19
Paloma
—¡Frederick! Buenas noches — lo salude algo sorprendida, mire hacia Tristán y el a su vez lo miraba con cara de pocos amigos.
—Que coincidencia — escupió Tristán.
—Si lo se amigo, por un momento pensé que no eran ustedes.
—¡Que suerte! — Tristán no evitaba el ser sarcástico y disimular su mal humor -Bueno fue un placer saludarte, no queremos privar a tus amigos de tu presencia, así que adelante.
—No te preocupes amigo — vi como Tristán empuñaba la mano con fuerza — No vengo con nadie, pero ya que están aquí me sentare con ustedes - sonrió, podría jurar que Tristán se le iría encima en cualquier momento, no disimulaba que estaba perdiendo la paciencia.
—Y dime Paloma ¿Cómo has estado? Te he llamado pero no he logrado encontrarte en casa ¿Acaso te has negado para no contestar mi llamadas?
—No, no como piensas eso solo he estado muy ocupada.
—¿De verdad? ¿Y haciendo que?
—Frederick, no seas im...pertinente — dijo Tristán en un tono muy ácido.
—¿Es un secreto? — se retaban con la mirada.
—No, no lo es, solo me he dedicado a pasear — intervine queriendo suavizar la conversación.
—Yo me ofrecí a acompañarte, con mucho gusto lo hubiera hecho y créeme no la habríamos pasado genial — sonrió, Tristán se puso de pie.
—Frederick nosotros ya nos marchamos, fue un placer, hasta luego — hablaba tan rápido como tomaba mis cosas.
—Deberían quedarse un poco mas — pidió Frederick.
—Que pena nos esperan — le respondió Tristán.
—¿Tristán? ¡Lo sabia! ¡Eres tu! — Una rubia de ojos azules y cuerpo espectacular se acerco — Amor ¿Pero cuando llegaste? — le planto un beso en la boca —Que malo no me avisaste — le reprocho en un tono infantil, no pude evitar rodar los ojos.
—¡Meredith!
—¿No me vas a presentar? — se hizo el silencio.
—Hola soy Frederick Miller.
—Meredith Kenner — se estrecharon la mano y de nuevo silencio.
—Querido, no seas mal educado preséntame a la niña — ¿Niña? La bilis me comenzó a surgir.
—Lo siento — dijo Frederick, cuando vio que Tristán no decía nada — Ella es Paloma.
—Mucho gusto — me tendió la mano — Linda tu novia — le dijo a Frederick.
—No es su novia — le espeto Tristán.
—¡Ups! Perdón. Me voy un placer haberlos conocido, querido estoy en el cuarto trescientos dos de este hotel, te estaré esperando, la ultima vez fue genial - lo volvió a besar.
Lo único que quería era salir corriendo de aquí, pero mis pies estaban pegados al suelo, quería llorar, quería... pero no lo haría estaba tan acostumbrada a guardar lo que sentía.
—Tristán — me miro — Por mi no hay problema si quieres quedarte, yo me puedo ir.
—Yo la puedo llevar — hablo Frederick.
—Que amable, pero no será necesario — ahora fue Tristán, sin esperar mas di la vuelta y Salí.
Por un momento desee que se quedara necesitaba estar sola, pero el dolor de ese pensamiento de el con ella fue peor luche con todas mis fuerzas por retener las lagrimas que apremiaban por salir.
Durante el trayecto de regreso sentía la mirada de Tristán sobre mi, pero yo me hacia la loca mirando por mi ventana. Cuando por fin llegamos a casa inmediatamente supe que todos dormían y sentí la necesidad de huir.
—Buenas noches — me despedí.
—Paloma — me llamo, maldije.
—Dime.
—Tenemos una platica.
—Lo se, pero estoy muy cansada, otro día — me di la vuelta para irme, el me tomo de la mano, me gire para verlo, e intento besarme, lo detuve tome su pañuelo y le limpie la boca, después se lo entregue.
El vio los resto del labial, soltó mi mano y me marche sin mirar atrás.
En cuanto cerré la puerta con llave me derrumbe, las lagrimas resbalaban por mi rostro, aun así me obligue a llorar en silencio.
¡Idiota! Me repetía una y otra vez ¿Cuántas veces me había dicho que no me enamorar? ¡Toda la vida! Sabia que sufriría ¿Qué acaso no es sabido quien mas mas, sufre mas? Pues me lo tenia bien merecido.
¡Realmente había pensado que era especial? ¡Imbécil! El solo estaba entreteniendo conmigo, ¿Cómo pude pensar otra cosa?
Además... además... no quería ni pensarlo pero... no era ciega, ella era una mujer, si una mujer muy espectacular, no como yo que aun me faltaba tomar mas forma, era bajita y delgada y muchos me consideran aun una niña y... y... y encima de todo ellos tenían sexo, eso era mas que obvio.
Y eso era algo con lo que yo no podía competir, apenas unos días antes me habían besado y unas cuantas horas un beso de verdad.
Me hice bolita en el piso, y seguí llorando, lo necesitaba tenia que sacar todo lo que me estaba ahogando.
Toc, toc.
Unos pequeños golpes en la puerta me hicieron abrir los ojos, estaba adolorida, pues había dormido sobre el piso, sentía mis ojos hinchados y la cabeza parecía que me iba a estallar.
Toc, toc llamaron de nuevo.
—Si — escuche mi voz ronca.
—Señorita.
—Si Ángela — respondí sin abrir la puerta.
—El joven Luis y la señora Marie pregunta por usted.
—Yo... yo tomare un baño y después bajo.
—Bien señorita yo les aviso.
—Por favor.
Tome un baño de agua fría, el cual me aminoro el dolor un poco, pero cuando me vi en el espejo inmediatamente supe que ni el maquillaje me ayudaría con los ojos.
Realmente no quería salir de mi cuarto, no quería ver a nadie mucho menos a Tristán. Pero sabia que no me dejarían tranquila.
Encontré a Lu y Nana en la cocina, teniendo una platica amena.
—¿Y esos lentes? — me pregunto Lu en cuanto me vio.
—Me duelen los ojos y la cabeza, la luz me lastima — Ninguno dijo nada — ¿Preguntaban por mi?
—Si querida, hay un lugar al que me gustaría que me acompañaban — Inmediatamente acepte, estar fuera de casa y evitarlo se estaba convirtiendo en mi hobbie.
Abordamos un taxi, Nana pidió ir a Brooklyn, fue de lo ultimo que me entere ya que me perdí en mis pensamientos, de nuevo sentí unas ganas inmensas de llorar.
—Llegamos — anuncio Nana trayéndome de vuelta, levante mi vista y todo lo que veía era un parque.
Lu y yo nos miramos interrogativos.
—Es el jardín botánico de Brooklyn ¿No lo conocían? —ambos negamos con la cabeza.
El lugar realmente era una maravilla, un parque estilo japonés y todo era sorprenderte, no podía dejar de mirar todo llena de curiosidad, jamás en mi vida había visto algo así
Lagunas artificiales, con puentes encima y rodeadas de una hermosa vegetación, donde predomina el verde y hermosos arboles en tonos naranjas y rojizos.
Y que decir de la variedad de flores.
Hojeaba el folleto en busca de lo mas llamativo, una imagen que me llamo mucho la atención, les pregunte que si podíamos ir, y ellos aceptaron.
Pero cuando llegamos no creía que fuera el lugar, la imagen representaba un camino cubierto por arboles que daban flores rosas llamados Cherry Blosson, pero donde estábamos no había ni uno.
Intrigada pregunte, se me indico que si era, pero los frutos se daban entre marzo y abril, me peso me hubiera encantado verlo, leí la información:
"Este árbol es muy famoso en Asia incluso hay un festival llamado Sakura, también se da en color blanco"
Cuando me viniera a estudiar vendría muy seguido.
—Chicos, me sentare en esta banca, ustedes vayan a pasear mas, aquí los espero — dijo Nana —aunque nos negamos y ofrecimos acompañarla nos corrió.
—¿Qué paso anoche? — me pregunto Lu en cuanto nos alejamos.
—Lu... — quise mentirle pero no pude, así que le relate lo sucedido.
—¿Y por que te sientes lastimada? — lo mire ¿Era en serio? Que no era obvio.
—¿Cómo que por que? Te parece poco esa mujer...
—¿Se fue con ella? ¿Te dejo sola?
—No, no lo hizo.
—Aunque tu se lo ofreciste, el salió contigo del bar y te llevo a casa — Asentí — ¿Quiso decir algo? ¿Justificarse de alguna manera? — volví asentir — Y me imagino que no lo escuchaste — lo mire — ¿Por qué?
—Por que ella lo beso y...
—Si es cierto lo beso, por que en el pasado compartieron algo.
—Pero tuvieron sexo.
—¿Y? ¿Fue anoche?
—No, pero...
—Paloma — me sorprendí al escucharlo decir mi nombre— ¿En serio crees que Tristán no ha tenido mas mujeres?
—¿Mas? — pregunte en un susurro.
—El tiene veinticuatro años, es atractivo, tiene dinero, una empresa sobre sus hombros que le da la libertad y posibilidad ¿Qué esperabas?
—No lo se, quizás... — no supe ni que decir.
— Qué es mas importante el pasado o el presente? ¿Haber amado aunque duela? O ¿Mejor no haber amado nunca? —abrí la boca y la volví a cerrar — No digas nada, solo piénsalo.
El trayecto de regreso fue lo mismo, las palabras de Lu me volvían una y otra vez, tenia razón, yo tenia que escucharlo.
Esta vez el camino se me hizo muy largo, me urgía llegar a casa y buscar un encuentro con el.
—Ya veo que el paseo te sirvió mucho — dijo Nana en cuanto entramos a la casa.
—Si la verdad me hizo muy bien — le sonreí franco, ella me dio un beso.
En cuanto estuve sola no repare en buscarlo, y lo encontré en la sala parado a un lado de una mesa, sobre la cual había unas flores, el estaba muy pensativo y sostenía una tarjeta entre los dedos.
—Tristán — lo llame.
—Te llego esto — me miro de una forma tan fría y salió sin previo aviso, sin permitirme decirle algo, fui hacia las flores y tome la tarjeta.
"Espero que este pequeño detalle te alegren el día, no puedo decir que estas flores sean hermosas, ya que siempre las opacaras con tu belleza"
Ansió verte de nuevo... Frederick Miller.
—¿Qué paso? — pregunto Lu, cuando llego junto a mi — Acabo de ver salir a Tristán con cara de pocos amigos, ¿Pelearon de nuevo? — le di la tarjeta — ¡Wooo! Mía.
—¿Se fue? — pregunte mirando la puerta.
—Si lo siento, me imagino que no hablaron - negué - No te preocupes lo harán mas tarde.
Pero no fue así, lo espere toda la tarde y nunca regreso, cerca de las tres de la mañana lo escuche llegar. Pero me negué a salir de mi habitación, estaba furiosa, ya que me rondaba la idea de que había estado con ella, de otra manera no podía imaginar donde había estado tan tarde.
Durante toda la semana fue lo mismo, cuando me levantaba ya no estaba, durante el día si acaso lo veía una sola vez y con todos a nuestro alrededor, y que decir de las noches llagaba de madrugada.
Cada vez me convencía mas de que estaba con esa barbie plástica y anoréxica.
En dos días mas regresaríamos a México y no sabia si sentirme feliz o mas desgraciada. Cuando volviéramos no estriamos en la misma casa y no me daría cuenta de lo que hacia, eso seria un alivio, pero de igual manera me entristecía el pensar que no lo vería.
Me haba quedado claro que a el ya no le interesaba hablar conmigo y yo... yo respetaría eso.
—¿Mía? — me llamaron.
—¿Eh? — volví a la realidad, se me había olvidado que estábamos todos en la mesa, incluyéndolo. No pude evitar mirarlo, el me miraba también, esta vez sus ojos no eran fríos, podría jurar que los note cálidos y preocupados.
—¿Me decían? — pregunte.
—Si querida, ¿Hay algo que te falte sobre la escuela? ¿Ya tienes todo lo necesario?
—No señora Hamilton, ya todo esta previsto.
—Tristán, ¿Ya arreglaste lo del vuelo?
—Si madre, decidí que era mejor alquilar un avión para que vuelen mas cómodos y seguros, esta preparado para el domingo.
—¿Vuelen? — pregunto Nana — No mi niño será para que regresemos todos juntos.
—No — lo mire — No Nana, yo me quedare, una semana mas.
Eso ya fue la confirmación total a mi sospecha, sentí que el infierno se abría a mis pies y me encontraba al borde del precipicio, el se quedaba con ella.
—¿Señorita?
—Si Ángela — respondí.
—La buscan en la entrada.
—¿A mi? ¿Quien?
—El señor Frederick Miller.
—¿Esta aquí? — pregunte pensando que no había escuchado bien.
—Si la aguarda en le vestíbulo.
—Gracias Ángela, voy en un momento — mire a todos en la mesa, menos a el — Si me disculpan — Salí, quería que se molestara, que sintiera aunque sea un poco de lo que a mi me estaba matando, pero pronto comprendí que era una idiota para que el se molestara o le doliera tenia que importarle y en esta semana me había quedado claro que no, yo no le importaba.
Tristán
¡Que carajos! Sentí el impulso de levantarme y sacarlo a patadas de mi casa y...
—Tristán ¿Te sirvo café? — mire a Nana, ¡Cianuro! Pero para ese idiota.
—No gracias, — me levente pero fui a mi habitación, al pasar por la sala escuche al imbécil.
—Así que te marchas ¿Y te podre visitar? Me encantaría que me mostraras México — de nuevo el instinto asesino me afloro, quise ir hacia ellos y esta vez si estrellar mi puño en su jodida nariz.
Pero no pude dar ni un solo paso, me recordé que no debía y fui a mi cuarto.
Una vez dentro estrelle mi puño contra la pared, me recordé que la decisión que había tomado era la mejor.
Esto había empezado mal desde el inicio, desde el mismo momento que nos vimos por primera vez.
Aun así yo me había empeñado en creer otra cosa y decidí iniciar el juego para llevármela a la cama, ese juego donde el que había caído en la trampa había sido yo y donde la única que había perdido era ella.
La otra noche quería hablarle con la verdad, decirle lo que me provoca cuando estoy con ella, decirle cuanto me gusta, quería ser honesto y decirle que no sabia si la amaba, pero que quería descubrirlo , que soy una persona que no sabe amar, pero que no dudaba que ella me podía enseñar y me ayudaría a... si incluso había pensado en hablarle de Anna.
Y todo se jodio, se perdió cuando Meredith apareció, pude ver el dolor en sus ojos, pero lo peor fue cuando la quise besar aun cuando todavía llevaba labial de otra boca.
Esa noche no había dormido, había pensando mucho en ello, yo solo le hacia daño así que había tomado la decisión de dejarla y de que ella fuera feliz.
Y reafirme mi decisión cuando vi aquel maldito arreglo de flores con esa tarjeta cursi, a mi jamás se me hubiera ocurrido algo así, por que yo no era de ese tipo.
He procurado no estar en casa, llegar tarde por las noches, me he dedicado a participar en carreras, ya que no me puedo liar en alguna pelea, no con ellos aquí.
Pero es mas fácil decirlo que hacerlo.
Me vende la mano ya que la punzada de dolor comenzaba a molestara. E l resto de la tarde no Salí de mi habitación, pero la vi cuando se iba con el, por fin el idiota la había convencido de que salieran.
Me quede parado frente a la ventana no supe por cuanto tiempo, ¿Quizás esperando por ella? Si esperando su regreso.
Cuando los escuche, baje al salón me podía decir mil cosas pero la única verdad era que quería verla, escuchar su voz y ver su hermosa sonrisa.
—No, Frederick ya es tarde, de nuevo gracias.
—¿Solo un café?
—Lo siento pero no, buenas noches — escuche la puerta cerrar y sus pasos andar, preste mas atención y la escuche tararear una melodía ¿Lo hacia por ese estúpido?
—Paloma — la llame, se asomo por la puerta algo extrañada, recorrió la habitación con la vista.
—Perdona si te moleste, buenas noches — ese tono frió me recordó a cuando nos conocimos y me trataba como a un paria, se dio la vuelta para irse.
—Paloma — la llame de nuevo y se detuvo —¿Podemos hablar un momento? —dio un suspiro largo y entro a la habitación, se desabotono su gabardina para quitársela, yo viéndola solo pude pasar saliva.
Llevaba un vestido de cuello alto y manga larga por encima de la rodilla, el vestido era de encaje negro y entallado a su figura.
No pude evitar recorrerla con la mirada, hasta que me tope con sus ojos.
—¿Te divertiste esta noche? — la pregunta fue hecha en un tono demasiado brusco.
—Si lo hice — me respondió de la misma manera.
—¿A dónde fuiste? ¿Qué ha pasado? — me miro desconcertada.
—Tristán que...
—Contesta — le ordene, de nuevo el mal genio me sacaba ventaja.
—¡Que demonios! ¿Quién te crees? ¿Mi dueño? No tengo por que darte explicaciones — me acerque a ella quedando frente a frente, a unos cuanto s centímetros de distancia, el impulso de besarle me gano.
—No — la escuche decir y puso su mano entre nosotros, la mire me estaba rechazando.
—¿Por qué? ¿Por qué el te beso? — no lo vi venir, estrello su mano en mi mejilla.
—¿El que te haya permitido besarme no te da ningún derecho a juzgarme! — la mire sorprendido.
Trate de besarle de nuevo.
—No lo hagas... por favor — ese ruego me volvió a la realidad.
—Paloma yo...
—Tristán yo no soy como Meredith o la otras mujeres a las que estas acostumbrado, no me vas a besar cada vez que tu quieras y después ignorarme hasta que de nuevo te sientas solo o no tengas que hacer. — sus palabras me confundieron.
—Paloma no pienses eso, tu...
—No ya no digas mas, me confundes en sobremanera además...
—No te gusto — dije herido.
—¿Qué?
—No es necesario decir mas, lo entiendo — negó con la cabeza.
—Sera mejor que me vaya — se dio la vuelta y se fue a su habitación, sentí rabia pero algo diferente se apodero de mi, me sentía abatido.
En cuanto amaneció salí a correr, aun me encontraba sin sosiego y el no dormir no ayudo.
Durante el resto del día ella y yo habíamos coincidido en la casa, pero aunque fuimos cortes el uno con el otro, nos manteníamos a distancia.
Pero todo se fue al carajo cuando de nuevo el imbécil apareció en la casa, esta vez no me quedaría como un completo idiota rumiando en mi desgracia.
Después de dar varias vueltas termine un bar tomando tragos y termine en la habitación trescientos dos.
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