T r e s
Ya era hora de desempolvar, de quitar las telarañas de este lugar, las partes muertas de él, de mí.
Constantemente, ha de destacar, que hemos ido a visitar hacia una morgue. Conduciendo a través de nuestros conocimientos arrancados con Hank en la búsqueda del indicado; la persona que será requerida para los procedimientos, para ser parte de nuestro experimento. Sin la ayuda de Raven no lo hubiésemos podido hallar. La forense con una mente brillante que en todos éstos años se ha portado tan cercana a mí, tal cual a una familia que me hacía tanta falta. Ha sido y será una hermana para mí. Tanto, que no pude desviar el comentario sobrevalorado de ella. Sí contara con una telepatía sus pensamientos serían un vaivén en mi mente, un remolino de emociones con sólo ver por primera vez a mí compañero de creaciones e invenciones. «Qué hermoso par, humanamente de carencias perfeccionistas he tener el privilegio de observar». Y lo que vendría después sería aún más asombroso, sus miradas lo decían todo. Fue como un amor a primera vista, porque sus comentarios no se hicieron de esperar y de asomar por las ventanas repentinas de sus cuerdas vocales. Sus miradas lascivas que querían y deseaban toda la humanidad, se volvía una pelea ganada que mostraba un punto de vista distinto a todo lo demás, considerando lo que han tenido la experiencia de vivir. Simplemente se deslizaron y se perdieron en sus ojos, mucho más allá de lo debido y lo indebido. Fue el destino que los unió, la recién llegada insensata del amor.
Incluso a Charles le pareció cliché y demasiado cursi, pero a la vez le jugó una buena pasada, le dejó una sensación de felicidad y armonía. Eso es lo que hacían, que transmitían sus empatías; el contorno de sus siluetas en las sombras.
—Un placer en conocerte, Hank—Terminando su breve y duradera conversación con un dulce y suave beso en el marco de los labios del contrario, tranquilo y a su poder—.Fue un buen rato al hablarles y prestarles ayuda. Necesitaba compañía, llegaron en un buen momento. Mucha suerte.
—E-El gusto es mío, Raven.—Yéndose en la soledad y fría noche que dejaba la puerta entre abierta, con la única cercanía de su maestro y su próximo proyecto.
Y por último, ella no pudo dejarse llevar. Ningún índice de visibilidad en su perspectiva, susurrándole sus últimas palabras.
—No lo veas antes de que llegues, porque será una enorme sorpresa al verlo. Espero que te guste, hermano querido.—Un abrazo de despedida no se hizo esperar y un beso de cercanía se hizo presente; como un relámpago veloz.
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