68. ¿Pasado o futuro?
La vida es muy corta para amarte sólo en una, prometo buscarte la próxima.
(W.Shakespeare)
—¿Estás bien? —inesperadamente fue Ángel quien lo preguntó, a pesar de que era Wolf quien llevaba todo el día notando la rareza de su ángel.
Wolf tragó lentamente, mirando la rosa en su mano. Era la quinta que se secaba. Suspiró antes de dejarla sobre el escritorio. Sus ojos oscuros se alzaron y se encontró con la mirada preocupada de Ángel. —¿Sí? —fue más una pregunta.
Los labios de Ángel se curvaron, aunque no era exactamente una sonrisa. La verdad es que las últimas semanas habían sido complicadas: aquella escapada de Wolf –de la que nunca le quiso hablar y no es que desconfiara de él, pero le intrigaba saber por qué no quería decirle la verdad, ¿qué ocultaba?–, el maldito de Charlie siempre presente, las rosas tan extrañas mandadas por quién sabe quién, sus sueños –que lo inquietaban por las noches y no podía recordar del todo al despertar–, y esos vacíos de Wolf...
Había ocasiones en que la mirada de Wolf se perdía. Y a todos debía sucederles alguna vez –perderse en sus pensamientos y mirar a la nada–, pero lo que preocupaba a Ángel es que dejaba de sentirlo. Eran quizá sólo unos segundos, pero lo suficiente para preocuparlo, para que el vacío se adueñara de él y todo en su interior se removiera buscándolo.
¿Qué les estaba pasando?
Y es que Ángel no dejaba de preguntarse si era su culpa. ¿Quizá, como el tiempo se le estaba terminando, todo esto afectaba a Wolf por ser su Ancla?
—¿Sí? —preguntó, acercándose a él. Acunó con una de sus manos su rostro y, con la otra, fue acariciándolo con toques ligeros—. ¿Por qué no me dices la verdad? —sus dedos, como alas de mariposa, sobre su ceja; la frente, recorriendo esas líneas de preocupación; la mejilla, trazando un camino hasta su pómulo; los labios... Ángel suspiró y bajó por su cuello, hasta su pecho, se detuvo sobre su corazón, acariciando sobre el latido. Buscó sus ojos—. Eres mi Ancla, ¿recuerdas? Puedo sentirte, Darren. Sé que algo está mal. Dime qué es...
Wolf cerró los ojos y rodeó la muñeca de Ángel con sus dedos. Su respiración se atascó. Quería decirle, de verdad quería hacerlo, pero no podía. ¿Y si el deseo de Ángel era su última oportunidad de ser feliz? Wolf no podía quitarle eso. Sabía que Ángel lo elegía incluso sobre el Cielo, ya lo había hecho; pero si Wolf moría, no era justo que Ángel lo perdiera todo. Debía guardar su deseo.
Acarició con su pulgar el interior de la muñeca del ángel, sintiendo su pulso latiendo bajo su dedo. Suspiró y abrió los ojos. Además le quedaban cinco semanas y, con suerte, Mark y Alejandro encontrarían una solución sobre las "Arpías". Wolf resopló, todavía no podía creer que fuera verdad, que fueran reales...
Wolf sonrió y estaba por decir algo cuando a Ángel le sucedió por primera vez. Dormido estaba lleno de pesadillas, pero despierto nunca había sentido algo así. En un parpadeo el rostro de Wolf se deformó: pasó del hermoso hombre que lo había enamorado y lo hizo descubrirse a sí mismo, a alguien con piel de aspecto ceniciento, ojos hundidos y sin vida, pómulos marcados, labios resecos...
Ángel se tambaleó hacia atrás, alejándose de él, pero sin soltar su mano. Y fue esto último, el tirón y fuerte agarre de un ángel, lo que provocó que Wolf gritara. —¡Aaahh, Á-angel! ¡Uh! —trató de liberarse cuando hubo un chasquido y, ¡ay, cómo dolió! Fue su dolor lo que provocó que Ángel reaccionara, parpadeó volviendo a la realidad y acunó su propia mano contra su pecho. Todavía un poco confundido, creyendo que era su dolor el que sentía.
