9. Conocerte a ti mismo
Ni siquiera el mejor explorador del mundo hace viajes tan largos como aquel hombre que desciende a las profundidades de su corazón.
(Julien Green)
* * * * *
«Dime para qué quieres tu deseo y te dejaré hacerlo».
Los ojos oscuros de Wolf se encontraron con los azules de Ángel. Ahora más que un celeste claro, eran como cielos tormentosos, había deseo y pasión en ellos. Aunque se negara a aceptarlo. Sus mejillas enrojecidas. Sus labios hinchados, seguramente de haberlos mordido al intentar contenerse.
Su pecho se movía con respiraciones rápidas.
Y su miembro estaba duro. Tan duro y necesitado. Enrojecido. La punta húmeda. Y, oh, cómo lo había sentido palpitar cuando lo rozó con su mano.
Vio la tensión en el cuerpo de Ángel mientras su mirada lo recorría y se detenía demasiado tiempo entre sus piernas.
—¿Sabes? —Wolf sintió sus labios curvarse mientras se sentaba en la orilla de la cama, amplió sus piernas, alzó sus caderas un poco, bajando la ropa interior que era la única que quedaba.
No la quitó completamente, sólo dejó su miembro -también duro- salir. Comenzó a acariciarse él mismo. Ángel se quedó a unos metro de él, pero incluso desde esa distancia pudo ver su mirada cambiar y seguir el movimiento de su mano.
Tal vez ni siquiera se daba cuenta que lo miraba.
Tal vez no notó su lengua humedecer sus labios.
Su pulgar rozó la punta de su erección y su respiración tembló, igual que su voz y su sonrisa, mientras negaba. —No. Puedes pensar que me estoy aprovechando de ti, Ángel, pero no es así. Tú has estado conteniéndote toda tu vida, por lo que veo. Y por lo que tú has dicho, no es algo obligado entre los tuyos, ya que otros han cedido aquí en la Tierra. Pero no voy a hacerlo así la primera vez contigo, voy a esperar a que tú lo pidas abiertamente.
Ángel se rió, pero fue una risa ronca que mandó escalofríos por la columna de Wolf. Y sus manos seguían en puños a sus costados. Una de sus piernas se movía nerviosamente, era obvio que se seguía conteniendo.
—No voy a pedírtelo nunca.
—¿No? —Darren hizo una mueca, sin dejar de acariciarse—. Porque yo entendí que eso acabas de hacer. Si lo que quieres es tener sexo conmigo, no tienes que poner pretextos. Sé que crees odiarme, pero es sólo sexo, Ángel.
—No.
—Te contienes demasiado, cariño. Tócate a ti mismo entonces —Wolf señaló con su barbilla la obvia erección de Ángel—. Conócete. Aprende de tu cuerpo. De ti.
El ceño de Ángel se frunció. —No voy a tocarme para que seas feliz.
Wolf se encogió de hombros. Se puso de pie y salió de su ropa interior por fin. Su miembro palpitaba en su mano, ante la mirada atenta de Ángel, y la suya en aquel miembro que moría por envolver hasta hacerlo gritar. Hasta que no pudiera contenerse más.
—No soy yo el que sufre si no te tocas. Es tu decisión, es tu cuerpo, pero, ¿sabes qué? Tengo la impresión de que vamos a aprender bastante durante nuestro tiempo juntos, Ángel. Tú vas a aprender más de ti mismo de lo que crees.
Ángel no dijo nada. Su uñas estaban rompiendo la piel de sus palmas, pero no iba a tocarse.
El orgasmo de Wolf llegó, ahí, frente a Ángel. Su mano se llenó de aquel líquido blancuzco, resbalando hasta el piso.
—Voy a limpiarme —avisó Wolf, sin molestarse en limpiar su desastre que ahí quedaba—. Y tú, si no vas a tocarte, toma una ducha entonces.
Ángel tragó. Dejó de lastimar sus propias manos. Soltó un suspiro que esperó sonara resignado. Al menos se ducharían juntos, Wolf podía decir que no iba a tocarlo, pero dudaba que en un baño juntos lo cumpliera.
Wolf pasó a su lado, su cadera empujó "accidentalmente" la de Ángel y éste no pudo evitar estremecerse.
Pero cuando llegó a la puerta del baño, Wolf salió con una toalla. —Te dejo éste, voy al de invitados. Voy a darte privacidad.
Ángel lo odio en ese momento.
Maldito humano, primero lo provocaba, despertaba deseos dormidos en su cuerpo, y ahora simplemente se iba. Sin tocarlo.
—Pero, ¿Ángel? —la mano de Wolf tomó su barbilla, su pulgar acaricio el puchero que estaba haciendo, sus labios lo rozaron mientras habló, su aliento cálido golpeándolo. Su otra mano bajó, sobre su vientre, y después envolvió su miembro suavemente, fugaz, antes de soltarlo—. De verdad no te hace malo o traidor con tus hermanos seguir tus deseos. Es algo natural.
Y, entonces, el maldito sólo se fue.
Ángel quería llorar de frustración, ¿por qué le pasaba esto a él?, él sólo quería regresar a su hogar.
* * * * *
Y Wolf fue bueno y se fue 🙊😂
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