendo como humanos normales. También sabíamos que tú padre tenía una relación con una humana, pero eso no importa. El chaval como es una raza nueva, un nephilim, tiene fuerzas que ni los ángeles ni los demonios tenemos. Es una amenaza. Después...

—¿Después qué?—dijo ella, intrigada.

—Tú padre fue en su búsqueda. Lo llevó en brazos hasta un lugar seguro, y le protegió. Sabía que lo que habían hecho Ayla y Ezra era una locura, porque esa regla no está permitida y la habían roto. Sabía que acabarían mal, de hecho, ellos pidieron que, si eran asesinados, protegiese a su hijo. Y así así lo hizo. Cuando Nathan despertó y logró el conocimiento, vio a tu padre, él se asustó al ver que su familia no estaban con él. En lugar de eso veía otro hombre que era desconocido. Se alejó y se marchó a gran rapidez, que ni tú propio padre pudo alcanzar. Estuvo buscándole muchos días seguidos, pero no lograba encontrarle por ninguna parte. Era como si la tierra se lo hubiese tragado. Lo dieron por perdido. Asesinaron a tu padre por ayudar y proteger al nephilim.

—¿Y tú que opinas de esta historia? —interrogó ella, apesadumbrada.

—Yo no tengo que opinar nada de esta historia. Te la he contado por tu bien, para que dejes de sentirte confusa y dejes de molestarme.

—¿Te compadeces?

—¿Compadecerme? —se mofó—. Por favor.

—Puedo notar cómo sientes compasión, por muy poca que sea.

—Pues te equivocas.

—¿Por qué odias a Nathan?

—¿Por qué lo odio, dices? No solo lo odio porqué está dando muchos problemas en Serenor, nuestro mundo, sino que también lo odio por su forma de ser y actuar. Se lo tiene muy creído. Además, ¡me pegó un tiro!

—Tú intentaste matarlo, lo lógico es que se defendiera.

—Tú le diste las armas —atacó.

—Y tú intentaste matarme —añadió la joven.

Touché

Él se quedó mirándola con curiosidad. Comenzó a pensar que no tenía motivos para odiar a la chica, que solamente protegía a alguien al cual él detestaba.

—¿Qué estás mirando?—inquirió ella.

—¿Te gusta Nathan?

—¿Por qué me preguntas eso?

—Porque quiero saberlo.

—Eso no es de tu incumbencia.

—¿Por qué lo proteges? ¿Él te protege a ti? Dudo que lo haga. Sabes que no le importas nada. Solo te ve como un objeto.

—No hagas como que lo sabes todo de él, porque no sabes una mierda.

—¿Acaso tu sabes cosas de él? ¿Lo conoces bien?

La joven prefirió guardar silencio. No quería seguir su juego ni acabar pensando cosas que no eran ciertas.

En ese instante, alguien aporreó la puerta con fuerza. El joven supo de inmediato que se trataba de Nathan.  Puso los ojos en blanco y soltó un suspiro. Le asqueaba tener que escucharlo. Se levantó de la cama y fue a abrir la puerta de entrada. Nathan apartó de un empujón al muchacho y entró buscando con desesperación a la pelirroja.

—Menudas formas más educadas te enseñaron —comentó conforme se mofaba.

—¿Dónde está? —indagó buscándola con la mirada.

Scarlett salió de la habitación y el joven se apresuró a ella. La expresión de la muchacha denotada tristeza y sus ojos estaban humedecidos. El muchacho la estudio con la mirada y la agarró de los hombros, preocupado de que Blake la hubiese agredido.

—¿Estás bien? —cuestionó intranquilo.

—Sí.

—¿Seguro? ¿No te ha tocado? 

—Lo prometo. No ha pasado nada grave.

Blake apretó la mandíbula con fuerza. Se estaba conteniendo las ganas de agredir al muchacho. Lo que menos soportó de toda aquella conversación es que insinuara que se había atrevido a tocarla en contra de su voluntad.

Después de aquello, los jóvenes se marcharon del apartamento.

*

Caminaba por las calles de Tokio. No sabía a dónde iba ni tampoco le importaba. Después de acompañar a la joven a casa, lo que más necesitaba era el rocío de la noche y la brisa de los árboles.

Llegó a un parque desolado y vacío. Se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un banco. El mecer de las hojas de los árboles lograban apaciguar sus pensamientos por unos minutos. El frío nocturno hizo que sus mejillas se enrojeciesen al igual que su nariz. Soltó un suspiró haciendo que de su boca se formase vaho. 

Cuando el muchacho creía que se hallaba solo en el parque, el cuervo se dejó ver en unos de los árboles. Miró al joven y sacudió su plumaje.

—Siempre apareces cuando menos me lo espero —musitó él dedicándole una sonrisa.

Éste graznó y se bajó del árbol. Se posó en el respaldo de la madera del banco junto al chico.

—¿Debería ponerte un nombre o llamarte cuervo? Sería curioso saber cómo te llamas. ¿Eres hembra o macho? ¿Me dejas averiguarlo?

El cuervo picoteó la mano del chico y se alejó unos centímetros de él. Nathan soltó una risita.

El animal se bajó del banco y se dirigió a una ramita pequeña de árbol que estaba tirada en el suelo. El cuervo llevaba la ramita colocada en su pico. Comenzó a deslizarla por la tierra, como si estuviese escribiendo algo. El chico se sobresalto por su tal acto e inteligencia y se incorporó para leerlo.

