16
Tristán
¡Ella lo sabia! ¿Pero como explicarle algo que ni yo mismo entiendo? Me desafía, no se calla lo que piensa, es terca, impulsiva me desquicia al punto de volverme loco, pero aun así no puedo ni quiero alejarme de ella.
Desde que la conozco he hecho tantas cosas que jamás pensé que haría, yo que me burlaba de aquellos que se volvían idiotas por... amor.
Pero es que ella me atrae como la miel a la abeja, como esa luz que atrae a los mosquitos, que aunque no deberían seguirla lo hacen. Me he preguntado tantas veces que es lo que me pasa, ella es prohibida por tantas razones; es la hija de la mejor amiga de mi madre, es una adolecente, yo solo le haría daño no soy una persona que sepa dar amor, solo se tomar lo que necesito antes de crear lazos afectivos, y a pesar de saber todo eso no me puedo detener.
Me justifique tantas veces diciéndome que solo nos iríamos a la cama, que los disfrutaríamos sin ataduras y sin compromisos, y después cada uno seguiría su camino sin ningún problema.
Si embargo con cada minuto que paso con ella, logro ver más en su interior y me gusta lo que veo.
—Tristán no creo que sea correcto — hablo sacándome de mis pensamientos.
—¿Por qué?
—¿Por qué? Hay mil razones, somos extraños que aunque es cierto que en los últimos días nos hemos visto envuelto en circunstancias peculiares, tú y yo apenas nos conocemos.
—¿Qué no dormiste en un avión con gente que no conocías?
—Si pero...
—¿Y que no estuve yo también ahí? E hicimos lo mismo que te pido ahora, y en el hospital.
—Si tienes razón...
—Entonces cual es el dilema, hemos pasado tantas horas juntos, donde hemos peleado, nos hemos enojado incluso ignorado, pero al final del día hemos dormido juntos y no recuerdo haberte faltado al respeto de alguna manera.
—No, no me has faltado, y al contrario me has cuidado pero... — suspiro — Bien tu ganas — sonrío — ¿En serio? Siempre te sales con la tuya.
—Solo por que tengo la razón. — puedo los ojos en blanco.
—¡Vaya! También eres humilde. — se burló.
Aunque el cuarto se encontraba envuelto en la oscuridad y el silencio, mis ojos ya se habían acostumbrado y detectaban su silueta.
—¿No puedes dormir? — pregunte.
—¿Cómo sabes que no duermo?
—¿Por qué no puedes dormir?
—No lo se.
—¿Es por mi?
—No.
—¿No?
—Bueno si.
—No entiendo, ya lo hablamos.
—Si, pero no deja de sentirse extraño.
—Que se me hace que te pongo nerviosa por que quieres abusar de mí.
—¿¡Que!? ¡No!
—¿Segura?
—¡Tristán!
— Jaja ja jaja tranquila es una broma, pero igual si no puedes dormir si quieres platiquemos.
—Esa es una buena idea.
—¿De que quieres hablar?
—Hay algo que me gustaría preguntarte, pero si no quieres responder no importa. — se escuchaba nerviosa y eso me dio mucha curiosidad.
—Solo pregunta.
—Es... es sobre tu tatuaje ¿Por qué unas alas de ángel?
Vaya nunca nadie me había preguntado el por que.
—Lo siento no quise ser impertinente olvídalo.
—No, no es solo que... fue por Henry, después de que el murió me lo hice, fue mi manera de llevarlo conmigo por siempre.
—Lo siento ¿Eran muy unidos?
—Si, el siempre cuido de mi me protegía y trato de que fuera una buena persona, que hiciera lo correcto.
—Ya me imagino, le has de haber dado mucho trabajo - sonreí - Me hubiera gustado conocerlo.
—A mi también, le hubieras agradado.
De nuevo desperté antes que ella y no desperdicie la oportunidad de observarla, me moría de ganas de besarle ¿Y si lo hiciera? ¿Cuál seria su reacción?
—Tristán — murmuro, mi corazón golpeo con fuerza.
Salí de la habitación con una extraña sensación, me cambie la ropa y me fui al gimnasio.
Fue inútil el querer concentrarme, desde que la había conocido todo se había vuelto un lió, seguía sin poder explicarme que era lo que me pasaba, cuando estoy con ella todo se vuelve mas cálido y quería hacer por ella cualquier cosa con tal de solo verla sonreír.
Pero en estos días todo se me había vuelto aun mas enredado, ya no me iba a justificar que todo era solo por llevármela a la cama, no ella..: ella era diferente y me atraía de una manera especial.
Aún teníamos tres días más juntos.
Una hora mas tarde volví a la suite y cual fue mi sorpresa al abrir la puerta, estaba cantando y bailando, llevaba los audífonos puestos me recordó al día que la vi en la cocina de su casa. Andaba de un lado para otro, me quede en la puerta observándola y escuchándola, esperaría a que ella me viera.
"I'm addicted to you
por que es un vicio tu piel
baby i'm addicted to you
quiero que te dejes querer
Por el puro placer de flotar
ahora si me llevo la corriente
ya no puedo dormir ni comer
como lo hace la gente decente
Tu recuerdo ha quedado así
como un broche pegado a mi almohada
y tu en cambio que tienes memoria de pez
no te acuerdas de nada
Son tus manos de hombre
y el olor de tu espalda
lo que no tiene nombre
lo logro con tu mirada"
Se movía con ritmo, sus caderas se balanceaban al ritmo de sus manos, podría jurar que tenia la boca abierta y babeaba, ahora entendía lo que decían del ritmo de los latinos. Me provocaba ponerme detrás suyo y moverme a su ritmo mientras metía mi cara en su cuello.
La música ha de haber terminado ya que ella se detuvo y fue cuando me vio.
—Di que acabas de llegar — suplico.
—No.
—¿Me viste? — su cara esta roja como un tomate.
—Si y lo haces muy bien.
—No puede ser — se tapo la cara con sus manos.
—No sientas pena, además es una buena canción.
Mientras me bañaba se me ocurrió algo para en la noche, pero tenia que ser muy cuidadoso para darle la sorpresa.
—¿Adonde vamos?
—Es una sorpresa, confía en mí. — me miro con cara de desconfianza.
— Eso dice siempre Lu y terminamos metidos en algún lío — no pude evitar reírme. — Pero, el doctor dijo que no podía salir.
—Lo se, confía en mi.
Ingresamos en el elevador, se le veía que estaba nerviosa pero aun así se dejo llevar, decidí probar más suerte.
—Si te pido que cierres los ojos cuando el elevador se detenga ¿Lo harías? — me miro — No, claro que no.
Salimos del elevador y la lleve por un pasillo hacia unas puertas de madera, ingresamos a un salón, Paloma se detuvo de golpe y luego me miro.
—¿Te gusta? — pregunte.
—Todo es muy bonito pero... no entiendo.
—Ya que no podemos salir, te llevo a cenar aunque sea aquí.
—Aquí es perfecto gracias. Pero ¿Dónde esta la gente?
—No hay gente solo tú y yo.
—¿Solos?
—¿Te molesta?
—No... no, no es eso... solo que... es como... como...
—¿Una cita? — asintió.
—¿Has tenido muchas? - pregunte sin pensar.
—¿Muchas? — pregunto desconcertada.
—Si, citas — no respondió y fue a sentarse a la mesa que nos habían preparado.
—¿Te incomoda que pregunte? — seguí con el tema, realmente me moría por saber.
Pero ella no respondía.
—¿Es un secreto?
—¿Nunca has escuchado que una dama no tiene memoria? — me respondió desviando la mirada mientras se le subían los colores al rostro y entonces lo entendí.
—¿Qué nunca has tenido una cita?
—Por supuesto que si — la mire.
—Bueno cuentan las que tengo con Lu — me resultaba inverosímil el pensar que nunca ha salido con alguien.
Ya no quise preguntar más, cenamos hablando poco. Vi el piano y me dio un poco de nostalgia fui hacia el, y comencé a tocar.
—Era de esperarse tocas el piano — dijo en cuanto termine.
—No, no lo hago.
—Pero acabo de verte.
—No solo se me esa canción, impresiona ¿Cierto?
—Eres todo un caso.
—Esa canción... era la preferida de mi padre por eso aprendí a tocarla — no me explicaba el por que le contaba ese tipo de cosas, nunca las había hablado con nadie. Ella vino y se sentó a mi lado.
—Tristán, de verdad lo lamento — puso su mano en mi hombro.
—Me cuesta, me cuesta entender el por que.
—Te podría decir tantas frases que la gente usa en estos casos, pero de nada sirve, nada nos quita el vacío.
La mire, tenia razón, sentí como ella lograba entenderme con solo mirarme.
Regresamos a la habitación y cada uno fue a su cuarto, después de cambiarme de ropa fui a la suya, esta vez no le pregunte solo fui y me metí a la cama.
—Tristán...
—Por favor no empieces de nuevo.
—No yo solo quería darte las gracias, me has hecho pasar muy buenos momentos.
—No hay que agradecer, yo también me he divertido.
—Ya fuimos al cine y a cenar ¿Qué sigue? ¿A bailar? — la mire pero no respondí —¿Qué? — volvió a preguntar — Lo siento, yo no quise... no quiero que...
—No, no es eso — me miro algo confundida — Yo no bailo — abrió la boca y la cerro de nuevo.
—¿Por qué? — pregunto al fin.
—Tengo dos pies izquierdos.
—No te creo.
—Nunca se me dio muy bien, y yo no me esforcé lo suficiente en aprender hacerlo bien.
—Si quieres yo te puedo enseñar.
—¿Bailas mucho?
—Creo que ya te diste cuenta de que me gusta bailar y cantar como loca.
—Entonces ya tenemos otra cita.
El día avanzaba impasible, los minutos se me escapaban como arena entre los dedos. Hoy era nuestra tercera cita... y la ultima. El último día solos a partir de mañana volveríamos a nuestras vidas, pero algo me decía que yo nunca mas seria el mismo.
Después de la comida jugamos vídeo juegos, no parábamos de reír Paloma era muy mala perdedora.
—Bien ya es hora — dijo de pronto.
—¿Hora?
—Si de nuestra cita, para las clases de baile.
—¿No te gustaría mejor no se... ver una película de miedo?
—No. — me miro por unos segundos — ¿Tienes miedo?
—Voy por mi teléfono, tengo música que nos servirá.
Regreso casi de inmediato.
—¿Con que seria bueno empezar? - me pregunto
—Ni idea...¿Algo lento?
—¿Lento?
—Si algo despacio, creo que seria más fácil para mí.
—Si, tienes razón.
La melodía empezó a sonar, ella se acerco a mí y coloco una de mis manos en su cintura, la otra la tomo en su mano y puso la otra en mi hombro. Me miro y vi sus ojos, se sonrojo y paso saliva.
—Ok ahora vamos a mecernos, tu sígueme, no creo que haya mucho problema solo déjate llevar por la música — sonreí, no era muy buena maestra, pero lo intentaba.
Ella llevaba el mando y yo me dejaba guiar, pronto nos encontramos bailando.
—¿De verdad no sabes bailar? — negué — Pues no parece lo haces bien.
Deslice mi mano para abarcar toda su cintura y acercarla mas a mi, ella me miro un poco sorprendida y yo de nuevo me perdí en sus hermosos ojos, descendí mi mirada a sus labios y los anhele, sentí el deseo de besarle, me acerque con toda intención de sentir su boca de pasar mi lengua por sus labios y después explorar cada centímetro.
Entonces sentí como todo se me venia encima, el aire me comenzó a faltar.
—¿Tristán? — quise responder pero no pude ningún sonido salió de mi boca —¿Estas bien? ¿¡Que te pasa!? — empecé a hiperventilar — ¿¡Que hago!? ¿¡Dime que hacer!?
Había logrado llegar al sillón y sentarme, trate de desabotonar mi camisa pero no pude, ella tomo mis manos y las quito y desabrocho los botones, fue por un vaso de agua pero no pude pasar.
—¡Por favor! ¿¡Dime que hacer!? — note el miedo en su voz, trate de enfocarme en ella y vi que lloraba.
—N-no te a-asus-tes no, no es na-da, se... se me pasara, solo...solo ne-necesito relajarme — cerré mis ojos de nuevo ¡Maldita sea! Cuando superare los ataques de pánico.
Abrí mis ojos, la luz grisácea del nuevo día se colaba por la ventana y empezó a llenar la habitación, parpadee varias veces, una vez que me ubique recordé lo pasado, trate de incorporarme pero sentí una mano sobre la mía, Paloma estaba sentada sobre la alfombra, tenia su cabeza sobre el sillón, sus manos aferraban la mía, se encontraba dormida.
Paloma
Cerré mi maleta y de nuevo eche un vistazo ¿Por qué siempre tenia la sensación de que olvidaba algo? Me senté en la cama y me di cuenta de que de nuevo sonreía, últimamente no podía dejar de hacerlo.
¡Dios! Jamás pensé que viviría tantas cosas, estos días habían sido algo tan fuera de lo común, loco y a la vez extraordinario y mágico. Mi corazón latió rápido y con fuerza, no sabia que pensar, no tenia claro lo que yo sentía por el, sabía de todo lo que el provocaba en mi, pero también sabia que chicos como el, no toman en serio chicas como yo, no podía hacerme la tonta por mas que buscara pretextos, siempre he tenido claro que quien mas ama, es quien mas sufre.
Pero... si por una vez no pensara tanto las cosas y simplemente me dejara llevar, ¿Podría vivir con las consecuencias?
—¿Estas lista? — Tristán apareció por la puerta con su hermosa sonrisa y entonces lo supe, sabia que seria... lo que el me pidiera.
—Si, solo que tengo la sensación de que olvido algo.
—A mi también me pasa.
—¿Tristán?
—¿Si?
—¿De verdad? ¿Ya estas bien? Pienso que deberíamos ir a un medico.
—No es necesario, eso que viste me pasa a veces, pero quiero pedirte que no le cuentes a mi madre, por favor.
—No, no lo haría pero...
—No te preocupes, de verdad estoy bien — se había acercado y miraba mis ojos.
—Tri-Tristán yo...- me costaba coordinar mi cabeza cuando el me miraba así — Yo en verdad... quiero... quiero darte las gracias por... todo...
—Y yo ya te dije que...
—Déjame terminar por favor. Se que no soy una persona fácil y por eso te estoy aun mas agradecida, Te portaste como un verdadero ángel de la guarda, y realmente fueron días muy buenos.
—¿Ángel de la guarda? Nunca nadie me había llamado así. Pero quiero que sepas que para mi también fueron muy buenos días a excepción del día que te enfermaste.
—Me porte como una terca obstinada.
—Yo no ayude mucho, vamos a dejar eso de lado y quedarnos con las cosas buenas.
—Es un acuerdo, bien listo, creo que extrañare este lugar.
—Yo también.
El aeropuerto estaba a rebosar, el fluido de personas era algo enloquecedor, se hacia presente el que en tan solo cuatro días seria noche buena.
De nuevo fuimos a la sala V.I.P. ahí no eran tantas las personas. Se nos informo que el vuelo venia con retraso, así que teníamos que esperar, sabía que Lu arremetería con todo cuando le viera, pero aún así me moría de ganas de verlo,
—Tristán ¿El señor Sanders va a venir?
—Si, se supone que viene a recogernos por que hoy llegábamos.
—Nuestras madres estarán felices.
—Si.
—Lu quiere que vayamos a muchos lugares, como el árbol de navidad Rockefeller y...
—Iremos.
¿Iremos? Estaba diciendo que estaría con nosotros.
Me mire una vez mas en el espejo, me gustaba la imagen que me devolvía el espejo, pero me sentía muy nerviosa.
Estos cuatro días habían pasado muy rápido, desde que llegamos a la casa, no habíamos tenido un momento de sosiego, habíamos andando por muchos lugares y la habíamos pasado genial, pero también desde entonces no había vuelto a tener un tiempo a solas con Tristán, cada noche lo imaginaba en mi cama a mi lado y mientras hablábamos el me abrazaba y otras hasta lo había pensando dándome ese beso que nunca llego.
Solo me quedaba recordar esos días con melancolía.
Nadie parecía notar el cambio en mi, ¿O nosotros? había ocasiones en que nuestras miradas se cruzaban y yo sentía que el me decía tantas cosas.
Sin embargo cuando el contacto se rompía, me daba cuenta de que eso es lo que quería creer.
Toc, toc, toc. Llamaron a la puerta.
—Adelante — respondí.
—Mía ¡Oh Dios mío! — exclamo Lu.
—¿Qué? ¿Qué paso?
—¡Estas hermosa! — me dijo fingiendo sorpresa.
—¡Lu!
—Lo dicho no hay mujeres feas, solo pobres y mal arregladas.
—Payaso. — le saque la lengua.
—De verdad, te ves preciosa con ese vestido y esos zapatos de tacón. Se va a morir cuando te vea.
—¿Quién? - Me miro levantando una ceja.
—¿Es en serio? ¿Crees que no me he dado cuenta? ¿Qué paso entre tu y Tristán?
—¿Qué paso de que? — fingí no entender.
—Todo el tiempo que tuve que pasar en México con las tutorías me la pasaba imaginando lo peor, es mas pensé que cuando llegara los encontraría con marcas de las peleas, pero ni siquiera hay marcas y ustedes ya no se molestan.
—No es nada, solo hicimos una tregua.
—¿Solo eso? — se notaba que no le creía nada.
—¿Qué querías que pasara?— lo desafié.
—¿La verdad? — asentí — ¿Aun eres virgen?
—¡¡¡Lu!!!
—¿Qué? La verdad esperaba que pasara mucho entre ustedes.
—¡Lu!
—Deja de repetir mi nombre lo vas a gastar, acaso crees que estoy ciego, se les nota la atracción que hay entre ustedes, el no te pierde de vista cuando estas cerca, aunque según el lo disimula. Y que decir de ti no dejas de babear cuando lo ves, si quieres le sigo - negué con la cabeza.
—Lu estoy jodida, estoy como una idiota por el. — admití.
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