3
Paloma.
Había sido un día muy tranquilo en el trabajo, normalmente el viernes antes de la subasta era así, pero estaba tan cansada entre estudiar para los exámenes y el no poder dejar de leer la historia de Erick y Judith había dormido muy poco, cuando por fin llegue a casa me di un baño de agua caliente y me fui a la cama pero no pude evitar terminar de leer el ultimo libro de esta historia.
El despertador timbro como cada sábado a la misma hora, normalmente me levantaba le preparaba el desayuno a mi madre, después salía a correr por un rato, regresaba hacia limpieza y después tomaba tiempo para mi, que normalmente gastaba en ponerme al día con trabajos o adelantar tareas hasta que fuera tiempo de irme al café. Pero hoy no supe en que momento decidí cinco minutos mas, consecuencia me quede dormida. Cuando al fin logre despertar era mas de medio día, mi madre ya se había marchado. Fui a la cocina y encontré un plato de unos deliciosos chilaquiles con una nota de mi madre:
"Mía te extrañe, pero me voy feliz de ver que por fin descansaste. Te dejo algo para que te alimentes. Tomate el día libre te lo mereces
P.D, Si Luis no puede traerte a casa esta noche avísame y yo pasare por ti.
Te quiero Mama.
Sonreí mi madre era genial, bien así que ¿Qué es lo que haría? Recordé que tenia semanas queriendo ver una película, Después de desayunar me di un baño y fui por chucherías, prepare unas palomitas y me tire literalmente en el sofá.
El sonido del teléfono me sobresalto, me había quedado dormida de nuevo, la semana de exámenes había acabado conmigo
— ¿Bueno? — respondí sobresaltada.
— ¡Mía! ¡Te desperté lo siento!
—No te preocupes Lu además ya es hora — ahora bostece.
— ¿Ya comiste?
—No.
— ¿Te llevo algo? O ¿Te mando una pizza?
—No, estoy bien además quiero dejar preparado algo, para que cuando mi mama llegue coma algo.
—Ok te llamaba para avisarte que no voy a poder llevarte al trabajo, pero te veo mas tarde ahí y después te llevo a tu casa, para que le avises a tu, mama y no este con pendiente.
—Te vas a ganar el cielo.
—Mmmm ¿El cielo? No lo se.
— ¿Cómo que no sabes?
—Es que voy a estar muy solo, no voy a conocer a nadie de seguro todo los que conozco incluyéndote van a ir al infierno y con toda seguridad ahí es donde estará la fiesta.
—J aja j aja — me ataque de risa — Eres un payaso, pero tienes razón.
Después de colgar fui directo a la cocina, busque en el refrigerador encontré todo para preparar una enchiladas verdes, reconocía que no era una gran cocinera pero por lo menos me defendía para no morir de hambre. Limpie la cocina cuando termine y le deje una nota a mi madre.
Cerca de las cinco y treinta llegue al café, me gustaba trabajar aquí, era un buen lugar además apoyaban a los estudiantes con los horarios escolares. Los señores Arellano son muy buenas personas y extraordinarios seres humanos, solo habían tenido un hijo que había muerto a los dieciocho años de leucemia, me había enterado que había sido una enfermedad larga y muy desgastante, pero ellos a pesar de todo seguían juntos muy unidos, definitivamente ellos rompía la regla.
Habían emprendido el camino de ayudar a instituciones benéficas, era por ello que cada último sábado del mes hacían karaoke, una subasta de canciones donde el que ofrecía mas por una canción decidía quien la interpretaba. El café ya era reconocido por ello y había gente que acudía solo por el hecho de ayudar.
Hoy era el día en que atendíamos mas gente, unos venían por curiosidad, otros por que les habían recomendado el lugar por que tenia fama de tener las mejores tartaletas, cupcakes y el mas delicioso café, lo cual era cierto mi favorito el de queso con zarzamora.
A las nueve dio comienzo la subasta, el señor Arellano subió al escenario e informo que canciones estarían disponibles hoy.
La noche transcurrió muy animada y fue muy provechosa, se logro juntar una buena cantidad, como siempre el baile de mis compañeros fue el que recaudo más.
Un día habían tenido la idea de subir todos a la barra y bailar una canción de moda al terminar la subasta e inmediatamente se convirtió en el favorito, lo dicho las mujeres somos un peligro serio estamos locas.
Lu como siempre ayudo subastando por una canción, pero se desquito haciendo que la cantara yo, según él dice que no lo hago mal. A media noche logramos cerrar y empezar la rutina de limpieza.