—¿Estás escribiendo? —preguntó boquiabierto.

El cuervo siguió escribiendo y cuando acabó, leyó la frase en voz alta. No se podía creer lo que veían sus ojos .

—"Ten cuidado esta noche"—leyó fascinado. En ese momento el cuervo echó a volar por el oscuro cielo, desvaneciéndose en la oscuridad. 

El joven quedó pensativo y cuando disponía marcharse a casa, una voz masculina lo hizo parar en seco.

—¡Nathan! —Lo llamó Blake.

—¿Qué quieres ahora? —puso los ojos en blanco, molesto.

La expresión facial de Blake denotaba inquietud. Se lo podía apreciar malhumorado. Por el pequeño músculo que se formó en su mandíbula, supo que la estaba apretando. 

— ¿A qué viene esa cara?—Indagó el muchacho sin comprender la razón.

Blake se acercó a él. Intentó darle un puñetazo pero el chico fue más rápido y esquivó sus movimientos. Forcejeó con él y ambos cayeron a la tierra del parque. Nathan soltó una floja risita haciendo que el chico se mosquease. Alzó de nuevo sus puños, pero él los agarró antes de que llegasen a sus mejillas. La rapidez del nephilim lo dejaba anonadado. Apenas podía llegar a agredirlo, pues él siempre se percataba qué movimientos utilizaba. 

Blake soltó un alarido de frustración y en ese momento logró arremeter su mejilla. Cuando iba herirlo de nuevo, se detuvo con el puño al aire al escuchar la voz de Natsuki.

—¡Blake! —bramó con fuerza. Por la forma de llamarlo que tuvo se apreció desprecio. 

—¿Natsuki...? —cuestionó dubitativo. La expresión del muchacho fue nostálgica. Cuando la joven se acercó a él, este se marchó veloz y desapareció de su vista. 

Nathan se incorporó de la tierra y se sacudió su vestimenta. La joven se acercó a él y quiso saber qué había pasado para que lo agrediese.

—¿Qué ha sucedido?

—No lo sé. Apareció de la nada y comenzó a embestirme. 

Miró a la morena estudiándola con la mirada. Lo que más le interesó es cómo sabía ella su nombre y del por qué el muchacho huyó al verla. Le pareció sospechoso y oculto. No obstante no quiso preguntarle, pues sabía que no le sacaría prenda y acabaría mintiéndole.

*

El muchacho se presentó en la habitación de Scarlett sin previo aviso. La penumbra de la habitación hizo que la buscase con la mirada. Cuando sus ojos se adquirieron a la oscuridad de la noche y la observó tendida en la cama. Él se sentó a sus pies y la intentó despertar dándole pequeños toques en su pierna. 

—Pelirroja, despierta —murmuró.

La joven sin previo aviso abrió sus ojos y soltó un alarido. Con rapidez sacó debajo de su almohada su pistola, se incorporó en la cama y apuntó a la voz proveniente de sus pies. Nathan soltó un silbido sorprendido y alzó sus manos al aire. 

—¿Otra vez? —cuestionó al ver la reacción de la muchacha—. La próxima vez, te despertaré más suave.

La muchacha exhaló y dejó su pistola a un lado del colchón. Se llevó una mano al pecho aliviada de que no fuese ningún enemigo.

—¡No vuelvas aparecer de ese modo! ¿Qué diablos haces aquí?

—La curiosidad me carcomía por dentro.

—Espero que sepas lo que le pasó al gato por su curiosidad.

Aquella frase hizo que el joven le sonriese. Hizo un ademán para que saliese de la cama y lo siguiese. Scarlett obedeció con recelo sin entender muy bien sus actos.

Prendió la luz del salón y quiso adentrarse en la habitación de Natsuki.

—¿Qué estás haciendo?—cuestionó la joven, inquieta.

—Blake me ha agredido en el parque.— informó a la vez que abría la puerta con cuidado. Natsuki no se hallaba en su habitación—. Nos interrumpió cuando se presentó Natsuki allí y pronunció su nombre.

El muchacho fisgoneaba por los cajones de su escritorio. Intentaba hallar alguna carta o papel relacionado con Blake. Sabía que se conocían, sobre todo por la expresión que denotó el chico al verla. 

—¿Crees que se conocen de antes?— indagó con curiosidad.

—Sí. 

Logró encontrar una carta firmaba por él. Sabía que era su letra gracias a las cartas que le mandaba a su amigo. 

—¡La tengo!

La joven se acercó a él queriendo leer la carta. No obstante, la penumbra de la noche hizo que sus ojos fallaran y tropezara sobre sus pies. Ella soltó un alarido y el muchacho giró agarrándola de la cintura. Sus labios casi rozaron tras caerse al piso. Ella miraba a los ojos del muchacho eclipsada. Sus mejillas ardieron cuando percibió que estaba encima del él. Su fornido cuerpo era muy notable y aquello hizo que ella se avergonzase aún más.

Nathan sostenía la carta en sus manos sin haber podido leerla, pues los ojos de la pelirroja lo habían evadido de sus pensamientos.

La luz del dormitorio se prendió y Natsuki se cruzó de brazos indagando el por qué los dos se hallaban en su habitación.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro