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CAPÍTULO VII

Capítulo 7
"Mi dulce compañía"
SEGUNDA PARTE

*Narra ÀNGEL*

No sé cuánto tiempo pasé tirado en el piso de mi casa, para lo único que había tenido fuerzas era para enviar un mensaje al grupo que en whatsapp habíamos creado Joseph, Johnny y yo, para estar en constante comunicación, yo les escribí:

*¡Lo siento chicos, creo que no podré cumplir el juramento!*

Me levanté y perezosamente fui caminando a la cocina, hasta entonces me había percatado que durante todo el día lo único que había consumido era el jugo de naranja de la mañana.

Mientras husmeaba dentro de la nevera, las imágenes de lo que había sucedido se repetían una y otra y otra vez. En la puerta de la nevera había un papel, en el mi madre me decía que tenía que salir de la ciudad, pero que mañana a medio día estaría de vuelta. Que dentro de la refrigeradora encontraría una sorpresa. Al abrir y observar el delicioso cheesecake que estaba dentro, escuché los graciosos borborigmos que emitía mi estómago.

Me había servido una generosísima porción del delicioso postre, le había colocado una aún más generosísima cantidad de salsa de moras y ya había engullido por lo menos la cuarta parte de la dulce sorpresa que había preparado mi mamá, sentado en la isla de la cocina, yo solo cavilando en soledad.

Mi celular comenzó a hacer el peculiar sonido, notificando los mensajes que ingresaban:

Yo empecé a leerlos, mientras lo hacía mi corazón se detuvo y mi garganta se cerró, los primeros fueron de Joseph:

*Fue una promesa estúpida y difícil de cumplir la que hicimos, lo hicimos al calor de las emociones que en ese momento teníamos*

*Si te has enamorado, no tengas miedo y si él te corresponde vive ese amor*

*Te lo dice tu amigo al que le rompieron el corazón, pero aun así, si pudiera volver a estar con él no lo dudaría. Te preguntarás ¿por qué?, la respuesta es sencilla:*

*Recuerdas cuando vimos la película de Cage y Meg, la del Ángel. Lo que más me impactó fue cuando después de perderla le preguntan si valió la pena... Recuerdas lo que el ángel respondió: "prefiero haber olido una sola vez su cabello, un solo beso de sus labios o una sola caricia de sus manos, a una eternidad sin su amor..."*

*Si me preguntan lo mismo a mí, yo respondería igual amigo.*

*Ahora te pregunto a ti: ¿vale la pena vivir lo que sientes?. No necesito respuesta. Se lo que responderás.*

*No te preocupes, la promesa queda anulada, lo mismo para ti Johnny. No tenemos que cumplirla*

*Si te enamoraste, vive ese amor a plenitud. Si eres feliz, yo lo seré contigo. Si te rompe el corazón, yo le romperé la cara, como tú lo hiciste con mi ex.*

*Te quiero amigo y te extraño*

Terminando los mensajes de Joseph, ingresaron los de Johnny:

*Yo opino igual que Joseph. Me alegro por ti. Te soy sincero, de los tres pensé que tú serías el último a quedarte a cumplir esa estúpida promesa. Me alegra haberme equivocado.*

Mi respuesta fue sincera y corta:

*Gracias chicos. Les escribiré más tarde*

Escuché que alguien tocaba la puerta. Me incorporé y salí a atender.

Me asomé a la ventana para ver al exterior antes de abrir la puerta y mi corazón en ese momento dio un brinco, veía la sombra de alguien en la puerta a la par, pero lo que me llenaba de esperanza y alegraba mi corazón era ver el jeep de Erick estacionado en frente.

Abrí despacio la puerta, Erick tenía su mirada baja y dijo:

-Te gustaría salir, tal vez al Centro Comercial o al cine o a algún lugar-

Yo sincerándome con él respondí:

-Erick, yo realmente estoy cansado. No tengo fuerzas para salir.-

Siempre con su mirada baja, giró un poco sus ojos hacia un lado. Se le notaba contrariado.

Me pareció buena idea y lo invite a pasar:

-Mi mamá preparo cheesecake, mi postre favorito, quieres acompañarme-

Sus ojos luminosos se posaron en los míos y sonrió en señal de aceptación.

Llegando de nuevo a la isla de la cocina, noté que el celular que hace un momento había dejado allí brillaba y emitía de nuevo el sonido que indicaba la entrada de un mensaje. Lo abrí y miré 3 mensajes de Byron. Me sentí reconfortado al leer el texto:

*Erick es un estúpido.*

*No te preocupes, le dije a Franco que me llevara de vuelta a tu casa y él me llevara en su motocicleta.*

*Me puedo quedar el fin de semana contigo o nos podemos venir a mi casa si tú quieres.*

Yo sonreía, me sentía apoyado y querido, por toda respuesta le envié:

*Erick está aquí comiendo cheesecake.*

El último mensaje de Byte, a manera de respuesta al mío colocó un emoticón con un monito con sus dos manos sobre la boca.

Coloque el celular en la bolsa del pantalón y senté a Erick a la par mía y le invite a degustar lo mismo que yo comía cheesecake + café negro sin azúcar. Comimos en silencio y yo solo observaba a través del espejo que teníamos enfrente las graciosas caras que Erick hacia al beber el líquido amargo.

Rompí el silencio:

-Erick lo que le dijiste a Damian... -

El interrumpió:

-Es cierto. ¡Yo estoy enamorado de ti!-

Hicimos silencio nuevamente, la mirada de Erick estaba incómodamente sobre mí. Mi mente rechazó la lógica falsa que yo le había impuesto:

Yo no debo enamorarme ~ ¿porque no?

Yo no puedo enamorarme ~ ¿porque no?

Yo no quiero enamorarme ~ !demasiado tarde, ya no puedes dar marcha atrás!

Empecé a reír tímidamente. Reflexione: pase lo que pase de ahora en adelante, voy a sufrir o podría ser inmensamente feliz. ¿Qué puedo hacer?, pues mientras dure voy a darle una oportunidad a este sentimiento, voy a ser feliz. Y dejaré de reprimir estas sensaciones que Erick despierta en mí.

No sé si fue la soledad, el saber que estaríamos solos, o el hecho de saberme amado por él, pero en un arrojo de valor le dije:

-Erick, mi madre no vendrá hasta mañana a mediodía.... ¿Quieres subir a mi habitación?-

No tenía valor de ver a Erick, deje de sentir su cercanía a mi lado y sentí el frío que su ausencia provocó. Me dio tanta vergüenza el sonido que emití cuando sentí los brazos de Erick rodeándome desde mi espalda. Su voz sonó tan sensual cuando me dijo:

-!Claro que sí!-

Me sujeto de la mano y yo aun sin mostrarle mi rostro comencé a caminar hacia mi habitación.

Ya en la habitación, Erick mostró todo su interés en mí. Se le notaba necesitado, se sentía la urgencia que tenía de hacerme suyo, en su respiración, en el sudor que empapaba ya su camisa. En el brillo alucinante de su mirada.

Erick empezó a besarme con mucha pasión. Yo me quejaba. Introdujo su lengua y comenzó a jugar con la mía.

Hizo que su cuerpo y mi cuerpo empezaran a retroceder hasta estar a la par de mi cama, tomó fuertemente mi camisa y me la arrancó de un tirón, antes de empujarme sobre la cama. En lo que yo caía al colchón Erick se quitaba su camisa y ejerciendo presión con sus mismos pies se quitó los zapatos.

Se recostó sobre mí y me besaba apasionadamente, yo coloque mis manos sobre su pecho y ejercí fuerza para que no comprimiera mis pulmones y así poder respirar.

Yo empecé a sentir lágrimas recorriendo por mis mejillas, no lograba conectarme con Erick, no lograba responder ni llevar el ritmo de sus labios, no sabía ni siquiera como tocarlo o acariciarlo.

Erick se separó un instante, frunció un poco el ceño y me vio. Siempre con esa expresión volvió a besar mis labios, esta vez un poco más despacio, más suave. Pero al mismo tiempo el volvía a separarse y volvía a hacer esa expresión. Sus manos fueron deslizándose por mi cuerpo hasta llegar a mi trasero, las introdujo por debajo del pantalón y las apretó. Mi boca volvió a emitir un vergonzoso quejido.

Erick esta vez, se incorporó al punto de quedar casi arrodillado enfrente de mí, me vio todavía con ese gesto extraño y lo único que invadía mi pensamiento era que Erick no lo estaba disfrutando, claro él quería que yo llevara su ritmo, pero sinceramente no podía, no sabía cómo hacerlo, no se me ocurría qué y cómo debía hacer sentir placer a Erick.

Erick lentamente se fue acercando a mis labios, empezó a besarme suave, a besar mi cuello y la sección en donde está mi clavícula y volvía a subir a mis labios, introdujo su lengua en mi boca, buscó la mía y empezó a jugar con ella, yo trataba de jugar con la de él pero no podía, mi lengua era torpe.

Erick en ese momento se quedó quieto, no se movió más, fijó su mirada a un costado mío, como viendo el colchón, su respiración ya no la escuchaba, como si hubiera dejado de respirar. Poco a poco se fue incorporando hasta quedar sentado en la orilla de la cama y su mirada se clavó en el piso. Yo me senté en la cama también, trataba de cubrirme mi torso desnudo, viéndolo directamente a él.

Erick llevó sus manos a la cabeza e inhaló de manera profunda, sus ojos estaban cerrados. Su voz se escuchaba tan profunda cuando dijo:

-Yo no entiendo, pensé que tú... pensé que...-

Giro su vista y se clavó en la mía, con una expresión que propiciaba en mi demasiada confusión. Él continuó:

-¡¿Tú nunca has estado con alguien?! ¡¿No has tenido experiencia de este tipo?! ¡¿Eres virgen?!-

¡Dios, como podía Erick decir algo así, era tan vergonzoso para mí!. Claro que no había estado con nadie, menos tener este tipo de experiencias. ¿Qué pensaba él?

Erick no me había quitado los ojos de encima, yo me sentía tan avergonzado que solo miraba en otra dirección, mientras trataba de controlar mis sollozos.

Él se paró de golpe, recogió su camisa, se la colocó, se puso sus zapatos y sin mirarme, sin siquiera dedicarme una sonrisa, solo dijo:

-Me tengo que ir.-

Estaba tan avergonzado, me sentía rechazado y también humillado por la actitud de Erick, me dolía tanto que cuando estaba por abrir la puerta, me mordí los labios con rabia y aunque él no me miraba yo si clavé mis ojos en él y le solté:

-¡Descuida, te prometo que la próxima vez que vuelvas, "si vuelves", yo ya tendré la experiencia que tú anhelas!-

Erick en menos de dos pasos ya estaba a mi lado, me sujetaba fuerte la barbilla con una sola mano y después de rechinar los dientes me dijo con una voz que no distinguía:

-¡Yo mataré a quien te toque! ¡Tú eres mío!-

Y sin más se fue. Lo escuché atravesar toda la casa hasta la puerta de salida. Y allí me quedé yo, solo, confundido, despreciado, humillado, virgen y sin ningún tipo de experiencia.

No entendía a Erick, no permitiría que nadie me tocara, pero tampoco me tocaría él. Por primera vez en todo este tiempo, lo único que deseé fue regresarme a Canadá.

Erick no me quería. Solo estaba jugando conmigo.

*Narra ERICK*

!Dios, no lo podía creer! él me estaba invitando a subir a su habitación. Quería pararme, cargarlo y mientras me lo comía a besos subir a toda prisa y hacerlo mío.

Lo había deseado desde aquel día, pero durante este tiempo, entre los agotadores entrenamientos, los partidos del campeonato y los exámenes parciales, sinceramente no había encontrado el tiempo, ni el lugar.

Había rechazado ya varias invitaciones de muchas chicas y algunos chicos, porque, en lo único que me quería centrar era en él. Si tuviera el tiempo, saldría con él y con nadie más.

Poco a poco lo iba conociendo mejor, me impresionaba su forma de ser, me intrigaba y me dejaba tan confundido.

Ya en la habitación, quería que nos entregáramos, yo ya sabía lo que sentía por él, tenía la seguridad, solo faltaba consumar este amor.

Comencé a besarlo, pero el beso que él me devolvía era inseguro. Le arranqué la camisa, me quité la mía y me quité los zapatos. Me acomodé encima de él. Yo continuaba besándolo. Colocó sus manos en mi pecho, yo deseaba tanto sentir sus manos por todo mi cuerpo, quería sentir sus uñas enterrándose en mi espalda, quería que me dejara las marcas de su pasión. Pero el solo las dejó allí, no las movió. Yo continuaba con mis labios prendidos en los suyos, trataba de jugar con nuestras lenguas, pero los movimientos de la suya eran lentos y erráticos.

Que jodidos estaba pasando, esto me estaba volviendo loco.

Fue cuando tuve la primera sospecha. Me incorporé un poco, lo miré, pero no, no podía ser, no lo creía.

Ya sé, lo que pasa es que estoy muy desenfrenado y tal vez eso no le agrada. Trataré de bajar el ritmo de mis besos y mis caricias.

Comencé a besarlo de nuevo, otra vez lo mismo, no lográbamos conectarnos.

Volví a separarme un poco de él, trataba de encontrar la respuesta. Pero ¿cómo?. Continué besándolo, esta vez más despacio. Mis sospechas en este momento ya no eran sospechas, analizando bien todo este tiempo, él....

¡Dios, no puede ser! ¡No puede estar pasando!. ¡No es cierto!. La realidad llegó a mí como balde de agua fría. Me incorporé, me senté en la orilla de la cama y le pregunté. Él saco de mi mente cualquier duda que pudiera tener ¡él no lo había hecho antes con nadie! Yo si antes lo deseaba con todas las fuerzas de mí ser, en este momento lo deseaba "eso" multiplicado por 100 y elevado a la quinta potencia. Solo quería poseerlo, solo quería hacerlo mío, pero.... ¡No podía estar pasando!.

Mi mente y corazón para entonces sostenían una férrea lucha, no querían sumergirse en un maldito hoyo negro y perderse allí. Demasiados sentimientos encontrados, demasiadas emociones que lidiaban dentro de mí. El terrible dilema de la humanidad ¿ser o no ser?.

Me puse de píe, me vestí y estaba por salir de esa habitación, cuando lo escuché gritar que cogería experiencia por allí.

¿Cómo jodidos me decía eso a mí, a mí que tanto lo amaba?

Le dejé muy claro que mataría a cualquiera estúpido que lo tocara.

Salí de su casa, subí en mi jeep y conduje por varios minutos sin rumbo. No sabía qué hacer.

Mi mente traicionera solo me gritaba ¡Estúpido, solo regresa y hazlo tuyo. Márcalo para que todos sepan que solo te pertenecen a ti!

Pero entonces, mi corazón salía a debatir con mi mente y me gritaba: ¡Si lo amas como dices, tienes la obligación de demostrárselo. Más que una simple pasión, él tiene que saber que tú lo amas de verdad. Debes hacerlo. No puedes sucumbir ante la pasión, esa se da y se consigue fácil, el amor no!

Inconscientemente ya estaba estacionando mi carro frente a la casa de Franco, solo me quedé sentado allí.

Transcurridos unos minutos, observé como Franco se colocaba en el marco de la puerta de su casa. Me observó unos segundos y luego caminó con su andar calmado hasta estar a la par mía.

Yo giré mi rostro, descansé mi sien en el volante y lo vi fijamente. No sé qué expresión tenía en ese momento, Franco me observó con total seriedad, luego dio media vuelta y mientras empezaba a caminar de regreso a su casa dijo:

-Pasa, hablaremos. Llama a tu mamá y dile que estarás aquí en mi casa, te quedarás a dormir.-

Si, ese era Franco, tan perceptivo, tan paternal con todos nosotros, tan buen amigo.

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