Camelia

Ya sabía lo que significaba, pero no tenía idea de cómo decírselo a Olwen, después de todo él era ajeno a la situación que estaba fantaseando toda mi familia. Mientras todos pensaban que teníamos una relación, él creía que todos había entendido que éramos muy buenos amigos.

En fin, tenía que decirle que los ovillos de lana que le dio mi abuelo eran para tejer un calcetín con su nombre bordado en él. Era una tradición familiar, tener uno por cada miembro de la familia y en cuando uno de nosotros tenía una pareja estable o se casaba debíamos añadirlo a los calcetines cerca a la chimenea.

—Perdóname, por mi culpa creo que piensan que somos una pareja —comentó Olwen sorprendiéndome.

—¿Eh? ¿Cuándo diste cuenta? —no pude evitar preguntarle.

—Bueno desde está mañana, tu madre me preguntó cómo era vivir en la torre mágica y si teníamos pensado vivir ahí o ir solo en vacaciones —mencionó haciéndome sentir más avergonzada que antes.

—Lo siento, no es tú culpa, es todo mi culpa —reconocí sintiendo un nudo en el estómago que no estaba muy segura si era por la pena o la vergüenza pasada.

—No, está bien. De cualquier forma el que salió más beneficiado con la confusión fui yo, ya que ellos me aceptaron y se comportan como si realmente fuera de la familia —comentó con una sonrisa ligera en su rostro, parecía más tranquilo y alegre que antes—. Por cierto, le dije que no planeaba volver a la torre y que tal vez viviríamos en la capital. Aquí en Khione le pareció un buen lugar por lo animado que es no solo durante el invierno.

—¿Qué le dijiste qué? ¿Por qué hiciste eso? —le cuestioné entre furiosa y curiosa a la vez.

—¿No debí hacerlo? —preguntó, elevando un poquito más mi enojo.

Yo que estaba tratando todo el malentendido como algo delicado, me entenderé de qué él ya estaba haciendo planes para una casa propia. ¿Cómo quería que me sintiera?

—Solo pensé, que querías mantener la mentira un poco más. Y no quería decirlo antes de tiempo, pero creo que después de está misión renunciaré a la posición de ángel de nieve —aseguró Olwen sorprendiéndome nuevamente.

¿Eso era posible? ¿Acaso lo hacía por mí? Millones de preguntas inundaron mi mente en ese preciso instante. Tal vez estaba demasiado codiciosa, pero que tenía de malo tener ilusiones, que tal si era realidad y Olwen estaba dispuesto a renunciar a todo por amor. Quizá una parte de mí quería creer que en serio la decisión que tomaba era por mí y no por otras razones.

—¿Por qué? —pregunté finalmente. Aunque aquella pregunta salió de mis labios sin permiso, cómo la primera vez que fui entrometida, pero por alguna razón está vez no sentía que estuviera fuera de lugar.

Continuará…