Wolf siseó, alejándose de él, rodeó el escritorio –con la mano acunada en su pecho–, buscando el teléfono. Pero, al darse cuenta de lo que había pasado, Ángel fue tras él. —¡No! —su grito hizo saltar a Wolf; no por miedo, sólo no se lo esperaba—. No, no, lo siento... ¡No sé qué pasó! Pero no llames a... —sus labios y dientes se apretaron. «A Charlie».
Wolf, a pesar del dolor por su muñeca rota, sonrió. Palmeó suavemente la mejilla de Ángel. —No lo iba a llamar a él. Sólo a la Clínica para que me reciban y vean esto... —hizo una mueca, ya se estaba hinchando y poniendo más allá de lo rojo.
—No hace falta —Ángel lo tomó suavemente del codo, mirándolo como si pidiera permiso, casi con miedo de ver rechazo o miedo en Wolf. Wolf sólo puso los ojos en blanco, así que Ángel siguió por su brazo desnudo hasta llegar a la muñeca—. Lo siento, de verdad, yo nunca te haría daño, y-yo... —se acercó lentamente, hasta que no sólo sus dedos sino sus labios lo tocaban. Bastaron un par de toques suaves para que el dolor se fuera y todo volviera a su lugar. Y aun así, no paró de dejar pequeños besos en su piel.
—Está bien —Wolf acarició su mandíbula con un dedo antes de ponerlo bajo su barbilla y hacerlo mirarlo. Le sonrió y giró su muñeca—. Bien, ¿ves? No pasa nada, Ángel.
Y el nombre provocó una mueca en Ángel. Ese nombre... Por alguna razón se sintió incorrecto que lo llamara así. ¿Debería decirle ya?
Wolf acunó su rostro con ambas manos. —No importa. Ya no duele. Sólo estabas distraído —como siempre últimamente, pensó, aunque no lo dijo— y... —se encogió de hombros.
Ángel no entendía qué demonios había sido eso. ¿Fue otra pesadilla? ¿Algo de su pasado? ¿O...el futuro? ¡No, por favor! Lo miró intensamente. —Tú estás bien, ¿no?
Wolf se rio. —Sí, ya te dije que sí. No es nada. Y no sería mi primer hueso roto...
—¡No! —Ángel lo interrumpió—. Quiero decir... ¿estás bien, realmente bien? Wolf, no me mientas...
Los dos se sostenían con ternura. Y Wolf fue el primero en bajar la mirada porque no, no estaba bien. Su vida, si no hacían algo al respecto, se reducía a cinco semanas más.
Mordió sus labios y estaba pensando qué decir sin que fuera realmente una mentira, cuando el teléfono sonó. Suspiró aliviado y corrió a contestar. —¿Hola?
Ángel podría hacer escuchado fácilmente lo que decía la persona al otro lado, pero no lo hizo. Y quisiera haber podido leer en los pensamientos de Wolf, pero había una parte que no alcanzaba a tocar. Era como si su Ancla le hubiera cerrado una puerta.
Se quedó ahí, mirándolo, hasta que su rostro se iluminó completamente: —¡¿De verdad?! —Wolf preguntó, sonriendo. Miró a Ángel, por fin, la esperanza brillando en sus ojos.
* * *
Mark sonreía al otro lado, dando saltitos emocionados: «¡Sí! Creo que Alex y yo tenemos una idea... ¡Y es buena! ¡Tienes que venir, Wolf!»
* * *
—No me siento bien con lo que le estamos haciendo —fue Miguel quien lo dijo.
Parecía que Uriel iba a ignorarlo, pero al final se encogió de hombros y respondió antes de irse: —Son órdenes. Y no estamos haciendo nada malo, sólo dándole un poco de la verdad.
—Y sabemos lo que la verdad le hará —Miguel se quejó—. Como siempre.
Uriel resopló. —Sólo tiene lo que se merece. Únicamente le abriremos los ojos. Él merece saber, ¿no?
Miguel abrió sus alas y se alejó: «No así».
* ~ * ~ *
¡Hola aquí! Perdonen que tardé, no me he sentido muy bien y además no tengo tanto tiempo 😞
De verdad gracias a quienes no abandonan la historia ❤, saben que estamos en recta final así que pronto entenderán todo lo que ahora no notan en mis pistas 😅
Espero subir mañana capítulo de ALMAS ENTRELAZADAS, ahí sabrán primero del plan de Mark. Si no, aquí en el próximo capítulo...
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