29
"Si el amor fuera fácil, no existirían
noches de insomnio, no dolería tanto
su perdida, no dejaría tantas
cicatrices invisibles.
Si el amor fuera fácil, no te
arrancaría un suspiro o te dejarían
sin aire con solo mirar tus ojos.
Si el amor fuera fácil, no valdría
la pena complicarse tanto la vida."
MIND OF BRANDO.
Paloma
¡Gracias a Dios! pensé cuando por fin sonó el timbre que anunciaba el termino de las clases. El día se me había resultado demasiado largo, en todo el día no había pensado en otra cosa mas que como sorprender a Tristán, no lo había visto en dos días y me moría por darle un beso.
Así que tome mis cosas y salí a prisa, ya había tomado una decisión pasaría la tarde con él, aunque fuera en su oficina... solo me mantendría lejos de su escritorio.
—¡Mía!— escuche que me llamaban, me gire y me encontré a Lu que me miraba.
—¿A donde vas con tanta prisa? pasaste por mi lado y ni siquiera me viste.
—Lo siento estoy un poco distraída.
—Ya me di cuenta, ¿Pero no me has dicho donde es el incendio?
—¿Incendio? — pregunte confundida.
—Como vas como alma que lleva el diablo — me sonrió.
—Tonto — me reí — Voy a buscar algo de comida para llevarla ala oficina de Tristán.
—Ya veo sigue en su torre de marfil.
—Si y lo quiero sorprender.
—Suerte con eso, cuídate fea.
Me despido y sigo mi camino rumbo a la salida, entonces veo a Mario frente a la entrada principal. Por un momento pienso en regresar y salir por el estacionamiento... no, no puedo hacer eso, tengo que hablar con él, se lo debo. No lo había visto desde el incendio y había retrasado nuestro encuentro.
Respiro hondo y me acerco.
—Hola — saludo tratando de sonar casual.
—Hola — me contesta con un dejo de tristeza, miro sus ojos y me doy cuenta de que no se encuentra bien.
—Mario ¿Que pasa?
—Yo... yo... — suspira — Me gustaría hablar contigo ¿Podemos ir algún lugar?
Se que no es una buena idea, pienso en que Tristán se molestara y si le aviso sería capaz de venir. Pero por otro lado él siempre fue mi amigo y se nota que en estos momentos me necesita, esta muy abatido, además no tiene por qué molestarse tiene que confiar en mis actos.
—Lo siento, creo que fue una imprudencia sera... sera mejor que me vaya — me dice sacándome de mis cavilaciones.
—No Mario, no te vayas, ven vamos aquí a dos cuadras hay un café, no es tan bueno como el de nosotros pero se defiende — me esboza una triste sonrisa y me sigue.
Afortunadamente el café se encuentra vacío, aun así escojo una mesa que esta situada en la calle.
—Hoy... hoy me toco ver morir a un paciente — me dice en un susurro en cuanto el mesero se va.
—Lo siento — le respondo y es cierto, me duele verlo tan abatido, él que siempre buscaba hacernos reír.
—Después de que el café se quemara, me llego la oportunidad de hacer mi servicio social y sin pensarlo la aproveche, me instalaron en urgencias, ha sido un poco difícil vives todo tipo de experiencias pero... hoy fue en verdad muy fuerte psicológicamente... ver morir a una pequeña de dos años a causa de golpes en todo sus cuerpo, ¡Golpes que fueron dados por su propia madre! fue demasiado. Pensé en ti quería verte y contarte.
—Mario — le digo y tomo sus manos, no quiero ni imaginar algo tan monstruoso, levanto mi mano derecha para ponerla sobre su hombro.
De pronto siento como me toman de la cintura y me jalan haciéndome soltar a Mario, me giro y doy un grito por la sorpresa.
—¡Tristán!
—Ángel — me dice con una voz contenida, no se ni que decir estoy tan sorprendida — Llegue a tu escuela queriendo sorprenderte, pero el sorprendido soy yo — puedo notar la furia que lo consume, sus ojos están llenos de rabia y su respiración es acelerada —¿No me vas a presentar? — su petición parece mas un desafío.
—Por supuesto Tristán te presento a Mario — sus manos se tensan en mi cintura — un compañero del café — le digo tratando de suavizar las cosas.
—Mario te presento a Tristán...
—Su novio — me interrumpe, pero no toma la mano que le extiende Mario, inmediatamente mi genio se dispara.
—Bien ya te presente, ¿Nos permites? — le exijo.
—No me pienso ir — me dice descaradamente y eso me enerva aun mas, ya que por lo que lo conozco se que no se moverá. Lo ignoro y sigo mi conversación con Mario pretendiendo que él no esta, lo cual es inútil sintiendo sus brazos alrededor de mi.
—Mario de verdad lo siento y mucho pe...
—¿Por que te tienes que disculpar? — me interrumpe Tristán, de nuevo lo ignoro tomo las manos de Mario entre las mías, se que él va a reaccionar pero no me importa y no se lo pienso permitir.
—Pero tu sabes — continuo antes de que haga otro berrinche infantil — Que en la profesión que escogiste, siempre te toparas con la muerte, aunque no siempre sea justa.
Ahora también me "Disculpo" por no haberte llamado antes y contarte que "Tenia" — enfatizo esta palabra — Novio, cuando salimos aquel día realmente lo intente pero, no hubo química eres un gran amigo y te deseo lo mejor — me pongo de pie.
—¿A donde vas? — me pregunta Tristán en tono molesto.
—Al baño — le respondo de igual manera, me doy la vuelta y me marcho pero no voy al baño si no a la salida de atrás, tomo el primer taxi que pasa, le doy el domicilio y arranca. En cuanto me siento segura le marco a Lu.
—Princesa — me responde al primer timbrazo.
—Necesito que me hagas un favor, no, no me interrumpas tengo poco tiempo ¿Aun estas en la escuela?
—Si ¿Pero que pasa? — me pregunta alarmado.
—Escucha llama a Fernando y dile que Tristán esta en la cafetería que esta a dos cuadras de la escuela y mientras lo haces, ve tu también — termino contándole lo mas rápido que puedo lo sucedido.
Después le marco a Mario.
—Hola — me dice extrañado.
—Por favor no digas que soy yo.
—Si esta bien.
—Me imagino que sigue ahí — no es una pregunta, se la respuesta de sobra.
—A si es.
— De verdad lo siento y mucho. Me tuve que marchar otro día te llamo platicamos, en este momento no puedo — siento vergüenza, coraje.
—De acuerdo, lo entiendo te quiero mucho y... Mía cuídate.
—¡Mario no! — ¡Maldita sea hombres!
—¡Es ella! dame el maldito teléfono — escucho la voz de Tristán dando gritos.
—No — dice tajante Mario.
Escucho un golpe seco, cosas que caen y gritos.
—Paloma ¡Maldita sea! ¿Donde estas? — Tristán me exige y yo solo le cuelgo.
Me bajo del taxi en cuanto para frente a mi casa, le digo que se quede con el cambio. Una vez dentro cierro con llave, incluso pienso en poner un sillón contra la puerta. No pasan ni quince minutos cuando mi celular comienza a timbrar, no necesito ver para saber quien es, es el timbre que le había destinado a él, aun así lo veo, rechazo la llamada, pero el teléfono suena inmediatamente de nuevo, trato de ignorarlo pero es imposible timbra una y otra vez.
Veinte minutos después deja de sonar, voy a mi cuarto y saco el bote de la ropa sucia y pongo una lavadora, necesitaba ocuparme en algo no quería pensar, no en este momento.
El timbre de la puerta me sobresalta, me acerco pero no abro, entonces empiezan a porrear la puerta, inmediatamente se que es él, aun así no abro.
—¡Paloma! — me comienza a llamar.
—Tristán no creo que ella este aquí, anda vayámonos — escucho a Lu decirle.
—¡No! tiene que estar, si no ¿A donde fue? — noto su frustración.
—No lo se, a cualquier lugar — dice Lu exasperado.
—¡Maldición! — volvió el ataque contra la puerta — ¡Paloma!
—¡Tristán cálmate! O te vas a tener que ir — la voz de Lu sonaba determínate —Si sigues haciendo escándalo llamarán a la patrulla y se armará un escándalo ¿Es lo que quieres?
Permanecí inmóvil, no podía aunque quisiera moverme, de pronto solo silencio me senté en el piso, me recargue en la pared. Mi cabeza era un maldito torbellino imparable y simplemente me puse a llorar, me sentía enojada, frustrada, dolida y no sabía como lidiar con todo eso.
