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Mi alma rota.

Había pasado solamente una hora desde que los muchachos se fueron. En esa hora me dediqué a jugar con mi hija. Por alguna razón, sentía que era mía pero todo sin recordar nada. Me sentía vacía en cierto sentido, como si me hubiese perdido de tantas cosas hermosas e importantes.

-Ma'. –me llama. Le sonrío con ternura, ahora bostezaba.

-¿Tienes sueño, nena? –la tomo en brazos mientras ella asiente. Iría a llevarla a dormir.

Su rostro con los ojos cerrados era parecido al de Goku, o tal vez ya me había vuelto loca y lo extrañaba a montones.

-Eres hermosa. –susurro. Acaricio su cabello. Mi hija parecía estar en paz.

-Kanon. –era Wiss. Giro a verle. –Ya llegaron.

Es cierto, ni siquiera me percaté del ki de Goku. Estaba tan ocupada con mi hija.

-¿Qué pasó? –pregunto. Wiss me mira serio.

-Ven a verlo.

Mi cabello se erizó con solo pensar el porqué de la seriedad de Wiss. Salí rápidamente de ahí en dirección al jardín, donde estaban ellos.

Me detengo justo en la entrada. Con desesperación busco a Goku, él estaba recostado en el césped, su ropa estaba manchada de sangre.

-¡Goku!

-¡Mentirosa! –me grita la mujer de cabello azul. Doy un paso atrás. –¡Tu dijiste que habías derrotado a Zamasu y que cambiaría el futuro!

-¿Qué? –me tiembla la voz. -¿No cambió?

-¡No lo hizo! ¡Y ahora mi hijo está allá! ¡Peleando para que nosotros nos salváramos! –dice con lágrimas.

Siento un dolor en el pecho. Era la misma sensación que cuando destruía los planetas, una sensación de culpa.

-¡¡Si muere será tu culpa!! –la mujer me toma de mis ropas y me zarandea. -¡Tú lo mataste!

-¡Basta Bulma! –grita Vegeta a lo lejos. -¡Trunks sigue vivo y ahora debemos buscar la manera de salvarlo!

Pero ya las lágrimas estaban en mis ojos, por alguna razón me sentía muy mal al saber que aquel chico iría a morir por mi culpa.

-Ella...ella... -susurra Bulma con dolor. Wiss toma mi hombro y me aleja de la chica.

-Kanon hizo lo que creyó correcto. Zamasu tenía un as bajo la manga, supongo que debemos buscar la manera de derrotarlo. Será mejor que te tranquilices, Bulma. –dice él. Luego me mira a mí. –Deberías ir a revisar a tu marido, creo que está muy lastimado.

¡Cierto!

Limpio las lágrimas con las mangas de mi camisa y corro en dirección a Goku, estaba en el césped y respiraba con dificultad.

-¿Goku? –susurro. Él abre los ojos y me sonríe.

-Oh, ya vino mi ángel de la guarda a salvarme. ¿No es así?

Las lágrimas se acumulan aún más. Por alguna razón, esa frase me hizo sentir querida, pero yo no podía recordar absolutamente nada.

-Deberíamos llevarlo adentro. –dice un viejo, el padre de Bulma. –Tengo una máquina con la que lo puedo curar.

Niego con la cabeza.

-Ya lo haré yo. –aun temblando. Coloco mis manos en las zonas heridas y aplico energía en ellas. Hacer esto me parecía un acto tan normal que hasta era cómodo.

-Eres un ángel... -me halaga Goku al sentir alivio. Solo tardé unos minutos para que después él se quedara dormido.

-Debe descansar. –digo en voz baja.

-Yo lo llevaré a un cuarto. –Kyle aparece mientras carga a Goku en su hombro. Se queda ahí esperando a ver mi respuesta pero no contesto nada, y eso a él le sorprende. Pues creía que diría algún insulto o que no lo dejaría, pero estaba muy preocupada como para pensarlo.

-Bien. –le respondo. Me levanto del césped y camino hasta Vegeta, él les platicaba a Bills y a Wiss lo que había pasado.

-... al parecer solamente ellos dos son los únicos dioses de todos los universos. –termina por contar.

Me cruzo de brazos, tenía más nervios todavía.

-Creo que con eso, todos los misterios se resolvieron. –dice Bills más calmado. –Ya podemos irnos, Wiss.

-¿¡Piensas huir!? –se queja Bulma.

-El Zamasu de éste mundo ya no está, y no me importa lo que pase en otros mundos. ¡Vamos Wiss!

Wiss mira con disculpa a Bulma.

-Estaré orando para que todo salga bien. –dice. -¡Kanon, nos vamos!

-Me quedaré. –digo y apenas se escucha. Wiss se detiene.

-¿Eh? ¿Por qué?

No se debe de enterar de tu plan. Inventa algo...

-Me preocupa Goku. Me quedaré para ver si necesita algo.

Wiss asiente con la cabeza.

-Si necesitas algo solamente menciónalo en voz alta, yo siempre te escucharé. ¿Sí?

-Gracias. Wiss... te quiero. –abrazo a mi ángel contra mí por última vez. Al menos el de ésta dimensión será la última vez.

-Oh, que linda. –me devuelve el abrazo. –Es algo bueno de ti, y es que después de que te volviste independiente, pocas veces me lo decías... pero es bueno saber que me sigas queriendo.

-No podría dejar de hacerlo. –me separo de él. –Ve, Bills te espera.

Wiss se ríe y va con Bills, y con un resplandor ambos desaparecen.

-Debiste ir con ellos. –dice Bulma molesta. –Ya ayudaste bastante aquí.

-¡Bulma! –regaña Vegeta. –Ya déjalo.

-¡No la defiendas!

-Necesito su máquina. –digo yo. Ambos se quedan mudos.

-¿Qué?

-Yo iré al pasado... yo derrotaré a Black. –muerdo mi labio inferior. –Quiero hacerlo.

-Estás demente. –se queja Vegeta. –No te dejaré ir. Así que mejor ve a ver cómo está Kakaroto y deja de hacerme perder el tiempo.

Vegeta se mete a la casa, molesto. Mi comentario no le gustó para nada.

-¿Puedes hacerlo? –dice Bulma. Le miro. -¿Puedes ir y derrotarlo?

-Haré lo que sea posible... -asiento con la cabeza. –Y mientras, regresaré a Trunks a ésta dimensión para no ponerle en peligro.

Bulma me toma de las manos.

-Yo te ayudaré a ir... pero prométeme que salvarás a mi hijo. ¡Por favor!

Sonrío de lado.

-Lo prometo. Pero tú deberás de hacer algo por mí. –suplico. –Ni Goku ni Vegeta pueden regresar cuando yo esté allá. Denme un par de horas... no debes dejarlos ir antes.

-De acuerdo. Ven. –Bulma camina hasta la máquina y revisa un par de cosas. –La energía es suficiente para ir y regresar. Después de eso no tendrá energía para volver a ir y ellos deben esperar. ¿Eso está bien?

-Está perfecto. –me subo a la máquina de un salto. –No sé porqué presiento que se volverán locos.

-Lo harán. –dice ella desde abajo. –Solamente aprieta el botón rojo. Irás de vuelta tu sola.

-Gracias.

Aprieto el botón rojo y la máquina se eleva en el aire.

Si Wiss se enterara, me diría un par de cosas hirientes.

Al final, ésta desaparece del cielo.



Llego a la otra dimensión, el lugar estaba completamente nublado. Aterrizo la nave en la ciudad y salgo de ésta.

Black me había robado mi memoria, y ahora regreso por ella.

No vuelo ni corro, simplemente camino guiándome por el ki del chico hasta llegar al mundo subterráneo donde sorprendentemente, había mucha gente.

Muchos saltaron al verme, otros simplemente creyeron que era una de ellos. Pero fueron los militares los que me detuvieron a la mitad.

-¡Dinos quien eres!

-Vengo por Trunks. –digo yo.

-¡Ángel! –Trunks se abre paso entre ellos y llega a abrazarme. Se veía herido y su ropa estaba manchada de sangre. -¿Regresaron mi padre y los demás?

-No. –niego con la cabeza. –Solo vine yo.

Es cuando se percata de lo que pienso hacer.

-¡No! ¡No pienso dejarte hacerlo! ¡Debe haber alguna solución!

-Estaré bien. –sonrío. –Pero Goku y tu padre no. Debes regresar con ellos.

-¡No! ¡Te ayudaré entonces!

-Solo me estorbarás. –digo honestamente, aunque duela. -¡Quiero que te vayas de aquí en la máquina! ¿¡Me escuchaste!? ¡Se lo prometí a tu madre!

Trunks me miraba con desesperación, quería ayudarme pero no me servía de nada su poder.

Al final se resigna.

-Llevaré a Mai conmigo. –asiento con la cabeza.

-Apresúrate... mientras, diles a todos que despejen el área. Pues no se salvarán si la guerra los alcanza.

-Bien. –dice él.

Me quedo recargada en una esquina mientras veo como Trunks da indicaciones, todos toman sus cosas y con Trunks de guarda, salen de ahí, huyendo lejos de la ciudad.

-Bien... es hora de mostrarle a ese cabrón quién manda. –me separo de la pared para estirarme un poco y caminar a la salida.

Estaba lista para morir si fuese necesario.

Justo en medio de la ciudad, sobre una ruina me detengo.

-¡Aparécete, Zamasu! –grito.

Uno, dos... tres... solo fueron cinco segundos lo que tardó en aparecerse Black. Me miraba sonriente.

-Veo que has vuelto a mí, nena. –aterriza a unos metros. –Te echaba de menos.

-Últimamente eres el maldito tema de conversación, Zamasu. –le llamo por su nombre. –Que hiciste esto, que hiciste lo otro. Estoy cansada y frustrada... sobre todo porque no recuerdo absolutamente nada de hace veinte años.

Black sonríe malévolo.

-No necesitas recordarlo, para ello puedes hacer nuevos recuerdos.

-No quiero nada que tenga que ver contigo. –digo sincera. –Es suficiente, ya me hartaste... Te mataré a ti y al otro Zamasu.

Black mira al cielo, la nave estaba volando... Trunks nos da una última mirada antes de desaparecer a la otra dimensión.

-Muy inteligente dejarlo irse, ¿Querías que se salvara? Pero nadie te asegura que tú estarás a salvo.

De un momento a otro, el Zamasu que yo conozco aparece junto a Black. Sonreía al igual.

-Como sabrás, es un poco obvio que nos ganes, ya que tú tienes la ventaja de ser un dios de la destrucción. –comienza a decir Zamasu. –Por ello, ambos tenemos un plan.

Ambos se elevaron en el cielo y brillaron. Era un resplandor que cegaba a cualquiera, pero no a mí. Sin embargo, si ya era muy problemático que dos Zamasu estuviesen en la misma dimensión, esto iba a ser peor... pues ambos se fusionaron para poder ser fuertes e inmortales.

-¡Y ahora! ¡Deberás apreciar a la perfección de un dios!

Bah, puras habladurías.

Coloco mi cuerpo firme y alzo mi mandíbula con desafío.

-No hay más perfección que la de un dios que fue elegido por los mismos dioses. –comienzo a decir. -Tú te autonombraste dios, cuando realmente ni siquiera fuiste asignado a ese puesto.

Y eso le dolió.

-Maldita... -le escucho decir.

-¡Por eso...Te demostraré que un dios perfecto es el elegido! ¡Y aquí mismo, por segunda vez...! –aprieto la mandíbula con fuerza. -¡Llamo el nombre de Wiss, el ángel protector del séptimo Universo para que me acepte una vez más como su aprendiz!

Una luz más brillante que la anterior atraviesa las nubes grises. Mis piernas me temblaban de los nervios, pero aquella mano en mi hombro me tranquilizó por completo.

-Yo... Wiss. Te nombro diosa de la destrucción del séptimo Universo por segunda vez. –y para mi sorpresa, Wiss sonríe malévolo hacia Zamasu. – Y por ello, me volveré tu guardián una vez más.

Junto a Wiss... nada podría pasarme.

-Será mejor que te rindas. Estás perdido.

Y lo sabía perfectamente, pero Zamasu no quería doblegar su orgullo.

-¡No mereces ser un dios! –comienza a gritarme. -¡Tu deshonraste a los dioses! ¡Te dejaste morir por los mortales! ¡Eres una basura!

-Más respeto, imbécil. –mis ojos brillan con burla. –Que aunque seas un Kaioshin falso, mi puesto es mayor al tuyo.

Eso fue todo. Zamasu saltó a mi persona, Wiss se hizo a un lado y yo ataqué a Zamasu con facilidad.

Me sentía en la gloria por poder usar toda mi fuerza.

Lo ataqué, lo tiré, le lancé toda mi energía. Simplemente él no podía conmigo.

-¡Es tu fin! –me alzo ante él y caigo a horcajadas sobre su torso. Con mi mano ahorcaba su cuello. Pero en lugar de que tuviera miedo, comenzó a reír.

-¿Y crees que después de esto podrás recordar? ¡Solo yo puedo regresarte la memoria! –y se ríe a carcajadas. Pero eso era más gracioso aún.

-Tú no lo entiendes. –sonrío de lado. –Fue mi decisión venir a ésta dimensión para matarte. Al igual que fue mi decisión dejar mi vida para hacerlo...

-¿...qué?

-Yo sabía las consecuencias, y aunque Wiss me lo advirtió, eso no ayudó para persuadirme. –niego con la cabeza. –El que no recuerde nada me ayudó a tener el valor para dejarlo todo y venir por ti... debo agradecértelo.

-¡No! ¡Maldita! ¡Noo! –y con la energía suficiente, hice una esfera gigante y le di de lleno en su cuerpo, así desapareciéndolo.

Aterrizo en una de las casas destruidas. Al fin, todo había acabado.

-Fue muy lindo de tu parte venir hasta aquí a salvar éste mundo. –dice Wiss a mi lado. Me sonreía con timidez.

-Lo hice porque puse en peligro la vida de ese muchacho. –niego con la cabeza y miro a mis pies.

-Kanon.

-¿Sí? –alzo mi cabeza para verle. Entonces Wiss me abraza con fuerza, como si no quisiera soltarme nunca más.

-Puede que no seas la misma, pero realmente no sabes lo mal que me sentí al saber que te mandaron al infierno. No pude hacer nada. Perdóname.

-¿Eh?, apuesto a que mi otro yo no está molesta ni nada. –lo separo un poco para mirarlo al rostro. –No podría estar molesta contigo ni por un segundo. Ambos sabíamos las consecuencias de que me dejaras escapar. No debes sentirte culpable.

-Aunque lo digas, eso no quita el dolor que tuve que soportar al verte desaparecer sin poder ayudarte. –besa mi frente.

Iba a responder cuando una risa malévola resonó por todo el lugar.

Ambos nos ponemos en modo alerta, esperando a que Zamasu apareciera... pero simplemente su rostro comenzó aparecer en el cielo oscuro.... Era su rostro en modo demoniaco.

-¡Nada te salvará de mí! –y se reía a carcajadas, una y otra vez.

-Maldición... -susurro.

