Capítulo 24
☆☆☆♡☆☆☆
Cuando logró abrir los ojos, todo estaba sumido en silencio y oscuridad. A la lejanía se oía el eco voces distorsionadas, llenas de dolor y rabia. Se manifestaban como espejismos lejanos. Se incorporó, notando estar bajo el resguardo de una pequeño árbol seco. Sobre él, se alzaba una luna gigantesca, solitaria en un firmamento carente de estrellas o cualquier otro astro. Tampoco había nubes, por lo que las sombras siniestras y alargadas de las ramas desnudas se dibujaban sobre su rostro. Curioso percibió que sus ropas eran distintas, una especie de uniforme blanco impecable.
Cuando reconoció su diseño, se incorporó de golpe y retrocedió, alejándose del árbol que crujió y se partió, siendo absorbido por un agujero que se abrió a sus pies. Una vez más echó una vistazo a su atuendo.
—Por tu rostro, he decir que no esperabas esto —observó una voz burlona. Él frunció el ceño, tomando una de las largas mangas de su camisa a botones para rasgarla hasta el hombro—. Oye, oye, me costó trabajo hacerlo.
—¿Qué hago aquí? —exigió saber, repitiendo el mismo procedimiento con la otra manga, y revelando el tatuaje que antes llevaba cubierto. Estaba conformado de diseños tribales, asemejando la figura de un lobo que formaba un círculo, y en medio de éste, el mismo diseño de media luna que Mitzuki tenía sobre el pecho. Se trataba de un portador de Luna.
—¿Acaso no lo recuerdas?
Del agujero que succionó al árbol, surgió una especie de vapor negro se elevó a su nivel, volviendo cada vez más espeso sin adoptar una forma fija. Lo único sólido que se veía era un par de ojos amarillentos que nada tenían que ver con el típico diseño humano, eran distintos. Eso y una marca de estrella que no se notaba del todo clara, pues aquella cosa sin forma se movía constantemente.
—Hola, Natsu. Ha pasado un tiempo desde que me visitaste. Comenzaba a sentirme olvidado —fingió con una voz de lástima—. Así que dime, ¿qué maravilloso y desafortunado acontecimiento te ha traído aquí? Oh, espera. Es posible que tú no lo recuerdes.
Y aquella nube de extraña constitución se lanzó hacia él, obligándole a cerrar los ojos y evitar inhalar cuando sus pulmones ardieron después de hacerlo una vez. Cuando se recompuso y se atrevió a echar una mirada, la sombra estaba atrás suyo, moviéndose sinuosa como una serpiente y con los ojos amarillentos hambrientos.
—Y no podrás recordarlo a menos que yo te lo diga... curioso.
—Deja de jugar y dime porqué estoy aquí de vuelta. —Se acercó un par de pasos, pero aquel ser retrocedió en un parpadeo y comenzó a reír, fundiéndose con la oscuridad de su entorno—. No querrás pelear de nuevo conmigo.
—Por supuesto que no, porque hacerte daño sería hacérselo a mí propio cuerpo. Como podrás notar, aún no está del todo recuperado.
—Ya he perdido la cuenta de cuántas veces te he dicho que eres libre de abandonar mi cuerpo —le recordó con resentimiento bien disimulado. Él devorador que habitaba dentro de su cuerpo, le dirigió una sonrisa de la que asomaron decenas de dientes afilados y babosos de veneno.
—Debo admitir que estos últimos siglos te has vuelto un aburrido, e incluso pensé en provocarnos la muerte sólo para obtener un poco de diversión. Pero entonces apareció ella... Eso sí que fue interesante.
—¿Ella? —Su ceño se frunció, y por un momento una risa cargada de diversión sonó detrás suyo. Por lo que se giró para no encontrar nada más que una figura desvaneciéndose y el eco de aquel sonido—. No me obligues a hacerte hablar.
—Uh, que amargado eres —se lamentó, para acto seguido sonreír y acercarse un poco más—. Sí, ella. Estaba pensando en tomar control de ti, o intentar enviar un impulso la primera vez que estuvo tan cerca. Huele de maravilla, ¿no te parece?
No podía entenderlo. ¿De quién hablaba? Su mente estaba hecha un caos, y cuando intentaba concentrarse en aquella risa, o la figura que se borraba apenas le ponía el ojo encima, las sienes le palpitaban dolorosamente. Se frotó el rostro, intentando en vano recordar. Y cuando creyó tener un recuerdo lúcido, una descarga lo dejó sin aliento y le hizo caer de rodillas.
—Wow, sé que necesitas mi ayuda para recordar, pero normalmente me torturas un rato en lugar de arrodillarte ante mí.
No respondió a la burla. De verdad se sentía fatal y no entendía del todo qué estaba ocurriendo. Con esfuerzo apoyó una rodilla y ejercició la fuerza necesaria para estar de pie. El devorador entrecerró sus ojos, mirándole en silencio.
—Como sea, fue inesperado para mí que aquí en Tierra se encontrase una doncella de Artemisa. Pero, por lo que he visto y escuchado, no está en el nivel de doncella, sino más bien de guerrera.
—¿De qué estás hablando ahora? —La marca sobre su hombro ardió un poco, por lo que notó sorprendido que el tatuaje que solía ser de color negro, se había vuelto dorado y parecía brillar.
—Es compatible contigo, eres portador de Luna. Puedes hacer el contrato con ella. —De pronto, su voz se tiñó de una maliciosa emoción—. Anda, esto resuelve nuestro problemas. Los ángeles son esclavos de sus portadores, y es una doncella, por lo que hará todo lo que le pidas. Tiene el suficiente icor en la sangre para mantenernos saciados, si se lo ordenas, podría mantenernos alimentados. Incluso podría hacer otros favores...
Notó que el hombre no podía seguir el hilo de su conversación, por lo que resopló con fastidio y se volvió una sombra que avanzó con rapidez por los suelos. Natsu lo perdió de vista, hasta que una rosa negra floreció a sus pies, cuyo capullo estalló para revelar una pequeña pero brillante esfera en su centro. La tomó, era del tamaño de una canica, y en su esférico cristal, notaba imágenes familiares, así como voces a la lejanía. Aquella figura que lo intentaba enloquecer a su alrededor, se desvaneció con un grito cuando su interés se concentró en el pequeño objeto.
—Ella es Lucy, ¿ya la recuerdas, perdedor? Te dijo que era un ángel, pero tu cabeza dura no quiere escuchar. Los dioses han creado guerreros que enviaron a Tierra para mantener a raya a la primera generación que se salió de control. Los devoradores descendemos de esa primera generación, por lo que somos su principal objetivo. Los ángeles están obligados a formar un contrato con los portadores si quieren ser capaces de usar sus poderes. Y están obligados a seguir las órdenes que estos les den. Piénsalo, ella nos dará icor. No dolerá, tu sabes que tú mordida no le hará daño. A cambio ella obtendrá sus dones por completo.
Natsu no apartó sus ojos de la imagen que aquella canica le ofrecía. En esa visualizaba el rostro sonriente de la gitana, quien primero le veía con el ceño fruncido, seguramente ofendida por algún comentario suyo. Pero aquella arrugita en su frente desaparecía y en cambio los hoyuelos se marcaban en sus mejillas mientras le ofrecía una encantadora sonrisa.
La había olvidado. Aquel hecho le dejó inmóvil y sin esperanzas. Había vuelto a olvidar a una persona. Erza era un vago recuerdo, y con las palabras del devorador fue capaz de recordar a los demás ángeles. Jellal, Wendy, Gray... ¿Qué le pasaba a su cabeza? Apretó la canica hasta romperla, y el recuerdo flotó en un rayo de luz que penetró en su mente y se ancló a sus difusos recuerdos. La ira lo embargó. Volvió a olvidar cosas.
—No es tu culpa, hombre. Ese usuario de control mental era muy poderoso, yo tuve que desaparecer del radar cuando me di cuenta que estaba a punto de encontrarme. Sino luego quién te regresa las memorias.