—Mía — escuché detrás de mi.
—Hola Mario ¿Qué pasa? — el era uno de los meseros en mi turno.
—Ha sido una noche pesada. — me miro y después desvió la mirada.
—Si como cada final de mes — me doy la vuelta para seguir en lo mío.
—Oye me preguntaba si... ¿Te gustaría que te lleve a tu casa? —Mario es un buen chico cursa la universidad, es alto, atlético, moreno claro, ojos cafés y cabello corto a la moda... si se podría decir que es guapo además de atento y caballero.
Se que le gusto pero yo no lo veo de la misma manera, es un gran compañero de trabajo y no he podido encontrar la manera de hacerle entender sutilmente que no estoy interesada y no solo en el, no me interesa tener alguna relación amorosa. En mi lista es el último plan, no tengo tiempo para un novio y menos para que me rompan el corazón.
—Gracias Mario pero me están esperando fuera.
— ¿Tu "Novio"? — pregunto con sarcasmo.
—Mario no quiero ser grosera pero no es de tu incumbencia, pero Lu significa mucho para mí.
—Pero puedes darte la oportunidad de conocerme.— Ahí íbamos de nuevo.
—Si, pero de verdad no tengo tiempo libre, estoy muy enfrascada en la prepa y te recuerdo que soy alumna becada en un instituto de mucho peso y necesito mantener mis notas. A demás estoy en busca de otra beca para la universidad y por el momento es mi principal objetivo. — Y eso era cierto.
—Lo se, es por eso que te admiro y me gustas, eres muy joven aun y sin embargo ya sabes lo que quieres, pero yo también así que esperare el tiempo que haga falta. — dicho esto se dio media vuelta y se marchó.
Me monte en el coche dando un portazo involuntario estaba aun molesta, apreciaba a Mario pero me volvía loca que no entendiera un "No".
—"Hola Lu que bueno que me esperaste, lo siento por tardar pero eres un amor" — dijo sarcásticamente Lu rompiendo el silencio — ¿Por qué estas molesta Mía?
—No lo estoy. — refunfuñe.
—Mario te invito a salir de nuevo ¿Cierto? — Carajo, me conocía tan bien.
—Si y me molesta que lo haga que no entienda.
— ¿El que? Que eres una amargada que huye del amor, que no cree en el vivieron felices para siempre, que cree que el romanticismo es una enfermedad y que piensa que si se esconde en su caparazón nadie jamás le romperá el corazón. — lo mire con cara de pocos amigos, levanto las manos en forma de paz y puso en marcha el coche.
Tristán
Las perlas de sudor resbalaban por mi cuerpo, sentía algo de dolor en mi costado pero eso era genial por que era lo que necesitaba. Mire a mi contrincante la boca le sangraba, lo analice una vez mas tenía bastante fuerza en las piernas y sus manos eran rápidas, la campana sonó anunciado el comienzo del tercer round.
Escuchaba como algo distante los gritos de los espectadores, algunos alentándome y otros soltando improperios. Se suponía que el encuentro debería durar tres minutos, pero como esto no era oficial duraría hasta que uno de los dos cayera.
Tenia que ser cuidadoso ya que ya había logrado asestarme un golpe en el rostro y ser mas rápido que él. Mi contrincante salió disparado hacia a mi tratando de acertar de nuevo en mi cara con una patada. ¡Vaya! Parecía que habíamos pensado lo mismo, con el puño logre detener el golpe, aproveche la otra mano y acerté mi golpe en su rostro, retrocedió aturdido ¡Era mi oportunidad! Tome impulso y lance una patada de nuevo a su cabeza, mi empeine aterrizo en el lado izquierdo directamente en su oído, provocando que perdiera el equilibrio y cayera aturdido, el réferi comenzó el conteo... ya no se levanto.
Salí de la jaula e inmediatamente sentí una palmada en la espalda.
— ¡Vaya quien te recomendó sabia lo que hacia! —sonreí.
Lo busque con la mirada, tenia la certeza de que ya se encontraba aquí, y no me equivoque Fernando me saludo agitando una tarjeta, me acerque.
—¿T. A.? — Pregunto, sonreí y el meneo la cabeza — Como en los viejos tiempos.
Con un leve movimiento de cabeza le indique que me siguiera. En cuanto cerré la puerta del vestidor comenzó hablar.
— ¡Demonios Tristán! En que carajos estas pensando, te imaginas la que se va armar con la prensa, si alguien te reconoce y con los malditos buitres que aun están a tu alrededor con la esperanza de quitarte la empresa.
—Tranquilo, respira aquí nadie sabe quien soy, digamos que la gente que viene aquí tampoco quiere ser reconocida, además llegue en mi vieja moto y como vez con ropa sencilla.
— ¿Cómo diste con este lugar? — su voz transmitía lo molesto que estaba.
—Como siempre es un secreto a voces — le guiñe un ojo y el bufo, realmente estaba enojado —No te preocupes este lugar al igual que las apuestas son clandestinas, así que en cuanto termine la fiesta todo desaparecerá y la próxima ves es en otro lugar y quizás hasta ciudad.
—Se que es tu manera de hacer que Henry siga contigo — no pude responder a eso. — Pero es momento de parar — lo mire pero no dije nada.
—Aun recuerdo cuando ingrese a la preparatoria en Londres, estaba tan cabreado por que mis padres habían decidido mudarse a Inglaterra y simplemente dejar España sin siquiera decirme lo que pasaba.
—Si lo recuerdo, todo el tiempo te portabas como un cabrón. — sonreí.
—Mira quien habla, no tenia ni tres días en la escuela cuando ya había escuchado no se cuantas veces la historia de T. A. — me dijo.
—Si, yo cursaba el primer año de secundaria y Henry el segundo, admiraba tanto a mi hermano siempre el primero de su clase, perseguido por las chicas, aunque siempre andaba con el ceño fruncido. Un día en los baños escuche que unos chicos se burlaban de él y pensaban ponerle un cuatro para darle una paliza entre todos, me moleste tanto que ni siquiera estaba pensando cuando me les enfrente.
—Como siempre el mal genio te vuelve impulsivo y explosivo, ¿Y que paso? te pusieron tu primera golpiza.
—Cierto, Henry los quería matar, pero yo no lo deje más que mi cuerpo sentía mi orgullo golpeado. Él fue el que me busco una escuela de Kick boxing y...
—Y después tomaron la revancha, todos comentaban el hecho de cómo se les habían enfrentado.
—Si les pateamos mas que el culo — nos soltamos a reír.
—Pero después de eso te metías a cada rato en peleas, incluso lo llegaste hacerlo por dinero y no por que lo necesitaras todo era por la adrenalina y tu mal genio y eso te convirtió en un verdadero gilipollas. Todo el mundo te tenia miedo nadie se atrevía a contradecirte o decirte lo cretino que eras.
—Solo tú, a ti no te intimido lo que habías escuchado y te me enfrentaste.
—Y no es que no te tuviera miedo, pero estaba tan cabreado por lo de mis padres que honestamente lo provoque.
—Ni siquiera recuerdo por que fue pero terminamos liados a golpes y me quebraste la nariz.
—Ni te quejes tu me rompiste dos costillas — de nuevo nos echamos a reír.
—Y después de eso nos hicimos inseparables los tres, hasta que Henry tuvo que ir a la universidad.
—Un año después fuimos nosotros los que ingresamos a la universidad, tu a derecho y yo administración de empresas ya que papa y Henry eran arquitectos.
—Tristán que buenos tiempos ¡Cuantas mujeres amigo! — me palmeo la espalda.
—Si fueron cuatro años grandiosos acababa de graduarme cuando el maldito accidente me cambio el mundo.
—Lo se hermano, pero ya nada se puede cambiar y lo siento por eso.
Me había duchado y cambiado mientras habíamos tenido la conversación.
—Sabes que eso se va a poner peor — dijo señalando mi rostro.
—No lo dudo, lo bueno es que nos queda todavía quince días en Nueva York antes de regresar.
—Lo cual vamos aprovechar.
—Fernando eres un adicto al sexo — nos reímos — No lo dudes amigo que aprovecharemos hasta el ultimo día. Por lo pronto va haber muchas mujeres hoy en la fiesta.
— ¿Por qué crees que vine? Eres mi mejor amigo pero no hubiera volado desde México solo para verte pelear, vine por lo que hay después.
—Lo dicho eres un enfermo — le dije.
— ¿Por disfrutar del sexo? No Tristán solo vivo la vida.
Tenia razón éramos aun jóvenes con carga sobre nuestros hombros, así que no tenia nada de malo disfrutar las cosas buenas de la vida. Y estando en México y viviendo con mi madre no era correcto la respetaba demasiado. Y no es que no hubiera noches de sexo de vez en cuando, pero no tenia la misma libertad, así que a disfrutar al máximo antes de mí regreso.
—Anda vamos a divertirnos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro