CAPÍTULO XI
Capítulo 11:
"Verdades y confesiones de amor"
SEGUNDA PARTE
Dedicatoria:
Va para tí NaniMagarii, lo pediste, yo cumplo tu deseo.
Narra *Byron*
Franco y yo, nos dirigíamos ya a las respectivas habitaciones para descansar, Diego se había quedado en la playa con las chicas, mientras subíamos la pendiente hasta la casa de playa, iba bromeando, trataba de darle carreta al idiota de Franco, pero el como siempre impasible, no perdía el paso, su caminar era pausado, como contando los pasos, sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, no se reía, no disfrutaba de las bromas que yo le hacía ¡que amargado!, solo llevaba esa expresión tan seria que lo caracterizaba. Daria lo que fuera por saber que llevaba en el pensamiento. ¿Qué era lo que había hecho que su sonrisa se borrara? Cuando lo conocí él sonreía, siempre ha sido serio, pero de vez en cuando él sonreía, más cuando Diego hacia sus payasadas o cuando mirábamos algo en la tv muy chistoso. Pero de un tiempo para acá todo cambió, el dejo de sonreír. Desde entonces he pensado que talvez, solo talvez alguien rompió su corazón, pero, nunca lo he visto acompañado de alguien.
Allí está otra vez esa horrible sensación (llevo mi mano al pecho y vacilo en dar el siguiente paso, casi me detengo en seco) ¿Qué era esta sensación? El solo hecho de pensar que alguien había llegado a ser muy importante para él, que esa persona habitó en su corazón o habitaba en este momento, hacía que el mío doliera.
A pesar que era él quien caminaba pausado, en este momento ya me había adelantado como tres pasos, empecé a caminar detrás de él en silencio. Antes de cruzar por la puerta, él se detuvo y volteo a verme con el ceño aún más fruncido... y me preguntó -¿Qué te pasa?- -¿Estas bien?- Yo simulé una sonrisa y comencé a caminar. Al estar a su lado le dije
-De pronto me acordé de algo, ¡nada importante!- y continué caminando, dejándolo de nuevo atrás.
Ya atravesábamos por el pasillo que dividía las habitaciones, pero hubo algo que me detuvo de romplón. Sentí como un inmenso calor se elevaba desde mi espalda, pasaba por mi nuca y se posicionaba directamente en mi rostro. Abrí los ojos desmesuradamente, me tapé la boca con ambas manos, una sobre la otra, giré y fijé mi vista en Franco y lo vi apretar los labios tratando de que su sonrisa no se hiciera más evidente. A través de la puerta de la habitación de Erick y Ángel-kun, la que tenía enfrente, se escuchaban gemidos y palabras de amor. Franco imperturbable, continuó su camino y al pasar a la par mía con su hombro me dio un empujón para que yo siguiera caminando.
No sé qué pasó por mi mente en ese momento !maldito desenfreno hormonal!, aprisione la muñeca de Franco con mi mano y temiendo lo inevitable (él por curiosidad me miraría), bajé la mirada. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo me escapo de esta? Mi habilidad de salir de situaciones, se había ido por el caño en este momento. Yo solo había reaccionado por impulso. Si él antes creía que yo era un estúpido, ahora pensará que lo soy aún más.
Instintivamente solté su muñeca y giré sobre mis pies para salir de nuevo del bungalow. Todo empezó a transcurrir como en un sueño... Franco sacó de su bolsillo la mano y ahora era él quien me sujetaba por la muñeca. No podía voltearme, no podía moverme, parecía como que duendes malvados hubieran venido y clavado mis pies al suelo. Empecé a temblar al sentir la cercanía y el calor del cuerpo que por mucho tiempo había personificado mis más hermosas y ardientes fantasías. La mano de Franco se entrelazó con la mía y con la punta de los dedos de su otra mano retiró de mi hombro la poca tela que cubría la playera sin mangas que llevaba puesta. Cerré mis ojos con fuerza, sentía su aliento tan cercano a mí.
