15
Paloma
Abrí mis ojos y note que por la ventana se filtraba luz de día, y aunque no era un sol resplandeciente, si era una luz grisácea, lo mas seguro es que siguiera lloviendo.
Recordé a Tristán y me gire para verlo, pero no estaba, ni su cama tampoco.
Me quede aguardando, quizás hubiera ido a la cafetería, pero el tiempo seguía su curso y nadie venia.
No se cuanto tiempo mas transcurrió, pero al fin entro una enfermera la cual me indico que se me daría de alta, me entrego una pijama y una bata. La mire confundida.
—Es para que se vista — fue todo lo que dijo.
Me cambie una vez que me hubo desconectado a la maquina que llevaba mis pulsaciones y el suero, de nuevo me quede sola aguardando. Por fin ingreso el medico acompañado de Tristán, respire con alivio.
—Muy bien Paloma, te encuentro mucho mejor, como ya se te indico hoy sales del hospital, pero necesito verte en dos días, solo para confirmar que todo va mejor.
— ¿Dos días? — pregunte.
—A si es — mire a Tristán con preocupación, mi madre se terminaría enterando.
—Esta bien doctor, yo la traeré cuente con ello — aseguro Tristán.
—Eso es lo que me preocupa — dijo el doctor, Tristán lo miro con el ceño fruncido y yo no pude evitar reírme.
—Doctor...
—Nada muchacho era una broma, los espero — se fue.
—Tristán ¿Qué voy hacer? Mi mama...
—No te preocupes, ya lo tengo solucionado.
— ¿De que hablas?
—Rente una habitación en un hotel cerca de aquí, pienso que lo mejor seria permanecer ahí. Por lo menos mientras el doctor te da la alta.
—Si seria lo mejor ¿Pero...
—¿Pero?
—Eso será hasta el miércoles y les dijimos que viajaríamos el martes.
—Voy llamarlas y decirles que se me atravesó algo y no podremos viajar — solo asentí — Ten — me entrego un abrigo grueso — Esta lloviendo afuera.
No podía negar lo que bien que me sentía el que el se preocupara por mi, mi corazón aleteaba y me moría de ganas de refugiarme en sus brazos.
—Gracias — fue todo lo que pude decir.
Me sentaron en una silla de ruedas para llevarme a la salida, por mas que proteste se me indico que era política del hospital así que a regañadientes acepte. En cuanto llegamos a la puerta me puse de pie y sentí como me golpeaba el aire frió, me cubrí con la capucha del abrigo y lo cerré aun no terminaba con el ultimo botón cuando sentí como dejaba el piso.
—¡Tristán! — grite.
—¿Qué pasa? — respondió muy inocente.
—Puedo caminar, bájame — le pedí con la cara roja, por la vergüenza.
—Lo se, pero el doctor dijo que era necesario que te cuidaras, por cierto bonito color — mis mejillas se tornaron aun mas rojas, el muy idiota sonrió ampliamente y me acerco aun mas a el. Mis piernas colgaban de un extremo, pero mi rostro quedaba en su pecho podía oír el golpeteo de su corazón.
Pensé que lograría hacer que me bajara, pero solo lo hizo cuando me deposito en el asiento, inmediatamente después me puso el cinturón de seguridad y de nuevo mi corazón se disparo, si seguía así moriría de un infarto.
El trayecto al hotel no fue muy largo, lo hicimos en silencio. Aun dentro del coche sentía frió, no me iba ser fácil acostumbrarme a este clima.
Debí imaginarme que no se quedaría en cualquier hotel y aun así no pude dejar de sorprenderme, veía todo llena de curiosidad ya que nunca había estado en un lugar así.
Note que el me miraba con una sonrisa y de nuevo me sonroje. Con toda seguridad pensaría que era una niña.
Pasó de largo la entrada principal y fue al estacionamiento sub-terraneo, lo mire.
—Hay un elevador que nos lleva directo a la habitación, así no te mojaras — respondió a mi pregunta no hecha.
Detuvo el coche, bajo de el y vino a mi lado me ayudo a bajar y lo vi con la intención de llevarme en brazos de nuevo.
—Agradezco tu gesto, pero me gustaría caminar — me encamine al ascensor con toda la dignidad permitida, solo había dado unos cuantos pasos cuando me sentí mareada y perdí el equilibrio, pero antes de tocar el pavimento sentí sus manos envolviéndome para no caerme. Sin decirme nada de nuevo me levanto en brazos, esta vez no dije nada me sentía muy débil.
—Deberías aprender a escuchar mas y ser menos terca — me irrito que me digiera eso, pero tenia razón.
Habíamos subido cuatro pisos cuando ingresaron tres jóvenes de entre quince y dieciocho años, escuchaba sus cuchicheos y risitas ya me imaginaba por quien era. Un piso mas arriba bajaron.
—¡Que romántico! — dijo una.
—¡Si recién casados! — dijo otra.
¿Recién casados? Esa era la imagen que dábamos, por mas que lo negara no podía negar que me gusto.
La habitación resulto ser una espaciosa suite, con tres recamaras, una sala de estar, comedor, balcón y una cocina. Tristán me llevo a la que seria mi recamara.
—Tus cosas ya fueron acomodadas, si necesitas algo mas solo pídelo.
—Gracias, me gustaría tomar un baño.
—Seria mejor si solo descansas, te mareaste y por poco acabas en el suelo. Pediré algo de comida y después tomaras una siesta — Y ahí de nuevo el mandón, solo ordenando, — Y ni me debatas que sabes que tengo la razón.
Después de la comida regrese a mi cuarto, no podía dejar de pensar en lo del elevador. A demás estos días habían sido una verdadera locura, pero el se había portado como un ángel, después de todo o tenia ninguna obligación, pudo solo llamar a mi madre. Pero lo que no entendía es por que lo hacia.
No tenia nada claro, solo que a partir de ahora ya no seria un limón agrio con Tristán, el hecho de que me guste, a el no lo hace culpable de que yo haya roto la línea que me había trazado. Respire profundamente.
—Tristán — lo llame.
—Dime.
—Yo... solo... quería darte las gracias — no me atreví a mas, me hubiera gustado que viéramos una película o tuviéramos una conversación.
Me dedico una de esas sonrisas que me dejaban embobada y se fue.
Desperté horas mas tarde, la televisión se encontraba encendida, reflejaba en la oscuridad un tenue brillo y el sonido era apenas un murmullo. Me senté en la cama y vi que Tristán dormía a mi lado. No supe que pensar, pero deducía que le había vencido el sueño ¿Pero por que aquí?
Encendí la luz, la puse en lo mas tenue, mire su rostro llevaba una barba de dos días, y unas ojeras marcadas. Podría jurar que no había descansado desde el sábado que se quedo en mi casa. Lo observe a mi gusto, por primera vez lo vi a detalle, me moría por tocar sus labios, pasar mis dedos por su rostro, cabello, un rico aroma a colonia inundo mis sentidos ¡Dios santo! No solo me gustaba... sentía algo por el.
Me volví a costar y me quede observándolo hasta que de nuevo el cansancio me venció.
Desperté un poco confundida, había tenido un sueño pero solo recordaba fragmentos y no tenían coherencia. Tristán ya no estaba en la cama, puse atención para escuchar algo, pero solo había silencio.
Salí de la habitación pero no lo encontré en ningún lado. Mire el reloj y vi que eran las siete ¿A dónde había ido? Aguarde media hora pero ni sus luces, me fui a dar un baño pero cuando termine aun no había rastro de el.
Camine de un lado a otro, incluso me asome a su cuarto pero no me anime a entrar, fui a la sala y me puse a leer.
Cerca de la ocho treinta apareció, llevaba un pantalón deportivo y una sudadera, el cabello revuelto y su acostumbrada sonrisa de lado, se le notaba lo sudado y se veía jodidamente sexy, de nuevo mi corazón se puso como un loco pero esta vez sentí algo mas, tenía ganas de írmele encima y arrancarle la ropa.
—Ya despierta, ¿Desayunaste? — me pregunto, trayéndome de regreso, sentí que me ponía como un tomate, ojala y no se me notaran los pensamientos, no pude hablar así que solo negué con la cabeza —¿Por qué?
—Bueno no sabia donde estabas y yo...
—Te deje una nota ¿No la leíste?
—No.
—Te decía que iba al gimnasio, si te daba hambre pidieras servicio al cuarto — hablaba mientras se quitaba la sudadera —¿Te parece si ordenas la comida mientras me baño? — asentí y me lleve la mano a la boca no sabia si estaba babeando.
El día transcurrió sin sentirlo, estuvimos la mayoría del tiempo juntos. Hable con mi madre y la escuche feliz, también lo hice con Lu, el cual seguía preocupado, solo se quedo tranquilo cuando hablo con Tristán.
Por la noche me pregunto si veíamos una película, yo acepte aunque me sentía cansada me gustaba estar en su compañía, seguíamos sin ser muy conversadores pero el silencio parecía no incomodarnos.
Desperté cerca de las seis de la mañana, era muy temprano aun no me aclimataba al cambio de horario, me desperece y me senté en la cama, sentí movimiento y vi que Tristán dormía de nuevo a mi lado.
Eso me confundía sobre manera, esto no era correcto, además ¿Por qué lo hacia?
Me levanté y me prepare un te, después me fui a la ventana, no podía creer lo que veía ¡Estaba nevando! Jamás había visto nieve, sentía unas ganas de salir al balcón y tocarla, puse la mano en la manija.
—Ni se te ocurra — escuche a mi espalda, me gire.
—Solo quiero tocarla.
—Ya lo harás, acabas de estar muy enferma y eso te provocaría una recaída.
—Bien — dije de mala gana —Pero cuando vayamos al doctor — me miro.
Cerca de las doce del día llamaron a la puerta, y me sorprendió ver al doctor.
—Paloma — me saludo.
—Doctor que bueno que verlo, gracias por venir.
—No me dejaste otra opción — mire a Tristán.
—No me mires así la temperatura esta baja.
—No lo regañes, tiene razón, ven vamos a revisarte.
—Bueno, muchachos todo esta muy bien ya puedo darte de alta, mientras me prometas que seguirás las indicaciones y terminaras el tratamiento.
—Yo me ocupare de eso — dijo Tristán.
—Solo tengo algo más que pedirles.
—¿Qué es? — pregunte
—Que no salgas del hotel, de preferencia hasta del cuarto, hasta que pase la nevada.
—Lo haré doctor, no creo que dure mucho.
—Es tu primera vez aquí ¿Cierto? — Asentí — Se nota, esta la pronosticaron por tres días.
—¡Tres días!
Tristán
Después de que el doctor se marchara, Paloma se fue a su cuarto sin decir nada y era hora que no salía. Mire de nuevo el reloj ¡Tres horas! Habían transcurrido tres horas.
¿Por qué era tan cerrada? ¿Por qué simplemente no dice lo que piensa? Cada vez me convenzo mas de que no me soporta, tengo seis meses de conocerla y es cierto que hemos pasado momentos malos, pero también los hemos tenido buenos, hay momentos en los que he creído ver algo en ella y que no le soy indiferente, pero luego pasan este tipo de cosas y me desconcierta, de verdad no logro entenderla.
Se que su vida fue marcada por el abandono de su padre, pero tuvo la dicha de tener una madre que ha sido un verdadero ejemplo, ha tenido a Lu que ha sido como un hermano.
Se que cada ser humano llevamos cicatrices que nos siguen lastimando, pero también se que nosotros mismo hacemos esas marcas mas visibles.
Definitivamente Freud tenia razón "A la mujer hay que amarla, no tratar de entenderla"
¿Amarla? Que estupideces pienso, fui a su puerta y llame.
—¿Paloma?
—Adelante.
—Me gustaría que habláramos ¿Sucede algo?
—No nada — la mire, ni ella se creía eso.
—Nos quedan tres días mas juntos, estaremos dentro de estas paredes ¿No crees que seria mejor tratar de llevarnos lo mejor posible? O...
—¿O? — pregunto cuando vio que no continué.
—¿Te resulto tan intolerable?
—¡No! No Tristán no pienses mal, es solo que...
—¿Qué?
—Me siento mal.
—¿Te duele algo? ¿Llamo al doctor?
—No, no es físicamente, me siento culpable, me moleste contigo y aun pienso que te portaste como un idiota, pero yo no actué muy madura que digamos y eso nos trajo consecuencias ambos, y ahora tu...
—¿Yo que? — me pregunte, cuando vio que no continuaba.
—Lo siento, no es justo que estés atrapado aquí conmigo, deberías de salir y divertirte.
—¿Eso te haría sentir mejor?
—Si, yo te prometo que me quedare aquí.
—¿Puedo confiar en ti? — pregunte con burla.
—¡Por supuesto! — me respondió un poco ofendida.
—Te creo, dime ¿Tienes horas pensando lo mismo? — No contesto — ¿Dime por que piensas demasiado las cosas? — no me respondió — A mi no me molesta en absoluto estar aquí, al contrario te debo una.
—No comprendo.
—Digamos que llevo mas de un año manteniendo una batalla — me quede pensativo — Digamos que esto llego en un muy buen momento, necesito escapar del mundo, necesito paz — entonces sonrió, de esa manera dulce tan suya.
Y entonces lo comprendí, no era el que le molestara estar conmigo, estaba preocupada por mi.
—Me llamo Tristán Alexander, soy ingles con sangre mexicana, tengo veinticuatro años, trabajo en la empresa familiar, me gusta el tequila y el mariachi. Tengo debilidad por las carreras de motos y las peleas de Kick boxing. Tengo muy mal genio, no soporto no tener el control, haría cualquier cosa por proteger a las personas que amo — le extendí la mano y ella la tomo.
—Soy Paloma, aunque todos me llaman Mía, soy mexicana y tengo dieciocho años — la mire levantando una ceja — Bueno casi dieciocho, mi debilidad el helado y me encantan las cosas dulces, unas de mis metas es terminar la carrera de arquitectura. No soporto que me digan lo que puedo o no hacer, tengo un serio problema en confiar en las personas y en seguir las reglas. Solo he tenido un novio, que es falso.
—Mucho gusto.
El resto de la tarde solo hablamos, yo preguntaba y ella respondía con espontaneidad, después ella preguntaba y yo era sincero. Sin embargo quería más, más de ella, de su vida y quería darle más de mí. Pero me decía que me lo tomara con calma, así tendría mas tiempo con ella.
—¿Te gustaría ir al cine? — me miro extrañada — Solo hay una condición.
—¿Cuál?
—Tenemos que ir en pijama.
—¿En serio?
Veinte minutos después llame a su puerta.
—¿Lista?
—Si voy — abrió la puerta.
—Ahora cierra los ojos —me miro extrañada — Confía en mi.
Cerro sus ojos, la tome en mis brazos, pensé que protestaría, pero no, sonrió y recargo su cabeza en mi hombro.
La deposite en un sillón y me senté junto a ella.
—Ya puedes abrirlos — pude ver la sorpresa en su rostro.
—¿¡Como!? ¿¡Como lo conseguiste!? — sonreí satisfecho.
—Honestamente solo marque al servicio a cuartos — sentí vergüenza, creo que después de decirlo no era espectacular.
—Aun así gracias, gracias por planear esto para mi — me dio un beso en la mejilla y sentí algo sobre mi piel.
Había pedido que improvisaran una pequeña sala de cine, llevaron un candy bar que incluía desde palomitas, nachos, hot-dogs, refrescos y dulces, mucha variedad de dulces y un proyector.
—Ahora toca escoger la película, ¿Alguna en particular?
—No escoge tú — me dijo.
—Yo tampoco no tengo idea ¿Romántica? — pregunte.
—Acción — respondió.
—¿Segura? — pregunte extrañado.
—No soy romántica, lo recuerdas — seguía sin creer eso.
Buscamos varias opciones, pero no, nos decidíamos por alguna.
—Ya se — dije de pronto — ¿Cuál verías con Lu?
Unas hora más tarde, estaba arrepentido de haber preguntado.
No era una persona que le tuviera miedo a una película, pero la muy maldita estaba muy bien hecha, ya había pegado algunos brincos en mi asiento.
Pero ver una película de terror tiene sus ventajas.
—Lo siento — se disculpo cuando se escondió de nuevo detrás mío, por quita vez.
—¿Si quieres la cambiamos?
—No pero es que siempre hago lo mismo con Lu, ¿Qué tu no te has asustado?
—No, para nada — mentí.
La película se termino entre sobresaltos, ya sea por la escenas de suspenso o cuando ella me abrazaba.
—Gracias Tristán, me gusto mucho la sorpresa.
—No agradezcas yo también lo disfrute.
—Me voy a dormir.
—Es temprano ¿No quieres ver otra película?
—Me encantaría, pero el medicamento me da mucho sueño.
Mire el reloj de nuevo, solo habían transcurrido cinco minutos desde la ultima vez. Me sentía cansado pero no podía dormir, mi cama estaba incomoda, se sentía fría.
Para que me hacia el idiota, había un solo lugar donde quería estar, salí de mi habitación y fui a la suya, haría lo mismo que las otras noches, aprovecharía que dormía me metería en la cama y dormiría, me levantaría temprano para que no se diera cuenta.
Abrí la puerta sigilosamente, todo estaba oscuro, me asome con cuidado, pero no se escuchaba nada.
—Tristán ¿Necesitas algo?
—¿¡Que!? — Escuche su voz detrás de mi — Yo... yo... — encendió la luz — No, solo quería saber si te encontrabas bien.
—¿Así?
—Si ¿Que haces fuera de la cama? — pregunte.
—Me gusta mirar por la ventana cuando es de noche, ya me iba la cama — entro a su cuarto mientras yo seguía de pie en la puerta — ¿Algo mas?
—Si, no puedo dormir ¿Puedo hacerlo aquí?
—¿Aquí? ¿Por que?
—Tengo miedo.
—¿Qué?
—Si por culpa de la película — se soltó a reír.
—¿En serio? — asentí y puse cara de afligido. — ¿Y si digo que no? ¿Esperaras a que duerma para hacerlo?
—Lo haré.
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