7
Un intenso dolor en mi espalda me despertó de mi letargo, era de mañana, pero Nibiru me había dejado un pequeño desayuno: una sopa de letras, un vaso de leche y unas galletas. Me di cuenta de que ella siempre le encantó atenderme y yo jamás lo he valorado… tengo que compensarlo algún día.
Terminé mi comida y decidí volver a los archivos pues me sentía aún inconforme con la búsqueda de mi pasado, pero justo en la puerta me estaba esperando Kerfuffle con una expresión de preocupación; al acercarme a ella me recibió con un gran abrazo.
—¡Estás bien! —grito alegre.
—Sí, porque no estaría bien —contesté abrazándola también.
—Tu amigo fue a verte hoy para ver como te encontrarás —decía mientras recordaba— y me contó todo. Menos mal que él te conoce lo suficiente para saber a dónde irías.
—Necesito compañía —confesé algo triste.
—Yo siempre estaré a tu lado —dijo compasiva.
Entramos en el archivo y nos sentamos en uno de los cubículos. Resultó una búsqueda igual a la del día anterior, pero está vez la presencia de Kerfuffle me permitía sobrellevar la frustración de no encontrar nada. Estaba bastante triste y ella se dio cuenta de eso.
—Cariño, ¿No quieres descansar? —preguntó preocupada.
—No, necesito seguir con esto —hable mientras leía unos papeles.
—¿Si quiera sabes que quieres encontrar?
—Lo que sea —empecé a leer otro papel.
—Eso es muy general ¿No? —estaba muy pensativa.
—Sugieres que debo de reducir mi campo de búsqueda —dije sin emoción.
—Si lo ves de esa manera, entonces sí. Pero más importante, es conocer el propósito de todo lo que haces.
—El propósito…—me quedé pensando—. Estoy seguro que no lo tengo.
—Todos tenemos uno —habló con una voz gentil.
—No, yo no.
Me quedé en una especie de transe, pero ella me regresó a la realidad con un beso en la boca. Después de besarme empezó a hablar mas seria.
—Te perdiste en tu mente otra vez. ¿Estás seguro de que encontrarás algo en estos papeles? —rodio mi cuerpo con una de sus alas—. ¿Y si lo que buscas está aquí dentro? —puso uno de sus cascos en mi cabeza.
—Estoy seguro de que lo recuerdo todo —. Empecé a sentir un profundo miedo a recordar, miedo de que haya algo horrible en lo más profundo de mi mente.
—Deja de contenerlo, solo libera tus recuerdos.
—No hay nada que liberar: no se ni nombre verdadero. Abadón es un nombre que me puso una cebra cualquiera y a mí me gustó —empecé a recordar más detalles de mi historia—. Cuando intenté escapar de Celestia, ella me alcanzó a dar un golpe en mi espalda, sabes.
—Ya veo… —se quedó pensando—. ¿Y ahora qué?
No sabía que responderle, parecía que nunca conocería mi verdadero yo, a no ser que vaya a mi verdadero lugar de nacimiento.
—Necesito ir a ver a alguien…
Salí del lugar, dejando a una confundida Kerfuffle detrás de mí, pero había tomado mi decisión. Ha llegado el momento de tratar de alzar el vuelo y buscar mi retribución, mi nombre y mis orígenes; algo que otros parecen infravalorar y que yo anhelaba con tanto ímpetu. Fui a ver a Mefisto, el cual se encontraba probando lo que parecía ser un cañón, pero con una boca más compacta y con un mecanismo de manivela en uno de los lados.
—¿Te gusta? —dijo mientras le ponía una especie de cadenas afiladas al invento.
—¿Qué se supone que hace?
—Observa —. Él giró la manivela: la maquina empezó a lanzar las cadenas a una gran velocidad, impactando y destruyendo los objetivos de madera por completo.
—Menuda destrucción —declaré sorprendido mientras contemplaba el cañón con asombró.
—Es un invento de Belfregor, lo llama “ametralladora”.
—¿Belfregor? ¿Acaso ya no trabaja con Pazuzu? —pregunté confundido.
—No, ahora Pazuzu está trabajando en un nuevo generador de energía y Belfregor se encuentra modificando el invento de tu amigo —explicó con calma.
—En la noche iré a buscarlo pero mientras necesito que aceleras los planes de ataque a Equestria y me incluyas en ellos.
—Pues no creo poder ayudarte.
—¿Porqué?
—Tus prótesis ya están en las últimas, no soportarán una batalla —habló con seriedad mientras veía mis oxidadas extremidades.
—Iré a ver a mi amigo y luego me conseguiré nuevas —. Empecé a acercarme a la salida del campo de prueba.
—Si te lo preguntas, está en los laboratorios.
—Ya lo intuía, pero gracias por decirme.
Deje a Mefisto con su ametralladora y me dirigí a la búsqueda de mi amigo. En el camino no paraba de recibir recuerdos sobre mi pasado: como los ponis me querían perseguir y matar, no solo a mí sino a otras cebras e incluso a otras criaturas; además de que estaba teniendo ideas sobre el como serían mis nuevas prótesis, quería que fueran llamativas para así sorprender a todos: tal vez rojas, como las de Belfregor o incluso que si fueran “reales”.
Llegué a los laboratorios entrada la noche, recorrí los blancos pasillos y encontré, en una de las salas, a varias cebras junto a una enorme caja de metal en el centro, con cables y controles en los alrededores.
—Que bueno que ya te recuperaste —expresó alegre mi amigo al verme— Yo le dije a tu “amiga” dónde estabas, espero no te haya molestado.
—En lo absoluto —hablé despreocupado para luego admirar aquel compartimiento de metal—. ¿Qué se supone que es esta cosa?
—¡La energía del futuro! —gritó a lo lejos la jefa de mi amigo.
—Pero, no cree que esto vaya a explotar ¿Verdad? —preguntó nervioso Pazuzu.
—No te preocupes, mis cálculos nunca fallan —aclaró Lamashtu con orgullo.
—¿Explotar? —pregunté intrigado.
—Esta belleza funciona con la piedra del abismo —empezó a explicar la científica—: mediante la separación de sus átomos con un bombardeo de neutrones.
—Se podría decir que esto separa la piedra, liberando luz y calor.
—A grandes rasgos. Ese calor evapora agua y eso impulsa un generador —. Hizo un gesto con una de sus prótesis y todos los presentes se pusieron unas gafas especiales; ella me dio unas, para mi fortuna— Ahora, por favor Pazuzu, has los honores y llevanos al futuro.
—No creo que esto salga bien —expresó preocupado mi amigo mientras prendía la maquina. Al activarla las luces parpadearon un tiempo pero luego volvieron a la normalidad. Para sorpresa de casi todos seguíamos vivos, siendo un éxito aquel experimento tan peculiar.
—Te dije que mis cálculos no fallaban —expresó alegre Lamashtu— mañana empezamos a trabajar en el cableado de la ciudad, de mientras pueden retirarse.
—¿Porqué viniste a verme? —preguntó mi amigo mientras íbamos a la salida.
—Sólo quería ver como te encontrabas después del accidente con tu vehículo.
—Estoy perfecto, Belfregor se interesó por el invento y está trabajando en perfeccionarlo, pero enfocándose más en su utilidad bélica.
—¿Utilidad bélica? —pregunté curioso e interesado en el tema.
—Sí, mañana en la mañana búscalo en la entrada de la fábrica.
Todos dejamos el lugar con el generador encendido, cosa que preocupaba a mi amigo, y yo me iba a ir a mi casa pero en eso recordé que necesitaba nuevas prótesis, recordando a alguien que me podía ayudar. Fui a su casa y cuando abrió la puerta se sorprendió bastante al verme, pues no me esperaba para nada.
—¿Recuerdas cuando me dijiste que sabías hacer prótesis?
—Sí, ¿Porqué? —preguntó confundida Nibiru.
—Llegó el momento —declaré mientras me alejaba, con ella detrás de mí.
Fuimos al taller que me mencionó y empezamos a trabajar en mis nuevas prótesis.
—Y ¿De qué color las quieres? —pregunto mientras empezaba a avivar una chimenea.
—De color hueso, pero quiero sugerir un detalle.
—¿Cuál detalle?
—No quiero que sean solo color hueso, sino que si se parezcan a unas legítimas extremidades sin carne, músculo o venas.
—Interesante idea, ¿Puedo preguntar el porqué de esto?
—Pues quiero que se vean “reales”.
—Entonces a trabajar, tenemos una larga noche por delante.
Primero hicimos el molde de las patas: dado que yo las quería como huesos le agregamos la rótula y algunos detalles propios de los mismos; ocupamos un metal experimental llamado acero y cree una articulación igual a la de Kerfuffle. Las alas eran de un material más ligero pero fue más tardado al hacer hueso por hueso y articulación por articulación para dar la impresión que quería. Finalmente el cuerno fue algo rápido pues solo lo pintamos para que pareciera hueso.
Mis prótesis nuevas estaban listas justo cuando el amanecer llegó a Cebrica: eran perfectas, potentes y muy vistosas gracias a la apariencia escogida. Nibiru y yo estábamos más que orgullosos pero también muy cansados así que nos fuimos a dormir. Al llegar ella cerró la puerta y al voltearse yo la sorprendí con un profundo beso en su boca, la cargué y fuimos a su cuarto, decididos a experimental y saber de una vez por todas que era el amor.
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