✨Capítulo 27✨
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Lucy iba directo a la salida cuando chocó con el cuerpo de Sting, quién en esos momentos llevaba consigo una bandeja con agua directo al segundo piso. El príncipe logró estabilizarse, pero poco menos de la mitad del contenido terminó dejándolo empapado.
—¡Lo siento! No veía por donde iba... —Sting notó de inmediato que ella estaba demasiado alterada para dejarla ir así. Dejó la bandeja en una mesa cercana e intentó llamar su atención—. Tranquila, no pasa nada. Cana sólo me pidió que lo subiera, pero acabo de escuchar que Jellal estaba de pie... digo, las llamas se vieron hasta acá. —Con gesto preocupado miró las escaleras—. ¿Están todos bien?
—Sí, sí, sólo fue un sobresalto —afirmó, peinando fuera algunos rizos que caían por sus ojos. Lucy le vio con las pupilas dilatadas y se mordió el labio inferior un instante—. Sting, ¿crees que... que soy extraña?
—¿A qué viene esa pregunta?
—Sólo digo... ¿te parezco extraña? —Peinó su cabello con algo de nervios. Sting miró el asomo de la desesperación en la profundidad de sus ojos. ¿Qué pudo haberla afectado?
Pensó en su pregunta. ¿Extraña? Le parecía la joven más encantadora que hubiese conocido. Era diferente a la fría formalidad de las damas de su misma clase social, incluso era distinta a las muchachas del servicio. Y lo que lo tenía más sorprendido, se había enfrentado a Fierce. Todas las mujeres le huían a Natsu, y las pocas atrevidas, eran ignoradas sin excepción. Lucy logró ganarse su atención y hacerle frente con tanta naturalidad que todavía le costaba asimilarlo.
—En realidad, tú... —Dioses. ¿A dónde se había ido su voz?—. Tú eres, diferente de las demás, ¿sabes? Digo, usualmente las chicas tienen ciertos... Amm, ¿cómo decirlo? Eres muy refrescante. No, eso no. Tu ropa tan descubierta... ¡Aguarda, no es lo que piensas! Me refiero a...
—¡¿Dónde está?! —Interrumpió Loke al entrar con velocidad, centrando su atención en Lucy y llegando a ella en grandes pasos—. Lucy, Juvia me llamó porque dijiste sentir la presencia de un cazador. ¿Estás... Qué pasa? ¿Sucedió algo malo?
Lucy, que terminó bajando la mirada y dejó que su cabello cubriera parte de su rostro, guardó silencio y negó. Loke no se lo tragó, por lo que tiró de ella en dirección a la cocina que en esos momentos estaba vacía. Sting, sin saber muy bien qué ocurría, decidió terminar con el encargo de la dueña del local. Extrañamente, éste ahora estaba vacío.
—¿Y bien? —Loke no era nada paciente, mucho menos al sentir la congoja que ella le transmitía por medio de su nudo invisible.
—Se llama Makarov, dice ser el antiguo comandante del ejército. ¿Te suena el nombre? Recuerdo que Erza lo mencionó un par de veces. —Joder, claro que le sonaba el nombre. Trató de no mostrar ningún signo de reconocimiento. A Loke no le gustó el modo en que Lucy parecía perdida en sus pensamientos, ni cómo se esforzaba por querer recordar algo—. Todo es tan extraño, siento que he olvidado algo muy importante, pero no sé lo que es. P-pero, me ha llamado Evangeline.
—¿Cómo? —Eso debía ser un mal sueño. ¿Qué hacía Makarov allí? Había tenido mucho cuidado de no hacerle notar su presencia desde que llegó a Crocus y el cazador trabajaba para el rey. Grande fue su alivio al verlo renunciar y cederle su puesto a alguien más. Desde entonces habían pasado al menos diez años, y ya no temió que ni él o Lucy fueran reconocidos. Mal que mal, estaba de vuelta—. ¿Te dijo algo más?
—Me llamó Evangeline, ¿qué más quieres? —El cazador sintió, gracias al lazo que los unía, la desesperación que ella no era capaz de sentir, pero él sí—. ¿Acaso me conoce? ¿De dónde? Tengo miedo, ¿y si hay más cazadores cerca? ¿y si...? Él sabe que soy una guerrera de Artemisa, me lo dijo.
—Tranquila, debe haber un motivo por el que está aquí.
—Dice que Erza fue capturada —Lucy recordó lo oído cuando siguió a Juvia—. Que Natsu la golpeó y se la llevó inconsciente. Loke, por favor créeme. Quizás mis poderes no están completos, pero hay algo muy raro en él. Se suponía que debería estar muerto, pero tú viste lo que yo. ¿Crees que un devorador haya tomado control de su cuerpo? Puedo ir tras él y...
—Ni hablar. Tú no saldrás de aquí hasta que encontremos una solución. Mucho menos te acercarás a ese General.
—No puedo simplemente dejarlo así —eludió—, tan sólo ve lo que hizo con Erza. Podría ir con él y...
—¿Y luego qué? ¿Qué vas tú a ofrecer que no tenga ya? ¿Icor? Tentador, pero te recuerdo que ya tiene a Gray para ello. ¿O cuál crees que fue el motivo de su captura? Es obvio que buscan guerreros de los dioses de los cuales alimentarse.
—Entonces lo capturaré como él hizo con Erza. Si Yuri lo necesita tanto, lo querrá de vuelta.
—¿Y cómo planeas hacerlo? Tenemos a toda la ciudad en contra, cielo. Estoy pensando seriamente en llevarte lejos de aquí.
—Esto no es normal, no es posible que...
—No me interesa si es normal o no, mi trabajo es sólo protegerte y ya —sentenció, dándole la espalda—. Prepara un cambio, nos iremos al anochecer.
—No voy a huir. Soy un ángel, Loke, es mi responsabilidad...
—Ah, ah. No te equivoques. No quiero asustarte, pero ¿sabes cómo llegué tan rápido? Antes siquiera de que Juvia me llamara, he detectado a dos cazadores más alrededor de Crocus —le informó, viéndola palidecer—. Ahora haz lo que te digo. Prepara una mochila para ti. Cuando todos duerman nos marchamos.
—... ¿Esa es tu decisión final? —musitó cuando él ya giraba el pomo. Loke frunció el ceño.
—Por supuesto. Y no me discutas, porque saldrás perdiendo.
—Incompetente.
—¿Qué has dicho? —Se giró hacia ella.
—¡Cobarde! —Alzó la voz, dando un paso al frente. Loke cerró la puerta y volvió a encararla—. Eres un cobarde y no tienes orgullo como guerrero.
—¿Vienes tú a mí a hablarme de incompetencia y cobardía? Gran chiste —añadió sarcástico, ella le miró como la hubiese abofeteado. Sonrió ante su expresión herida—. No finjas emociones que no tienes, cielo. Estoy harto de verte fingir. ¿Por qué no lo admites de una vez? Tu cuerpo se está volviendo humano, pero tus emociones se apagan también. ¿Cuánto crees que falta para que llegue tu fin?
—Cállate —Lucy ya no quería escucharlo. Era lo que aborrecía de abrirse a las personas, porque entonces les enseñaba cómo herirla. Y Loke mejor que nadie sabía darle el golpe de gracia. ¿Cómo habían llegado hasta ese punto?— No me arrepiento de haber perdido mis emociones, y tú lo sabes. Y si pudiera regresar al pasado, ¡lo haría una y otra vez! Si con eso significa que...
—Por esa clase de pensamiento es que... —Se quedó callado, mirando por sobre el hombro. Escuchando. Pasos apresurados. Alguien gritando un advertencia. Se giró y abrió, saliendo en el instante que un hombre bajaba apresurado las escaleras para localizarlo al instante—. Makarov...
—Tú, bastardo hijo de perra —gruñó antes de cargar contra él y derribarlo de un puñetazo. Lucy gritó, llevándose la mano al rostro y quedándose paralizada del dolor. Loke maldijo, mirando a su atacante con los ojos de una tonalidad dorada y con los colmillos creciendo de tamaño—. Te enseñaré a comportarte.
—¿En serio? —Loke limpió la sangre que surgió de su nariz. Apoyando las manos en el suelo por sobre su cabeza, y con un impulso de sus piernas, lanzó su cuerpo hacia adelante y se puso de pie. No dudó en devolverle el golpe al hombre, enviándolo sobre una de las mesas, provocando que cayera junto con la misma. Makarov emitió un gruñido parecido al de un animal rabioso, y sus ojos adquirieron el mismo tono dorado. Sobre el segundo piso, apoyada en la baranda, Cana se aferró a la madera y echó el cuerpo hacia delante.
—¡Ustedes dos, quietos! Mierda, ¡Wendy, trae tu culo acá y deténlos! ¡Lucy, coge a Loke y clava su cabeza en el suelo!
Lucy, aturdida, se frotó la nariz. Más no encontró sangre. Esa era lo que diferenciaba su lazo con Loke al resto de los contratos entre ángeles y portadores. Sentían los golpes, pero no había herida. Aún así sabía que su amigo y guardián estaba sangrando. Se puso de pie, viéndolo cargar contra Makarov. Los puñetazos sonaban horribles, y si escuchaba sólo oía los sonidos de dos perros en una pelea. Eran canes de Artemisa. Se quedó sin aliento cuando un dolor en sus costillas la paralizó.
Loke logró sacarse a Makarov de encima luego de recibir un impacto en las costillas. No podía respirar, pero no iba a permitir que el cazador le diera una paliza cuando él no era el responsable de su ira. Maldita sea, estaba obligado a seguir órdenes.
Cana llegó hasta la primera planta, y lo primero que hizo fue acercarse a Lucy al verla pálida y atontada. Recordó algo que Loke le contó una vez sobre ambos, sobre cómo la diosa los había unido por un lado de empatía para que pudiera percibirla. ¿Para qué? Todavía no lo sabía.
—Lucy, ¿qué sucede? ¿Qué hago?
—Mi silbato —pidió, estirando la palma de su mano donde sé manifestó un brillo. Un diminuto y alargado silbato dorado apareció entre sus dedos. Se lo tendió—. Sopla, y llamarás su atención.
La gitana lo hizo, y al instante ambos cazadores se giraron a verla. Loke perdió el tono dorado en sus iris al ver la palidez del ángel, y la mirada acusatoria de la morena. Limpió la sangre que bajaba de una ceja partida y corrió hacía ella de inmediato, maldiciendo dejarse cegar y olvidar aquel lazo.
—Cariño, perdóname. Vas a estar bien, respira hondo. Estoy sanando, sólo serán unos segundos.
—Te detesto —se quejó, emitiendo un quejido de dolor cuando él tocó su propia ceja herida—. Estoy muy enojada contigo.
—Usted ya está demasiado mayor para estar iniciando peleas sin sentido, ¿no lo cree? —A Cana no le importó demasiado ver los caninos en la boca del hombre o sus ojos dorados. Se acercó furiosa y le golpeó el pecho con las manos para intentar empujarle. Makarov respiraba pesadamente, viéndola con sorpresa—. ¿No le da vergüenza andar molestando a niños?
—Cállate Cana —advirtió el can.
—Cállame, pedazo de bruto. ¿Qué culpa tenía Lucy de que quisieras repartir puñetazos?
—¿Qué le sucede? —Makarov reparó en ella, acercándose. Loke no lo miró, pero gruñó audiblemente a modo de advertencia ante su cercanía. El cazador se detuvo.
—Tengo una lazo de empatía con ella. Pero de alguna forma los golpes físicos parecen llegar también —dijo Loke sin muchos ánimos, abrazando a la joven contra su pecho y acariciando su rostro—. Siempre lo hago mal, ¿eh?
—No quiero hablar contigo en estos momentos —advirtió. Cana se acercó a su otro costado, y la sujetó con cuidado, peinando sus lacios cabellos—. Cana, Loke quiere llevarme lejos... Quiero ayudar a Erza y a Gray. Juvia sufre, y Jellal también. No quiero huir, no quiero...
—No me mires así, Cana. Tengo mis malditas razones —se defendió ante la mirada que le dirigió la mujer.
—Sí, ya me imagino cuáles serán —agregó Makarov con rencor.
—No me interesa. No voy a dejar a mis amigos solos —advirtió Lucy, incorporándose ya más estable y recuperando el color—. Vete tú si quieres.
—No discutiré esto aquí —advirtió su can, empujando a Makarov y saliendo como alma que lleva el diablo del local. Lucy abrazó a Cana, enterrando el rostro en el hueco de su cuello.
Era extraño. Aquello debía dolerle. Pero apenas y sentía algo parecido a náuseas. Y eso debió ser suficiente para aterrarla. Pero cómo. Si estaba perdiendo las emociones con una rapidez alarmante. Por eso... por eso necesitaba ver qué pasaba con Natsu. Ni siquiera se lo contó a Loke, pero ella no olvidaría nunca la sensación que recorrió su cuerpo cuando lo tocó por primera vez. El calor había vuelto, el cosquilleo la hizo ruborizar. Y nunca había sido tan consciente del latido desenfrenado de su corazón.
Y sólo pasaba con él. Sólo cuando estaba cerca suyo, sus emociones parecían volver a ella. ¿Acaso habría más prueba? Lucy intuía... No, estaba segura de que él era portador de Luna. Su hechizo sólo podría romperlo un portador de Luna. Eso le habían dicho. ¿Era egoísta por temer perderlo? Necesitaba saber sí él todavía seguía allí, o si en verdad, al morir, un devorador tomó su cuerpo. No era raro que sucediera, pero al ser cadáveres, los devoradores no podían evitar la descomposición que seguiría.
Tragó de sólo pensarlo. Todavía recordaba la primera vez que escuchó hablar de él. General Fierce, así le decían los cadetes. Erza prefería decirle inadaptado. Lucy prefería guardarse el apodo por el que quiso llamarle la primera vez que vio lo causado por él. Poco después de que Erza tomara el rango de Comandante, una noche un tanto alegre, Cana le dio un descanso de atender a los clientes y ella no había podido evitar subir al techo a admirar las estrellas. Era algo que le encantada. Solía buscar las constelaciones y recordar las historias que los dioses plasmaron en ellas. Entonces el alboroto llegó. La puerta del local se abrió y los gritos del interior salieron libres. Lucy corrió hacia la orilla para ver cómo una alta figura de anchos hombros, cubierta por una capa y una capucha, se retiraba con pasos apresurados.
—¡Esto no se va a quedar así, Fierce! —gritó un hombre con una clara ebriedad en su tono. Lucy no pudo evitar preguntarse qué había pasado. Pero sigilosa siguió al hombre, corriendo con la mayor suavidad posible sobre los techos. La cercanía de los edificios así se lo permitía. El extraño se había detenido en un callejón, y cuando alzó ligeramente el rostro, soltando algunas maldiciones, notó que una extraña máscara cubría todo su rostro.
La curiosidad la motivo a descender, todavía oculta, buscando el mejor ángulo para apreciarlo mejor. El tipo se quitó la capa, revelando su largo cabello azabache, atado a una coleta alta. Parpadeó en varias ocasiones, apoyando una mano en la pared para pararse de puntillas e intentar ver mejor. Las cajas apiladas frente a ella la escondían a la perfección, aunque también estorbaban.
—Maldición, esto dejará marca. —Por su figura, era más que evidente que fuera hombre. Aún así, su voz tenía un tinte varonil que ella no había escuchado antes—. Hijo de puta.
Un pitido sonó en los pantalones que se sostenían con un par de tirantes elásticos sobre sus hombros. Lucy observó asombrada cómo sacaba un dispositivo parecido a los que Juvia había fabricado para el rey unos meses atrás. El hombre contestó al llamado.
—¿Qué quieres ahora, Yuri?
—¿Dónde te has metido, Bribón? Es noche de pay, y yo no veo ningún pay por aquí. Sting quiere pay. Yo también quiero pay.
—¡Quiero pay! —afirmó una voz con un tinte medio infantil. Ella no podía estar más sorprendida de escuchar aquello. ¿Ese era el rey de Crocus? Si mal no tenía entendido se llamaba Yuri.
—¿Lo ves? Ambos queremos pay.
—No me jodas, hombre. Hoy era mi día libre y acabo de echarme de enemiga a una gitana.
—Ugh, ¿tan malo eres complaciendo?
—Cierra la boca. ¿Recuerdas el soldado que robó la última vez en el mercado? Bien, con ese dinero estaba manteniendo a una amante. Fui a por él, pero alguien se entrometió y lo senté sobre su culo. Luego todos se fueron encima mío. Me han atacado con un arma mágica y no tienes ni idea de lo que duele.
—¿Estás bien? ¿Quieres que mande por ti? —La preocupación era clara.
—No, estoy bien. —Se quitó la máscara. Lucy pudo haber visto su rostro de no ser porque le dio la espalda. Luego bajó más su tono, pero gracias a su audición desarrollada logró oírle. Su corazón se detuvo un instante—. Iré más tarde, parece ser que alguien me siguió.
Se apartó de inmediato, dispuesta a echar a correr. Un ruido tras ella le indicó que la estaba siguiendo. Entonces cuando observó por sobre el hombro, el recuerdo se acabó.
Todo se volvió blanco.
Lucy se frotó la sien ante un molesto dolor. Ella... Ella ya lo había visto antes. Se puso de pie, ante la preocupada mirada de Cana y la confusión de Makarov. Juvia venía, apoyada sobre Wendy que le susurraba algo. Sting las seguía de cerca.
—Yo me había encontrado con él antes... —afirmó, todavía sin poder creerlo. ¿Cómo pudo haberlo olvidado? Miró sin comprender a todos a su alrededor. Una punzada le envió otro recuerdo, uno que la dejó sin aliento y la hizo caer de rodillas.
•••
Natsu había descubierto algo interesante. No estaban controlando su mente. Lo habían encerrado dentro de su cuerpo. Una vez ya había sido víctima de control mental, el nacer de pensamientos que no eran suyos, los atroces deseos de una tercera persona que lo llevaba a cabo a través de él. No, esto era distinto. Durante el control mental, no se era consciente de nada de lo que hacía. Ahora sí, era como si existiera una pequeña ventana que le mostraba lo que su cuerpo hacía.
El devorador no dejaba de flotar por allí, riendo cada tanto y tocando los destellos de luces que se movían a la deriva. Según decía, eran recuerdos que ni siquiera él podía tocar. Natsu sólo lo veía ir y venir, sin entender del todo cuál era el maravilloso plan que le permitiría tomar control de nuevo sobre su cuerpo.
—Me estás comenzando a cansar —admitió, poniéndose de pie para observar el entorno sin forma a su alrededor—. Maldita sea, necesito moverme.
—No es tan fácil. La persona que decidió jugar a los juegos mentales contigo es un usuario muy poderoso. Tanto así que fue lo suficientemente listo para usar un medio y no acercarse a ti.
—¿De qué hablas?
—Quien quiera que sea, antes de controlarte, está manipulando a una persona para llegar a ti. Es interesante, ¿te imaginas la cantidad de poder que debe de estar gastando?
Magia. De nuevo la magia se manifestaba alrededor de su vida. Ah, como la odiaba. Esta no hacía más que traerle desgracias. Por eso le había agradado mudarse a Crocus, donde la magia estaba estrictamente vigilada y sólo un reducido número de personas podía manejarla, y todavía bajo condiciones extremas. Por ello se molestó mucho con Yuri cuando comenzó a incluirla para hacer más fáciles algunas cosas, como la iluminación nocturna o la manera de transmitir los comunicados más importantes. Todavía allí le toleraba.
Lo que no soportó fue el comienzo del proyecto estrella. Él estuvo allí. Más nunca entendió cuál era el propósito de ello. Para aquel entonces el rey ya poseía al devorador en su cuerpo. No obstante, seguía siendo el mismo. O eso creyó, hasta que una mañana emitió aquel comunicado.
《Dentro de una semana se llevará a cabo un conteo de cada hogar. Un individuo de cada familia deberá partir dentro de poco. Es por una buena causa, se los aseguro. Mientras tanto, sus familiar recibirán un bono mensual para los gastos más importantes》.
Esas fueron sus palabras. Frías y carentes de empatía. Absolutas y dolorosas. Natsu recorrió Crocus aquella noche, escuchando el lamento de todas aquellas personas que no eran capaces de entender qué era aquello que se avecinaba. Seis años llevó aquel proyecto. Seis años en los que Yuri cambió por completo. Se volvió dictador y tirano, severo e insensible. Nada que ver con el cálido hombre que llevó por años la muerte de su amada, y cuidó de su hijo, dándole todo el amor que era capaz de dar.
¿Por qué dejó que se convirtiera en aquello? ¿En qué momento dejó de verlo como un amigo? ¿Cuándo aquel cariño se volvió obligación? Natsu se quedó paralizado, y pequeñas esferas resplandeciente comenzaron a rodar frente a él. Todas cargadas de recuerdos y voces distorsionadas.
—Hasta que por fin te das cuenta... Escúchame, hombre. Quizás no confíes en mí, ni siquiera yo lo hago. Pero una cosa sí te diré. Esto se salió de tus manos, ya no es sólo un hombre con aire de superioridad. Muchacho, has entrado de lleno en el juego de los dioses —musitó el devorador con un tono que antes no le escuchó usar. Tan severo y carente de su acostumbrada burla—. Y si no quieres salir mal parado de todo esto, será mejor que hagas bien tus movimientos. Para empezar, ese tatuaje...
—¿Qué sabes sobre los ángeles?
—Son nuestros enemigos naturales. Son poderosos, pero su magia inicial es minúscula a cuando tienen un portador. Éste les otorga dones y les ayuda a controlarse, así mismo ellos les otorgan dones a sus portadores y los cuidan con sus vidas.
—¿Por qué?
—Así están diseñados. Matarán por proteger a sus portadores. Son vacíos de emociones humanas hasta que logren formar vínculos. Están bajo una especie de anestesia que les impide dejarse llevar como la primera generación.
—¿Primera generación?
El devorador rió.
—Nadie mejor que un ángel para que te cuente la historia completa, te lo aseguro.
Natsu no pudo seguir preguntando ni intentar sacarle información. A la lejanía, aunque potente y vibrante, escuchó la voz de Yuri. Apretó una mano en un puño cuando escuchó una nueva orden y como su cuerpo se movía a voluntad sin oponer resistencia. Todavía no superaba la rabia de ver el puñetazo con el que inmovilizó a Erza.
—Natsu, verifica que el ángel de Mercurio siga vivo, quiero una copa de su sangre.
Odiaba obedecer. Odiaba ver cómo su cuerpo sólo se volvía un títere en sus manos. Yuri se las pagaría. Ese hombre... un brillo azulado, a los pies de su cuerpo inmóvil llamó su atención. Natsu podía verlo, casi tocarlo. Gray miró lo mismo que él e intentó cogerlo, pero su pie aplastó con fuerza las manos del ángel.
—Tú... sólo es temporal. Si estás allí, no dejes que te manipule... —pidió Gray con dificultad. Natsu podía oírlo a pesar de no demostrar reconocimiento alguno—. Es un hechizo de espejismo. No es real. Te ha doblegado porque recurrió a un recuerdo doloroso.
La muerte de Mavis. Natsu no paraba de revivirla una y otra vez cuando intentaba recuperar el control de su cuerpo. Era un cortina, frágil y ligera, pero temía apartarla, asustaba la idea de lo que pudiera encontrar detrás.
—Dragneel, Natsu Dragneel. Tenías veintiséis años cuando llegaste al hospital lleno de quemaduras. Y signos de haber recibido un fuerte golpe en la cabeza. Las enfermeras se asustaron al ver tus caninos, y muchos creyeron que eras una especie de demonio por tus iris escarlatas. Nadie entendía cómo seguías vivo con tantos huesos roto y una hemorragia interna. —Gray notó que el pie del hombre había dejado de ejercer presión. Por lo que alzó la mirada y buscó sus ojos. Uno de ellos tenía el brillo del conocimiento, el mismo que parecía haberse cristalizado a causa de lágrimas nacientes—. Despertaste a las dos semanas con amnesia. Tus huesos rotos y tus quemaduras habían desaparecido desde los primeros días...
—¿Hace cuánto fue eso? —Natsu notaba que podía mover a voluntad una de sus manos. La misma que contenía la copa llena de sangre. Esta cayó sobre el anillo del ángel, manchando la preciosa y diminuta gema azul.
—Hace dos mil quinientos años... eres un inmortal.
•••
Continuará...
N/A:
Ya dije. Esto está lleno de rompecabezas, si se pierden en algo, no duden en preguntar ♡
Nos leemos 😎
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