-¿Sabes?- dijo con su voz tranquila y ronca, luego sin esperar respuesta continuó:
-Por algún tiempo hasta el día de hoy, hubo una sola razón por la que no he faltado ni una sola vez a clases, aunque esté enfermo, casi moribundo, siempre hubo un motivo para ir al instituto; a pesar de tener una motocicleta, prefería ir y venir del instituto en el vehículo de Erick, con todos Ustedes; durante el tiempo que tengo de conocerlo, esta persona ha faltado una sola vez a clases y ese día para mí fue un verdadero infierno. En mi celular las llamadas de todos los números registrados y no registrados suenan de la misma manera, a excepción de uno, este tiene una melodía muy especial, aunque cuando estoy en el instituto siempre cargo en vibrador el aparato, para no caer en evidencia. ¡Byron,... tú me gustas! !Me has gustado por mucho tiempo! necesito saber qué es lo que sientes por mí, porque yo ya estoy convencido de lo que siento por ti. ¡Tú motivas mis días!. ¿Byron...... tú me quieres?.-
Antes que ese bello sueño se esfumara como todas las mañanas, me apresure a responder... -¡¡SI!!.-
No podía más, mis piernas empezaron a temblar y perdieron la fuerza, pensé que impactaría contra el suelo, pero él me detuvo y me cargó, siempre con su paso firme me llevó en brazos hasta la que era su habitación y una vez dentro me colocó de nuevo en el suelo. Sujetándome por la espalda, volvió a retirar la playera de mi hombro y ahora sí colocó sus labios ardientes en mi piel. Sentía su cuerpo temblar y mi cuerpo temblaba aún más. Comenzó a besarme con dulzura, con un cariño que en mi vida hubiera esperado de él. Sus besos y su cuerpo avanzaban hasta que estuvo frente a mí. Me miró directamente a los ojos y como pude, por un breve instante sostuve mi mirada en la de él ¡podría perderme en la profundidad de sus ojos negros¡, pero luego mordí mis labios y miré hacia un lado, sentía vergüenza ante él. Tomó mi rostro y con suavidad lo colocó de nuevo de frente a él, acercó sus labios humedecidos a los míos, pero se detuvo a escasos dos centímetros. Comprendí. Me invitaba al beso. No forzaba nada. Todo tendría que ser por voluntad.
Sonreí, estaba tan feliz, como niño en la heladería. Cerré mis ojos, me puse un poquito de puntillas para alcanzarlo y junte mis labios a los suyos. Era tan irreal. Imaginaba que los ángeles al caminar por las nubes se sentían del mismo modo que yo me sentía en este momento. Su beso era tan dulce, tan tierno, sin arrebatos. Pero yo quería más, yo necesitaba más, así que me refugié tras mis ojos cerrados y sin pudor y sin reservas saqué mi lengua y la pasé por sus labios. Hasta entonces noté que Franco estaba conteniendo la respiración, porque exhalo tan profundamente y su beso tierno se transformó en apasionado, su cuerpo aprisionaba el mío para sujetarlo en alto y proporcionarme un leve descanso, ya no tenía que ponerme de puntillas para alcanzarlo, nuestras caderas rozaban y yo podía sentir la erección de Franco.
Mientras continuaba besándome, casi al punto de la asfixia porque en ningún momento separaba sus labios de los míos, me fue llevando hasta quedar a la par de la cama, colocó una rodilla sobre el borde y apoyó una mano, con la otra mano aun me sujetaba en alto por la espalda y con mucha delicadeza me recostó, se posicionó sobre mí y aún no rompía el beso, el que fue roto únicamente para que Franco casi me arrancara la playera, arrancándose la suya también. Sentía su torso desnudo sobre el mío, su calor, su respiración tibia.
En un movimiento rápido puse mi mano sobre su torso y lo empuje suavemente. Franco quedó en shock.
¡Joder, es un pecado que pongan en la mente de un obsesivo compulsivo como yo, una idea, una duda!. No podía más, trataba de concentrarme en todo lo que estaba pasando, pero mi mente me mandaba destellos de luz y con cada destello las mismas preguntas.... ¿Era yo el que tenía un tono especial en el celular de Franco? y si era yo, ¿cuál era ese tono especial?...
Franco salió del estado de shock al que yo lo había llevado, se puso de pie y comenzó a caminar rumbo a la puerta de salida, yo di un salto y trastrabillé tras de él, lo sujete con todas mis fuerzas y lo miré de frente poniendo una cara de súplica... con voz apenada le solté:
-¡Por favooooor! Tú me conoces, comprendes mis manías, esto es un martirio para mí.-
Al ver la confusión de Franco, saque de mi bolsillo el celular y lo coloqué en medio de los dos, mientras marcaba su número... Franco bajo su rostro y sonrió, mientras extraía del pantalón su celular, me abrazó y colocó su rostro en mi cuello provocando que mi cuerpo se electrizase por completo. En su celular comenzó a sonar una melodía y mi amado empezó a moverse lentamente al ritmo de esta, llevándome con él....
Sonreí al escuchar las primeras palabras, ya estaba, en ese preciso momento yo en la inmensidad de este planeta era el ser más feliz, mi dicha era plena....
¶¶Amarte como te amo es complicado
pensar como te pienso es un pecado
mirar como te miro está prohibido
tocarte como quiero es un delitooo....¶¶
(Darte un beso. Prince Royce)
Yo estaba perplejo, durante todo este tiempo su sonrisa no desapareció, tomó los celulares, terminó la llamada en el mío y puso a reproducir la melodía en el suyo, y luego los tiró sobre la cama...
El vaivén de nuestros cuerpos continuaba al ritmo de la canción. ¿Acaso sabrá él que yo no sé bailar? Neh. No importa.
Él besaba, lamía y mordisqueaba juguetonamente mis labios, mi rostro, mis hombros y mi cuello, esto último me provocaba cosquillas y el sonreía con mis reacciones.
Sus manos, iban y venían a su antojo, desde mi cabello, pasaban por mis hombros, luego por mi cintura y llegaban a mis nalgas apretándolas con delicadeza y elevándome hasta la altura de su cadera, cada vez que las apretaba, rozaban aún más fuerte nuestros miembros ya erectos.
Ni Flash le habría ganado en el momento que se separó y retiró la única ropa que nos cubría. ¿Vergüenza? No había tenido tiempo de experimentarla, estaba extasiado, estaba al lado del ser que he amado en silencio por tanto tiempo y ahora sabedor de que ese sentimiento era correspondido, pero no podía verlo directo a sus ojos, aunque estos me gustaban mucho.
Reaccioné y en voz baja y con un dejo de tristeza le dije... -La canción terminará.- Él sonrió sobre mis labios y me dijo.. -¡No!-
La canción terminó y automáticamente volvió a reproducirse desde el principio. Yo sonreí. Era una delicia bailar desnudo a su lado, sentir sus labios apoderándose de mí, reclamándome como suyo. Se agacho y del pantalón que estaba en el piso, extrajo su billetera y de ella dos sobrecitos que fue con lo único que cargo mientras me iba besando y empujando despacio, hasta que topé con la ventana que estaba abierta. Coloco los sobrecitos sobre la cama. Guio mis brazos hasta que estos se apoyaron en el alféizar, cargó el resto de mi cuerpo e hizo que yo rodeara su cintura con mis piernas. ¡Dios, era tan vergonzoso para mí estar así, él podía ver mi cuerpo desnudo y mi erección chocando en su vientre! La erección de Franco rozaba tenazmente mi entrada.
Estuvimos en esa posición por unos minutos de éxtasis, pero no pude más y me quejé...
-¡Franco, por favor, me duele la espalda!.-
El volvió a sonreír sobre mis labios, me cargó y me volvió a colocar en la cama, yo abrace sus fuertes brazos y me dejé llevar.
Nuestros cuerpos sudorosos rozaban entre sí, ahora mi espalda descansaba ya en la comodidad de la cama, nuestras respiraciones eran profusas.
Mi sentido analítico volvió y observe la escena desde mi ángulo, mis manos hasta ese momento solo estaban colocadas en sus hombros, sin moverse. Y pensé:
Has deseado y soñado con este momento durante tanto tiempo. Estás aquí sin tomar partido, solo recibiendo lo que se te da. Me abofetee mentalmente: !Despierta del letargo Byte! Si esto es un sueño y mañana ya no está, no te lamentes después de haberte quedado con el deseo de entregarte y amarlo como lo has imaginado estos años.
Cerré mis ojos y mis manos se transformaron en libres viajeras, desde sus hombros comenzaron a descender lentamente por sus brazos hasta tomar con la yema de mis dedos y dar un pequeño apretón en la punta de los suyos. Luego ascendieron de nuevo hasta llegar a su posición inicial, ahora emprendían el descenso de nuevo lentamente, milímetro a milímetro, pero recorriendo su pecho sudoroso y con pequeños y suaves vellos que lo cubrían, al pasar por sus costillas las fui contando una a una, sentí su ombligo y acaricie su contorno con la punta de mis dedos, luego mis dedos libres y traviesos remarcaron el letra V que se forma en su abdomen bajo, casi por tocar su miembro.
Automáticamente me detuve, caí en cuenta que desde hace un momento, los labios de Franco ya no me besaban. Abrí mis ojos y sus profundos ojos negros me veían, su rostro expresaba lujuria, pero al mismo tiempo ternura.
Por instinto y algo azorado volví a cerrar mis ojos. ! Sentí tanta vergüenza!
Franco con voz temblorosa debido a la pasión y con su respiración entrecortada, dijo:
-¡No te detengas! ¡mírame! ¡siénteme!-
-¡Este que esta frente a ti, es tuyo, mente, alma, corazón y cuerpo!-
Yo aún sentía mucha vergüenza, así que sin abrir mis ojos negué con la cabeza.
Franco se rio. ¡Era un maldito, todo este tiempo me había privado de escuchar su melodiosa risa!
Él se quedó unos instantes así, lo podía sentir, solo me veía sin decir nada, luego apoyo todo su peso en su brazo izquierdo y con su mano derecha tomo una de las mías y la fue guiando a través de su cuerpo, como enseñándome a acariciarlo, a veces se detenía y ejercía una pequeña presión para que mi mano apretara algún lugar en su escultural físico.
¿Más excitado? Imposible. No creí poder estarlo más. Hasta que mi mano guiada por la suya emprendió el ascenso por su pierna, hasta llegar al lado de su miembro (respiré entrecortadamente y mi cuerpo se estremeció levemente), él siguió sujetando mi mano en ese punto, estiró sus dedos índice y pulgar con los que aquietó su miembro, justo a la par de mi mano.
No hacían falta palabras, yo entendía a la perfección a Franco, él no lo forzaría, todo debía ser por voluntad, el solo me invitaba. Mi voz sonó entre vergüenza y deseo:
-¡Por favor, no te detengas!-
Franco sonrió y guio mi mano para que esta se aferrara a su miembro y comenzó a hacer que mi mano le diera placer. Mi excitación llego a niveles nunca experimentados por mi cuerpo, su olor, su sudor, su respiración, su aliento, la fórmula perfecta para llevarme a la locura.
La excitación dio paso al delirio, cuando Franco ahora aparte de su miembro hacia que nuestras manos tomaran también el mío. Nos besábamos, mientras nos masturbábamos.
Ya no pude más, ni siquiera pude avisar, solo contorsione mi cuerpo y deje escapar un quejido, mientras mi semen se liberaba y quedaba entre el cuerpo de Franco y el mío.
Sentía mi cuerpo aletargado, una extraña sensación se apoderaba de mí, así como cuando con Diego nos agenciamos de nuestro primer sixpack de cervezas (el único hasta ahora) y las bebimos en proporciones iguales, en el parque cerca de nuestras casas.
/Flash back/
Pero qué te pasa Diego. Estás loco. Trataba de hacer que reaccionara.
Jamás lo había visto tan mal.
Diego siempre es muy alegre, ese día su novia !la muy maldita! solo le había enviado un mensaje para romper con él.
Llego a casa con el celular hecho pedazos y con cara de cachorrito abandonado. Salí con él a andar por allí, brindándole todo mi apoyo. Pero él tenía esa loca idea metida en su cabeza, quería tomar su primera cerveza. Habíamos conseguido 6 y nos fuimos al parque que está a 3 cuadras de nuestras casas (vivimos en la misma cuadra). Nos sentamos en el suelo, sobre la grama, nos dividimos el botín y empezamos a beber, nunca me imaginé que tan barato resultaría yo con la bebida. Solo pensaba 3 no harán nada.
Cuando habíamos tomado nuestra tercera cerveza cada uno, creí que era buena idea irnos a casa, trate de incorporarme pero no pude, caí de nuevo al suelo mareado y muerto de la risa (era esa misma la sensación que sentía en este momento, estaba embriagado de placer), intente que Diego se parara para que me ayudara a levantar pero este estaba igual que yo o peor. Todo se veía mal. Estaba asustado, como llegaríamos a casa en el estado que estábamos, podríamos ser presa fácil de cualquier delincuente o sufrir algún accidente, eso si lográbamos levantarnos.
Lo único que se me ocurrió fue llamar a Erick.
No habían pasado ni 10 minutos, cuando escuche el jeep llegar a la acera del parque, lo veía de lejos y escuché un fuerte rechinido cuando frenó. Casi salgo corriendo del terror que me produjo ver salir a Franco del lado del copiloto, dando un portazo y caminando a toda prisa con el rostro más enojado que alguna vez le hubiera visto, era tanto mi temor que yo creo que hasta la borrachera se me pasó. Nunca lo había visto actuar así, nunca había visto que perdiera su caminar pausado. Erick lo contenía y hablaba con el tratando de tranquilizarlo.
Al llegar a nuestro lado, nos sujetó fuertemente a Diego de un lado y a mí con su otra mano y mientras nos arrastraba al jeep de Erick, solo nos gritaba:
-¡¿SE DAN CUENTA EL PELIGRO AL QUE SE EXPUSIERON?!-
-¡¿QUE CARAJOS ESTABAN PENSANDO CUANDO HICIERON ESTO!?-
/Fin del flash back/
Ahora estaba aquí, Franco aún estaba sobre mí, me besaba dulcemente, yo estaba debilitado, mi cuerpo y mente estaban embriagados por las sensaciones que él me hacía sentir. Podía sentir su miembro aún duro, caliente. Pero, él no exigía nada. Solo me daba muestras de cariño, besaba mi frente sudorosa y acariciaba mi cabello.
Su voz se escuchó tan apasionada cuando me dijo:
-¡Te necesito!-
Lo abracé fuertemente y le respondí:
-¡Tómame! ¡Soy tuyo!- -¡Siempre lo he sido!-
Franco comenzó a besar mi cuerpo, de mis labios bajó al cuello y clavícula, beso mi hombro izquierdo y luego fue directo a besar el derecho, hizo lo mismo con mis pezones, solo que ha estos les dio pequeños mordiscos que me sacaron pequeños y vergonzosos gemidos. Para todo este tiempo, habían sido pocas la veces en las que yo abrí mis ojos. Cuando él descendía por mi vientre, los besos ya no eran solo con los labios húmedos, ahora se sumaba su lengua, cuando llego justo abajo de mi ombligo mi respiración se hizo más pesada, mi miembro dio un respingo y se puso aún más duro. ¡Cuerpo traicionero! ¡Que vergüenza me estaba haciendo pasar!
Las intenciones de Franco se hicieron evidentes para mí, abrí mis ojos, me impulse para quedar sentado en la cama y con mis manos sujete su cabeza, llegue demasiado tarde, la boca del amor de mi vida había engullido por completo mi miembro. Solté mi mano derecha y la lleve a mi boca para tratar de ahogar el vergonzoso gemido que salía de ella.....
Mordí el anverso de la mano que tenía en mi boca, mientras volvía a recostarme en el colchón, solo que esta vez arqueando mi espalda. Los estertores que mi cuerpo sentía en ese momento eran como los que había sentido en el orgasmo. Mis jadeos se hicieron constantes y mi gemidos casi se transformaban en llanto por el placer que Franco me estaba brindando llevando su boca de arriba hacia abajo de mi miembro.
Era tanto el placer que mi cuerpo convulsionaba, mis dientes mordían mis labios, mi lengua se volvió juguetona y mi boca empezó a salivar. Como el niño caprichoso que soy me atreví a pedir:
-Franco, yo quiero hacer lo mismo-
Franco sin sacar mi miembro de su boca, hizo que su cuerpo girara hasta quedar al lado mío, ambos quedando en una leve posición fetal, dejando al alcance de mi boca su miembro erecto. No forzó nada más, fui yo el que empecé a imitar lo mismo que hacía él con mi miembro. Sus quejidos eran entrecortados y roncos.
En este momento nuestros cuerpos habían encontrado su equilibrio, nos habíamos transformado en el yin y el yang.
Mientras más rápido lo hacía Franco yo trataba de seguirle el paso. Fue él quien retiró su boca de mi miembro y retiró su miembro de la mía, ahora él estaba besando mis labios despacio y dulcemente, abrazándome. Sin romper el abrazo, el giro su cuerpo para quedar sentado apoyando su espalda sobre la cabecera de la cama, mientras me colocaba a mi sobre sus piernas, quedando de frente a él. Yo trataba de mirarlo, lo cual conseguía por breves momentos, hasta que la vergüenza me lo impedía.
Sus besos no acababan nunca, sus manos recorrían mi espalda hasta llegar a mis nalgas, dos de sus dedos uno de cada mano llegaron a mi entrada y empezaron a hacer círculos y pequeños estirones en esa zona. Yo sabía que él ya estaba en su límite, se le notaba en la forma copiosa en que transpiraba su cuerpo y su respiración arrebatada.
Uno de sus dedos empezó a introducirse despacio en mí, al principio era una simple molestia, pero después empecé a sentir dolor. Sabía que lo sentiría, que no había forma de evitarlo, ya había hecho mi investigación en la red, animes, mangas, películas subidas de tono, hasta triple x, en todas siempre era lo mismo. Entonces recordé lo que una vez reflexione: *si es en los brazos de Franco, soportaré valientemente el dolor* Abandone sus labios, abrí mis ojos y lo mire directamente, mientras él introducía ya el otro dedo en mí, tomo una pausa y comenzó de moverlos muy lentamente, a veces con mucha delicadeza los jalaba a lados contrarios para dilatar mi orificio. Nuestras miradas seguían fijas.
De vez en cuando Franco me decía muy suavecito -¿estás bien?- Yo solo asentía y mientras lo hacía apretaba mis labios y cerraba mis ojos, luego los volvía a abrir para perderme en su mirada.
Ya no aguantaba más, deseaba tanto sentir a Franco dentro de mí, que lleve mi boca a su oreja y le dije:
-Franco ¡ya!-
Retiró sus dedos, me ofreció sus labios y yo los tomé como si fueran maná del cielo, sin alterar la posición en la que estábamos, tomó un sobrecito de los que había en la cama, lo rompió entre sus dedos y me imagine que se colocaría el preservativo. Yo quería verlo, no quería perderme ni un solo segundo de nuestra primera vez juntos, así que en la misma posición me coloque más abajo sobre sus piernas, hasta que su miembro quedó expuesto ante mis ojos, observe como Franco deslizaba sobre su apetecible miembro el látex, mientras mordía mi labio, lo contemple a detalle, eso hacía más grande mi deseo.
Lo escuche reír y luego decir:
-¡Eres un niño muy pervertido!
Yo reí con vergüenza y miré hacia otro lado.
Franco tomó entre sus manos mi rostro y me atrajo de nuevo, volvió a besarme dulcemente mientras acercaba la punta de su miembro a mi entrada y allí empezó a dar pequeños toquecitos y amagos de introducirlo, pero no lo hacía. Mis ojos entonces miraron a los suyos y al verlos comprendí... ¡no sería él quien lo forzaría! .
Me coloque en una mejor posición, mis brazos lo rodearon, apoye mi cabeza, colocando mis labios sobre su hombro, y comencé a hacer movimientos sobre su miembro, fui introduciéndolo muy despacio, las manos de Franco me ayudaban a detenerme para que la intromisión no fuera muy brusca. Yo era consciente de mi dolor, mordí el hombro de Franco y este no se quejó. Empecé a llorar, mi nariz y labios se pusieron húmedos y rojos, gire mi cabeza un poco y ahora mi respiración chocaba en el cuello de él. Sentí como mi interior de a poco se relajaba, dándole paso por completo al miembro de Franco. El dolor era insoportable.
Entonces fui consciente de que una de las manos de Franco aun sostenía mi peso y los dedos de la otra estaban enredados en mi cabello. Su voz fue tan dulce al decir:
-!Te amo Byron!-
Para entonces el dolor había disminuido, yo comencé con suaves movimientos de arriba hacia abajo, Franco llevó ambas manos a mi cadera y pude sentir cómo extendía sus piernas hacia el frente y tiraba su espalda hacia atrás mientras entre dientes gimoteaba
- !Diiooosss! -
Con ese movimiento Franco provocó de nuevo dolor, pero lo soporte porque era yo el que lo estaba llevando a ese punto del placer.
Yo sonreía, por la felicidad que experimentaba, esa felicidad que yo pensé nunca alcanzaría.
Poco a poco yo iba aumentando más los movimientos, permitía que Franco los profundizara aún más. Mi cuerpo se volvió necesitado, caí en cuenta que el cuerpo de mi amado estaba aún más necesitado que el mío, porque yo ya había experimentado un orgasmos, mientras que Franco aún se contenía.
Sorprendí a Franco tomando una de sus manos, la guie hasta mi miembro y mientras él lo sujetaba yo rodee de nuevo su cuello con ambos brazos y comencé con movimientos más rápidos de arriba hacia abajo, tan profundos, deje de escuchar mi voz, ya no era consiente de ella, ni de mis quejidos, ya que los hermosos sonidos que emitía Franco resonaban muy fuerte dentro de mi ser. Sus sonidos y su mano tan caliente alrededor de mi miembro, me fueron llevando a la locura y el poco control que me mantenía cuerdo se esfumo cuando Franco con su brazo libre me abrazo muy fuerte y ahogo en mi pecho las palabras que a gritos salían de su boca...
-!YA NO PUEDO MAS!. Después repetía de nuevo el movimiento de estirar todo su cuerpo debajo de mí, mientras entre dientes ahogaba el último gemido.
Me deje llevar y termine en la mano de Franco el continuo acariciando mi miembro un poco más. Yo sentía dentro de mi las palpitaciones que su miembro hacia aun luego de acabar.
Nos quedamos unos segundos así, mientras se acompasaban nuestras respiraciones. Franco aun dentro de mí, giro hasta dejarme recostado en la cama, fue hasta entonces que el retiro su miembro de mi interior y con una toallita desechable que estaba en la mesa a un lado de la cama, retiró el preservativo. Luego se recostó a mi lado.
Franco me dijo despacito en el oído:
-Nos deberíamos duchar-
Yo le respondí:
-No quiero, me gusta tu olor mezclado con el mío-
De nuevo me regaló su hermosa risa y me repitió:
-Realmente eres un niño muy pervertido-
Ambos reímos.
Yo me concentré y presté mucha atención cuando Franco empezó a hablar:
-No te imaginas cuantas veces me imaginé, que tú y yo nos entenderíamos muy bien sobre la cama-
¡Rayos!, tuve que mirar a otro lado y apreté mis labios, de la vergüenza que sentía con ese tipo de declaración.
Franco volvió a reír y entre risas continuó:
-Realmente tienes que dejar de ver esos muñequitos en tu portátil, eres tan pervertido-
Entre las risas de él y las mías, Franco prosiguió:
-Me refiero a que cuando nos reuníamos, yo observaba la forma en como duermes, siempre lo haces boca arriba, yo al contrario. Así que encajamos a la perfección, así: **-
El boca abajo abrazando la almohada con su mano izquierda, junto su cuerpo al mío, su nariz en mi cuello, su brazo derecho rodeaba mi torso y su pierna derecha se colocó en medio de las mías, yo coloqué mis dos brazos sobre el brazo que descansaba en mi torso.
Sí, él tenía razón, encajábamos a la perfección.
El sueño me estaba venciendo, pero al ver toda la habitación, sonreí y le pregunté:
-¿ya habías planificado este momento?-.
El me miro extrañado.... yo continué:
-Hay pétalos de rosas en todo el suelo. Las sabanas si no me equivoco son de seda. En las almohadas había corazones formados con pétalos rojos. Hay velas, las que no tuvimos tiempo de encender. Y huele a aromatizante de canela.-
Franco subió un poco su cabeza y lo contempló todo.... sonrió y mientras se volvía a recostar entre mis brazos decía:
-Erick en algún momento entró aquí. Por favor me pasas ese papel de allí.-
Le pasé el papelito y mientras Franco leía empezó a reír. Me pasó el papel a mí y lo leí, era muy explícito:
Una de 2:
O te animas y después de esta noche pasas a ser uno de los 2 hombres más felices de este mundo.
O pasas toda la noche viviendo el infierno de saber que él está a escasos metros de ti.
¡Córcholis, que vergüenza, hasta Erick sabía lo que sentía por Franco! Mordí mis labios y al mismo tiempo reí y giré mi mirada hacia el lado contrario de donde estaba Franco, no podía verlo, sentía mi cara arder.
Uno de los dedos de Franco empezó a moverse suevamente en mi mejilla, mientras decía:
-¿Sabes qué fue lo primero que me gustó de ti? Los pequeños hoyuelos que se te forman en las mejillas cuando aprietas los labios o cuando sonríes. Siempre estaba viéndote, para no perderme el momento en que se te formaban.-
-A ver- le dije y sin verlo continué: -¿Qué es lo que más te gusta de mí, lo que más te ha hecho decir... ¡WOW!, ¡Sí, es él! (ya se, cite a Usagi-san, pero me gusta cuando se lo dice a Misaki)
-By, tu aparentas ser frágil, pero tienes una gran fortaleza. Fuiste el único de hacer levantarse a Erick cuando estaba en su peor momento. Ya habíamos intentado hacer de todo. Tu solo llegaste un día, lo sujetaste de la nariz y lo arrastraste fuera de su cuarto y lo llevaste a la puerta de la habitación de su madre y le gritaste todo aquello- -Ese día casi me provocas un orgasmo-
Fue inmediato el cambio de color en mi rostro. Giré mi cabeza hacia el otro lado y mis labios se apretaron entre sí.
Franco entre risas continuó:
-Ese día fue el día que dije ¡ES ÈL!. Ese día mi vida se volvió un infierno, porque te tenía tan cerca de mí, sin tenerte realmente. Tú eres un niño y eso aún me asusta, pero te amo y ya no puedo vivir sin ti-
Sonreíamos por la felicidad que nos embriagaba, Franco tomo su celular e hizo que la melodía que sonaba dejara de sonar.
¡Madre mía, sentí tanta vergüenza que me tapé el rostro con la almohada! Cuando Franco calló la melodía Erick gritó desde la otra habitación: -¡AL FIN!.
Franco gritó en respuesta: -¡NO ME HAGAS HABLAR ERICK!
Solo hubo contestación de parte de Ángel-kun... ¡OH, DIOOOOOSSS!.
En toda la casa se escucharon risas, las nuestras, las de ellos, las de las chicas, hasta mi traidor primo reía. Y así Franco y yo nos fuimos quedando dormidos, con nuestros aromas mezclados, nuestros cuerpos entrelazados y una promesa de amor.
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