—¡Erik, Erik! —Balbuceó Charles en medio de uno de los tantos besos que él le entregó, dándole el merced del habla en éste oportuno momento—. ¿Qué tal sí vamos a la misma playa dónde llevaste a tu hija por última vez? —Le dijo en una brisa de inmensa felicidad y en una ingrata sonrisa que no le dejaba respirar y pensar bien, haciendo puchero cada vez que él intentaba replicar su palabra, dejándolo sin habla alguna—. ¿Qué te parece?

—¿Tú crees que sea buena idea?

—No me respondas con preguntas, Lensherr. Respondeme primero.—Susurró acariciando su mejilla, llenándolo de pequeños besos por todo su rostro.

Suspiró, no podía con las caricias de Charles y con el propietario, siempre caería en sus redes y a sus pies. 

—Está bien —le confirmó, sintiéndose malhumorado por dejarse llevar por sus sentimientos incomprendidos. No sabía desde cuando le dio permiso para enamorarlo. Pensando sumido que quizás fue amor a primera vista—, tú ganas.

Charles no podía más que saltar por la alegría al escucharlo.

—Es hermoso —rompió el silencio asombrado por la maravillosa vista que tenía enfrente, creyendo que una vez más la madre naturaleza lo asombraba por tal creación—, no sé cómo nunca fui para acá. 

—Lo es —también interfirió por lo platónico y simbólico que le producía aquella panorámica llena de grandezas en recuerdos y memorias hayadas alrededor de mi mente cobrando vida por sí solas, cómo sí les hubiese dado órdenes de hacerlo—, la visitaba a diario, era mí lugar preferido para pensar y meditar.

—Cuando recuperemos a tu hija la llevaremos aquí una vez más —convencido le dijo al mar, asumiendo y pidiendo para sus adentros que por favor ésta vez no se llevara sus promesas el viento y se las tragase junto consigo en la bruma que habitaba en el océano de sus lágrimas que amenazaban en salir por la evidente molestia que se hacía paso por su roto corazón y por su alma ya vendida al mejor postor. Detallando mis ojos azules que se volvían tan cristalinos de repente. Mirándolo con una sonrisa tímida y cabizbaja. Sin muchas intenciones detrás,
pero que para él significaba su todo infinitamente— y seremos felices por toda la etetnidad.