Capítulo 8
Asher debió permanecer en silencio.
Pero no lo hizo, en cambio pronunció las palabras escritas en la nota de su mesilla, de forma atropellada y poco firme eso si, pero solo bastaba con que las dijera.
Normalmente eso es lo que toma una invocación, las palabras malditas del llamado, acompañadas de una emoción, cual sea, en este caso; El miedo...
Entonces cuando eres consiente de que tú alma es prisionera de un contrato que no sabías que estabas firmando, ya es muy tarde.
Las sombras emergieron por debajo de la cama, haciendo justicia a la pesadilla más común de un niño. Las figuras exageradamente largas y de rostro con apariencia ovalada, con huecos negros donde deberían estar los ojos, sin nariz, sin boca. Unas criaturas espantosas pero llenas de poder infernal.
Demonios de rango bajo, demonios sirvientes.
La voz perturbadora y gruesa de una de las criaturas se pasaba por su subconsciente con velocidad, cánticos como susurros que le provocaban incomodidad y migraña.
Asher trato de sostener su cabeza en un intento de impedir el punzante dolor. Uno de los demonios frente a él posó su mano en su hombro desnudo, quemando la piel con su toque, el moreno levantó la vista horrorizado.
El hombro le ardía dejando una huella de dedos esqueléticos y afilados como cuchillos. El sentimiento de tristeza se instalaba en su cuerpo, creciendo desde un núcleo.
De pronto sentía que nunca conoció la felicidad.
—Permite nuestra entrada Nefilim, permite nuestra entrada y te daremos lo que deseas.
Conocer a mi madre. Pensó Ash, desesperado.
¿Pero esta era la forma? No había manera de que conocer a quien te había traído al mundo provocara tal dolor, trajera consigo tanto miedo. Desconocía demasiado de él mismo que le aterraba.
Había ocurrido tanto en tan poco, que parecía que su vida ya era un conjunto de irrealidades. Así que cuando el papel se extendió por los aires esperando la firma de él. No fue mucha la sorpresa, la magia existía. Ya lo sabia, aunque no podía diferenciar la malvada de la buena.
Entonces accedió.
Asher firmó el contrato, y la firma empezó a repetirse en su propia piel. Trazos que marcaban una condena, en un tono rojo de sangre que surcó todo su brazo.
Las figuras se encargaron de él, encadenándolo para emprender un viaje subterráneo.
Asher gritó con todas sus fuerzas pero nadie lo escuchó. Su padre había sido visitado antes por las sombras, y estas habían devorado su alma, marchitado su cuerpo.
La melena cobriza del Ángel Alessia se ondeaba a la par de su caminar, moviéndose de forma sigilosa, ella se escabulló por entre las sombras de la medianoche, pasando desapercibida con su magia hipnotizante, burlando guardias, noctámbulos y danzando en el piso de mármol.
Después de tanta práctica se sentía lo suficientemente segura para abordar la primera parte de su plan; conocer a su enemigo lo suficiente como para poderse pasar por ella cuando el tiempo fuese correcto
Graciel, su ángel menor de compañía, caminaba a sus espaldas, cubriéndola, asegurándose de que no fuera vista y a su vez que el ángel de la muerte no estuviese cerca.
El ángel de principios tenía claro sus objetivos, y por supuesto su ventaja en la situación. Simplemente debía actuar de forma inteligente y así ni es mismo Lucifer podría impedir que vengara a quien amo, y descubriera la verdad.
—Está es la puerta.
Ambos se detienen frente al dormitorio, la madera sencilla parece intimidante al saber quien está detrás, el único ruido en kilómetros es el de los grillos, y los ronquidos leves de los guardias.
Entonces, Graciel abre la puerta en silencio, y la luz tenue del pasillo ilumina el interior de la habitación en donde Alessia descansa. Dando camino libre a que el ángel con su mismo rostro entre.
El ángel Alessia se mantiene a una distancia prudente, incómoda en su andar por la ropa de adolescente y aunque no lo haya querido admitir, nerviosa de ser descubierta. Mucho se pone en juego al burlar a Lucifer y al ángel de la muerte. Ella sabe de lo que son capaces, El arcángel Miguel pagó por esos errores.
Graciel se asegura de que la compañera en la cama conjunta ese dormida, y acto seguido se acerca para tomar a Alessia en brazos, la chica se remueve en su sueño, el típico balbuceo desorientado antes de despertar. Solo bastan unas cuantas palabras para que mediante su magia logre prolongar el sueño, dejando que la bruma celestial la rodee.
—Asegúrate de que no despierte, debo aprender todo lo que pueda antes de continuar con esto.
—Si, mi señora.
Él se marcha y la mujer permanece en la habitación, familiarizándose en ella a oscuras. Si le han robado el nombre y la cara. Ella le robara la vida, al menos por un día.