Mi teléfono comenzó de nuevo a timbrar una y otra vez, lo ignore hasta que escuche el sonido que tenia para Lu, considere dejarlo pasar pero sabía que él estaría preocupado, así que respondí.
—Princesa — lo escuche aliviado — ¿Donde estas?
—Estoy bien — mentí.
—¿Pero donde? ¡No Tristán! espera...
—¿Donde carajos estas? — cuando lo escuche todo mi enojo hizo erupción como un maldito volcán.
—A ti que te importa — le espeté— Además no quiero hablar contigo.
—Me lo debes, tienes que darme una maldita explicación — rugió en el teléfono.
—¿Qué? — solté una carcajada descarada — No te debo nada, perdiste todo derecho cuando te portaste como un imbécil, cavernicola y arrogante.
—Pero tu...
—¿Yo qué? — le grite — ¿Sabes qué? ya no quiero hablar contigo, no quiero volver a verte, así que no me busques nunca mas.
—¿¡Estas terminando conmigo!? — me espetó.
—¿Eres sordo? — le colgué, sin esperar ya no quería escuchar nada mas.
—¡¡Dios!! — grite exasperada. ¿Por que tiene que ser tan difícil? ¿Por que cuando estamos alejados del mundo todo es fácil? ¿Por que no podemos llevar nuestra relación en un mundo normal? Y de nuevo llore de rabia, de dolor.
No me di cuenta de como transcurrieron las horas, hasta que mi teléfono sonó de nuevo, esta vez era el timbre de mi mama.
—Mía.
—Hola Má — trate de sonar normal.
—¿Te pasa algo? — siempre tan perspicaz.
—No — mentí — Estaba dormida.
—Lo siento por despertarte, solo quería darte las buenas noches, si todo sale lo según planeado regreso el domingo.
—Esta bien.
—¿Segura de que todo esta bien?
—Si, te quiero, hablamos mañana — una lagrima amenazaba con salir.
—Yo también princesa, buenas noches.
Empece hacer las cosas en automático, saque la ropa de la lavadora y la metí en la secadora, después voy y me doy un baño, seco mi cabello, lo trenzo. Voy apagar las luces y veo en el reloj que son pasadas de las diez de la noche.
Con un maldito dolor de cabeza punzante voy a la cocina para buscar un par de analgésicos del cajón, tomo un vaso... pero de pronto unos golpes en la puerta me sobresaltan, haciéndome soltar el vaso, el cual se estrella en el piso, maldigo y molesta voy a la puerta.
—¡Paloma! — no de nuevo, pienso — Se que esta-as ahí — la voz de Tristán suena rara, pero aun así no abro.
—Tristán mejor vayámonos — ese es Fernando.
—¡N-no! Quue no entie-endes ¡No me voy a ir-r!
—No entiende tu, no estas en condiciones, mañana hablas con ella — trataba de calmarlo.
—¿Que no entiendes-s? ella... ella me dejo, tam-mbien me dejo — balbuceaba.
—Esta molesta, dale tiempo — le pedía Fernando.
—No-o me pienso mover de aqui hasta que ella hable conmigo-o — decía con determinación.
—Cálmate deja de gritar, los vecinos llamaran a la policía.
—No me importa, lo un-nico que quiero es hablar con ella-a. ¡Paloma! ¡Me oyes! ¡No me pienso-o ir!
De nuevo mi furia hizo erupción, ¿Por que era tan malditamente terco? ¿Por que no escuchaba a Fernando? Dispuesta a enfrentarlo abrí la puerta, pero el alma se me fue a los pies.
—¿Que carajos... — no pude terminar la pregunta, Tristán se encontraba frente a mi con la ropa maltratada y con algo de sangre, su rostro tenía golpes — ¡Maldición! ¿Que te paso? — le grite.
—Tu... tu me dejaste — se tambaleo, mire a Fernando y él negó con la cabeza, Tristán se me vino encima y me abrazo haciéndome perder el equilibrio, Fernando vino en mi ayuda. Lo llevamos hasta la sala y lo sentamos en un sillón pero me arrastro con él, trate de incorporarme pero no me lo permitió, se aferro a mi.
—Tengo que levantarme — le explique.
—No.
—Por favor, tengo que revisar tus heridas y limpiarlas.
—No hasta que hables conmigo.
—¡No seas testarudo! — le grite, pero aun así no me soltó, respire profundo antes de continuar —Mira vemos tus golpes y después hablamos — él me miro por unos minutos.
—¿Lo prometes? — me pregunto como un niño.
—Lo prometo.
Después de revisar su rostro me doy cuenta de que solo tiene el labio partido y otros golpes, eso me lleva a pensar que la sangre no es de él.
—Bebiste — le digo cuando me llega el olor alcohol.
—Soloo unas cervezas, no estoy ebrioo — resoplo.
—Ven — ordeno, él me sigue y lo llevo hasta el baño, le entrego una toalla — Agua fría — le mando y regreso a la sala.
—Fernando ¿Que paso?
—¡Su mierda de siempre! — me dice exasperado — Su maldito carácter, ese genio que lo hace perder el control — respira frotando su sien con los dedos — Lo encontré en el café liándose a golpes con tu amigo, Lu y yo los paramos como pudimos, me puse arreglar su desastre con el dueño del café y él simplemente se largo a buscarte, Lu lo siguió, se que vino aquí, después con Lucy, al centro comercial que te gusta ir... en fin te busco por donde se le ocurrió.
Cuando no te encontró se fue a un bar, Lu me llamo para decirme donde estaban y fui, cuando llegue ya se había tomado un par de tragos y después armo una bronca de las que acostumbra — levante una ceja Algún día te contare. En fin Lu también recibió algunos golpes, No, no te alarmes esta bien Tomas esta con él. Así que después de eso terminamos aquí — termina de hablar pero puedo ver lo cansado que esta.
—Fer ve a descansar, yo me encargo de él — le ofrezco.
—¿Segura? No tienes idea de lo idiota que puede ser.
—Si, le voy a dar algo para el dolor y lo haré dormir.
— Cianuro estaría bien — me río sin humor — Te lo agradezco, te juro que si me quedo le pateare el trasero — elevo la voz con la intención de que él lo escuche también.
—Anda, si necesito algo te llamo, ademas va necesitar ropa limpia — lo animo.
—Bien — se gira para marcharse, de pronto se detiene —¡Oye! ¿Pero y tu mamá?
—No esta, tuvo que viajar a Guadalajara, regresa el domingo.
—Bien pequeña me voy pero cualquier cosa...
—Te llamo — le aseguro.
¿Y ahora qué? ¡Dios! estoy tan enojada que quisiera molerlo a golpes. Llena de frustración voy a mi cuarto necesito encontrarle algo de ropa, espero que lo que hay de Lu sirva.
Encuentro una pijama, el pantalón se ve amplio, la camisa no mucho pero ya que es algodón espero que sirva. Llamo a la puerta del baño y sin esperar contestación le digo:
—Te deje sobre mi cama algo de ropa.
Regreso a la cocina y pongo agua en la tetera, necesita tomar café, mientras espero recojo los vidrios del vaso que se me había caído.
La tetera anuncia con un pitido que el agua esta hirviendo, le preparo el café muy cargado, me debato en si debo llevarle algún medicamento, al final decido que no ya que ingirió bebidas alcohólicas.
Con paso decidido me encamino a mi cuarto, veo que la puerta no esta cerrada así que entro, Tristán se encuentra sentado en mi cama no se ha puesto la pijama, lleva la toalla anudada en su cintura su cabello revuelto, mojado y su aroma... ¡Basta! me regaño mentalmente ¿Que esta mal conmigo? ¿Como puedo estar en un momento como este divagando? cuando estoy tan enojada.
Él me mira pero no dice nada, pongo el café en la mesita de noche.
—Dormirás aquí, yo lo haré en el cuarto de mi mamá — le digo lo mas calmada que puedo, me doy la vuelta con la intención de marcharme.
—¡No! — me dice de manera tajante mientras me sujeta de la mano.
—¿No? — pregunto.
—No — me repite y veo que el baño funciono ya no se escucha bebido — Me dijiste que si hacía lo que me decías hablaríamos.
—Es verdad — me giro y lo encaro.
—Tu me dejaste — me reprocha.
—¿Y qué querías? ¿Que te aplaudiera por tu comportamiento arcaico? — le digo en tono de burla.
—Tu no entiendes.
—¿Entender qué? — le exijo molesta.
—Que eres todo para mi, que no puedo respira sin ti, que siento que no me puedo mover sin que me duela solo por que no te he visto, tu me complementas ¡Que te amo! te amo tanto que duele.
Me quedo paralizada es la primera vez que me dice que me ama.
—Tristán...
—Si te amo, por sobre todas las cosas, incluso por sobre mi mismo, se que no te merezco, que no soy bueno para ti... ¡Pero maldita sea! esta vez no me importa, soy egoísta y no me importa desafiar al mismo infierno te quiero para mi.
Su confesión me impacta como una bola de demolición, no se ni que decir.
—Tristán yo...
—No por favor no digas nada, no ahora solo escucha... por favor.
Me encuentro parada frente a él y lo veo tan herido que soy incapaz de negarme, así que solo asiento.
—Cuando tenía diecinueve años conocí a una chica, era un torbellino, alegre, juguetona y muy alegre. Ella era muy paciente y buena escuchando, así que nos hicimos amigos algo muy raro ya que yo jamas había tenido una amiga, las mujeres que habían pasado por mi solo eran par una noche, su nombre Anabell.
Henry y Fernando me decían que la amistad no duraría, pero yo estaba dispuesto a demostrarles lo contrario, Y así fue nuestra amistad cada vez era mas solida, así paso un año.
Una noche Ana y yo salimos como otras veces, pero terminamos ebrios mas de la cuenta... cuando desperté nos encontrábamos en un hotel y desnudos. Habíamos tenido relaciones sexuales, yo... yo había tomado su virginidad y ni siquiera lo recordaba, me sentí tan mal por eso que sin pensarlo le ofrecí una relación la cual ella acepto.
Al transcurrir el tiempo me di cuenta del gran error que eso había sido, ya que nunca la llegaría amar, pero cobardía no me atrevía a terminar la relación. Me fui alejando cada vez mas y pronto volví a las andadas salía y me divertía, tenía sexo con otras mujeres, tontamente creí que ella se enfadaría y me terminaría.
Pero no, no lo hizo y así seguimos hasta que Henry y papá murieron, entonces todo fue peor esta vez me aleje aun mas a causa de mi dolor, no solo no quería saber de ella, en general no quería saber del mundo. Nuestras peleas eran cada vez mas explosivas incluso podíamos durar horas peleando por teléfono.
Supe que ella empezó a salir y tener sexo casual para que yo me enterara, pero si te soy honesto no me importaba nada de lo que hacía.
El día que se me daría la presidencia oficialmente yo me encontraba, confundido, enojado no se suponía que tenía que ser así. Ella me llamo y me exigió que fuera a verla, yo me negué y le trate de explicar lo que sucedía, ella simplemente me dijo:
"Mientras mas tardes en llegar, mas lo lamentaras después"
No le tome importancia, ya me sabía de memoria sus arranques de histeria. Pero mientras transcurría el tiempo me empece a sentir intranquilo por no tener noticias de ella, no era su estilo. Contaba los minutos para que termináramos, así que cuando por fin dio por terminada la junta de accionistas salí a prisa hacía su departamento, recuerdo que se me hizo eterno el trayecto, me pase varios altos sin detenerme a pensar en que me podía accidentar, lo único que quería era llagar y sentía que no llegaba nunca.
Recuerdo haber llegado con la ansiedad carcomiendome, no quise esperar ni por el elevador, subí por las escaleras corriendo, los pulmones me ardían el aire no era suficiente,pero me obligue a seguir me decía que solo un poco mas. Cuando por fin llegue a su puerta me quede viendo el numero, ese numero que me sabía de memoria, entonces me di cuenta de que la puerta no se encontraba cerrada, eso me extraño pero aun así entre, la llame pero no respondió. la busque y no la encontré.
La rabia me lleno una vez mas había caído en su maldito juego, estaba harto esta vez pondría fin a la estúpida relación enfermiza que teníamos,iba a marcharme pero algo me detuvo, regrese a la habitación fui al baño y ahí la encontré dentro de la tina de baño... se había cortado las muñecas.
—¡Oh por Dios!
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