71. Final: Mi Hogar
La muerte deja un dolor que nadie puede curar; el amor deja un recuerdo que nadie puede robar.
(E.Frank)
Wolf tenía un mal presentimiento.
Algo no estaba bien.
Algo iba definitivamente mal y su corazón lo sentía.
¿Y si Stella no se presentaba?
¿Y si Alejandro y Michael no eran capaces de ayudarlo? ¿Si ni siquiera una magia tan poderosa era capaz de regresarle su alma?
Un ángel definitivamente no podía estar con alguien sin alma. Alguien sin vida.
Su corazón latía a trompicones y casi quería dar media vuelta, decirles que esto había sido un error y regresar a su casa, a su cama, a su hogar; a disfrutar sus últimos días con Ángel. Su ángel. Ese que no merecía pero que, por algún extraño milagro, era suyo.
Pero ya estaba aquí y no podía seguir siendo un cobarde. Así que, después de una respiración profunda, empujó la puerta. Podía sentir la mirada de todos en su espalda, pero ninguno lo había presionado. No preguntaron, simplemente esperaron mientras él tenía su debate interno y luchaba contra el lado que quería huir de esto.
Sintió una mano pequeña en su hombro y se encontró con los brillantes e inocentes ojos azules de Mark. Hoy su sonrisa no era tan amplia, pero aun así le sonrió y era sincero. —Todo va a estar bien. Te lo prometo.
Wolf intentó sonreírle de regreso, aunque sabía que esto no funcionaba así. Que Mark no tenía el poder para cumplir esa promesa.
Así como él no tenía el poder para cumplir la que le hizo silenciosamente a Ángel. Esperaba volver con él, a salvo, completo, y disfrutar toda su vida con él.
Pero nada de eso era seguro.
—Hay que darnos prisa —fue Theo, el detective y compañero de Alex, quien lo dijo.
Wolf no entendía por qué ambos humanos estaban aquí. De Mark lo entendía porque era su amigo y parte importante en este plan, mucho se había logrado gracias a él; además no era del todo un simple humano, era el Ancla de Abdiel, un poderoso ángel.
Pero, ¿qué hacía este tal Theo aquí? Wolf apenas lo conocía.
Todos tenían su razón de estar aquí, excepto él: Alejandro era quien recuperaría su alma, la atraparía, arrancándola de Stella; Michael, el poderoso brujo, usaría su magia para retenerla y probablemente para ayudar a Alejandro a devolverle el alma a Wolf; Cris era el joven pupilo de Michael, un brujo joven pero poderoso, Wolf recordaba que fue quien ayudó a traer a su mentor de vuelta a la vida...
Todos ellos tenían un propósito aquí. Pero... ¿y Theo?
Era un simple detective humano. No lo necesitaban y...
—Y tú —dijo el susodicho, con voz firme y algo molesta incluso. Wolf dio un salto, asustado por un momento de que hubiera leído sus pensamientos. Pero no lo estaba mirando a él, señalaba al brujo más joven— te dije claramente antes de venir que no vas a esforzarte más de lo necesario. Todavía no estás del todo bien después de lo de Susan. Ni siquiera deberías estar aquí...
Cris sonrió. Había un brillo inusual en sus ojos mientras miraba al detective. No se molestó por ser regañado como si fuera un niño indefenso atrapado a media peligrosa travesura. —Ya hablamos de esto, cariño —y esa simple palabra provocó un furioso rubor en Theo—. No puedo dejar solo a Michael...
Michael resopló y murmuró algo como “No me metan en esto”.
—... tú eres quien no debería estar aquí —Cris continuó—. Es peligroso, Theo, y si algo te pasa...
—Lo mismo va para ti. Así que ten cuidado. Voy a dar una vuelta y asegurarme que, en efecto, no hay nadie más aquí —su voz toda llena de frío profesionalismo, pero en el último momento, justo antes de salir, dio media vuelta y dio unos cuantos pasos hasta llegar a Cris. Lo tomó firmemente por los hombros, no había gentileza en su toque. Se estaba aferrando a él con fuerza, parecía doloroso, pero el brujo no se quejó. Cris simplemente levantó su mano y acarició el rostro del detective. Theo suspiró y se relajó un poco—. Sólo ten cuidado —se miraron fijamente a los ojos un momento y después ambos se soltaron.
Fue extraño, Wolf pensó, que sin la necesidad de un beso o un abrazo, pudiera verse claramente la fuerza del sentimiento entre ellos.
—Llámenme si sucede cualquier cosa —fue lo último que Theo les dijo antes de irse.
Theo no podía estar con ellos cuando Stella llegara porque, al ser un simple humano, corría más peligro que los demás. Así que él estaría vigilando fuera.
También fuera se encontraba Abdiel. No podían arriesgarse a que la harpía sintiera su presencia y sospechara que era una trampa. Mark pronto se reuniría con él, pero había alegado que quería estar hasta el último momento con Wolf.
—Ten cuidado —le rogó unos minutos después, antes de irse, con sus ojos tristes y un bonito puchero que casi hace reír a Wolf—. Mátenla y recupera tu alma. No puedes morir y dejarme sin amigo.
Wolf se rio y lo abrazó con fuerza. Tenía más razones para vivir de las que pensaba. —Vete. Ya casi es hora —en el último momento se le ocurrió, así que sacó su móvil y lo puso en su mano—. Si algo me pasa... Si...esto sale mal, dáselo a Ángel. Dejé un mensaje grabado para él. Una... —no pudo mirarlo a los ojos cuando lo dijo—, una explicación y una despedida. Dile que lo amo.
Mark no dijo nada. Hubo sólo un sollozo y un abrazo demasiado fuerte para alguien tan pequeño como él. Luego se fue.
Cuando ya sólo faltaban unos minutos, sintió una mano en su hombro. Al alzar la mirada se encontró con los ojos azules de Alejandro, el Atrapador de almas. Su voz era firme, como si no tuviera ninguna duda: —Tú me ayudaste a recuperar a Michael. Me salvaste la vida, Darren, porque sin él no tengo razones para vivir. Él es, literalmente, la mitad de mi alma. Así que ten por seguro que de aquí no nos vamos sin la tuya.
Wolf no podía hablar. Había un nudo enorme en su garganta, que venía desde su estómago, pasando también por su pecho, enrollándose en su corazón y apretando con fuerza.
Sólo asintió y después vio a Alejandro volver a la esquina con Michael y Cris. Un momento estaban ahí y al instante siguiente ya no. Y si no supiera que el plan era que permanecieran ocultos, se habría asustado de que lo habían dejado solo. Casi tenía la infantil necesidad de preguntar si estaban ahí.
No lo hizo. Pero estuvo cerca, tentado, varias veces.
Cerró los ojos y, después de un último rezo “Por favor, Dios, que esto salga bien y pueda regresar con Ángel”, escuchó la puerta abrirse.
La sonrisa torcida de la harpía fue lo primero que vio. Sus ojos como pozos sin fondo, oscuros y vacíos. Se rio, amargo y frío. —Si fueras más inteligente —ella dijo, entrando a la oficina como si fuera suya, justo como hiciera el primer día. Como si tuviera derechos, permiso. Sus altos tacones resonando con fuerza—, rezarías a alguien más, cariño. Dios no te escucha, Dios no te quiere vivo.
* * * * *
Wolf se preguntó, al verla hoy tan claramente, cómo pudo estar antes con ella sin ver lo que era. ¿Cómo pudo no darse cuenta que era algo no humano, algo tan vacío y lleno de maldad que sólo buscaba su alma?
Tan perdido en sus pensamientos estaba que no le dio importancia a sus palabras: “Si fueras más inteligente, rezarías a alguien más. Dios no te escucha, Dios no te quiere vivo”.
Si lo hubiera hecho, se habría preguntado también por qué Dios no lo querría a él. Sí, había perdido su alma, pero no fue su culpa. ¿Qué pecado tan grande había cometido como para que él mismísimo Dios lo odiara?
No tenía sentido.
Ella se detuvo frente al escritorio. Y con Wolf sentado detrás de éste, había quizá sólo un metro entre ellos. Stella seguía sonriendo. —Lo gracioso es que sigues sin darte cuenta, Wolf. Eres demasiado tonto. Es demasiado fácil —negó como si eso le molestara—. Aun así he disfrutado tu alma. Me gustaría haberla tenido más tiempo, pero... —se encogió de hombros—, así son las cosas, ¿cierto?
Wolf no entendía nada. ¿A qué estaba jugando ahora? ¿Qué pretendía?
Stella lo miró sin comprender. Era un simple humano. ¿Por qué el Creador le daba tan importancia a un ser tan inferior e insignificante?
Ella nunca lo entendió. No hace siglos cuando el mismo Dios se apareció en uno de sus sueños –o algo así, no es que ellas realmente durmieran, no había descanso para ellas– y sus palabras fueron claras, aunque también sin sentido: “Tú existes sólo porque yo lo permito. No te equivoques. Cada rebelión y cada ser oscuro cree que ha ganado una pequeña batalla contra mí, les da esperanza de ganarme la guerra. Pero no es así. Yo permito todo lo que sucede y lo hago por una razón. Incluso si ustedes no lo entienden. La oscuridad es simplemente ausencia de luz, es sólo yo mirando hacia otro lado. Haciéndolo a propósito. Y hoy te dejo vivir porque, mañana, y toma mañana como simplemente un día en el futuro, tú harás algo por mí. Tu existencia no representa nada para mí, así como exterminarte ahora mismo no haría ninguna diferencia. Simplemente encontraría otra manera para lograr mi propósito. Puedes seguir "viviendo" y creando a otras como tú, a cambio de algo que voy a pedirte. O puedes decirme que no y será como si nunca hubieras existido. Realmente no tienes opción”.
Y su "petición" –si es que puede llamársele así– fue muy clara: “Un día nacerá un humano, y dentro de él un alma importante reencarnará, cuyo nombre será "Darren Wolf". Cuando yo te lo indique, tú tomarás su alma. Vas a torturarlo durante un corto tiempo. Después se la regresarás y ese será tu fin.”
Por supuesto que quería decir que no. ¿Por qué aceptaría algo así?
Pero realmente no tenía opción, ¿o sí?
Los primeros días, semanas, meses, incluso años, tuvo miedo. Miraba sobre su hombro cada vez que tomaba un alma nueva, con miedo de que Él o uno de sus ángeles estuviera ahí para matarla. Pero nunca sucedió. Y casi lo había olvidado, creyendo que fue una simple alucinación o una burla, cuando –de nuevo en un sueño– un humano bastante apuesto se le reveló y su voz fue clara cuando dijo “Es hora. Es él”.
Sólo un par de días después, lo que le tomó investigar quién era y cómo acercarse, ella estaba en esta misma empresa. Lista para tomar el alma que sería su fin.
Y todo por culpa de este maldito humano. Todavía hoy seguía sin entender lo que había de especial en él.
—No hace falta este circo —ella lo dijo, en parte para los aquí presentes y en parte para Él. Ya estaba cansada.
* * * * *
—No hace falta este circo —Stella lo dijo, mirando hacia el techo por alguna razón que Wolf no entendía. Pero después miró hacia la esquina donde estaban Alex, Cris y Michael y, finalmente, sus ojos se encontraron con los suyos—. Puedes decirle a los brujos y a lo que sea la otra criatura que salgan. Puedo sentirlos, yo no soy tan tonta como Susan. Mi querida Susan. No caería en una trampa tan tonta, Wolf. No me subestimes.
Y Wolf sintió como si sus palabras lo hubieran golpeado físicamente. Eso era todo; tal como temió, no iba a funcionar esto.
Unos segundos después volvió a verlos, a Michael, Cris y Alejandro. Los últimos se veían sorprendidos, el brujo mayor simplemente intrigado.
Y eso respondió a infantil miedo de antes. Ellos siempre estuvieron ahí, nunca lo dejaron solo.
—No hace falta todo esto —Stella dijo de nuevo y rodeó el escritorio, levantando la mano cuando Michael quiso dar un paso hacia ellos. El humano de ojos azules también lo había detenido—. Si quieres tu alma de regreso —ella dijo con calma, colocando una rodilla entre las piernas de un Wolf estupefacto e inclinándose hacia él—, sólo tenías que pedirla —entonces lo besó. O juntó sus bocas al menos.
Wolf estaba inmóvil. Fue asqueroso sentir otros labios que no fueran los de Ángel. Se sintió mal. Y entonces dolió cuando una de sus garras se clavó detrás de su cuello. Gritó y sintió la sonrisa de Stella contra sus labios separados. Ella bebió su grito, su angustia, su dolor. Disfrutando de lo último que podría tener de él de cualquier otro. Después ella exhaló sobre su boca, sopló algo dulce y ligero que lo fue llenando poco a poco.
Todo eso no duró más que unos segundos. Por lo que ni Alejandro, Michael o Cris pudieron hacer nada.
Un momento la harpía estaba ahí, besando grotescamente a Wolf, y después ya no estaba.
Ella se fue sin gritos, sin dolor, sin los tortuosos sonidos que Susan había emitido. Sin dar batalla. Sin explicaciones a todo lo que antes había dicho.
¿Cómo era posible que hubiera hecho tanto daño sólo para regresarle su alma sin pelear?
Wolf trataba de entenderlo y de respirar. Se sentía extraño tener su alma de nuevo. Estaba aturdido y casi completo de nuevo. Casi. No toda su alma estaba aquí. La parte más importante de él se había quedado en casa, en su cama, y tenía la forma de un hermoso ángel. Su Ángel.
Cerró los ojos y apenas registró las voces que hablaban todas a la vez. “¿Qué acaba de pasar?”, “¿Qué pasó?”, “No entiendo...”, “Ella sólo... ¿le regresó su alma y se fue?”
Y luego unos brazos familiares y la voz cantarina de Mark cerca de su oído. —No importa por qué. Lo importante es que todo salió bien. ¿Cierto? Wolf estará bien cuando se le pase el aturdimiento, ¿verdad? ¿Él está bien? ¿Wolf? ¿Abdiel?
Abdiel se acercó al Ancla de su hermano. Podía sentirlo sano de nuevo, vital. Pero –y no entendía cómo esto era posible– en el aire había algo celestial. Obviamente no podía ser por la harpía, porque ¿qué podía tener ella que ver con el Cielo?
Eso no tenía sentido. Sacudió la cabeza para alejar esa idea cuando Mark volvió a llamarlo. Debía ser sólo su imaginación.
—Sí. Él estará bien —dijo no muy convencido, pero fue suficiente para calmar a su pequeño humano. Mark le sonrió con agradecimiento, como si algo de esto tuviera que ver con él que no hizo nada.
Y luego esa llamada de "Ángel". Necesitaba hablar con su hermano pronto. ¿Cómo se enteró si Wolf no se lo dijo?
—Vamos a llevarlo a casa —Mark dijo sonriente, emocionado—. ¡Tal vez sólo necesita estar con Ángel!
Abdiel hizo una mueca. ¿Por qué tenía esta fea sensación en el pecho? Se le erizaba la piel al sentir esa presencia del Cielo, de Él, aquí.
Pero asintió, ayudando a Mark a sostener a Wolf ya inconsciente. Quizá él tenía razón y sólo necesitaba a Ángel.
Incluso si algo en el fondo de su cabeza decía que no era así. Que no era tan fácil. No con Él.
* * * * *
Ángel se retorció, incómodo. Había pasado una pésima noche. Triste, enojado, frustrado. No entendía por qué su propio cuerpo se sentía tan mal, como si algo le faltara; había una angustia enorme que oprimía su pecho, un ángel no debería sentirse así. Incompleto y asustado.
¿Por qué un ángel tendría miedo?
Y luego, aunque no lo recordaba muy bien, había despertado entre gritos. Justo cuando –sin que él lo supiera– Stella estuviera besando a Wolf para regresarle su alma.
Y luego estaba eso. Ese pedazo de Wolf dentro de él. Había algo que antes no era suyo, pero ahora estaba ahí. Y no lo entendía. Estaba demasiado confundido, y sin recuerdos, para entenderlo.
Pero sí recordaba claramente que Uriel le había dicho que hoy vendría por él. Tenía que darse prisa.
Se agarró a uno de los postes de la cama, listo para salir antes de que su captor despertara. No recordaba mucho de anoche, de cuándo él había llegado o por qué salió para empezar o a dónde. Pero sí recordaba los incómodos despertares a su lado...
Se tensó y un suspiro –¿gemido?– casi se le escapa cuando sintió ese cuerpo duro y caliente encontrarse con el suyo. Cerró los ojos cuando sintió la erección del humano restregarse contra su trasero.
¿Por qué estaba desnudo? ¿El humano lo había obligado?
Tenía vagos recuerdos de él tocándolo. Sin su permiso. Sin que él lo quisiera. Maldito.
Apretó los labios con fuerza.
Hubo un suave beso entre sus omóplatos y unas palabras que no entendió fueron murmuradas. Y si no conociera mejor la maldad de Darren Wolf, casi creería que había ternura en sus labios y en su voz.
Su ceño se frunció por la fuerza que puso en tratar de controlar su cuerpo. Sus alas. Maldita sea, el humano conocía bien sus puntos débiles. Sabía cómo provocarlo; llevaba meses haciéndolo, aunque no recordaba todos. Apretó sus piernas que temblaban por el esfuerzo, igual que sus brazos y luego sintió el aire salir de golpe cuando un empuje de caderas de Wolf casi logra meterlo dentro de él, justo cuando su mano envolvió su miembro que, para total angustia de Ángel, estaba duro también.
Cerró los ojos, decidido a no disfrutarlo. Él no quería esto. No le gustaba. Y Wolf podía tener su cuerpo, pero eso era todo.
—¡Ah! —no pudo retenerlo más cuando sintió los dientes del humano justo donde antes había estado besando. Se le escaparon varios gemidos después de ese y luego sus caderas se sacudieron sin su permiso.
Ángel estaba horrorizado por la reacción de su cuerpo. ¿Por qué hacía esto?
La mano de Wolf apretó con más fuerza, el pulgar acariciando varias veces la cabeza de su miembro. Y entonces un empujón un poco más fuerte rozó la de Darren contra su entrada.
Ángel tembló y luego un poco más cuando la voz dulce de Wolf dijo a su oído: —Vamos, cariño, sabes que lo quieres —sonaba alegre y Ángel lo odiaba por eso.
No era real, era sólo una ilusión. Wolf no era dulce, no era cariñoso.
Wolf empujó un poco más, entrando un par de centímetros. Y él seguía gimiendo, se dio cuenta con horror. No debería, no iba a disfrutarlo. No le gustaba.
Intentó cerrar su mente y quedarse ahí dentro. Abandonar su cuerpo para no sentir nada de esto. Pero entonces Wolf se retiró, salió de él, y se alejó. Ángel suspiró su decepción cuando dejó de sentir el calor de su cuerpo pegado al suyo.
Se volvió para verlo recostado con las piernas ligeramente abiertas y sosteniendo con una mano su miembro duro. Había una luz especial en sus ojos y su sonrisa era bonita, tan alegre. Estaba por decirle algo, pero Ángel habló primero: —Mi cuerpo no es nada, si es lo único que tienes.
Wolf gimió cuando apretó con más fuerza, sus caderas se movieron. Una risa ronca se mezcló con el gemido. Miró sonriente a Ángel, sin molestarse con sus palabras. Como si lo tomara como una broma. —Lo sé, cielo —habló con calma, mientras Ángel hervía en furia—. Me lo has dicho antes. Pero ambos sabemos que tengo mucho más que eso.
Ángel lo miró con furia. No entendía por qué no le gritaba o le hablaba fuerte. Seguramente quería confundirlo con este juego dulce.
Frunció los labios y se dijo que no iba a caer y que mientras más rápido empezara, más rápido terminaría. Así que se arrastró sobre su rodillas hasta él, poniendo una a cada lado de sus caderas. Ignorando lo natural que parecía hacerlo y lo bien que se sintió cuando esas manos grandes lo tocaron, una de posó en su cadera, sosteniéndola, mientras la otra lo abría y empujaba hacia arriba para encontrarse con él. Cerró los ojos, tembló cuando sus cuerpos se volvieron uno y se sintió... bien.
Y entonces Wolf habló y algo en el pecho de Ángel dolió. No entendía por qué se sentía así cuando Darren dijo: —Tú eres el cielo, Ángel. Sentirme dentro de ti lo es.
Sus ojos se abrieron y se encontró con los de Wolf sobre él con lo que casi parecía, pero no podía ser, adoración.
Apartó la mirada. No era cierto, mentía; sólo quería engañarlo para tomar su deseo.
Plantó con fuerza las manos sobre su pecho y comenzó a moverse. Arriba y abajo. Sintiendo a Wolf llenarlo. Temblando cuando tocó tantas veces este punto dentro de él que ya no podía aguantarlo.
Sus piernas temblaban y no pudo moverse más. De cualquier manera no era necesario. Gritó sin pena alguna cuando su cuerpo se hizo cargo. Su orgasmo lo tomó desprevenido, su líquido salpicó el pecho de Wolf y lo sintió mirarlo con fuerza justo cuando sus alas salieron libres. Apretó los ojos con fuerza mientras las réplicas lo estremecían y sintió en ese momento cómo Wolf lo llenaba, alcanzando el climax también.
«Te amo», creyó escuchar a través del zumbido en sus oídos. Y si hubiera tenido los ojos abiertos, se habría dado cuenta que Wolf no lo dijo en voz alta. Todavía un poco asustado y confundido por lo que sucedió anoche; con miedo de cómo reaccionaría cuando le confesara todo.
Pero no lo hizo. No lo vio.
Ángel se esforzó por levantarse; odiando lo vacío que se sintió cuando Wolf se deslizó fuera de él. Había una mano perezosa sobre su muslo. Sus piernas temblaban mientras intentaba salir de la cama.
—Tenemos que hablar —Wolf dijo, adormilado.
Y sólo entonces Ángel se detuvo antes de entrar al baño y lo miró. Por última vez.
Recostado tan pacíficamente. Sus ojos cerrados. Los labios entreabiertos. Su piel brillaba con una fina capa de sudor y también con lo que él había dejado en su pecho cuando se corrió. Sintió su rostro enrojecer de vergüenza.
Al menos era la última vez que lo hacía. Y eso debería sentirse bien, ¿cierto?
Pero no lo hacía.
No lo sentía así mientras se daba una rápida ducha. No sabía que hora era. Pero Uriel prometió venir por él pronto. Tenía que darse prisa si quería irse sin que Wolf lo notara.
Se secó con prisas y se vistió de igual manera. Odiando la sensación de desolación en su pecho y la urgencia de su cuerpo por volver con el maldito humano. ¿Por qué quería ir y darle un beso de despedida, susurrarle que lo sentía?
¡No tenía sentido!
Se odiaba por estar tan confundido. Y no entendía las lágrimas en sus ojos cuando sintió la presencia de su hermano y se apresuró a salir de la habitación y de la casa.
Lo encontró en el jardín. Y hubo un extraño déjà vu cuando abrió sus alas. ¿Ya lo había hecho antes?
¿Quizá quiso escapar antes y no lo había logrado?
No podía recordarlo.
—¿Estás listo? —Uriel preguntó. Miguel estaba a su lado, en silencio, no parecía feliz.
«Al menos no soy el único», pensó Ángel y asintió. Luego habló: —Sí.
Alcanzó a ver a una mujer –Siela– salir justo cuando se iban. Ella no intentó detenerlo ni gritó para dar aviso a Wolf.
Y Ángel casi quería que lo hiciera.
Qué estúpido querer eso. ¿Por qué querría que Wolf lo detuviera o, al menos, verlo una vez más?
Volaron sólo unos segundos antes de que los ojos de Ángel se cerraran. Cuando volvió a abrirlos estaba en...
—Bienvenido, hijo mío —la voz de su Padre lo recibió—. Vuelves a tu Hogar por fin. Regresas la luz bella a este lugar.
Luz bella.
Él era eso. No era "Ángel". Ya no más.
Hogar. Este era su Hogar.
¿Por qué no se sentía así?
¿Por qué no se sentía bien si por fin estaba de regreso en su Hogar y su Padre lo recibía con los brazos abiertos. Perdonando su error.
Era lo que quería...
Y entonces otro déjá vu: «¿Era lo que querías? Lo tienes»
Era la voz del humano. De Darren Wolf.
Ángel –no, ya no Ángel. Él era la Luz bella que ahora mismo se sentía apagada– envolvió su cuerpo con sus alas cuando sintió una lágrima resbalar.
¿Por qué se sentía tan mal, tan vacío, si estaba por fin de regreso en su Hogar?
¿Era lo que querías?, la voz de Wolf resonó en su cabeza.
Y la respuesta, aunque no lo entendía, era simple: —No.
Pero ya estaba aquí. Y este era su único Hogar.
¿Cierto?
¿FIN?
* ~ * ~ *
¡Hola! No lo merezco después de tanto tiempo. Lo siento, tuve ciertos problemas... Pero espero sigan por aquí y les haya gustado este capítulo ❤️
¿Ya saben quién es realmente Ángel?
Queda el epílogo y ahí se explicará más al respecto. No sé preocupen y confíen en mí para un buen final. Mañana lo subo 🙆
¿Todavía quieren la historia de Mark y Abdiel?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro