6. Junio.
Hi~ Soy de lo peor, sí sé, pero tengo la sospecha de que esta dinamica está maldita, onda, la primera vez que participe fue con Killing me softly y entré como en octubre y de golpe acabe el fic justo el 31 de diciembre, este lleva dos años tratando de ser terminada y voy a paso tortuga, la dualidad, que terrible. Pero acá estamos, y aunque hay AshEiji en el capítulo como siempre, tenemos un poco mas de Griff, perdón, era necesario.
¡Espero que les guste!
—Oye, Griff. —Max pronuncia su nombre con reticencia, como si cada letra fuese un número dentro de una subasta cuyo premio se encuentra perdido ya que lo ha comprado alguien más.—. Griffin. —Entonces utiliza todo el título esa vez y lo odia, odia el resqueme de nostalgia que le añaden dichosas dos letras finales, dándole un aire de despedida y de amor no correspondido, espolvoreándolo entre un toque de cariño y devoción que jamás tendrá.
—No te distraigas. —Le dice intentando actuar frío en vano, sabe que es más transparente que aquel espejo de latón que pende en el estudio de papá.
—Por favor, escúchame. —Repite sin conseguir que voltee—. Mi chico guapo.
No.
No me llames con ese tono.
No me hagas añorarte si no puedes corresponderme.
—¡Griffin! —Le reclama—. ¡Escúchame! Es importante. —Y ¿por qué le pidió ayuda en primer lugar? Sabía que tenerlo tan cerca lo afectaría, supone que se ha vuelto un masoquista. Pero no hay tiempo para lamentarse por los desamores imposibles o los caballeros en corceles blancos, su prioridad está en Aslan y necesita demostrarlo (¿a quién sino es a él mismo?), así que sigue martillando.
Martilla. Martilla. Martilla.
Tan. Tan. Tan.
Tan.
—¿Qué ocurre? —Intenta no prestarle atención, enfocándose única y exclusivamente en esa misión autoimpuesta—. Te estaba escuchando por cierto. —Dice eso pero no es capaz de mirarlo, no desde la conversación sobre damiselas ilusionadas y pretendientes caballerosos. Él tiene a Jessica ¿por qué te querría a ti?
—¿Esto es realmente necesario?
—¿Qué cosa? —Lobo suspira, deteniendo sus movimientos contra los soportes metálicos con pintas de madera.
—¿Es necesario que hagamos esto? —La pregunta de Max detiene el martilleo, sus dedos sudan por la calidez de junio, siente a las gotitas escurrir desde su flequillo hacia su barbilla, Griff se aparta, no mucho, solo un par de centímetros para contemplar la madera recién barnizada—. No creo que esto haga la diferencia para Aslan.
—¿A qué te refieres? —Entonces interroga defensivo—. ¿Por qué no haría la diferencia? La casa del árbol es importante para él, me lo ha dicho.
—Griff. —Y odia que lo llame con ese tono tan... odia que lo haga sentir tan especial—. No te busco pelea.
—No, cuéntame. —Buddy juguetea alrededor mientras Ash reposa en sus aposentos, son las únicas personas afuera de la mansión, sin duda se ha notado la falta de personal y le da cólera pero no por sí mismo, sino por su pequeño hermano, se profesa como un fracasado—. ¿Crees que no lo notará?
—Creo que una casa del árbol no resolverá todos sus problemas. —Entonces Lobo espeta—. Y creo que deberías hablar con él, sabes que pasa algo malo con Dino Golzine.
—Pero él no quiere hablar conmigo. —Griffin deja de lado las herramientas y se rinde, basta que dé un salto para que llegue al soporte de la casita y se siente, no está en una rama muy alta, al contrario, se encuentra prácticamente en el tronco y también ha fracasado en esto—. Siento que está distante, siento que lo estoy perdiendo, ya no sé cómo acercarme, estoy desesperado y no sé, arreglar la casa en el árbol fue lo único que se me ocurrió.
—Griff.
—¿Crees que no lo valorará? —Lobo no le da una respuesta ni necesita hacerlo, la cándida ventisca mece las hojas alrededor creando una atmósfera de cambio y melancolía, Griffin enfoca su atención en el follaje marchito y de repente, se siente tan insignificante como esas hojas fragosas—. ¿Qué no vale la pena arreglarla? —Y aunque ambos entienden que no se trata de dicha casa, no lo verbalizan.
—Creo que hay otras maneras. —Intenta sonar comprensivo, es peor—. Por muy dulce que sea este gesto una casa en el árbol no va a hacerlo hablar.
—¿Por qué no?
