☃️24. Nochevieja☃️
Olwen perdió algunos recuerdos de su pasado. Casi todos menos los que compartió con cierta chica, la niña que conoció hace años y la misma que le salvó la vida durante una avalancha la segunda vez que se encontraron.
Fue más o menos cuando ambos tenían catorce años, Olwen era perseguido por la orden de ángeles de nieve que buscaban reclutar los después de que sus poderes despertaran. El chico escapo de casa y llegó hasta el pie de una montaña en donde Camelia practicaba esquiar.
La magia descontrolada de Olwen provoco una avalancha que arrastró a ambos, dejándolos perdidos en un basto bosque de nieve. Camelia que recibió el daño más leve se encargó de llevar a Olwen hasta una cueva y encender fuego dentro para que no se congelarán durante la noche.
Ella cuidó de él, después de que Olwen se desmayara tras usar excesivamente su poder sin control. Ellos se perdieron en aquella cueva y mientras dormían el fuego derritió una pared dejándolos atrapados.
Al despertar Olwen reclamó a Camelia por dejar el fuego, ella le replicó que fue para salvarlo. Ambos se pelearon cómo dos niños pequeños, hasta que notaron que eran los únicos ahí que podían ayudarse para salir de esa situación. Igual que los niños, ninguno guardo rencor y en su lugar comenzaron a trazar un plan para salvarse.
—Si movemos la nieve de la entrada podemos salir, pero nos tomara mucho tiempo ¿Qué hacemos? —preguntó Camelia qué no sabía en ese entonces qué Olwen era un mago de nieve.
—Intentemos escarbar —propuso él.
Olwen no quería revelar sus poderes, por más que estuvieran atrapados, él no quería volver a revivir la imagen de un rostro igual y lleno de terror como el que vio en la cara de sus padres.
Se decidió ha no revelar ese secreto e hizo lo imposible por resistir el frío hielo que se colaba por sus guantes mientras intentaba remover la nieve.
—¡Es imposible! —exclamó cansada Camelia después de ayudarlo—. Si un ángel de nieve estuviera aquí ya nos habríamos salvado, espero que uno nos encuentre pronto.
—¿Qué tienen de bueno esos ángeles? —replicó enfadado.
—¿Eh? No lo sabes, son los mejores, nunca he visto uno, pero mi hermana decía que eran los mejores guardianes.
—Pues no son, ¿por qué no investigas por tu cuenta?
—Cálmate, solo era una opinión. No te preocupes, investigaré la verdad de los ángeles de nieve, si logramos salir de aquí —suspiró ella.
Camelia volvió a intentar quitar la nieve de la entrada, pero parecía casi imposible, cada vez que quitaban un poco otros trozos de nieve tomaban su lugar.
—¡Esto es imposible! ¡Nos quedaremos aquí hasta nochevieja! —reclamó Camelia tirando una bola de nieve a la misma pared.
—Eso no sería tan malo —respondió Olwen.
Y es que el cumpleaños de Olwen y el día en que los ángeles de nieve debían llevárselo, caía en nochevieja. Él olvidaría a su familia y su familia lo olvidaría él mismo día de su cumpleaños, así que nada lo haría más feliz que poder evitar ese día.
—Así que es tu cumpleaños, no temas incluso si todos lo olvidan yo lo recordaré —prometió Camelia aun sin entender toda su historia—. Te daré un buen regalo, soy muy buena en eso, en mi familia me que soy incluso mejor que Santa Claus —dijo muy segura de sí misma.
Camelia se halago a sí misma, buscando hacerlo sonreír. Lo que logró momentos más tarde cuando Olwen no pudo evitar reír a carcajadas. Pasaron un día completo encerrados en la cueva helada hasta que Olwen decidió usar su magia. Camelia estaba muy débil y tenía signos de un resfriado, Olwen sabía que sí no hacia algo pronto ella estaría en peligro.
Abrió una salida y ambos pudieron escapar gracias a la magia, pero fue esa misma magia la que hizo que los ángeles de nieve encontrarán a Olwen rastreando su maná. Él sabía que eso pasaría y de alguna forma lo aceptó, no esperaba que Camelia lo defendiera cuando los ángeles quisieron borrar sus recuerdos y los de ella también.
Nadie podía tener relación con los ángeles de nieve y Camelia había formando recuerdos con uno, así que ellos creían que debían borrarlos. Pero, no esperaban que la niña fuera tan testaruda.
—¡No quiero olvidar! —protestó Camelia a viva voz—. Él tampoco debe olvidarme a mí o a su familia, ¿qué clase de guardias son para ser tan crueles? —siguió resistiéndose y escapando de ellos.
—Esas son las reglas y debemos cumplirlas —le recalcó uno de los ángeles de mayor rango que se presentaron frente a ellos.
—No olvides mi nombre soy Olwen —gritó él antes de ser capturado por los ángeles y llevado lejos de Camelia.
—¡Olwen! —gritó al verlo alejarse.
—Me aseguraré de recordarte —pronunció él antes de irse.
—No lo aceptó, por siempre creeré que son estúpidos, arrogantes y crueles —mencionó al ser atrapada por uno—. No quiero olvidarlo a él, no quiero —repitió Camelia antes de que su memoria fuera modificada y cayera en un sueño profundo.
Continuará…
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