-Oh, no. –Wiss toma mi hombro y me pega a su pecho, en ese un remolino se creó desde el cielo hasta caer en el planeta, comenzando a destruirlo.

De ahí salió un monstruo.

-¡Estaremos juntos, Kanon! ¡Si yo me muero, tú vendrás conmigo! –aumenta la fuerza mientras que el planeta comenzó a sacar pequeños volcanes por todo el lugar.

-Joder Wiss... -susurro.

-Cuidado. –Wiss crea una esfera de energía que nos protege a ambos de los volcanes. –Será mejor que nos vayamos de este planeta.

Cuando Wiss iba a dar dos golpes en el suelo con su báculo, una mano salió de la tierra y capturó mi pie. Entonces Zamasu salió y me atrapó contra él.

-¿Qué carajos?

-Es el fin... moriremos los dos juntos. –decía esa cosa ya mutada. Zamasu saca una daga que al instante reconozco, era la daga de mi madre. -¡Moriremos juntos!

Forcejeo contra él y detengo su muñeca. Él iba directamente a mi corazón con esa daga envenenada. Entonces Wiss aparece junto a mí y patea la mano de Zamasu, aventando la daga.

-¡Malditos! –grita Zamasu a la vez que comienza a lanzarme golpes, pero de una patada logré lanzarlo a volar.

-¡Es todo! ¡Hasta aquí llegaste! –agarro la ropa de Wiss con fuerza. Ya conocía su estilo de desaparecer con rapidez.

Pero lo siguiente no me lo esperaba, a unos simples segundos de desaparecer del planeta, Zamasu tomó aquella daga en sus manos y la lanzó. Wiss alcanzó a desaparecer pero esa daga desapareció con nosotros y cuando volvimos a aparecernos en el espacio, era Wiss el que la había recibido en su abdomen.

No... Wiss no.

-No, no por favor. –mi cuerpo tembló por completo. Me acerco a Wiss para tomarlo antes de que se cayera. Él me miraba confundido.

-D-debo llevarte.... Debo regresarte... -susurra él.

-Wiss... no hables. No, por favor. –los ojos se me llenaron de lágrimas. Y aunque no fuese el Wiss de mi dimensión, ésta podría ser una de las peores escenas que tuviera que presenciar en mi vida.

La muerte de Wiss.

-No estés triste. –acaricia mi mejilla. –Ven, abrázame.

-No... no mueras. Yo... te salvaré. Pero por favor... -sollozo.

Pero no tenía ni idea de cómo hacerlo, aquella explosión de ese planeta iba a matarnos. Iba a morir con Wiss. Así que decidida, lo abracé contra mí... desesperada.

-Déjame abrazarte un poco más. –me suplica. –Tener a mi niña en mis brazos... -entierra su rostro en mi cabello. - Debí dar mi vida antes que dejarte morir en el infierno.

-Basta... -susurro. –No digas eso.

-Supe desde que te vi que serías especial. –acaricia mi cabello. –Yo confiaba en que tus alas crecerían.

Más lágrimas, Wiss fue el único que confió en mí.

-No lo hagas. No mueras... por favor. Wiss... -caigo de rodillas ante él mientras me aferro a la falda de su ropa. Las lágrimas no dejaban de cesar. Wiss acariciaba mi cabello.

-Y aunque no lo creas, aunque no te lo repitiera constantemente. –se agacha a mi altura. –Siempre estuve orgulloso de ti. De todos tus actos.

Doy otro sollozo mientras entierro mi rostro en su cuello.

-Fui un poco duro cuando decidiste dejar de ser el dios de la destrucción, era mi deber como maestro el regañarte. Pero nunca me atreví a matarte con mis propias manos, no después de cuidarte. –besa mi mejilla. –Y en el fondo estaba orgulloso de que no quisieras seguir ese camino tan cruel.

Wiss comienza a toser sangre, le miro preocupada.

-Basta, ya no hables. Déjame hacer algo... tal vez... -iba a poner mi mano en su herida pero Wiss la interceptó en el camino y la entrelazó con la suya.

-Debo hacer algo antes de morir. Un último acto... -Wiss cierra los ojos y sonríe de lado. –Mi último acto antes de dejar éste mundo.

Cierro mi mano libre en su ropa para evitar soltar las lágrimas. Solo yo lloraba, y eso me frustra mucho.

-¡Yo debí morir! ¡Si no me hubiera dejado atrapar por Zamasu, no morirías! –grito desesperada. Wiss niega con la cabeza.

El planeta se tornó en un tono rojizo. Iba a explotar.

-Al menos moriremos juntos... -susurro en su pecho.

-No. –dice él. –Tú vivirás un poco más...

No tuve tiempo de preguntar. Del dorso de Wiss salieron unas hermosas alas gigantes de ángel, éstas nos rodearon en un abrazo intenso. Y luego de ello, su cuerpo comenzó a brillar.

Estuve aferrada a él unos cuantos segundos más, de repente, sus alas comenzaron a abrirse, dejando ver un cielo azul despejado y un bello jardín.

Me regresó a mi época.

-Wiss.... –me tiembla la voz. No quería alejarme de él, pero su brillo se hacía más intenso, casi desvaneciéndose.

-Mi sueño siempre fue verte con una familia que te amara. Kanon. –acaricia mi mejilla la cual estaba llena de lágrimas. –Pero aunque suene egoísta, quiero que recuerdes que no habrá nadie que te ame, como yo lo hice.

Cierro los ojos con fuerza mientras Wiss besa mi frente por última vez.

-Te amo, Wiss.

-Yo más.

No abrí los ojos, no quería ver que se había ido. Wiss se había muerto pero antes de ello me trajo a mi dimensión.

Lo hizo por mí.

Caigo de rodillas mientras lloro con dolor. Ver a Wiss morir... me ha roto el alma.

-¡¡Wiss!! –grito al aire y sigo llorando.

Volvieron mis recuerdos. El cómo Wiss me dejó escapar y como me enfrenté a él pero aun así me dejo ir, como me salvó ante mi sentencia... y como nunca me dejó sola.

Una mano acaricia mi cabello.

-Aquí estoy. –le escucho decir. Y limpiando mis lágrimas, salto hacia su persona y me recibe con todo el amor que me puede dar.

Ya él lo había dicho antes, que si necesitara algo... le hablara.

-No sé qué hacer contigo. Me desobedeciste. –dice malhumorado. –Pero sabes cómo manipularme, no puedo contigo. Kanon. Ya no llores.

-Yo... te amo mucho Wiss. –respiro con tranquilidad. –Me salvaste...

-Hasta mi otro yo está perdido contigo. –niega con la cabeza. –Yo también te amo. Y por eso te digo de una vez que Goku está molesto... mucho.

Me río entre dientes.

-Ya hablaré con él. Mientras quiero quedarme un rato más abrazándote. Por favor. –le pido. Wiss me rodea con fuerza y acaricia mi cabello.

-Eso no deberías pedirlo.

Si viera a Wiss morir de nuevo, creo que mi corazón no podría soportarlo.





Volví. Lamento no haber actualizado, enserio... les ofrezco una disculpa. Mientras... les tengo una mala noticia. D:

Como sabrán, ya acabó la temporada de Black Goku... así que quedarían unos capitulos de relleno y ya será el final. En pocas palabras... ya va a acabar el fic. Y me entristece un poco... Aunque bueno... con eso ya me dedicaré a sacar adelante el fic de Vegeta que lo he abandonao por completo. D:

¡Gracias por comentar y por sus votos! Me animan mucho a escribir... Y a aquellas que leen varias cosas mías. Gracias... Les amo. <3

¡Amemos a Goku! Y a Wiss...

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