Dos Mujeres.

Paris 1910

Milo

Abrí los ojos al mismo tiempo que el alba se asomaba por mi ventana y perezosamente me deshice de las cobijas.

Me senté un momento ya que una sensación de extrañeza se apoderó de mi cuerpo; un escalofrió recorrió mi cuerpo desde la nuca hasta la parte baja de mi espalda, la cabeza me martirizaba y los oídos me zumbaban, y la piel en la zona del pecho justo a la altura del corazón me ardía.

Me revisé minuciosamente esa área. Sin descubrir, en ningún momento la causa del malestar, por lo que decidí no darle más importancia al asunto, aunque no duró mucho, ya que cuando me puse de pie una especie de vértigo me obligó a sentarme de nuevo, me llevé las manos a la nuca y al mismo tiempo me incline un poco para poder recargar los codos en mis rodillas.

—  ¿Qué me pasa? —me pregunté quedamente y poco a poco los malestares iban pasando

Decidido a olvidarme definitivamente de este ridículo asunto, nuevamente me puse de pie; encamine mis pasos hacia la ventana y miré a través del cristal siendo la reja principal y la calle mi maravillosa vista <<nótese mi sarcasmo>>

Recargué todo mi peso en el marco de la ventana y mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho observé, que la reja se abría dándole paso a la visita más esperada del año o lo es para mi padre, a mí en lo personal no me agrada la idea de recibirla ¿En realidad mi padre cree que no me doy cuenta de lo que intenta?

Escuché unos golpecitos tímidos en la puerta.

—Adelante —dijé sin dejar de mirar el recorrido que daba el auto que acababa de entrar.

Esperaba que quien reclamaba mi atención dijese algo pero como no hubo tal me digne a mirar a la persona que había entrado y al reconocerlo me quedé sorprendido e inmediatamente dirigí mi vista al reloj para asegurarme de que es temprano y efectivamente, el reloj marcaba quince minutos para las ocho.

Mi hermano me miraba un poco apenada y a la vez expectante, yo me di mi tiempo para inspeccionarlo ¿realmente es mi hermano quien está de pie frente a mí?  No podía creerlo en primer lugar porque estaba despierto a esta hora y en segundo porque ya se había bañado, afeitado y vestido como un caballero debe lucir y en tercero porque irremediablemente me recuerda bastante a mi padre, ambos son tan parecidos.

Me detuvé por más tiempo en su rostro, por más que lo examinaba no encontré rastros de la borrachera de la noche anterior porque sé que se fue a beber pero ahora que lo pienso, no me desperté en la madrugada a causa de sus gritos incoherentes y lunáticos.

—¿Te sientes bien? —se me ocurrió preguntar a pesar de lo estúpido que soné al hacerlo.

—¡Excelente! —una sonrisa se le dibujo de oreja a oreja mientras se acerba a mí —La verdad es que he tocado fondo, hermano y esta mañana que me levanté decidí dejar la bebida, ser un hombre diferente, arreglar las cosas con mi padre y contigo.

Años, durante años estuve esperando a que pronunciara aquellas palabras y esto provocó que miles de sentimientos me invadieran el cuerpo, Alegría, Euforia, Amor, todos sentimientos buenos y entonces algo raro ocurrió en mí.

El pecho volvió a arderme justo a la altura del corazón, me llevé la mano a ese lugar pero no fue el dolor físico lo que me preocupó más bien fue lo que ocurrió más a fondo de mi ser que por más loco que llegue a sonar, fue como si un remolino se formara en mi interior, absorbiendo todos los sentimientos presentes en ese momento, dejándome vacío por completo, sé que esta sensación está mal pero, al momento que el remolino desapareció ya no me importaba nada y mi  expresión se tornó dura y fría.

—¿Qué? ¿Te aplaudo? —las palabras salieron sin ningún tipo de remordimiento, ni siquiera cuando noté el semblante herido de mi hermano.

Miré de nuevo por la ventana a tiempo para ver desaparecer a Solange Collingwood y a su madre al entrar a la casa en compañía de mi padre.

—¿Así que es por ella? —Preguntó al reconocer el auto de Solange —¿tu mal humor?

—¡Bravo! Me asombra tu inteligencia —dejé que creyera que ese era el motivo ya que ni yo mismo logro entender lo que me ocurre esta mañana.

—Ya deberías estar acostumbrado a su presencia, cada año nuestro padre la invita a la celebración de tu cumpleaños con la esperanza de que anuncies tu compromiso con ella.

—Mejor cásate tú con ella y yo me hago cargo del imperio empresarial.

—Si así lo dispone nuestro padre con gusto, te he dicho que quiero arreglar las cosas y voy a cumplir —no le creí, seguramente tiene un amorío oculto —te veo abajo.

Deseando atrasar el mayor tiempo posible mi encuentro con Solange y su detestable madre, tomé el baño más largo de toda mi vida, gaste horas tratando de combinar mi vestimenta adecuadamente como si fuera una mujer, tarde unos minutos más en vestirme y a pesar de que el tiempo empleado fueron horas, se me hizo muy poco.

Del buró tomé mi cuadernillo de bocetos, no pienso quedarme en casa mientras ella este rondando; fingiendo buen humor baje al comedor para hacérselo saber a mi padre en donde de antemano sé que ella se encontrara y le quedara bastante claro también.

Tal y como todos los días, mi padre se sentaba a la cabecera, mi hermano a su derecha y mi servicio estaba puesto a su izquierda, el cual obvio permanecía vacío, junto mi hermano se sentaba la madre de Solange, y ella sentada justo enfrente, acomodada perfectamente para que estuviera a mi lado.

Su cabello castaño oscuro le caí por la espalda y a la vez le tapaba la frente por ese motivo no se había percatado de mi presencia, tal y como los demás hicieron.

—Buenos días —saludó mi padre.

Mi padre adivinó mis intenciones pero si no quería escándalos no tendría más remedio que aceptar. Entre al comedor con postura arrogante.

—Buenos días —dije en general para evitar protocolos cansados y aburridos

Con toda intención de fastidiar, camine del lado donde Solange se encontraba, ella creyó al igual que los demás que la saludaría como es debido pero no fue así, pase de largo no sin antes fijarme en lo furiosos que se tornaron sus ojos miel al recibir mi grosería.

—Saldré —le anuncié a mi padre, quien en ese momento deseaba estrangularme.

—Desayuna primero —ordenó —tenemos visitas

—Lo lamento,  tengo cosas que hacer —sin esperar respuesta di media vuelta y Salí de ahí sin culpa alguna.

—Sebastien —escuché como mi padre me llamaba pero no le hice caso.

Dar un paseo ayudó a despejar mi mente y a volverme a sentir como yo mismo, es como una bocanada de aire fresco, encontrar mi puerto seguro en medio de la tempestad y todo esto me dejoó de muy buen humor, así que paseando por el Sena fue que me dio hambre, busque un café bastante agradable y me senté en la terraza, pidiendo al camarero un Cappuccino y un Croissant.

Mientras esperaba, abrí mi cuadernillo de bocetos, miré alrededor para encontrar algo interesante que dibujar  y fue por eso que la vi.

Una señorita, de impactante belleza caminaba apurada por la calle, se notaba su miedo desde cualquier distancia, miraba disimuladamente por encima de su hombro, solo por eso noté al rubio con una cicatriz en la mejilla que iba siguiéndola y al ver la cara de desesperación y terror que ella tenía, mi espíritu de héroe se despertó y me obligo a actuar.

Me levanté cuando la distancia entre nosotros no era mucha, me apuré a salir del café para poder plantarme frente a ella, sus ojos grises aterrorizados extrañamente me recordaron a los de alguien más, me quede en shock solo unos segundos tratando de recordar pero su miedo en ella me hizo reaccionar.

—¡Hermana! —Seguía sin entender, estaba tan confundida que fue eso lo que le impidió moverse y sus ojitos de corderito asustado estrujaron mi corazón —creí que nunca ibas a llegar —sin previo aviso la abrace, creí que comenzaría a gritar —voy a ayudarte — le susurré y al parecer me creyó ya que sus músculos parecieron relajarse un poco.  

Disimuladamente, vigilé a su perseguidor, quien tal y como esperaba se quedó como roca sin saber qué hacer, mi miraba con unas ganas inmensas de asesinarme.

Dirigí a la señorita a mi mesa, ella aceptó aunque un poco recelosa, le ofrecí la silla que quedaba a mi izquierda, eso me permitía a mi vigilar a su perseguidor pero a ella no.

En ese momento llego mi café, le pedí a ella un té para que le calmara los nervios, mientras su perseguidor se sintió fastidiado y con una intensa frustración dio media vuelta y se fue.

—Se ha ido —le informé una vez estuve seguro de ello.

Quiso asegurarse de que mis palabras fueron ciertas, buscó por todos lados y al cerciorarse de su ausencia volvió a mirarme, sus enormes ojos grises que por segunda vez tocaron una fibra sensible en mí, se llenaron de alivio.

—¿Estas bien? —Se me ocurrió preguntarle para que me hablara y no se fuera inmediatamente —bebe un poco —que para entonteces ya le habían traído su té.

—No del todo, venía siguiéndome desde hace cinco minutos —me explicó y en su voz se escuchaba su acento británico.

Continuo explicándome su travesía y yo le ponía atención pero había algo en ella que me inquietaba demasiado, algo que me llamaba, algo que… me decía que la conocía de antes <<No es ella>> escuché en mi mente esa pequeñita voz, como si se tratara de mi conciencia, ¿ella quién? Mas confundido me quedé.

En cuanto se terminó el té me informo que se sentía mucho más tranquila.

—Me alegra escuchar eso —estiré la mano para presentarme ya que lo había olvidado —Sebastien  Delacroix —al pronunciar mi nombre, el ardor en el pecho regresó, mi mente se colapsó un momento, algo estaba mal con mi nombre y entonces como si de la nada hubiese aparecido —pero llámame Milo.

—¿Milo?

—Es mi nombre artístico — le mostré mi cuadernillo con el que ella quedo fascinada  y entonces ella estiró su mano.

—Crystal Blake.

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aqui les dejo el siguiente capitulo, como es un cambio radical de la historia es un poco lento el comienzo, espero que con el siguiente regrese la accion jajaja bueno bueno espero que  les guste espero sus votos y coemntarios tanto postivos como criticas constructivas,.

espero que pronto mas personas se animen a participar en la entrevista de los personajes que de momento son muy pocas las preguntas que me han llegado, plis animense a participar ;)