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1. Enero.

✩ Notas del autor: ¡Hola mis bonitos lectores! Tal vez algunos estén familiarizados con este título, porque es de la dínamica del año pasado de Motín Fanficker, como deje explicado en la notita de mi perfil, ese fic no podía continuar por razones bien practicas, más que nada por el estilo de escritura, mi estilo en ese fic era un desastre incoherente que aborrecía de sobremanera, estoy más cómoda con el que tengo actualmente y por eso viendo y organizando las tramas que me quedan me dije why not? Aún así, esta es una historia diferente, gracias a que me organizo mejor encontré otra manera más interesante de contar en esencia lo que quería contar y se adapta muy bien a los promps de este año de la misma dínamica.

✩ Género: Drama/ Romance/ AU Historico Antiguo (no apegado a la realidad, por lo que varios datos o fechas van a coincidir a mi conveniencia como la existencia de Heminway porque no es mi fic sin bullying a esos autores)/ Friends to lovers/ Fluff/ Au artista.

✩ Ship: AshEiji, WongLung y por primera vez un MaxGriff porque era necesario así que lo haré.

✩ Advertencias: Ninguna que considere tan necesaria, este es un au donde Ash a pesar de todo está bien protegido por su familia, por ende el maximo abuso que se ve es de poder e injusticias sociales. Aunque Dino aparece constantemente en este fic, jamás habrá una relación amorosa entre ellos ni cosas de ese estilo, so relax.

Este capítulo es más que nada introductorio en la familia de Ash, ¡espero que les guste!

—¡Buddy no!

El barro salpica hacia su boca gracias a los movimientos del cachorro, su camiseta de volantes junto a sus refinados pantalones de tela se convierten en una mezcolanza entre las hojas secas y la mugre impregnada al aire, Jim le ha advertido que no haga labores domésticas en prendas refinadas, sin embargo, le dio demasiada flojera cambiarse. Además, ¿qué tanto desastre podía hacer un cachorro en una residencia tan grande? He aquí la respuesta, el magnánimo jardín que tanto adoró su madre en vida se ha visto reducido a un grotesco campo de batalla y barro, casi puede escuchar a su padre refunfuñando entre dientes, diciéndole que había sido una terrible idea permitirles una mascota tan energética como un perro, que tienen un apellido señorial al cual corresponder y bla, bla, bla.

—Mierda. —Chilla, sacudiéndose los pantalones que han quedado repletos de huellas de perrito.

—Vocabulario, Aslan. —Griffin lo regaña, atrapando finalmente al culpable entre sus manos, ambos lucen como un desastre, no como los respetables herederos de la familia Callenreese. Si bien, han estado en problemas económicos durante estos últimos años, el renombre sigue siendo lo principal.

—Buddy me odia. —Gimotea, arrojándole una mirada al cachorro de ojos brillosos mientras es alzado por su hermano mayor.

—Mentira. —El perro no tiene piedad al restregarse contra el chaleco de Griffin, un regalo de uno de sus múltiples pretendientes ricachones, zurcido con hilos de oro y manufacturado con una lana tan extravagante que ni siquiera recuerda al animal se ve reducido a un trapo roñoso—. Te ama a su manera. —El Golden Retriever arroja un gruñido apenas Aslan se le intenta acercar.

—Ajá.

—Bueno, tiene cierto favoritismo. —El más joven eleva una ceja.

—¿Cierto? Ese perro parece enamorado de ti. —Se queja, pateando al costado de la cubeta de acero que pretendían usar para ducharlo, la espuma se les ha metido hasta la ropa interior, sus elegantes botas se han visto reducidas a cuero despegado, no deberían tentar su suerte, la situación es poco favorable para su familia, queda poco antes de que los desalojen hacia las frías calles de Nueva York.

Jim.

¿Qué pasará con su padre?

¿Qué pasará con Griff? ¿Acaso se tendrá que casar con uno de esos grotescos pretendientes?

—¿Aslan? —Niega, sin quererlo pensar, desde que su madre falleció las cosas no van bien, pero este último intento desesperado que su padre tuvo para salvarlos, haciendo un trato con quién resultó ser un estafador y los dejó en la ruina ha sido la gota que rebosó el vaso—. ¿Te preocupa algo? —Claro que Griffin se dio cuenta al instante, por mucho que lo desee es imposible esconderle algo.

—Estaba pensando en lo duro que es tener una mascota. —Se acaricia la nuca, sus cabellos se han entremezclado con espuma y barro, espera que Griff no note su evidente escamoteo—. Solo eso.

—Puede traerte suerte en el amor. —Griffin presiona un beso contra el pelaje dorado del cachorro, el desgraciado luce más que satisfecho ante las caricias, encogiéndose contra esa extravagante lana para reducirla a una bazofia irreconocible—. Puede ser un imán de pretendientes.

—Por favor, Griff. —Bufa entre dientes, consiguiendo que un rebelde mechón de oro rebote contra su nariz—. Luego de quedar en bancarrota nadie querrá pedir la mano de un heredero problemático como yo, mi reputación no es la más favorable entre los círculos de los poderosos.

—Pronto llegará la persona correcta. —Le asegura, consiguiendo que el corazón se le encoja ante el mero pensamiento de ser rechazado por más nobles desconocidos. Irónico, Aslan solía negarse a las propuestas de compromiso asumiendo que se encontraría en una buena situación hasta su muerte.

—Lo que digas. —Sin su apellido no son nada, sin reputación no se es nadie en la ciudad.

—La señorita correcta te apreciará independiente de la fortuna que tengas. —Le asegura—. O el señorito correcto conociendo tus preferencias.

—Deberá ser alguien bastante terco para soportarme.

—Te concedo la razón, necesitarás de alguien bastante tozudo que te siga la competencia. —Ríe.

—Chicos. —El golpeteo en la puerta capta la atención de ambos hermanos—. La cena está lista en el gran salón. —Jennifer les advierte con una sonrisa amable y una mirada dulce ante el cuadro que han esbozado, ambos se encuentran embarrados de pies a cabeza cerca del granero mientras una matita de pelo rubia la vislumbra curiosa, agitando una cola esponjada de un lado a otro.

—Muero de hambre.

—Aslan, no podemos entrar así a la residencia. —El más joven aborrece que la certidumbre lo bañe, tiene personalidad de gato hasta en esos detalles, eso explica sus roces con Buddy, agradece que la nueva pareja de su padre no luzca muy complacida con dejarles usar el baño cuando parecen haber caído a un pantano.

—Puedo traerles algo para merendar. —Se ofrece comprensiva.

—Es una buena idea. —Griff se encoge de hombros, paseando sus dedos por aquel encolado cabello rubio para luego contemplar a su hermano—. ¿No es así?

—Lo es. —Suspira—. Hay algunos asuntos que me gustaría discutir con Griff todavía.

La familia Callenreese solía cargar con la reputación titánica en los círculos más poderosos de Nueva York, la madre de Aslan era de linaje noble y limpio, les heredó una fortuna tras su muerte ansiando que sus chicos no pasaran por disconformidad o dificultad alguna durante el resto de su vida, buitres de alta sociedad no tardaron en aprovechar esa situación, quitándoles absolutamente todo, dejando a Jim contra la espada y la pared concertando y concertando entrevistas de matrimonio para ambos herederos con la esperanza de encontrar a alguien benevolente que los cuide porque él ya no puede.

Aslan odia semejante impotencia, solía regodearse con su reputación y hacer suplicar a los incultos que pedían su mano porque bueno, tampoco le urgía el matrimonio, y por muy arcaico, romantizado e inclusive cursi que pueda sonar, ansía casarse con alguien a quien ame, ansía enamorarse tal como en las novelas de Griff (jamás admitirá que él también las lee, es orgulloso), quiere conocer a chicos de su edad y sentir esa ferviente emoción de mariposas ardiendo en el vientre que sus pretendientes siendo unos cuarentones blancos y feos no despiertan en él.

Pero se quedan sin tiempo.

Tiempo.

Tic. Tic. Tic.

Si Aslan no garantiza la seguridad económica de su apellido tendrá que hacerlo Griffin y odiaría verlo en esa posición.

—He estado pensando en aceptar la propuesta. —Tal como si pudiese leer sus pensamientos, Griffin suelta esas palabras en medio del jardín aún destrozado por Buddy, adora ese terreno, no le extraña que haya sido el lugar predilecto de su mamá, un océano de todas las flores imaginables e imposibles de imaginar se extienden alrededor de una magnánima construcción con más pisos de los que logra contar, el tenue mecer de los árboles junto al fulgor anaranjado del atardecer pintan una sinestesia casi majestuosa, es sublime—. Creo que lo tomaré.

—No puedes tomarlo. —Aslan rebate—. No puedes aceptar casarte con él.

—¿Por qué no? Proviene de una buena familia, nos dará estabilidad económica y nos ayudará a reconstruir la reputación en la sociedad. —Entonces, el más joven eleva la mano para enumerar las razones en el aire como si fuese lo más obvio del mundo entero.

—Porque ese sujeto es asqueroso. —Inicia—. Y estás enamorado de Max. —Las mejillas de Griffin arden de un rosado brillante al instante, el panecillo que acababa de acunar cae gracias al tiritón en sus dedos.

—¿Q-Qué?

—Por favor, es evidente para todos menos para ustedes dos. —Max Lobo, un soldado jubilado que se las arregló para pegarse a sus vidas igual que una garrapata en un neófito—. Te gusta.

—¡No me gusta! —Rebate, tensando sus dedos contra la manta, hundiendo sus uñas entre los hilos de colores, apoyando su espalda en el imponente roble que los protege de la ventisca, consiguiendo que un sonido rasposo y áspero escape de la lana—. Nuestra amistad es complicada.

—No hay nada complicado en esa tensión sexual.

—No te pases de listo.

—Griff. —Aslan aprieta su mano suave, el dulzor del glaseado se derrite en sus papilas gustativas, quiere preguntarle de dónde han sacado el dinero para costear esto pero sabe que tanto Jim como su hermano mayor intentan protegerlo, como si fuese una rosa que con un ínfimo viento perecerá—. Está bien, no lo dije para reprochártelo, me alegro por ti.

—Aslan... —Su expresión vuelve a ser la iridiscencia gentil, sus ojos azules reflejan sus raíces en Cape Cod bajo el albor de la tarde, es absorbente. Suelen alabar la belleza del más joven ante lo exóticas que resultan sus facciones, no obstante, le gusta mucho más Griffin, se le hace atractivo de maneras que jamás podría equiparar, es confiable, bonachón y calmo, todas las cualidades correctas que se espera de un marido a diferencia de su intrínseca rebeldía—. No podría aún si rechazo la propuesta, no es posible.

—¿Por qué? ¿Acaso no le gustas tú también? Los he visto juntos. —Su tono se vuelve amenazante—. Si te llega a rechazar puedo golpearlo.

—¡Aslan! —Y Griff luce absolutamente indignado con la idea de su preciado hermanito metiéndose en problemas.

—¿Qué? No debería sorprenderte, nos conocimos así. —Verdad, se pelearon a golpes en una plaza por una discusión que no valió la pena ni francamente recuerdan—. Le puedo dar una paliza.

—Eres un imprudente.

—Un imprudente que está dispuesto a darle una paliza a cualquier idiota que se atreva a lastimarte. —Griff carcajea entre dientes antes de acariciar a su hermanito quien relaja los párpados, se tercia y se deja mimar cual gato caprichoso.

—Te amo. —Musita y se queda corto.

Porque Griffin adora a su hermanito, no logra comprender la crueldad con la que la nobleza lo aísla por incumplir los estándares que se le imponen a un caballero soltero, es especial, es el ser humano más maravilloso sobre la faz de la tierra, lo chispeante e indomable de su espíritu resalta con aquella ferviente y afilada personalidad, no permite que los mayores lo humillen haciéndose los eruditos ni teme confrontarlos, sabe más que cualquiera de ellos y alardea, no es prejuicioso ni se amedrenta al ir más allá de su cuna de oro, empatizando inclusive con los rebeldes. Además, está esa belleza que arrebata el aliento de todos los presentes en el cuarto apenas lo pisa, es su alba y le da rabia que el pretencioso y cerrado círculo de Nueva York lo catalogue de problemático.

¿Problemático? Por favor, cualquiera que se case con Aslan será malditamente afortunado.

Pero teme, teme que llegue alguien de corazón malicioso y lo lastime, por muy duro que luzca sabe que es una fachada, igual que las rosas del jardín, usa sus espinas para protegerse y la gente espanta a causa de la coraza, se necesitan de ojos precisos para contemplarlo, los ojos de un ángel que mire a otro ángel, tal vez pide mucho y es ingenuo e incluso atrevido anhelar semejante prosperidad sino les quedan garantías, aun así...

—¿Qué? —Le desea lo mejor.

—¿Vas a tomar el trabajo en la escuela? —Aslan bufa, dándole un gigantesco mordisco a una de las magdalenas, vertiendo té en dos tazas de porcelana con grabados de cerezos.

—No tengo opción. —Una escuela de misericordia que fundó su madre en Nueva York, la apertura de esa obra de compasión fue lo que coronó su reputación, es un gesto suave que pese a remecerles hasta el alma es insostenible con carencia de capital, si tan solo estuviesen casados con un noble poderoso...—. Nos quedamos sin dinero para costear profesores reales y los niños siguen asistiendo.

—Creo que serás un estupendo profesor. —Aslan se atora con el té por tan atrevida afirmación.

—Jamás le he enseñado a nadie en mi vida.

—Eres la persona más inteligente que he conocido, lo harás grandioso. —Baja la taza hacia la manta sin soltarla, permitiendo que el calor exude hacia su piel y le queme, que se grabe a fuego lento en un instante demasiado fugaz para atraparlo. Piensa en su madre y en lo rápido que se fue, recuerda lo mucho que ella adoraba la escritura y le duele.

—Es diferente. —Musita—. Los niños no se me dan bien. —Me dan miedo, omite.

—Aslan... —Picotea un poco más, rebuscando esas piezas más rotas y desagradables, piezas que no deben aparecer o son incómodas y Dios se apiade de la incomodidad.

—Además queda en Downtown, zona más peligrosa de Nueva York. —Su mandíbula se deforma al pronunciar el nombre—. Nunca he asistido pero los rumores son espantosos. —Claro, considerando que los exponen unos vejestorios blancos que no levantan su trasero ni para servirse una taza de té debería parecerle esperable.

—¿Rumores?

—Yut-Lung me contó. —Pero confía en esa víbora.

—¿Nunca pensaste en casarte con él? El joven Lee es encantador. —Esta vez se atora sin siquiera haber bebido, ciertamente esa idea le es desagradable en demasía y no se esfuerza por pretenderlo.

—No seas asqueroso. —Chilla—. Puedo conocerlo desde la infancia, pero ni una sola vez pensé en que me gustaría pasar el resto de mi existencia tolerando berrinches o consolando borracheras. —No sabe cómo definir su amistad todavía, a veces tiene la impresión de que se odian, otras se hace más llevadera la compañía debido a las similitudes de sus historias—. Qué asco de imagen mental.

—¡No seas malo con el señorito Lee!

—Puedo ser malo con él porque hablo con honestidad. —Musita, encogiéndose de hombros porque es dueño y amo de la verdad—. Si se entera que saldré a trabajar a Downtown se volverá aún más insoportable, no hay que decirle, no estoy de humor para tolerar su carácter teatral.

—Podrías conocer a una persona especial ahí dentro. —Griff canturrea con seguridad, aventándose otro panecillo para disimular su sonrisa, está seguro de que más de alguien caerá por su hermanito, ¿cómo no apostarlo? Sí, puede que su amor fraternal lo tenga deslumbrado, sin embargo, la belleza de Aslan es legendaria en sociedad, al menos le servirá para salir de su burbuja.

—Iré a darle clases a niños que no sabrán apreciar la belleza de Hemingway.

—¿De verdad irás a leerle a esos autores aburridos?

—Tú no tienes gusto. —Brama—. La historia del leopardo en las Nieves del Kilimanjaro es arte.

—Claro. —Ríe nervioso—. Si te gustan los cadáveres congelados supongo. —Y se compadece en silencio de esos niños pequeños que van a escuchar cuentos y terminen recibiendo una patada de realidad en la escuela.

—Inculto.

—Soberbio.

—Vejestorio.

—Mocoso mimado.

Ríen.

Ama que se comporte de esa manera, el mundo de la nobleza se profesa plagado de hipocresía, luce fundamental mantener esta capa genuina por debajo a pesar de la fortuna fantasma con que tratan de lidiar. Griffin deja de lado las meriendas, su ropa se ha secado, creando una pesada capa de barro en las únicas prendas finas que les van quedando, la noche está cayendo encima de la residencia, el cachorro se ha quedado dormido en su regazo y su hermano se mira constipado.

Oh Aslan.

Habla conmigo.

—¿Por qué escogiste ser maestro de literatura? Pudiste ofrecerte con cualquier otra materia.

—No lo sé. —La suavidad en su voz resulta frágil, igual que un capullo de rosa—. Mamá me enseñó sobre los libros así que... —Niega, frunciendo la mandíbula—. No importa.

—Aslan.

—Deberíamos entrar, hace frío.

—Claro.

Aslan Jade Callenreese es un escritor frustrado.

Aún sino ha mostrado sus manuscritos por temor a la crítica anticipada debido a su reputación y ese toque retrógrada que caracteriza la vida de alcurnia, escribir es su escape, su pequeño refugio hacia un mundo donde las cosas no necesariamente están bien pero al menos logra sacarlas. Le apasiona, es una sensación mágica, las letras son la misma extensión de su mente y el papel el lienzo del alma, adora transmitirlo con cada fibra de su ser mientras se sumerge, es un proceso de pura inmersión, un ritual casi obsesivo donde practica noche tras noche con la espera de ser leído. ¿A quién engaña? En estas circunstancias no podría permitirse ese lujo, es costoso, el arte se encuentra reservado para nobles, no para escuelitas maltrechas en un barrio pobre y él lo ha perdido todo, no es nadie, puff, quedarse sin dinero lo ha despojado de derechos de nacimiento que dio por sentados.

—Aslan.

No solo a él, su padre se mira tan viejo desde la estafa, la culpa no tarda en arremolinarse contra su vientre apenas ingresa al estudio, Jim se encuentra al lado del fuego, calentándose en una mecedora con una vieja manta de su madre en el regazo, invirtió en ese negocio a pesar de los riesgos porque Aslan insistió demasiado en irse a estudiar afuera y soñar, fue egoísta, ahora todos pagan el precio, fue su culpa, igual que la muerte de su mamá, es un parásito que solo succiona y...

—¿Querías verme? —Jim asiente, cansado e ido, tiene los ojos muy vidriosos clavados en el fuego, teme que alguna enfermedad lo esté marchitando y no pueda solventar un doctor. ¿Qué hará si los arrojan a las calles? El invierno es cruel con los desamparados—. ¿Qué ocurre?

—Ha llegado una propuesta de matrimonio para ti.

—Oh. —El jugueteo nervioso de sus manos cesa, queda clavado frente a su padre, con las llamas del fogón siendo su única lumbrera y la atmósfera tan densa que no puede inhalar, da amplios bocados de aire, igual que un pez fuera del agua. Respira, respira, respira—. ¿De quién?

—Golzine. —Traga duro—. Dino Golzine.

—¡Yo no...!

—Cálmate. —Jim se muestra comprensivo—. Es tu decisión, nadie te obligará a hacer algo que no desees o consientas, eres un hombre adulto.

—Padre...

—El señor Golzine ha solicitado reunirse contigo para darte una oferta.

—No deseo verlo.

—Estás en total libertad de aceptarla o no. —Una enfermiza tos escapa de lo más profundo de la garganta de Jim, el eco es áspero y hueco, lo ve golpearse el pecho erráticamente una y otra vez, parece adolorido y claro que no llama al doctor, ha preferido gastarse lo que les queda en panecillos para darles un gusto porque vive compensando el rol que su madre dejó en blanco—. Algún día tú serás el heredero de esto. —Musita triste, muy triste—. Aunque solo sea un apellido sinsentido.

—No es sinsentido. —Defiende, acercándose un par de pasos, tropezándose con una pared invisible.

—Quiero que hagas tu propio camino. —Musita—. Es lo que tu madre habría querido.

¿Su madre? Su muerte sigue sumiéndolo constantemente en la desesperación, es inhumano pensar en la facilidad con la que sus supuestos conocidos los desecharon apenas la perdieron, Aslan y Griff lo tenían anticipado, pero esa traición quebró algo dentro de Jim, mató una parte que cuidaba entre recelo y temor dentro de su corazón. Supone que los ricos nunca pudieron perdonar a su madre del todo por casarse con su padre, por eso la arrancaron de su historia, botaron su legado, cerraron sus fundaciones a excepción de la escuela y censuraron su nombre, fingiendo que nunca existió. Injusto, lo piensa y lamenta a diario, están varados en esta casa que se hunde, completamente atrapados.

—Quiero reunirme con él.

Si Golzine puede ofrecerle una salvación que así sea.

Secretos o verdades, hay un importante secreto que debe decidir si revelar o no (y si lo revela debe ver a quién es correcto confesarlo), sea cual sea el caso, lo que elija tendrá consecuencias para Aslan, para Griffin, para Jim y un efecto mariposa de daños colaterales.

—Aslan.

Está lloviendo cuando se encuentra con Dino Golzine, la lluvia arremete contra las gruesas ventanas de la casona donde se conocen, el hombre no parece darle importancia, sus ásperas manos se hayan entretenidas acariciando una rosa que le ha traído en señal de cortejo, repasa esos grandes pétalos con una delicadeza que le genera un mal presentimiento.

—Es un placer conocerte.

Aslan odia las rosas.

Aslan odia a Dino Golzine apenas lo conoce.

—El placer es mío. —Responde lo más cortés y monótono posible, mira con el rabillo de su ojo hacia la puerta, Blanca (guardaespaldas predilecto de su madre) está plantado en caso de inconveniente, está a salvo, se repite mentalmente y ni siquiera sabe por qué tiene miedo, es un anciano por donde se mire, ¿qué puede hacerle?

—El placer es todo mío. —Entonces, Dino toma su mano para encajar un beso y un asco visceral que nunca antes había sentido le retuerce las entrañas—. Lamento mi osadía e insistencia al venirlo a ver, su padre no parecía complacido con la propuesta. —Oh Jim, siempre encontrando forma de poner una venda en sus ojos para que no sufra, lo siente.

—No se lo tome personal, mi padre puede ser bastante protector.

—Lo que diga. —La espina de la rosa le punza en las yemas, consiguiendo que un par de gotas rojas caigan hacia las hojas—. Lamento mi atrevimiento, como probablemente ya sabrá, deseo cortejarlo con la finalidad de consumar matrimonio. —Asco, recuerda que una vez Yut-Lung le contó borracho sobre pretendientes que le doblaban la edad, aunque Golzine parece triplicársela, por supuesto eso no se verá mal en la sociedad en cuanto tengan dinero y otras riquezas.

—Veo. —Continúa, encogiéndose dentro de su chaqueta, la última buena que queda—. ¿Por qué? —Usa su lengua afilada y atrevida, asomando sus colmillos, advirtiéndole que puede defenderse si llega a hacer falta y no es una damisela indefensa anhelando rescate—. Estoy en la ruina.

—Por favor, lo que me sobra es dinero. —Y humildad aparentemente—. Estoy buscando un esposo para mantenerlo, solo quiero un... —Trofeo que presumir—. Compañero agraciado para alegrarme.

—¿Agraciado? —No tiene más remedio que seguir la conversación.

—Estoy seguro de que es consciente de su belleza. —Aprieta los dientes en silencio, se aferra a los bordes de la silla en una súplica exasperada por calmarse, ciertamente no le agrada el rumbo de esta conversación—. Quedé enamorado de usted desde que lo vi en la fiesta del clan Lee. —¿Enamorado? ¿Así se debe sentir? ¿Esto es el amor? De repente ha enfocado su atención en la rosa.

—Gracias. —Responde porque Dino quiere esa respuesta.

—Estaría más que encantado de salvarlo de todo problema, de devolverle a su familia todo eso que le pertenece y se le negó, de enviar a Griffin a una buena universidad y de solventar un médico para su padre, se escuchaba bastante enfermo cuando llegué. —El veneno hierve en sus venas igual que un géiser, revolviéndose en una masa de espuma furiosa que no hace más que subir y subir.

—Estamos bien.

—¿Lo están? —Insiste, inclinándose para darle la mano—. No sea egoísta, su familia no se ve bien.

—Estamos bien.

—¿Acaso su madre no falleció por una preocupación negligente como esa? —La furia explota en su interior, quemando y arremetiendo cada poro, fibra, hueso y filamento.

—El matrimonio es una responsabilidad grande y lo he conocido una vez.

—Al menos permítame el cortejo. —Muy lentamente, Aslan desvía su atención de las rosas y sus relucientes ojos jades se encuentran con el verde pétreo de Golzine, un horror carente de nombre arde encima del aire—. No les faltará nada mientras lo haga, no te sientas presionado a hacerlo. —Es un soborno, tensa sus puños encima de sus muslos, está seguro de que se romperá en cualquier segundo y cederá a la violencia por mera indignación.

—¿Cómo eso no es presión?

—Tómelo como un acto de buena fe, no sea tan dramático. —Suspira en voz baja.

—¿Un acto de buena fe? ¿Quiere que me venda? —El estrepitoso rugido de la lluvia cesa contra la ventana, sostienen el contacto visual en silencio durante un minuto que se extiende a una eternidad.

—Tan dramático. —No se imagina casado con este hombre y francamente el simple pensamiento lo hace querer vomitar, no gracias, si debe morir en las calles de hambre que así sea—. Supongo que no siente la culpa suficiente por haber matado a su madre. —Hasta que...

Mamá.

¿Soportaré la culpa de condenar a Griffin y a Jim también? ¿De convertirme en asesino?

—¿Cómo lo sabes? —Secretos o verdades, hay un importante secreto que resguardar.

—Tengo mis fuentes, sería un escándalo gigantesco si los medios se enteraran, casi puedo verlo en los noticiarios, qué desgracia, eso condenaría a los Callenreese de por vida. Bueno, más de lo que están. —Aslan gruñe en voz baja—. Entonces... —Dino le extiende la rosa con una sonrisa satisfecha, casi como si supiera que ha ganado la batalla en lugar de haber despertado una bestia.

—Tiene mi consentimiento para cortejarme. —Golzine ríe.

—Vendido.

El lince despierta.

Entonces, ¿qué haremos para que este fic no muera como su versión anterior? Facil, tendrá fecha de actualización todos los lunes, así de simple, la verdad, tiene unos plots muy bonitos, igual que su predecesor, la relación entre Ash y Eiji es bien reconfortante y dulce, me encorazona poder explotar una familia decente para Aslan en este fic y omitamos la existencia de Dino por ahora, ya saben, no habrá nada fuerte, pero eso no implica que el tipo no será un dolor. Bueno, igual es algo así como una prueba, muchas veces publico un fic, llega el hype y luego muero colgada al desarrollarlo, así que siempre se aprecia un comentario o algo para cachar si por lo menos es interesante. Eso, muchas gracias.

¡Si todo sale bien nos vemos el lunes!

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