Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2

—Abadón, otra vez estás en otro lado —dijo Pazuzu, cortando mi transe de golpe.

—Perdón, pero no puedo parar de pensar —me excuse a la vez que contenía un dolor en mi espalda baja.

—Tranquilo, es lo normal pues esta investigación puede cambiarlo todo —respondió alegre mientras sostenía con su magia una piedra y la colocaba bajo un microscopio—. Interesante, parece estar hecha de plata pero es más denso —decía mientras anotaba todo en una libreta—, sin ninguna trasparencia o reflexión de la luz —acerca un imán a la pierda—, parece reaccionar ante campos electro-magnéticos, interesante.

—No me parece nada interesante lo que estás diciendo —dije aburrido y cansado.

—Para ti, pero no para mí, pues esta piedrita podría ser la alternativa perfecta al Elixir Oscuro.

—Sí, la piedra del abismo.

—Bueno es tiempo del almuerzo —declaró mientras metía la piedra en una caja blindada— interesante, muy interesante —seguía divagando mientras yo me iba.

La piedra del abismo siempre nos pareció extraña. La encontramos a montones en el fondo de un precipicio cercano, pero decidimos iniciar una investigación y le perdimos el miedo. Bien decía el Maestro Constructor que la mejor manera de combatir el miedo es con información, he intentado eso pero con resultados infructíferos. La mera imagen de una alicornio gigante cerca de mi me resulta perturbador; cuanto mas conocía a las alicornios que hubo en Equestria más me perturbaba y llegué a pensar que esa regla no aplicaba con ellas. Yo siempre les he tenido miedo, ese miedo poco a poco me ha arruinado y por más que trato de corregir mi camino no puedo e incluso lo tuerzo aún más. Para mi fortuna el trabajo me permite escapar de esos pensamientos, pues estoy demasiado ocupado o cansado para estarme preocupando de esas cosas.

Después del almuerzo me dirigí a los invernaderos a ayudar a reparar una fuga de agua que estaba afectando a la producción de trigo. Resultó ser un trabajo más difícil de lo que creía y se complicó aún más cuando mi oxidado cuerno dejo de funcionar y tuve que terminar las obras sin magia. Terminé el trabajo ya en el anochecer y llegué a casa en la madrugada pero para mi sorpresa había alguien esperándome, sentado en el sofá con el libro poni.

—Hola Abadón, tanto tiempo sin vernos —saludó la figura de manera casi seductora.

—Sí, desde que decidiste quedarte en aquel pueblito perdido de los casco de las alicornios —respondí agotado.

—Bueno, ya no es tan perdido —contestó pensativa la figura—: la Princesa Twilight fue a visitarnos y me regaló este mismo libro que te envié.

—Tú siempre fuiste buena para pedir prestadas cosas, como esa tela que tienes escondida bajo tu cuerpo —le dije a la par que señalaba tal objeto.

—¿Esto? —sacó la tela, la cual era amarilla y tenía en color negro el mismo dibujo de mi flanco: dos cruces cruzadas—. Es una manta y yo misma la hice, sabes que soy muy buena costurera.

—Veo que aún tienes la prótesis de madera que te hice —me senté junto a ella mientras admiraba su extremidad amputada—. ¿Puedo?

—Con gusto —se quito su accesorio y me lo entregó.

—Aún sigue en perfecto estado —declaré mientras la revisaba—, hecha de fina madera de caoba, con detalles en oro y una piedra preciosa con forma de rombo incrustada en la mitad superior de la misma —vi su “rodilla”—, la articulación está en perfecto estado, como nueva —empecé a divagar—. Es curioso como esta prótesis parece intacta, y las nuevas tienen varios defectos —dije mientras se la recolocaba y me quitaba mi ala atascada para que la viera.

—Lo que pasa es que esta hecha con cariño y las nuevas estan hechas con frialdad —comentó mi compañera con una sonrisa.

—¿Qué te trae a Cebrica? —pregunté mientras me levantaba e iba a la alacena.

—Me enteré de que habías ido por Zecora y no por mí —replicó poniendo una mirada triste—. Y pues pensé que no te importaba.

—¿Acaso estás celosa? Iba a ir por ti de todas maneras —saqué una botella de vino blanco, dos vasos y serví un poco—, pero quería esperarme hasta pasada la presentación de Zecora —le entregué su bebida.

—¿Vino blanco? Al menos tienes algo que vale la pena —se tomó todo el vaso de golpe —. Para ser el Maestro Constructor tu casa es un completo desastre.

—Pues perdón por no vivir en castillos encantados, con asistentes que son mas esclavos que asistentes, rodeado de mágicas criaturas coloridas y con muchas amigas que harán todo por mi de forma desinteresada, que siempre estarán a mi lado sin importar nada —de repente ya no me pude contener y simplemente me solté—¡Está es mi vida! Trabajo y nada más que trabajo, en casi toda mi vida no he podido tener la dicha de un sueño tranquilo ni de estar con alguien que sienta legítima preocupación por mí —termine de decir y me alejé de ella.  

—Pues lamento decirte que todo lo que está pasando es tu culpa —ella empezó a regañarme—. Deberías probar a comer más, para que subas de peso y dejes de tener los huesos casi a la vista, así como también tomarte descansos.

—¿Entonces dices que no debo trabajar tanto…? —dije mientras recordaba algunas cosas.

—Ya has oído eso antes, ¿Verdad? —me continuo regañando y hasta me dio una leve cachetada— ¿Estás seguro de que no hay nadie que se preocupa por ti?

—Tú no estás aquí por celos.

—No —aclaró—, recibí una carta de Sartre: me dijo que estabas en un punto de quiebre y me pidió que viniera —se me acercó y me abrazo—. Mira Abadón, yo no te puedo obligar a cambiar pues es tú decisión y si lo que quieres es destruirte pues adelante.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos?

—Sí... —contestó algo confundida— estaba en las últimas pues un derrumbe me dejó atrapada y sin una de mis patas traseras —su expresión denotaba alegría— y afortunada sea justo una cebra rondaba por los alrededores.

—Estuvimos mucho tiempo juntos, y como no podía pronunciar tu nombre te puse de cariño “Kerfuffle”.

—Y luego nos tuvimos que separar, pero juramos volvernos a vernos y nos regalamos cada quien una cosa: Tú me fabricaste esta prótesis y yo te regale la oportunidad de volver con los tuyos, ambos nos complementamos en cierta forma —expresó comprensiva. 

—¿Te puedo pedir algo? —pregunté — ¿Podrías dormir conmigo? Tengo miedo de dormir solo.

—Claro, pero ya es casi de día —en efecto, los primeros rayos de Sol empezaban a salir del horizonte— y tú tienes que ir a trabajar.

—¿Sabes qué? Creo que le tomaré la palabra a mis compañeros y voy a descansar este día.

Me acosté, ella me quitó todas mis prótesis, se quitó la suya propia, se acomodó a mi lado cubriéndonos a los dos con la manta que hizo, rodeó mi cuerpo con sus tres patas reales y nos quedamos dormidos; fue el primer sueño real que tuve en años.

Desperté entrada la tarde y estaba solo. Me asuste, pero me calmé al ver a Kerfuffle preparando algo de comida con lo poco que tenía.

—Mira Abadón, lo que tenías alcanzó para hacer unas ricas quesadillas.

—¿Y tienen queso? —respondí bromeando.

—¡Cariño, esas cosas no se preguntan! ¿Acaso quieres iniciar un debate sin final? —me regaño mientras contenía la risa—. Y sí, tienen queso —dijo burlona mientras dejaba las quesadillas en un plato y tomaba mis prótesis acercándose a mi con la intención de colocarlas.

—Les traté de quitar el óxido pero no pude —aclaró mientras me las colocaba una a una lentamente pero cuando me iba a poner mi cuerno de metal me plantó un beso en mi boca, rápido pero intenso—. Perdón por eso, pero sabes que tenía que hacerlo —se excuso mientras colocaba mi cuerno y luego procedió a acomodarme las alas.

—¿Reparaste mi cuerno? —le pregunté al ver que mi magia funcionaba, pero con dificultad.

—Bueno, no lo hice sola —procedió a explicar—. Tu compañero Pazuzu vino a verte, pues le sorprendió mucho que faltases al trabajo. Le expliqué todo, me ayudó y me pidió que te recordará que la presentación de Zecora será mañana en la tarde en la Biblioteca Norte.

—¿Y él no se asustó al verte? —pregunté mientras iba a la mesa a comer lo que hizo mi Kerfuffle.

—Al principió si, lo tuve que calmar para poder explicarle todo pero casi y arma un escándalo.

—A él le dan miedo los ponis, menos mal que no todas las cebras piensan así —le dije antes de morder una quesadilla— algunas quieren conocer a los ponis, otras destruirlos, una que otra quieren esclavizarlos y hay quienes no les importa nada.

—¿Entonces no todas las cebras quieren matarnos? —preguntó confundida.

—No, solo algunas, pero esas han trabajado toda su vida para destruirlos mas no se meten con lo que piensan las otras cebras —. Me paré para servirme un vaso de leche y tomármelo todo de una.

—Yo creía que tus gobernantes nos odiaban —dijo pensativa mientras comía.

—La cosa es que no tenemos gobernantes ni leyes, cada quien es libre de hacer lo que sea pero es responsable directa de sus acciones y consecuencias.

—¿Eso significa que este lugar es una anarquía?

—Sí, y como verás todo está bien —aclaré mientras me acababa mi quesadilla—. Al principio si teníamos un gobierno, pero no funcionó pues todos hacían lo que querían y se decidió que, en lugar de que alguien obligue a otros a seguir sus órdenes, cada quien ponga sus leyes en sus casas y trabajos; aquí solo hay tres derechos: vida, libertad y propiedad.

—Pero si no hay leyes, ¿Cómo se hace justicia a quienes han sufrido?

—La justicia es algo subjetivo que depende de quien la este midiendo —le aclaré con seriedad— ninguna criatura es buena y por ende, nadie debe estar al mando.

—¿Cómo que ninguna criatura es buena? —cuestionó confundida mi Kerfuffle.

—¿Quieres oír una historia? —pregunté—. Es una vieja leyenda cebra, una metáfora del porque nadie debería de llamarse “gobernante”.

Aceptó, entonces empecé a narrar:
Habían dos criaturas atrapadas, una de ellas estaba loca y la otra estaba cuerda. Las dos compartían un cuarto el cual tenía una ventana con barrotes, y a través de la misma, se veía una espesa selva que rodeaba el lugar. Una noche las lluvias provocaron un pequeño agujero en el cuarto, siendo la oportunidad perfecta para escapar.
—¡Vámonos! —gritó una de las criaturas.
—No, esa selva es peligrosa además ya me acostumbré a este lugar y no quiero abandonar un cuarto tan cómodo —dijo mientras se tapaba en su cama.
En efecto, una de las criaturas se quedó acostada mientras la otra salía por el agujero internándose en la Selva, en medio de una fuerte tormenta y bajo el manto de la noche.

—¿Cuál es el mensaje de esa leyenda? —me preguntó con gran curiosidad.

—Ninguno, pero esta leyenda viene con una pregunta hacia el que la escuche o lea —aclaré—. La pregunta es: ¿Cuál de las dos criaturas era la loca?

—La verdad no entiendo nada —respondió ya fustada— ¿Y si mejor haces un café para los dos y hablamos de otras cosas?

—Está bien, ¿Y mientras tú que harás?

—Supongo que limpiar un poco tu departamento, luego me voy a bañar.

—Me parece bien.

—Y yo te voy a bañar…

Dicho y echo todo lo planeado, cayó la noche y nos acostamos nuevamente. Esta vez era ella la que no podía dormir,  eso me llamó la atención así que pregunté:

—¿Porqué no puedes conciliar el sueño?

—Nada importante, solo me quedé pensando —soltó una pequeña risa mientras me acurrucaba con sus alas y aprovecho para darme un beso.

—¿Porqué te quedaste a mi lado a pesar de mi deplorable condición? —le cuestioné.

—Necesitas ayuda y pues no podía abandonarte —contestó para luego darme otro beso— además tú superaste el odio para ayudarme y yo superé el miedo —continuo besándome—, tenía miedo pues pensé que escogí mal a mi cebra y que eras causa perdida y me alegro de haberme equivocado —continuó con los besos para luego perdernos en nosotros mismos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro