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67. Tú eres mi luz, mi luz bella

“El ojo siempre es atraído por la luz, pero las sombras tienen mucho más que contar.”




Uriel y Miguel, ambos bajaron la vista y cerraron los ojos con fuerza cuando ÉL apareció frente a ellos.

La Tierra entera apareció iluminarse cuando dejó su Hogar celestial y descendió hasta ellos.

Y aun con los ojos cerrados y el rostro apuntando hacia los suelos, el resplandor era tan poderoso que perforaba sus párpados. La piel se consumía y sus ojos comenzaron a llorar; pero los dos seres permanecieron imperturbables, arrodillados, mientras el Creador de todo caminaba alrededor de ellos. No hubo ninguna mueca de dolor o incomodidad.

Cuando él habló sus tímpanos vibraron y sus latidos se aceleraron, se quedaron sin aliento ante tal privilegio: —El plazo se termina y no lo han logrado.

Uriel frunció los labios entonces y luchó por relajar sus manos que peleaban por cerrarse en puños. Furioso, porque él ya había dado el mensaje. Él no tenía la culpa de lo que sea que hubiera en el maldito corazón de su hermano. Estaba maldito y no sabía por qué...

No fue hasta que volvió a hablar y sintió su mirada en él que Uriel se dio cuenta que se había detenido antes. —Veo que tienes mucho en mente Uriel —y ahí estaba ese tono prejuicios o y despectivo, tan usual en él—. Dime, hijo mío —y Uriel se estremeció ante las palabras—, ¿qué es lo que no sabes?

Uriel abrió la boca para responder y entonces sintió la mano de Miguel rodeando su muñeca con tanta fuerza que dolía. Su hermano seguía sin levantar el rostro, en silencio, tan obediente como siempre; pero Uriel ya estaba harto. Se sacudió la mano de su hermano y se puso de pie, se atrevió a abrir los ojos y se encontró con los de su Padre. Pozos sin fondo, como universos infinitos; infinitos de lo que sea que Él quisiera dar. Y ahora mismo no era nada bueno.

Pero Uriel no se acobardó. Ya estaba harto de siempre pagar por los errores de su hermano. De "Ángel". ¡Ni siquiera deberían llamarlo así, por Dios! ¡Ya no lo era! ¡Dejó de serlo cuando...!

Él sonrió. No era una sonrisa bonita, contrario a lo que pudieran creer. —¿Cómo deberíamos llamarlo, entonces? Ilumíname, Uriel.

Uriel sintió que se estaba ahogando, así que lo escupió todo, lo que llevaba siglos, milenios guardando: —¡Todos sabemos perfectamente lo que es! Él pudo haber olvidado; lo has hecho olvidar, Padre. Pero el resto de nosotros no. Es la segunda vez que cae y no sólo eso, volvió a arrastrar a inocentes a su lado. Volvió a pecar y trajo el pecado a la Tierra, a tus amados humanos. Y, aun así, vuelves a perdonarlo. Como siempre. Parece que no hay pecado suficientemente grande que manche tu amor por él —y estaba llorando, se dio cuenta furioso, mientras limpiaba sin cuidado sus mejillas—. ¿Por qué? ¿Qué tiene él de especial? ¡Volvió a pecar y...! —la fuerte bofetada lo silenció.

El golpe fue tan fuerte, tan inhumano, que habría matado a cualquier mortal. A él sólo lo dejó incapacitado de momento. Cayó tendido en el piso, sin poder moverse, un zumbido horrible en sus oídos, su corazón se detuvo sólo un momento y tras sus párpados había imágenes: pasadas, de su Hogar, del Cielo; y futuras...

Vio a "Ángel" sonriendo, como la criatura llena de pureza que no era y nunca sería, y extendiendo su mano hacia...alguien. Antes de que su expresión cambiara, su ceño se frunció. Lo vio sacudir la cabeza con furia y su rostro se deformó y fue él de nuevo: aquel que cayó del Cielo y arrastró a otros tantos... Y luego otra vez aquella expresión dulce y pacífica, su tono encautador cuando convenció a los otros de "bajar" otra vez. «¿Ángel?» Sus ojos azules llenos de confusión: «¿Ángel? ¿Quién es Ángel? –y esa sonrisa pecaminosa y llena de engaño– Yo soy...»




* * *


Ángel se sentó de golpe en la cama, las sábanas enredadas en su cuerpo desnudo lo retuvieron. Estaba húmedo, sudando frío. Su corazón acelerado y su piel, su sangre, se sentían en llamas. Se pasó una mano por el pecho, casi temiendo ver su cuerpo ardiendo. Parpadeó varias veces, tratando de salir de la pesadilla.

Era una pesadilla, ¿cierto?

Tenía que serlo. Él no era... Negó, horrorizado. —Yo soy...

Hubo un gemido entonces y una mano cálida se posó sobre su muslo. Ángel –él era Ángel ahora, lo era– miró como hipnotizado a Wolf, la silueta de su cuerpo, arrastrarse más cerca, buscándolo.

«Yo soy...»

—¿Ángel? —Ante el balbuceo de Darren Wolf los infiernos que lo habían envuelto hace un segundo se calmaron, la tormenta en su cabeza paró, el fuego en su corazón se apagó y su alma fue libre después de tanto tiempo presa.

Ángel exhaló. Libre.

No podía creerlo.

—¿Ángel...? —Wolf se rio cuando su frente chocó contra la cadera de Ángel. Sus brazos rodearon su cintura y besó el hueso afilado antes de dejarse caer sobre él y tirarlo sobre el colchón. Ni siquiera tenía los ojos abiertos y sonreía perezosamente, más dormido que despierto. Era hermoso.

Ángel suspiró ante tal belleza. ¿Era esta, él, su liberación?

Acarició con ternura un lado de su rostro y Wolf ronroneó feliz antes de dejarse caer completamente sobre él, perdiendo la batalla contra Morfeo. Ángel lo besó suavemente y lo dijo en un susurro: —Te amo. Te amo y te he buscado tanto.

Y luego ambos cayeron dormidos. Compartiendo un sueño juntos.




* * *


—¿Lo harás de nuevo, Padre? —Miguel preguntó, casi sonando triste, pero sin levantar la mirada. No hubo por su parte arrebatos como los de Uriel. Amaba a su hermano –a "Ángel"–, pero no enfrentaría a su Padre por él.

Hubo un estruendo horrible, como un volcán haciendo erupción; la Tierra tembló y hubo un resplandor como en el una bomba explotando. Y luego Él se había ido. Pero su voz flotó ahí un momento hasta desvanecerse también:

«Las veces que sean necesarias. Lo haré, lo tentaré, la veces que sean necesarias hasta que aprenda de su error y elija el camino correcto. Para él, siempre será la primera vez.»


Sí, pensó Miguel, para él era la primera vez –de nuevo–; pero siempre había Caídos a su paso que pagaban las consecuencias de sus actos mientras él...sólo olvidaba y comenzaba de nuevo.

Pero esta vez, el problema es que esta vez no lo sacarían del infierno. Ahora iban a obligarlo a olvidar su propio paraíso. E incluso a él le rompía el corazón, ¿sobreviviría el de... “Ángel” la pérdida de su luz por fin encontrada?









* ~ * ~ *

Creo que este capítulo más claro no pudo ser, así que los leo 👀

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