—Porque no es lo que Aslan necesita.
—¿De repente lo conoces mejor que yo? —Ríe con rabia—. ¿Es eso? Como ahora pasas más tiempo con él porque puedes ayudarlo con el trabajo, tienes experiencia, no como yo... —No sé nada acerca del mundo real y te envidio en la misma medida que te admiro—. Crees que soy inútil.
—No es lo que creo.
—Es lo que parece.
—No quise hacerte sentir así. —Max baja sus hombros y se mira genuinamente arrepentido, eso no es lo que Griffin quería, no obstante, últimamente se siente fuera de sí mismo, es un pedazo de hoja a la deriva en el mar, solo flota, ni siquiera puede nadar, pero todo este enredo con Golzine sumado a la agonía de su padre es demasiado, ni siquiera él logra mantenerse tan sobreadaptado—. No fue mi intención hacerte daño.
—Lo sé. —Se disculpa en silencio—. No es propio de mí estallar así, lo lamento.
—Griff. —Y entonces lo llama con esa voz tan pero tan comprensiva que...le duele mucho el corazón.
—¿Crees que soy un mal hermano? —Apenas cuestiona—. Porque yo me siento como un gigantesco fracaso de hermano mayor.
Este sentimiento de derrota (casi desesperanza) lleva colándose dentro de Griff más tiempo del que pretende admitir, porque incluso antes de la propuesta con Dino Golzine se concibió como rotundo fracaso en su rol de hermano y esto lo remonta a la carrera de escritura que Lady Callenreese cultivó aun en su muerte. Hubo un tiempo donde la riqueza no era tan escasa y las pérdidas eran tan lejanas que parecían sueños de vidas pasadas donde Aslan se atrevió a asistir a una editorial con su borrador y aunque era apenas el primero, a Griffin le resultaba una obra de arte. Un deleite intelectual, pensó. Para él era obvio que quedaría y sería un éxito a nivel mundial.
Les tomó horas comprender que no tenía oportunidad de ser publicado, no porque fuera malo, Dios, Aslan escurría talento por cada poro de su alma, sin embargo, los demás postulantes eran de familias importantes y renombradas, así que Griffin se quedó en la sala de espera, mirando al rubio, mirando cómo de poco su sueño se hacía trizas y sus ojos verdes adoptaban esta capa cristalina de indolencia, esperando que el entrevistador saliera por la puerta y lo llamara, pero no pasó. Al cabo del día Griffin no lo soportó más y fue a buscarlo, le ofreció un helado y le dio palabras gentiles de consuelo. Y aun así, cuando llegó el momento de contárselo a Jim se sintió avergonzado en cierta forma por haberse hecho partícipe de lo que había sufrido su hermanito.
«Ellos se lo pierden», le dijo Jim.
No es un fracaso.
Y no obstante, igual que Ash con su libro, Griff fracasó al no haberlo sabido ayudar y de alguna forma se volvió responsable de ese rechazo y aunque solo fuera por haberlo visto, lo testificó, no fue capaz de ponerle un remedio al dolor de su hermano e hizo suya su derrota, se la apropió, costumbre que adoptó en reiteradas ocasiones posteriores: cuando Aslan se volvió el tema predilecto de ese tablón de chismes y noticias, cuando dijeron que era imposible entablar un compromiso con alguien así de "problemático" y él vio a Jim asistir una y otra vez a reuniones maritales con nobles diferentes y aun así recibía siempre la misma respuesta:
«No me interesa un marido desobediente, ni siquiera tiene un apellido relevante y no es tan lindo».
Fracaso tras fracaso tras fracaso y todo recayó sobre Aslan.
Su pobre hermanito.
Todavía entendiéndolo Griff se metió bajo la piel sus fracasos porque ¡diablos!, se supone que es un hermano mayor y por ende debe resguardarlo. Y ahora de nuevo ve la derrota en los ojos de Ash en ceder en ese grotesco compromiso y entiende que ha fracasado otra vez. ¡Vaya! Debería tener título del hermano del año, permitirá que sea infeliz el resto de su vida y no solo esto, lo entregará al altar, bravo, de testigo pasamos a cómplice y ¿cómo pretende compensarlo? Con una casa en el árbol ¡ja!
Suspira.
No merece a Aslan.
—Desearía tomar su lugar. —Vuelve a repetir y últimamente lo repite bastante—. Ojalá Dino Golzine se interesara en mí. —Y sus palabras tienen el poder suficiente para descomponer a Max, quien deja de lado las herramientas y se planta ante él, acomodando sus manos encima de las rodillas de Griffin y aprovechando la poca altura que la casa del árbol le ofrece—. Daría lo que fuera para que pudiese llamar su atención, tenemos el mismo apellido, ¿realmente no tengo ninguna oportunidad?
—No lo dices en serio. —Musita con calma, tanteando el territorio puesto que entiende lo delicado que es el tema de Aslan—. Odiarías someterte a algo así, te conozco, enloquecerías atado a Golzine.
—Tal vez. —Murmura—. Pero odio más que él se someta a esto.
—¿Por qué quisiste arreglar la casa del árbol? —Y entonces lo confronta como seguramente deseó hacerlo toda la mañana.
—Porque... —Frunce los labios, tienen sabor a té de bolsa, apenas Jim cayó enfermo hubo que hacer recortes y la baja en la calidad de los alimentos fue lo primero—. Lady Callenreese le dejó este lugar y él antes solía amarlo, Jim prometió que repararía esta casa, pero ahora apenas puede mantenerse consciente postrado en la cama. Por eso debo hacerlo, es mi responsabilidad. —Debo salvar a Aslan.
—Griffin. —Max pronuncia su nombre con tanta naturalidad, odia que eso le agite el corazón—. No tienes que ser la mamá de Aslan, él no quiere eso de ti.
—No buscó ser su mamá. —Eso es mitad mentira.
—Tampoco tienes que ser su papá, está bien que solo seas su hermano.
—Aslan tiene un papá. —Refuerza, alzando una ceja y enfocando su mirada hacia la mansión.
—Ambos sabemos que Jim es una mierda.
—¡Max! —Gimotea, intentando patearlo y consiguiendo el efecto contrario, Max ha cruzado ambos brazos sobre los muslos de Griff, esta cercanía le corta la respiración, es un hombre, no una damisela para concebirse de dicha manera—. Jim no es mal padre, le dio la opción de negarse al compromiso.
—Luego de presentarle a un pretendiente de cien años.
—El monsieur no es tan viejo.
—¿Bromeas? Parece que lo han sacado en plena fosilización. —Y eso lo hace reír de verdad, el gesto de Lobo se suaviza, adquiriendo un matiz mucho más dulce en los hoyuelos de su sonrisa, ese celeste cielo que yace en sus ojos se mira mucho más intenso y brillante, igual que su sonrojo—. Finalmente.
—¿Qué cosa?
—Finalmente sonríes. —Lobo se inclina, apoyando sus palmas encima de sus piernas y acercándose a su rostro más de lo que debería—. Me alegro, tienes una sonrisa muy bonita. —Traga duro, siendo demasiado consciente de cómo la cercanía de este hombre le calienta el corazón, necesita secar sus manos contra los bordes de sus pantalones por el sudor que corre y esto es ingenuo, Max ni siquiera se ha inmutado, sigue con esa sonrisa galante y juguetona porque para él... esto no es nada.
—Este lugar es bastante espacioso. —Dice por los puros nervios y se mete, esperando entablar algún muro impenetrable entre él y Max—. Tienes razón, puede que no le resuelva la vida. —Y si es sincero tampoco esperaba que lo hiciera, pero necesitaba hacer algo por su hermano, lo que sea, no soportó quedarse de brazos cruzados sin por último hacer una idiotez (en este caso arreglar la casa del árbol que atesoró en su infancia)—. Al menos es un buen lugar para cortejar a su chico.
—Por su chico te refieres a...
—Eiji Okumura. —Y ambos lo piensan—. Es obvio que Aslan está enamorado de su colega, balbucea sobre lo mucho que admira su arte y lo lindo que es desde que lo conoce.
—De lince gruñón pasa a gatito doméstico.
—Sí. —Ríe—. Me da la misma impresión, me alegro. —Y Max luce sorprendido por su actitud dulce.
—¿No te importaría que se casara con él?
—¿Bromeas? Sería el primero en alentar esa boda. —Suspira, metiendo sus pies dentro de la casita, sintiendo a las tablas crujir debajo por el peso extra y ahora que la mira, le da una sensación bastante íntima, entiende porque de niño se escapaba a leer acá antes de que una tormenta la tirara—. Tiene mucho en la cabeza, el señorito Lee también se le propuso. —Entonces Lobo suelta un largo silbido.
—De no tener ningún pretendiente pasó a tener varios.
—Exacto, debe estar presionado.
—Griff.
—Debe sentirse abrumado y ni siquiera lo puedo apoyar.
—Basta de eso. —Le ordena, apoyando sus palmas encima del soporte y trepando de un salto—. Ya basta de invalidarte y menospreciarte de esa manera.
—¿Qué haces?
—Voy a subir para patearte el trasero hasta que lo entiendas.
—No necesitas hacer eso. —Aunque pretende reclamar el dolor en su voz es evidente, durante estos meses ha tratado de entablar una distancia con Max y maldición que se la pone difícil con su porfía.
—Claro que sí, la violencia es la única opción contigo.
—¡Max! —Y lo intenta amedrentar con una patada—. No tienes permiso para entrar a mi casita.
—¿Tu casita? —La indignación en su rostro es casi graciosa—. ¿Perdón?
—Sí, yo construí la mayoría mientras tú holgazaneabas.
—¿Oh? ¿Así que estamos en esas? —Y claro que Lobo no desiste, al contrario, apoya sus manos con brusquedad en el soporte de madera consiguiendo que hasta los clavos retiemblen—. Ya lo verás.
—No hagas eso, no resistirá la casa. —Chilla presa del pánico, no quiere tener a Max en un lugar tan cerrado y pequeño por ningún motivo, no lo soportará, por muy despistado que sea el soldado sabe que notará su evidentemente doloroso enamoramiento. Aléjate, por favor—. No puedes entrar.
—Si tú no me dejas entrar. —Pero el irracional logra escalar de un tirón—. Tendré que crear la forma de atravesar tus muros.
¿Por qué?
No valgo la pena.
—Max. —Jadea.
Han quedado demasiado cerca en una casa del árbol ridículamente pequeña y de pronto, Griff siente que es ínfimo ante este hombre. Piensa en su relación con Max en un desesperado intento para que logre mantener la cercanía en busca de algún defecto o algo que lo ayude a romper su fantasía sobre el amor. Lo conoció cuando Aslan se metió en problemas por insultar a un pretendiente, lo acusaron de herirle el ego con su lengua mordaz y eso lo llevó a pasar la noche en prisión, cuando Griff agarró sus ahorros y corrió a pagar la fianza lo encontró dándose golpes con Lobo en la misma celda, según Ash le contó se insultaron mutuamente por la edad y una cosa llevó a la otra, él no dudó en invitarlo a cenar cual cortesía de disculpa y luego su presencia se volvió omnipotente.
Max estuvo ahí cuando el mundo se volvió pesado.
Max lo protegió y nunca nadie lo había protegido antes.
Max lo ayudó aunque no sabía cómo ayudarlo.
Max se volvió no solo un pilar, sino el hogar entero.
Max lo vio, realmente lo vio y lo hizo sentir... humano, no solo un ente automatizado para satisfacer.
Y fue imposible no enamorarse.
No justo. No fue esperado. No fue deseado. Pero pasó y él la jodió enamorándose de la persona más maravillosa de todo el universo, pero pasó y es imposible fingir que esto no sigue pasando y que no se muere por ser besado. Solo una vez es suficiente.
—Estás demasiado cerca. —Max ve algo que Griffin jamás podrá observar, así que retrocede contra una de las paredes de madera y se encoge hacia sí mismo, esto no desanima al soldado y al contrario, lo invita a inclinarse aún más, acomodándole un mechón detrás de la oreja, el roce lo derrite entero.
—Eres precioso. —Entonces le dice y le duele que le diga semejante mentira, ¿precioso? Por favor.
—No es verdad.
—Lo es.
—El precioso es Aslan, no yo. —Se clava una daga—. No es necesario que digas mentiras, sé bien lo que soy y lo que no soy y estoy bien con eso.
—Deja de esconderte tras tu hermano en toda conversación.
—Yo no me escondo detrás de Aslan.
—Lo haces. —Insiste—. En el fondo le tienes envidia.
¿Envidia?
¿Envidia de Aslan? ¿Guardar un sentimiento tan grotesco y reprochable hacia quién más ama?
Ja.
—Yo no...
Pero por más que trata, no logra refutar. Porque a pesar del caos que ha sido Aslan desde ese cortejo ha tenido el valor no solo para salir de su zona de comodidad consiguiendo un trabajo en una escuela y en un club, sino que se ha aventurado a amar por mucho que lo niegue todavía. Aslan es libre, está cambiando, posee las pelotas suficientes para averiguar quién es y quién aspira ser. Y siendo real no necesita a Griffin, de hecho, es Griffin quién necesita y quién vive para Aslan. Así que sí, por muy incómodo que sea admitirlo, tiene envidia. ¿Eso lo hace mal hermano? No, es simplemente humano, no mirarlo sería el problema. Le da pena, le da pena tenerle envidia y sentirse como un mal hermano y al mismo tiempo, le alivia aceptar esto y dejar de fingir que no es un peso garrafal compararse con constancia con Aslan, no puede evitarlo, Aslan es maravilloso, ¿y él?
¿Qué es él en comparación?
—Tienes razón. —Así que decide ser valiente por primera vez y lo admite—. Le tengo envidia porque él es capaz de luchar por lo que quiere y no permite que su cobardía lo paralice, desearía parecerme un poco más a él, pero la cobardía siempre me paraliza y al final, no cambio ni hago nada.
—Creo que de vez en cuando a todos nos paraliza la cobardía.
—¿Incluso a ti? —Entonces Lobo sonríe, la luz se cuela en sombras abstractas a través de las tablas, dándole un aspecto aún más galante y casi etéreo a su piel bronceada.
—Especialmente a mí. —Susurra, consiguiendo que la cara le cosquillee en la cercanía, todavía huele el tabaco en el aliento del soldado fundido a la cafeína y es delicioso, inconscientemente su atención baja hacia sus labios y se pregunta cómo será ser besado por Max, ser fuertemente estrechado bajo su pecho fornido y ser amado con tanta pasión que hasta los muslos le tiemblen—. Soy más cobarde de lo que te puedes imaginar.
—¿Cómo? —Aunque sus respiraciones se vuelven rápidas y fogosas ninguno se aparta—. Me cuesta imaginarte siendo cobarde, ¿cómo puedes serlo?
—Porque no he podido ser directo con la persona que tanto me gusta.
—Ah sí. —Dice decepcionado—. La damisela que te gusta. —Y Max parece anonadado ante esto.
—¿Damisela? —Repite en un hechizo—. ¿De dónde lo has sacado?
—Tú me dijiste.
—Mierda. —Entonces masculla entre dientes, cada poro de Griffin se eriza cuando Max lo toma del mentón usando dos de sus ásperos y gruesos dedos, el toque es aterciopelado, lo hace lento y suave, con cuidado, casi con temor a romperlo o que huya—. Lo tomaste literal. —Concluye.
—¿Acaso hay otra manera de tomarlo?
—Pensé que ya habrías atado cabos sueltos a estas alturas. —Refunfuña aunque impresiona ser más para sí mismo.
—¿Entonces quién es la persona que te gusta?
—No sé. —Tararea—. ¿Con quién paso todo el tiempo que tengo?, ¿quién es esa persona por la que me brillan los ojos?, ¿quién es la persona por la que no volví a la guerra?, ¿por quién me quedé acá?, ¿por qué estoy acá y no en el campo de batalla sino estoy perdidamente enamorado?
—Dijiste que era para cuidarnos a mí y a Aslan.
—Deja de usar a Aslan como excusa y mira lo obvio. —Le pide, inclinándose aún más cerca y el dolor de tenerlo encima es tan abrumador como la primera vez, el corazón le arde y le late con una fuerza que lo hace pensar en las novelas y en los romances que se negó.
—No puedo ser yo.
—¿Por qué?
—Porque soy tan... —Aburrido, común, corriente—. Simple.
—No lo eres. —La sinceridad que sangra lo quema—. No existe nada de simple en ti.
—Max... —Lo detiene, apoyando sus palmas en los hombros del soldado—. Nunca seré lo suficiente para ti. —Nunca seré Jessica.
—¿No debería ser yo quien decida eso?
—No puedo estar a tu altura. —Pero la paciencia de Max se acaba y lo empuja con dureza contra la pared, sus dedos se hunden en la franela de su chaleco, sus piernas se enredan entre las suyas, está mareado y hace demasiado calor al tener su boca tan cerca, quiere que lo bese, mierda, anhela más que nada que Max lo bese aunque sea una vez y esto termine en una fantasía, pero aun si se perjura esto la realidad es que le da terror ser abandonado—. No puedo ser Jessica.
—Griffin.
—Lo siento. —Así que prefiere quedarse con la incertidumbre, porque está bien renunciar al sueño que tiene construido sobre Max, si lo mantiene como algo platónico e inalcanzable puede lidiar con ese rechazo, pero si lo deja entrar por completo, si le da ese poder para destruirlo y ciertamente ese amor lo destruye. No. Necesita estar bien para Aslan. Necesita ser fuerte. Necesita vivir por la familia y hacer de todo menos anteponerse, Griffin no vale la pena para Griffin—. No puedo.
—Pero... —Y por ende, no puede valer la pena para Max.
—Ustedes sí que son complicados. —Esa tercera voz los saca de su trance—. ¿Acaso los viejos tienen una especie de retraso para el coqueteo o ustedes son muy malos?
—¡Aslan! —Griffin pega un gritito aterrado mientras saca a Lobo de una patada al otro extremo del refugio—. Pensé que estabas durmiendo.
—Tengo una cita. —Explica y claro que luce guapo, es el orgullo de Griffin—. Estaba a punto de irme cuando los vi tonteando en la casa del árbol. —Una tímida sonrisa se esconde tras sus hoyuelos, eso lo hace sentir mejor, como si hubiera hecho lo correcto y martirizarse fuese la única elección—. Les quedó mucho mejor de lo que a Jim le hubiese quedado. —No seas cruel con papá, quiere decir.
—Me alegra que te guste. —Es lo que su corazón deja escapar—. Pusimos mucho trabajo en poderla restaurar, sé que es importante para ti.
—Griff tiene razón, sé agradecido con nosotros, mocoso.
—Ustedes dos aman complicarse la vida. —Pero el más joven los ignora—. Es obvio lo que pasa con ustedes y es bastante doloroso verlo siendo sincero, deberían confesarse. —Y el mayor se queda en silencio así que no presiona más.
—Es complicado. —Le dice Max y a Ash no le parece del todo verdad, el amor no tiene que ser duro, ni complicado ni una constante fuente de sufrimiento, el amor debería ser simple como lo que tiene con Eiji.
Amor de amigos.
Claro.
Nada romántico (aún).
—Cómo digan. —Tararea, apartándose del árbol—. No me esperen esta tarde porque no creo llegar.
—¿Saldrás con Eiji? —Y aunque antes se hubiera ruborizado y explotado.
—Lo haré. —De a poco acepta el elefante en la habitación—. Nos vemos, viejos.
Griff lo mira abandonar la comodidad de su prisión y lo hace como si fuese un ángel intangible, como si Ash fuese de una especie superior y él lo restante, lo mira irse con una sonrisa hacia lo desconocido y piensa otra vez en su sensación de fracaso y en cómo a pesar de las adversidades su hermanito ha logrado sobreponerse, tal como el fracaso, Griff lo ha superado a través de Ash. Pero hacer las cosas no es lo mismo a no hacerlas, así como vivir su vida no es lo mismo a vivirla a través de otra persona... Amor, fracaso y libertad son lujos que jamás ha tenido la oportunidad de vivenciar por siempre estar cuidando a alguien más y nunca a sí mismo, mira a Max quién sigue con esta mueca de corazón roto y se pregunta en lo qué pasaría si saliese del rol autoimpuesto y se atreviese a ser un poco más Aslan y menos Griffin, si tuviese el coraje de huir con quien ama, buscar una aventura y mirarse a sí mismo por primera vez. De decir que no. «No quiero». «No puedo».
«No».
¿Acaso se derrumbaría igual que la casa del árbol?
¿Acaso podría soportar la fragilidad que implica ser un humano y dejar de ser un hermano?
Pero entonces, ¿qué sería de Aslan?
No, más bien, ¿qué sería de sí mismo sin Aslan?
Aunque Aslan no lo necesite, Griffin necesita sentir que lo hace. Porque si no puede satisfacer aquel inequívoco rol que se le ha asignado...
—¡Shorter!
Por supuesto, Aslan desconoce de la catástrofe mental que ocurre por la mente de Griffin gracias al nervio que le genera ver a Eiji a solas hoy.
—Llegas temprano. —El moreno acaba de terminar su turno dentro del club, lo infiere porque Wong se encuentra con la camisa rasgada y el pecho empapado de sudor y brillantina, se mantiene clavado a la orilla del bar, si bien, lo han invitado incontables veces a que asista al show admite que le asusta lo que pueda ver, no tanto por Shorter o Sing, sino por Eiji y sus "tratos especiales" con los clientes.
—¿Demasiado temprano? —Es la pregunta que consigue formular, su atención se pasea alrededor, aun no se alcanza a acostumbrar a la atmósfera tan seductora y de lujo que el sitio desprende, lleva trabajando varias semanas de camarero, sin embargo, no cree haber hecho bien su labor y tampoco se ha atrevido a profundizar demasiado en la vida de sus amigos. ¿Qué hace Eiji allá arriba con ellos?
—No, ya debe estar por terminar.
—¿Sigue con un cliente? —Y odia tener que preguntar eso.
—Un cerdo ha estado encaprichado con él últimamente. —Aunque Shorter tararea despreocupado, Ash ve la rabia que escalda en sus pupilas al mirar hacia el balcón, el sitio donde van los huéspedes más distinguidos y nobles, los cerdos—. No puedo entender cómo Eiji se metió en esa deuda.
—Dijo que fue por culpa.
Y por amor.
Dijo que se enamoró de un noble y lo traicionó.
—Se aprovecharon de su buen corazón. —Las palmas de Shorter aprietan la orilla de la barra, escapa un crujido seco entre los barandales y de pronto, el ambiente se profesa pesado—. Si esa escoria se atreve a mostrar su cara por acá juro que lo haré pagar.
—Podría ayudarte con eso. —Tantea—. Si me dejaras saber su nombre para darle una paliza.
—No traicionaré así la confianza de Eiji.
—Y aun así, fuiste quién me consiguió el empleo.
—Y aun así. —Shorter se voltea, abanicándose su pecho empapado de sudor, la iridiscencia del farol le da un aspecto angelical casi inalcanzable y de ensueño—. Apestas en tu trabajo.
—¡Oye! —Gimotea, un grupo de bailarinas en lencería y enfundadas con diamantes usa el escenario principal mientras ellos se mantienen recluidos en el bar, aunque es de día, las luces bajas fomentan esa apariencia nocturna de peligro que tanto adoran proyectar acá—. No hago taaan mal mi trabajo.
—¿Bromeas? —Shorter resopla—. Parece que no has tenido que lavar un solo vaso en tu vida. —Es que Griffin cuida el hogar desde que tiene memoria.
—¡Eso...! —Puede ser verdad pero no lo sabrá—. Para tu información soy quién hace los quehaceres en mi casa.
—Me sorprendería que no lo hicieras, ya eres mayor de edad ¿no?
—Sí. —Se dice que es una mentirita blanca no más cuando en el fondo, Ash sabe que lo descubrirán, que no pertenece a este mundo de artistas y lujos y debe permanecer recluido en su pequeña casita del árbol... pero no quiere terminar como Griffin, no quiere llegar a ese nivel de resignación.
—Dijiste que estabas buscando un nuevo lugar donde quedarte. —Entonces Shorter cambia el tono de la conversación y la música de terciopelo se pierde bajo el crescendo que es su voz—. Le comenté a Eiji y no sé, ambos pensamos que si no encuentras nada mejor podrías irte a vivir con nosotros.
—Oh wow. —Si bien, el cuchitril de esos dos no resulta tentador, la idea de pasar 24/7 con Okumura lo hace. Ash se rinde ante su propia ignorancia y se quita esa venda autoimpuesta, desde que admiró esa sublime belleza no ha podido sacárselo de la cabeza y si bien, en un inicio creyó que era envidia, rabia e incluso celos a su forma de enseñar, hoy es consciente de la profundidad de sus sentimientos, pero no los entiende a cabalidad—. Gracias. —Y eso lo confunde.
¿Esto es amor? Y si es así... ¿Qué tipo de amor es?
¿Amor romántico?
¿Amor idílico?
¿Amor erótico?
¿El tipo de amor que debería sentir hacia Dino Golzine o Yut-Lung para desposarlos?
Mierda.
—Ahí viene Eiji, pudo terminar a tiempo. —Su sonrisa embobada muere apenas alza el mentón hacia las escaleras de terciopelo rojo.
—Está con alguien. —Dice y puede jurar que se le rompe el corazón—. Está con un cliente de nuevo.
—Ash, es su trabajo.
—Lo sé. —Y lo hace no obstante—. Me da igual.
Le duele.
Duele demasiado.
Porque Eiji está bajando con una sonrisa coquetamente forzada tomado del brazo con un noble que desprende la misma aura de codicia que Dino Golzine y hay algo en la manera en que mira al japonés mientras se relame, hay algo en la manera en que se inclina para susurrarle muy despacio en la oreja y en que toca su cintura con descaro y presiona sus labios contra su cuello, que lo jode con una rabia tan intensa que le ha devorado hasta los huesos en un santiamén. Sus emociones burbujean, hierven y lo destruyen todo a su paso, pierde la cordura y sus sentidos se nublan. De repente nace la urgencia de ir por Eiji y no soltarlo nunca más, de protegerlo de esa clase de ambiente y es una chispa dentro de su corazón tan intensa que le resulta adictiva, inclusive obscena.
«Sácalo de ahí», empieza a sonar en su cabeza.
Ayúdalo.
Sálvalo.
—Eiji. —Al principio, hay deseo.
—Ash... —Luego, hay pasión—. No pensé que llegarías tan temprano. —Luego, sospecha.
—Te he estado esperando. —Celos. Ira. Traición—. ¿Nos vamos?
—Estamos en medio de algo.
—Pero él tenía planes conmigo. —Lo tira del brazo y lo aparta del cerdo—. ¿No es así? —Dile que sí y ven conmigo, no soportaré que te quedes con él y te siga tocando.
—Ash. —Cuando el amor es para el mejor postor no se puede confiar, sin confianza no hay amor.
—Nos vemos la próxima noche, Eiji. —Los celos, ¡sí!—. Terminaremos lo que estábamos hablando cuando no tengamos... interrupciones indeseadas.
—Nos vemos, Arthur.
Los celos lo pueden volver loco.
Salen a las afueras del club, el corazón de Aslan late como si se estuviese desangrando ¿para qué lo niega? Ha estado evitando ver a Eiji en el trabajo porque una punzada casi visceral aparece cuando ve que se vende de esa manera, no ha querido preguntarle por sus servicios especiales ni lo que ocurre en el balcón de los privilegiados y aun así, sabe lo suficiente para evitarse a sí mismo aquel malestar, odia lo vulnerable que se profesa ante esos ojos de cervatillo, se pregunta si por eso tendrá aquel apodo misterioso, "ojos de ángel" y se ríe ante la idea. Tonto. Se quedan en silencio un tiempo.
Piensa en Griffin y en lo mucho que lo critica por no avanzar con Max, se burla con simpleza y refiere no querer terminar siendo un cobarde y amedrentarse como su hermano al resignarse a su rol pero eso es justamente lo que hace si ni siquiera ha declinado la propuesta de Dino Golzine. Y Eiji no debe verlo como un hombre, no uno real cotejando la diferencia de mundos, debe presentirlo en alguna medida y por eso sigue haciendo lo que hace con los clientes. Ash no es confiable. ¡Por favor! No les ha dicho ni su verdadera identidad, claro que no es confiable, así que, ¿con qué derecho siente...?
¿Celos?
¿Se supone que le da celos que Eiji comparta con sus clientes?
Pero son amigos y no tiene sentido y aun si lo tuviera y fuese más que amistad lo que guarda dentro de su corazón por esos ojitos cafés, ¿acaso es digno siendo un niño?
Shorter lo dijo, ni siquiera sabe lavar un vaso y a pesar de estar acá no ha hecho más que hacer una serie de pérdidas, debe empezar a actuar y ser coherente con él mismo, aunque dé susto (claro que es aterrador abandonar todo lo que conoce, incluyéndose a sí mismo) no puede permitir que aquello lo paralice como le pasó con la escritura y con mamá. Si Ash hubiese actuado diferente...sino hubiese sufrido de un estado de shock o no se hubiera congelado... ella seguiría viva.
¿Cargará con la muerte de Eiji también?
—Ese hombre. —Y no puede luchar más con sus sentimientos, mientras más tiempo pasa con aquel artista más hondo calan en su corazón y se expanden por doquier, está hasta la raíz—. ¿Qué quería? —Se lo exige como si fuesen algo cuando en realidad, no son nada.
—Me ofreció una salida diferente de las deudas. —Le confiesa y sabía que algo andaba mal con Eiji, lo ve agachar la cabeza y tensar los puños encima de las rodillas aunque le dé esa sonrisa que le dice «todo está bien» y nada lo está—. Debo confesarte que me mantuve resistente a la propuesta entre los primeros meses pero ya no puedo seguir endeudado con alguien tan peligroso como... —La saliva se le atora en la garganta—. Dino Golzine. —Y Ash aborrece ese nombre.
—No es necesario que te vendas a él. —No te vendas a nadie, vales más que eso—. Debe haber otra manera.
—No todos tenemos opciones, Ash. —Se lo dice con una mirada tan triste que no puede perdonarse, tiene que defenderlo, no le importa a costa de qué—. E ir con Arthur es mi única opción ahora.
—No. —Entonces toma una decisión que sabe que cambiará su vida y la destruirá—. No irás con él.
—Ash.
—No. —Se mantiene reticente—. Yo te prestaré el dinero.
—¿Cómo? —Y el moreno luce tan anonadado por el comentario que...
Lo siento.
Espero que me perdones algún día.
—Voy a casarme con Yut-Lung Lee.
Siento que saque Angel Eyes, amor en rojo y Damage todas juntas en el mismo hype y las tres las actualizo como cada mil años, aaaaaaah, pero ya se va a acabar Love Struck y es mi confort fic, así que necesito ir reviviendo viejas tramas para no morir de penita, esta de preferencia. Mil gracias por tanto.
¡See ya!
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