8. Dime que sí
La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal
(Oscar Wilde)
* * * * *
Ángel se detuvo frente al espejo de cuerpo completo y se miró. De los pies a la cabeza. Su piel tan pálida. Sus músculos definidos, pero nada llamativo, no como muchos humanos que había notado. Su cabello rubio ya estaba creciendo, tapaba sus ojos azules si inclinaba su cabeza.
Miro su cuello. Había una marca en el lado izquierdo. Sus ojos se cerraron, mientras recordaba las manos fuertes de Wolf en sus caderas, los dedos clavándose con fuerza, su miembro se endureció mientras recordaba la sensación de el del humano frotándose contra el suyo. De sus labios succionando donde estaba ahora esa marca.
Cerró sus manos en puños a sus costados, rehusándose a tocarse él mismo. No lo había hecho durante el par de semanas que llevaba ya en cautiverio. En manos de Darren Wolf. Y no lo haría ahora. Aunque se muriera de ganas.
Sus uñas se clavaron en sus palmas, con fuerza. Pudo sentir la piel romperse y gotitas de sangre formarse.
Todavía se negó a abrir los ojos.
Podía sentir las manos de Wolf sobre él. Como sensaciones fantasmas. Subiendo por sus muslos, separándolos. Aferrando sus caderas. Delineando sus costillas, sus clavículas. Su lengua recorriéndolo, el cuello, el abdomen. Su boca engulléndolo...
Sus uñas se clavaron con más fuerza.
—Maldita sea. Maldito seas.
"No se supone que un ángel maldiga" le había dicho Wolf varias veces. Y casi creyó escucharlo de nuevo, esa voz dulce y burlona, seguida de una risa que Ángel sentía vibrar en su pecho y erizar su piel.
—Te odio.
Él odiaba a Darren Wolf.
No sólo lo había comprado en una subasta ilegal. Lo mantenía cautivo y seguiría siendo así hasta que él lograra escapar o le diera el deseo que tanto quería.
Y, además, lo peor, usaba su cuerpo. Estaba manchando su pureza angelical con deseos mundanos.
Ángel estaba desnudo, como siempre que estaba en la habitación que compartía con su captor. Su miembro palpitaba y dolía, tan duro. Una de sus manos se acercó a sus caderas, bajó por su pierna, dejando rasguños a su paso.
Todavía trataba de resistirse.
Ni siquiera escuchó la puerta abrirse, pero supo cuando él entró. No tenía ni que abrir los ojos para saber que era él. Lo sentía. En pocos días había aprendido a reconocerlo y la verdad era que se odiaba por eso.
Consideró huir a la ducha o meterse rápidamente bajo las sábanas, pero no tenía mucho sentido. Wolf podría seguirlo a cualquier lugar. Nunca lo obligaba a nada -no exactamente-, de hecho, por eso seguía siendo virgen, pero se aprovechaba del poco control que Ángel tenía de su cuerpo.
Lo escuchó acercarse, el sonido inconfundible de ropa cayendo a su paso. El calor de su cuerpo y aquellos brazos fuertes lo envolvieron, rodearon su cintura, sus manos entrelazadas al frente casi rozaban su erección.
Ángel sólo tenía que mover un poco sus caderas y entonces...
Mordió sus labios para intentar no gemir. Wolf parecía más que un lobo, un brujo que lo hechizaba y lo hacía perder el control.
Sintió los labios tibios y suaves a un lado de su cuello. Y su erección -a través de la tela de la ropa interior- golpearlo. Todo su cuerpo se estremeció, sus piernas temblaron, sus dientes rechinaron mientras intentaba no gemir y no ceder. Sus uñas se clavaron en su pierna...
...y, finalmente, su otra mano rodeo uno de los brazos de Wolf.
—Sé lo que quieres —él se burló, sus brazos apretando más, su miembro clavándose más entre sus mejillas, su aliento erizando su piel—. Puedo dártelo, puedo darte más incluso —empujó más sus caderas, recordándole que Wolf moría por tomarlo por completo-. Sólo di la palabra.
—N-no —su voz no salió firme, tembló, pero al menos salió.
Él nunca diría "Sí" a Wolf. Su cuerpo podría ser un traidor, pero su voluntad era fuerte. Un ángel no se rinde ante un humano.
No. No. No.
Wolf se rió. Su cuerpo temblando tras el de Ángel. El movimiento provocó que sus manos rozaran por fin su erección que ya dolía por ser tocada.
"Por favor" Ángel casi le rogó en ese momento, pero logró contenerse. Apenas
—Sólo dilo y lo tendrás...
Cuando los segundos pasaron y Ángel siguió en silencio, los brazos de Wolf desaparecieron, y dio un paso atrás.
Pero, antes de que se alejara, Ángel se giró y lo detuvo, tomando sus brazos. Sus ojos azules oscurecidos, una tormenta de lujuria a punto de explotar en esos cielos. —Dime para qué quieres tú deseo y te dejaré hacerlo.
Ambos sabían a qué se refería: Te dejaré hacerme tuyo.
Y ambos sabían también, aunque Ángel se lo negara incluso a sí mismo, que él también lo deseaba.
Lo retó con la mirada, perdido en esos ojos oscuros del humano. Agradeció que no pudiera leer su mente:
"Por favor, por favor, dímelo y hazlo".
* * * * *
¿Será que Wolf confiesa su deseo?
¿Y podrá Ángel resistir a la tentación? 🙊
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