—No me ofreces las memorias que en realidad quiero —musitó con rencor, cerrando los ojos y absorbiendo los recuerdos para ponerlos en orden. Estaba a punto de conectar todo. El proyecto estrella, Erza, el ejército, la gitana de rubia cabellera, los ángeles, Sting, los devoradores, y Yuri... Yuri, el proyecto estrella, quería a los ángeles. Los ángeles eran su objetivo, ¿por qué? De nuevo Yuri, y entonces su ataque contra él, el como le pedía a alguien que lo volviera dócil a sus órdenes—. Bastardo, ¿a quién le has pedido algo así?
Se suponía que aquel tipo de magia estaba prohibida y había sido eliminada. ¿Qué clase de persona le había freído el cerebro por un rato? Lo iba a averiguar apenas volviera a tomar el control de sus acciones. Ahora se hallaba encerrado dentro de su propio cuerpo, por lo que era lógico que el devorador estuviera rondando por allí.
—No puedo, ni siquiera yo puedo acceder a ellas. —La sombra adquiría una figura cada vez más sólida. Parecida a la de un animal de cuatro patas y espeso pelaje que se sublimaba con cada nuevo movimiento—. Ya te lo dije una vez, hay algo que me impide tocarlas. He intentado devorarlas...
Natsu le dirigió una mirada mortal, a lo que el devorador se echó a reír y se acercó flotando a su alrededor y despidiendo aquella especie de humo negro que conformaba su cuerpo.
—Pero no logro siquiera acercarme. Es una pena, los recuerdos más dolorosos son mis favoritos.
—¿Tienes idea de quién hizo esto? —Quiso saber, refiriéndose a su presencia allí. El devorador negó.
—Lo primero que bloqueó fue tu visión, y después tu olfato. No logré localizarlo. Pero tengo una teoría, quien quiera que sea, está trabajando para el bando de los malos.
—¿Me lo juras? —Resistió la tentación de poner los ojos en blanco. Le estaba tomando el pelo ese pesado.
—Pooor supuesto —ronroneó, alargando la o y dando una vuelta en el aire como si rotara su propio cuerpo—. ¿Y bien? ¿Tenemos un trato?
—¿Cuándo he dicho yo que haré un trato contigo? —Comenzó a caminar sin tener un destino fijo. No es como si pudiera salir de allí sólo con eso, y ambos eran consciente de ello. Pero no estaba para andar haciendo ridículos tratos.
—Vamos, éste sí será beneficioso para ambos.
—Tu último trato fue un desastre y ahora yo tengo que cargar encima con ello.
—Está bien, admito que fue una mala idea. Ella tenía un devorador dentro, creí que podría alimentarnos con icor sin morir en el intento. Aunque tampoco es como que no hayas encontrado otros beneficios.
—Como sea, ya no quiero —sentenció. Y era verdad, ya no le provocaba nada esa mujer, pero sentía responsable por ordenarle no alimentarse de las personas de la ciudad. Jenny no era del todo digna de confianza, lo supo desde le primer instante, pero prefería mantenerla en la mira a dejar que hiciera fechorías por allí. No obstante, tocarla ya no resultaba atractivo. Como todas sus anteriores amantes, se sentía asqueado con el tiempo y terminaba siendo más una obligación que un acto de placer.
—Excelente, ve por la que sigue.
—¿Podrías dejar de molestarme? —De no ser porque esa cosa no tenía nada sólido por golpear, ya se hubiera deshecho de él.
—¿No me crees cuando te digo sobre los ángeles? Deberías dejar de ser tan inmaduro y abrir los ojos por fin. Después de todo, sus creadores fueron los mismos que te han maldecido a ti por siglos —comentó, como no queriendo entrar en detalle. Y satisfecho notó que el hombre se detenía y le dirigía una mirada que, aunque envenenada, expresaba su creciente curiosidad—. Ahora que tengo tu atención he perdido el interés.
En un instante, Natsu estaba delante de la sombra, con una promesa dolorosa en su mirada si se atrevía a seguir con sus juegos. El devorador rió a carcajadas antes de desvanecerse a sus pies y volverse la sombra que siempre lo acompañaba.
—Está bien, te lo diré, pero antes deberás hacerme un favor. Ambos estamos debilitados, esa mujer de nombre Jenny porta muy poco icor, dame un poco de alimento y te contaré todo lo que sé respecto a los ángeles. Pero, para ello, necesitamos recuperar el control de éste cuerpo.
•••
Cana no tardó casi nada en sacar una pistola debajo del mostrador, y la cargó mientras caminaba a paso decidido hacía la puerta que no dejaba de recibir golpes. Erza la detuvo por el brazo y negó. Sting notó que la Comandante también sacó un arma de una correa atada al muslo.
—Los ángeles, lárguense de aquí —ordenó Erza con voz suave—. Nosotras nos haremos cargo.
Jellal se hinchó como un gallo al escuchar aquello y sus ojos se oscurecieron por la ira contenida. Ni siquiera miró cuando advirtió que Wendy quería escabullirse, sino que estiró una mano para acabar agarrando una coleta del ángel que protestó y le dio un pellizco que apenas y le hizo algo.
—¿Me estás jodiendo? No voy a dejarte. Que se vayan ellas.
—No te lo estoy pidiendo, es una orden. ¿O acaso eres un protector tan incapaz siquiera de hacer algo tan sencillo? —Provocó. Los golpes ya se habían detenido. El tatuaje de Jellal comenzó a brillar de un tono dorado cuando Tori insistió—. Es una orden mía, lárgate.
—No puedes... —protestó, interrumpido por otro golpe impactando en la puerta.
—Cana, por lo que más quieras. ¡Soy Alzack, tengo a mi hija conmigo, abre la puerta, te lo suplico! —Todos reaccionaron al escuchar la voz del hombre, y la gitana se precipitó, levantando la pesada barra de madera con la que atrancaba la entrada. Un hombre que le doblaba la edad se precipitó dentro con una pequeña aferrada a sus brazos—. Gracias a los dioses, comenzaba a temer que no estuvieras aquí. ¿Acabas de ver el comunicado del rey? No puedo creerlo. ¿Y quién es ese perro lambiscón? En mi vida lo había visto.
—Su nombre es Natsu Dragneel. —Erza enfundó el arma una vez le colocó el seguro y se frotó la nuca—. Es el General, guardia personal de la familia real.
—Se ve muy joven.
—Lo mismo decías de mí —Erza se encogió de hombros, caminando hasta él para inspeccionar a la niña que no había visto moverse desde su llegada—. ¿Está dormida?
—Tiene un poco de fiebre, se han negado a venderme su medicamento. Justamente iba a comprarlo cuando se lanzó ese mensaje. La gente ha comenzado a mostrarse hostil.
—Si quieres dámela, yo la cuido —se ofreció Lucy, tendiendo sus brazos. Alzack vaciló un momento antes de hacer lo que le pedía—. Estaré arriba, cuando quieras puedes verla.
Alzack esperó hasta que la chica desapareció para ver a Cana y decir.
—La veo un tanto pálida, por eso me lo pensé para darle a mi hija. Está debilitada, ¿verdad? —El hombre no tenía claro que era aquella chica, o el resto de tatuados que se hallaban en la primera planta. Pero algo era seguro, y es que le confiaría su vida a ciegas. Cana creía en ellos, y él y el resto de los gitanos también. Podían ver la bondad en los ojos de esos seres, así como la magia que a veces los envolvía—. Deberían esconderse o buscar la manera de ocultar esos tatuajes que tienen. Las personas serán capaces de arrancarles las ropas con tal de encontrar a uno de ustedes.
—No vamos a esconderlos, todo esto es un malentendido —objetó la gitana morena, con fastidio y una arruga de preocupación en la frente—. Pero será mejor que tú y los tuyos si se oculten, Alzack. Como bien dices, las cosas se pondrán un poco feas por aquí.
—Mis hermanos ya están preparando a sus familias. Desde hace unos días, más específicamente desde la luna llena, hemos notado un aura extraña por aquí. Tenemos planeado irnos un par de días fuera de Crocus. Ya sabes, usaremos los carromatos. ¿No quieren acompañarnos en lo que las cosas se calman?
—Es muy amable de tu parte. Aunque no creo que eso funcione si lo que quieren es capturar a los chicos. Con el simple hecho de que te comuniques conmigo cuando logres hallar un lugar tranquilo, será suficiente.
—Tenlo por seguro.
Lucy decidió que ya había oído suficiente cuando notó que la conversación ya no giraba en torno a ella. Siempre era así. Por pequeñas frases, ella siempre entraba en aquel tipo de conversaciones. Sus ojos achocolatados se oscurecieron cuando se dirigió a la habitación de invitados, cuyo pasillo se hallaba escasamente iluminado. Una vez dentro, dejó a la niña en la cama y procedió a apartar los cortos cabellos de su cara. En la puerta, un sigiloso can la observaba.
El ángel posó sus manos sobre el torso de la pequeña, cerrando los ojos y sin llegar a tocarla, inhaló hondo y comenzó a indagar en el cuerpo infantil. En su mente, aquello no era más que un puñado de polvo estelar, y podía encontrar las anomalías que causaban las enfermedades. Una vez hallada, su poder le permitía absorber aquel malestar hasta solidificarlo en sus manos. Una pequeña esfera verde se creó entre ellas, misma que nacía desde el pecho de la niña que respiraba pesadamente. Entonces su respiración se tranquilizó y la fiebre se desvaneció. La esfera se mantuvo intacta e inofensiva en sus manos, entonces se disparó como un misil a su pecho, donde desapareció al penetrar su piel. Cayó hacia atrás con un gemido de angustia, sintiendo los huesos doloridos y el cuerpo ardiendo en fiebre.
Ese era el talón de Aquiles en su magia. O lo poco que podía usar de ella. Tenía el poder de sanar casi cualquier enfermedad, excepto aquellas crónicas o autoinmones, porque entonces no existía modo de retirarla completamente para absorberlo con su cuerpo. Pues ella misma era quien podía hacerlas desaparecer, a costa de sentir la enfermedad en carne propia.
Loke, en su forma humana, se arrodilló a su lado y sujetó su mano con fuerza, apoyándola contra su pecho mientras el malestar se desvanecía. Una vez hecho, sólo se mantuvo con ella en brazos, mirando a la nada y perdido en sus pensamientos. Aquel ángel tenía un poder especial, pero era un arma de doble filo que la podría acabar matando si no se andaba con cuidado. Una vez casi la perdió a causa de ello. Recordó con agonía. Lucy lo ocultó de él; ni siquiera tenía conocimiento de que ella pudiera desconectar la empatía que los unía de esa forma, pero cuando se dio cuenta, apenas tuvo tiempo de frenarlo.
Entonces el paciente le sonrió y negó con resignación. Todavía recordaba las palabras que le había dicho.
《Tenía miedo de que nunca llegaras. Si fuera por ella misma, hacia tiempo que hubiera cambiado su vida por la mía. Pero tú y yo sabemos que no soy más que un cascarón roto y desechable》.
Lucy se movió entre sus brazos, recuperando la consciencia y con sus grandes ojos viéndole en silencio. Ambos recordaban lo mismo, la empatía se visualizaba como un lazo luminoso que unía sus manos entrelazadas.
《Loke, cuídala》.
—Siempre... —susurró, besando la frente de la chica con cariño. Lucy aceptó su gesto, temblando ligeramente al recordar.
No quería recordar. Dolía, la dejaba sin aliento y le oprimía el corazón que hacía mucho latía por costumbre.
•••
Continuará...
N/A:
Holuuuu, espero de todo corazón que estén disfrutando la historia. Les recuerdo que está siendo adaptada a los personajes de Fairy Tail, ya que es realidad de mí completa autoría con personajes propios. Así que, si me regalan unos momentos extras de su tiempo, ¿les molestaría darme su opinión al respecto?
Me gustaría saber qué piensan de los personajes (dejando de lado que están adaptados a Fairy Tail). Al ser éste el primer libro de una saga un tanto larga, les digo que todos tendrán su momento de gloria para explicar con calma su historia, pero ¿hasta ahora se entiende la personalidad de cada uno? Y a la trama en sí, ¿parece interesante O se hallan muy perdidos?
Les agradecería un montón si me diesen su opinión ♡
Hasta aquí mi reporte. Nos leemos.
Yanny, fuera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro