Quiero mi alma liberar de tu encanto, ese que me hechizó con sus cánticos de sirenas en el fondo del mar.
Quiero dejar de pensar en el patrón de tus soñadas pecas, en las estrellas que rozan su cielo con tus pestañas y en las trenzas de nubes que no son suficientes para curar mis heridas.

El mal se está incrustado en mis venas y el sentimiento está aún intacto en mi corazón goteando.
Siendo incapaz de buscar una cura letal para callar las voces suaves del inframundo, para evitar caer en los pétalos de mis rosas marchitas.

Culpándolo a él,
al cisne negro
que me hace el amor
 sin su tacto y sin sus labios.