—Veamos cómo puedo destruirte querida copia.
—Señor Di' Magro, le importaría decirnos cuáles son las características del arte de impresionismo.
Azzio lo observa automáticamente, rompiendo el contacto directo que mantenía con Alessia, aunque la cobriza no le mira.
El profesor regordete tiene una mueca de disgusto, con visibles aires de superioridad, alzando una ceja. —Ya que no está prestando atención imagino que deberá saber todo del tema.
El ángel sin mucho interés le dedica una mirada intimidante, en su mente desearía poder decirle que él estuvo presente cuando el arte de impresionismo surgió, pero por obvias razones decide morderse la lengua y mirarle directamente a los ojos.
—El impresionismo juega con la luz y el color a través de los colores primarios, no mezcla el color, usa matices directos al lienzo. Y lo más importante es que refleja la naturaleza y paisajes al aire libre.
La forma en la que Azzio habla denota inteligencia, soltura, elocuencia, con su rompe aterciopelado, no hay duda porque algunas de las chicas en el aula suspiran cuando termina de explicar.
A su vez tampoco era imposible detectar el deje de altanería y suficiencia que manejaba con la seguridad de su postura. Al ángel de la muerte no le gustaba que se hicieran frente a él, menos que desearan humillarle, así fuera un simple humano.
Azzio estaba consiente de los ojos fijos de cada estudiante sobre él, y la insatisfacción del viejo profesor que de verdad esperaba que no supiera nada de su aburrida clase. Pero no le importaba. De lo que estaba atento era de Alessia, de ella y de su actitud todo el día; repelente, ausente, distraída.
Ella, la razón por la que no estaba ni medianamente preocupado en pretender que prestaba atención.
—Ojos al frente, seguimos con la lección.
El hombre insiste en dar su clase, por lo que continúa explicando los factores del impresionismo. Alessia en su asiento juega con su cabello cobrizo despreocupada, al contrario de la forma habitual en la que se comporta en clase, sumida en el tema y apuntando cada mínima cosa.
Azzio frunce el ceño, ayer la había notado nerviosa, como solo actúa cuando trata de ocultarle algo, él solo quería darle su espacio, pero la forma en la que lo evita es confusa.
Impaciente, estampa su pie contra el suelo repetidas veces, ansioso porque la tonta clase termine. De todos los intereses de Alessia, el arte es uno que no comparten, si bien él puede admirarlo, no posee el talento para ejecutarlo.
Casi al término de la clase Alessia se levanta de su asiento, dejando sus pertenencias en la silla y saliendo por la puerta en silencio, lo más probable que en dirección al baño. El ángel se levanta toda prisa para alcanzarla, ignorando la reprimenda visual que le tira el profesor.
El pasillo está solo a excepción de ella y pocos alumnos a lo lejos saliendo de sus clases, por esta ala de la academia no hay casi nadie. A pesar de que tiene privacidad, él se pone nervioso por alguna razón que no logra descifrar, parece un crío y no una figura celestial imponente.
—Hey. —Dice tomándola de brazo.
La cobriza da un respingón, dándose la vuelta, el brillo en sus ojos se intensifica y él por un instante se siente perdido.
—Azael.
Azzio frunce el ceño automáticamente. —¿Cómo me has llamado?
Ella sube ambas cejas, abriendo su boca ligeramente. —¿Es que acaso ese no es tu nombre?
—¿Estás molesta? ¿Qué ocurre?
—¿Has hecho algo para molestarme?
—Pues no. Por eso te lo pregunto, de todas las cosas que están pasando...¿Le vas a sumar al problema que actúes como una niña?
Alessia frunce el ceño, cambiando el peso de su cuerpo de un pie a otro, más que impaciente.
—¿Y qué es todo lo que esta pasando Azael? ¿¡Por qué no puedes dejarme respirar un segundo!?
Él retrocede dos pasos, como si le hubiesen golpeado.
—¿Pero que...? ¿Dejarte respirar? Me has estado evitando todo el día, solo quiero saber que sucede, tú misma dijiste que tenemos que ser pacientes con el asunto de controlar tu magia, si es eso lo que te tiene así..
—Puedo controlar mi magia perfectamente.
—¿Qué...?
Sin importar su asombro, ella mantiene su expresión seria. Y es que el ángel es repentinamente consiente de qué hay varias personas a su alrededor mirando la escena.
La noche de ayer estaban bien, habían estado juntos, besándose, riendo, la había dejado dormida en su habitación y estaban bien, a pesar del miedo. A pesar de que le haya mentido y si lograra controlar la magia.
Ahora...
—No se que mierda te pasa.
Y se marcha dejándola sola en medio del corredor.
trataré de actualizar cada domingo, gracias por leer. <3 -Vero
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