8
Abandoné la casa de Nibiru y fui al centro a un paso serio pero que denotaba ímpetu, mientras contemplaba una Cebrica mas iluminada de lo normal. Al llegar a la fábrica central, Belfregor ya me estaba esperando con una pequeña sonrisa en su rostro.
—Abadón, sígueme por favor —. Él empezó a caminar, alejándose del lugar y yo detrás.
Recorrimos las calles en un rumbo que era desconocido para mí, y pasado un tiempo llegamos a otra fábrica más pequeña, especializada en sólo armamento y armaduras. Entramos al lugar y recorrimos las instalaciones hasta llegar a una enorme puerta de metal.
—Bonito lugar, ¿No lo crees? —preguntó Belfregor.
—Sí, pero no sabía sobre su existencia —contemplaba la gran entrada, pensando en que podría haber tras ella.
—Es porque nunca visitaste otras fábricas que no fueran la central —explicó con una voz lenta—. Cuando Pazuzu me platicó de su invento, le convencí de que sería mejor aprovechado en estos cascos y al ver el proyecto decidió aceptar.
—¿Y qué piensas hacer él? —pregunté con bastante curiosidad.
—La piedra del abismo no solo sirve para generar energía, también puede ser usada para calcinar el cielo. Admira el futuro —presiono un botón y la compuerta empezó a revelar sus secretos.
Tras esta se encontraba una versión mejorada del vehículo de mi amigo: grande, con cuatro alas metálicas, dos en cada lado y una sobre la otro. De reojo vi a algunas cebras cargando unos barriles morados de madera.
—Bonito rediseño —contemplaba el pájaro de metal y pensaba en su potencial—¿Y los barriles para qué?
—Dentro de cada barril hay un poco de piedra del abismo y es como ese nuevo generador de energía, pero en miniatura, además expulsan la energía producida.
—En otras palabras: una bomba.
—Exacto —confirmó y siguió explicando—. Al principio íbamos a hacer una bomba gigante para una explosión potente pero nos pareció más económico y práctico hacer una bomba pequeña y solo copiarla varias veces.
—¿Y a qué te refieres con eso de “calcinar el cielo?
—Ahí es dónde entra esa belleza —señaló el vehículo con alas—. La idea es que suelte los barriles. Cada barril llevará unos globos para mantenerse en el aire y el plan es liberar entre 15 y 20 de estos pequeños a la misma altura, detonando todos al mismo tiempo mediante un móvil.
Me quedé pensando, tratando de hacerme una imagen mental de todo lo explicado. Cuando finalmente entendí un poco de la idea arrojé una frase en particular:
—Que muchas explosiones pequeñas parezcan una sola.
Belfregor asintió con la cabeza.
—Mefisto me llamó, pues por lo visto quieres acelerar las cosas y ya estamos ajustando nuestra estrategia. Tú iras a Equestria antes que nosotros, para que investigues si los ponis tiene alguna defensa antiaérea o similar. ¿Estás de acuerdo con esto?
Moví mi cabeza de arriba abajo con lentitud.
—¿Porqué te metiste a trabajar a los laboratorios si estabas aquí? —le pregunté curioso.
—Seré honesto: ya le seguía la pista al invento de tu amigo e iba a acercarme a él para ganar su confianza y que me dejará modificarlo. Pazuzu accedió luego del accidente que tuviste, pues creía que yo podría hacer lo que él no.
—¿Y si volará?
—Funciona —sonrió— y tu amigo esta más que feliz por esto.
—¿Y está cosa ya tiene nombre?
—Su nombre es bastante largo y técnico, para simplificar solo lo llamamos "avión".
Me fui a mi casa a ver como se encontraba Kerfuffle. Llegué al ocaso, siendo recibido con un abrazo de ella al abrir mi puerta.
—Me dejaste muy preocupada, cariño —decía mientras me abrazaba y besaba.
—Perdón, pero me llegó un momento de luz y tenía que aprovecharlo.
—¡Tienes nuevas prótesis! —se quedó un tiempo admirando mis nuevas extremidades huesudas—. ¡Están preciosas! ¿De dónde las sacaste?
—Una amiga me ayudo a fabricarlas…
Me quedé pensando bastante tiempo, pues algo en mi interior me decía que era hora de hacerle una pregunta en concreto, a pesar de tener miedo a la respuesta:
—¿Tu crees que está bien limitar nuestro amor a solo uno o puede ser compartido?
—Pues en Equestria siempre se enseña la idea del amor verdadero, pero no se como sean las cosas aquí —respondió pensativa.
—Es que, la verdad… hay alguien más a quien amo… pero no quiero deexpres
Su expresión cambió a una bastante pensativa, quedándose en silencio durante mucho tiempo, estaba aterrado por su posible respuesta, hasta que rompió el silencio.
—En Equestria me enseñaron que debes jurar tu amor a alguien, pero cada quien decide lo que quiere y yo no quiero sufrir por someternos a una regla no escrita que no hemos aceptado ni se nos ha pedido nuestra opinión.
—Como una vez te dije, cada quien es responsable de sus decisiones y las consecuencias de estas. Bueno, yo he decidido estar con dos hembras a la vez, pero claro, tendrían que aceptarlo sin ser obligadas.
Kerfuffle empezó a reírse levemente, eso no me permitía saber lo que iba a decir o hacer pero ella se dio cuenta de esto y me lo aclaró.
—Creo que esto de ser anarquista me gusta bastante pues me siento libre, libre de buscar mi felicidad sin depender o afectar a otros —dijo para luego darme un apasionado beso en mi boca.
—Mi Kerfuffle, dentro de muy pronto volveré a Equestria y les enseñaré la verdadera libertad a todos —cerré la puerta, cargué a mi poni y la dejé con mucho cuidado en mi cama.
Ella miraba directamente a mis ojos, perdiéndose en ellos, pudiendo solo articular una pregunta ante mi inexpresiva mirada.
—¿Eres algún tipo de ángel?
Preferí no responder, pues la respuesta a esa pregunta era demasiado subjetiva.
Al siguiente día empecé a preparar mi viaje a Equestria. Kerfuffle me ayudó haciendo un boceto de mapa de Equestria. Toda esta información se la compartí a Mefisto para que empezará a preparar a nuestro pequeño ejército, los cuales iban a usar armaduras que tienen aspecto de langosta mezclado con escorpión.
—Estas armaduras mas las nuevas prótesis de acero harán que una sola cebra tenga el poder de 100 —expresó alegre Mefisto mientras veía el pequeño grupo de soldados, el cual no llegaba ni a 30 cebras—. Sabes cuál es el plan ¿No?
—Iré a recabar información, le daré una visita a Celestia y luego les llamó para que empiece la fiesta —respondí con un tono frío.
—Estaremos esperando en la costa, no nos hagas esperar tanto.
Después de hablar con Mefisto fui a despedirme de Nibiru, pues era la única que no sabía lo que iba a pasar. Era su día de descanso, por lo cual se encontraba en su cada a pesar de ser de tarde, hora en la cual normalmente trabaja.
—Hola —saludé algo nervioso.
—Abadón, no te esperaba para nada —dijo mientras se intentaba peinar, pues su cabello estaba desarreglado.
—Se nota que no te has levantado en todo el día; no importa pues necesito hablar contigo.
Hicimos juntos de comer, nos sentamos en su pequeño sofá y decidí contarle mis planes. Ella se altero mucho cuando le dije que me iba a ir de la ciudad:
—¡No, no, no, no! —gritó asustada— ¡No te puedes ir de mi vida así como si nada! Apenas acabo de descubrir lo que es el amor y no pienso perderte tan fácil.
—Por favor cálmate —trataba de explicarle y aliviar su histeria— todo va a salir bien, voy a volver rápido.
—Una guerra no es rápida —tenía sus ojos y mejillas llenos de lágrimas.
—Esto no es una guerra, solamente ajustaré cuentas con Celestia y nos reconciliaremos con nuestro pasado —empecé a secar su cara con uno de mis cascos.
—No tienes porque hacer esto, déjalos que sigan con sus vidas —se encontraba más calmada— ¿Siquiera has pensado en cuantos podrían morir con su capricho?
—¿Acaso ellos se preguntaron lo mismo en el pasado? ¿Porqué nosotros deberíamos hacerlo?
Ella se quedó pensativa un gran rato y no supo que responder.
—Mejor vamos a dormirnos —le sugerí ya que empezaba a anochecer.
—Está bien, pero quiero que me jures algo —habló con tono serio—: cuando esto termine quiero estar a tu lado por el resto de nuestras vidas, sin importar nada.
—Sin importar nada… —me quedé pensativo— ¿Incluso si hay alguien más a quien… amo? —le dije, asustado de su posible respuesta.
—Mientras esté junto a ti y me ames, lo demás no importa.
Su respuesta hizo que sonriera, cosa que ella notó:
—Tu sonrisa es hermosa, jamás la había visto.
—Eso es porque nunca había sonreído. Metete a bañar, y luego nos dormimos.
Me quedé en su cama esperándola pero creí que sería mejor darle una pequeña sorpresa. Fui a la puerta de su pequeño baño y pude verla a través de la cortina de la ducha, su figura era preciosa. Ella se dio cuenta y en vez de enojarse o asustarse me invitó a entrar junto a ella.
Al siguiente día me desperté bastante temprano y para volar tuve que saltar de un edificio alto, pues mis alas son para planear. Ya tenía micho tiempo que no volaba: sentir la sensación del viento en mi rostro era refrescante, me hacía sentir libre, y listo para todo. En mi relajación recordé la vez que fui a Equestria por mera curiosidad de ver que había mas allá del horizonte, gracias a lo cual tuve la dicha de conocer a Kerfuffle. Ahora volvería pero esta vez conocería a alguien más.
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