63. Síntomas
El amor es un veneno. Un veneno dulce, sí, pero un veneno que mata.
(George R.R. Martin)
—¿Qué? —Wolf intentó no sonreír mientras apartaba la mirada de la pantalla del ordenador y la fijaba en el ángel que descansaba cómodamente en el sofá de su oficina.
Habían pasado sólo unos días desde su regreso, pero sabía que no podía pasar más tiempo sin volver al trabajo. A Siela le confesó todo –que Ángel lo rescató de Stella y estuvo con él todo este tiempo, que era su Ancla, que prometió no volver a dejarlo nunca...–. A Charlie le agradeció todo lo que hizo por él, se disculpó por haberlo preocupado y le dijo que todo este tiempo estuvo con Ángel y no había creído necesario avisar nada. Y que, además:
«—Estamos juntos —había tomado la mano de Ángel mientras lo decía, pero sin dejar de mirar a su amigo—. Sé que me quieres y yo también a ti —Wolf levantó su mano libre cuando, ante sus palabras, Ángel gruñó y Charlie sonrió y quiso acercarse a él—. No, no así. Eres mi amigo, mi mejor amigo, has estado conmigo siempre, me has ayudado todo este tiempo y no sólo en la empresa. Y, por eso, nunca dejaré de agradecerte. Eres parte importante de mi vida...
Ángel gruñó de nuevo.
Wolf sonrió y, ante la mirada sorprendida de Charlie, giró su cabeza y dejó un beso en la mejilla de Ángel. Éste se aplacó un poco.
—...y espero que siga siendo así, pero todo dependerá de que sepas respetar esto —señaló a Ángel con sus manos unidas—. No es sólo mi amigo como te lo presenté hace tiempo, es mi pareja. Tú me conoces y sabes que no diría esto si no fuera en serio. Estoy enamorado de Ángel, Charlie.
Charlie había tartamudeado alguna respuesta y se veía un poco herido mientras se alejaba, pero dijo que entendía y lo respetaría. Que se alegraba por él.
—Deja de lucir tan satisfecho —Wolf le había dicho a Ángel, tratando de parecer enojado y soltar su mano.
Pero Ángel no lo dejó y, sin dejar de sonreír, tiró de él en un abrazo. —No puedo. Yo —sonrió un poco más antes de besarlo. Hizo un sonido delicioso y satisfecho— también estoy enamorado de ti. Ya lo sabes. »
Como si compartieran el recuerdo –y quizá lo hacían– Ángel sonrió un poco más. Con una mirada que pretendía ser inocente, sin levantarse del sofá, él también preguntó: —¿Qué?
Wolf puso los ojos en blanco y negó. Intentó concentrarse en lo que estaba haciendo. Quería seguir su vida normal, como antes, como si el hecho de no tener alma, correr el riesgo de morir en cualquier momento y ser Ancla de un ángel no lo cambiara todo. Mordió su labio inferior. —Deja de verme así.
* * *
Ángel sonrió un poco más. Estaba recostado en el cómodo sofá de Wolf. Se acomodó de lado para mirarlo mejor. —¿Así cómo?
Los labios de Wolf se fruncieron. —Tú sabes cómo. No seas tonto.
¿Era demasiado ridículo que no pudiera dejar de sonreír? Porque no podía hacerlo. Incluso molesto, o fingiendo estarlo, Wolf lo hacía tan feliz.
—¿Como si estuviera inmensamente feliz por tenerte conmigo y no pudiera dejar de mirarte porque eres hermoso?
Wolf gimió y... ¿era eso rubor cubriendo sus mejillas?
Ángel se levantó antes de siquiera ser consciente que lo hacía. Fue directamente hacia él. Necesitaba estar cerca.
Wolf suspiró y frotó su rostro. Hubo un “No seas tonto” algo amortiguado y luego, cuando Ángel estuvo ya frente a él, levantó la mirada y se encontró con esos intensos ojos azules. —Quizá deberías ir a casa y esperar allá —dijo, aunque era lo que menos quería. Además, tenía este mal recuerdo de la última vez que vino a la empresa y regresó para no encontrarlo ya.
Ángel acarició su barbilla y levantó su rostro, lo hizo mirarlo. No había más que sinceridad ahí: —No volverá a pasar. Lo prometo. Lo hice sólo porque parecía lo mejor para ti —acarició los labios de Wolf que estaba en un puchero—. Fue tonto de mi parte, ya lo sé. Perdóname.
Wolf sonrió un poco. —Está bien. Ya lo hice —echó un poco su silla para atrás, pero Ángel lo arrastró de nuevo hacia él. Se había sentado en la orilla del escritorio.
—Mentiroso —lo peor de todo es que la acusación fue dicha con un tono dulce y meloso. Puso un dedo sobre los labios de Wolf cuando éste iba a hablar—. Es la verdad y lo sabes. Ya no importa, me vas a creer cuando pasen años y yo siga aquí —eso le recordó a Wolf que quería preguntar sobre Mark y Abdiel, ¿cuánto tiempo llevaban juntos y por qué Mark seguía vivo?, pero Ángel no lo dejó hablar—. Y lo digo en serio: eres hermoso —luego de mala gana—, tu empleado estaría de acuerdo. Muy de acuerdo.
* * *
Wolf lo perdió entonces. No pudo evitar reírse. Angel hizo una mueca, porque se estaba riendo sobre su mano, pero también estaba sonriendo.
—No seas ridículo y supera ya lo de Charlie. No puedo creer que de verdad te pongas celoso por eso. Eres un ángel, ¿quién diría que los ángeles pueden sentir celos?
El ceño de Ángel se frunció, pero luego algo en su mirada cambió. Tomó una de las manos de Wolf y la llevó hasta su muslo. —Podemos sentir muchas cosas —su tono era sugerente.
Wolf sonrió. Una de sus cejas se alzó. —¿Sí? —se acercó un poco más, entre las piernas de Ángel, su mano subió también otro poco—. ¿Y qué sientes, cariño? —aunque podía sentir claramente el qué, sus dedos rozaban la dura prueba—. ¿Sabes? —su mano comenzó a acariciar el miembro que ya estaba endureciéndose—, todavía recuerdo cuando te negabas a tocarte o tocarme, o siquiera admitir que sentías algo, que te gustaba tanto lo que te hacía. Creo que me acusaste incluso de corromperte y contagiarte —su ceño y labios se fruncieron, los movimientos de tu mano se detuvieron.
Ángel, que había cerrado los ojos para disfrutar, gimió ante la pérdida y abrió los ojos. Se quedó mirando a aquellos oscuros que tanto amaba. —Bien sabes que me gustaba, que lo disfrutaba. Lo sabías desde entonces y amabas torturarme, no mientas. Y yo...uh...probablemente estaba en negación. Yo no fui hecho para... —los señaló a ambos— esto. No se supone que mi cuerpo sintiera algo parecido a lo que tú me provocabas. Yo no estaba listo para lo que conocerte significó para mí. En retrospectiva, no era sólo lujuria, ningún simple "contagio", eres mi Ancla y mi cuerpo y mi corazón lo sabían —mordió sus labios antes de atreverse, su lado tímido todavía ganaba a veces. Al final simplemente lo hizo, desabrocó sus pantalones y los bajó un poco. Wolf miró finamente su miembro hinchado y enrojecido, se pasó la lengua por los labios. Ángel esperó.
Finalmente, después de lo que se sintió como una eternidad y cuando ya comenzaba a sentirse rechazado, la mano de Wolf lo envolvió. Se acercó más a él, besó y chupó un poco un lado de su cuello. Habló a su oído, cuando Ángel ya estaba un poco perdido por las sensuales caricias. —¿Puedo preguntarte algo? —Ángel gimió y asintió. Wolf sonrió, no detuvo sus caricias. Era cierto que todavía le sorprendía que Ángel no sólo lo dejara hacerlo esto, sino que lo disfrutara—. Todo esto —imitó su tono— es como... ¿un efecto secundario nada más?
* * *
Las caderas del ángel se detuvieron y sus ojos se abrieron de golpe. —¿Qué? —sus manos tomaron el rostro de Wolf y lo guiaron a él, hasta que sus miradas conectaron—. ¿De qué hablas y por qué tienes ese tono?
—Esto —Wolf hizo mala cara, molesto por sentirse así—. Tú y yo. El sexo, el deseo. No puedo evitar notar que no sólo ya no te molesta, sino que te gusta y lo buscas. Tú...antes no resistías que te tocara y ahora estás aquí. No soportabas mi presencia y...
—Yo nunca dije...
—...y ahora me quieres. No puedo evitar preguntarme si en realidad no es algo que tú sientas, ¿puede sólo ser como un síntoma más? La necesidad de estar cerca, eso que casi nos mata a ambos... ¿Y también esto? Que tú realmente no me quieres, sólo es... No sé cómo explicarlo...
Ángel creyó entender a dónde iba. Estaba molesto, aunque no sabía si era con Wolf o con él mismo. Hizo una mueca y alejó las manos de Wolf de su cuerpo, pero luego –ante la mirada herida y sorprendida de éste– las tomó entre las suyas. —Me gustaría que entendieras lo que significó todo esto para mí. No puedo hablar por mis hermanos, algo que tanto has discutido conmigo, pero creo que para ellos ha sido más fácil. Fue más fácil ceder al encanto de ustedes los humanos. No creo que todos hayan encontrado aquí a sus Anclas, es muy romántico creerlo así. Para algunos, quizá incluso la mayoría, debió sólo ser lujuria, deseo...
—Y eso no resta para nada el hecho de que tenían derecho a decidir —Wolf nunca cambiaría de opinión al respecto—. No es tu decisión si ellos, por la razón que sea, deciden quedarse.
—Y eso ya lo sé —Ángel tiró a Wolf más cerca—. Deja de buscar discutir conmigo y escúchame. Me ha costado entenderlo y aceptarlo. Y creo que todavía no lo hago del todo. Pero lo que te estoy diciendo es que no para todos es así, no todos se quedan porque aquí encontraron esto que yo estoy sintiendo, esta paz y fuerza que tú me das, Darren. Al inicio ya estaba ahí, lo sentía, pero me daba miedo, me creía indigno por sentirme así. Era una vergüenza para mí que ya cargaba también con el peso de haber desobedecido y arruinado no sólo mi existencia, sino la de otros tantos. Ya sé, ya sé —se adelantó porque Wolf de veía a punto de protestar—, tú dices que no fue mi culpa, pero nunca dejaré de sentirme así. Me gustaría que las cosas fueran diferentes, que Él fuera justo y dejara volver a quienes quieren hacerlo y nos dejara en paz a los que encontramos nuestro lugar aquí.
Hubo un silencio. Ambos sabían, en el fondo de sus corazones, que no sería así.
—No sé —Ángel le dio una sonrisa triste— si esto, cómo nos sentimos aquí —tocó el pecho de Wolf y lo llevó a tocar el suyo— es también parte de ser un Ancla. Pero es real, Wolf, ¿no es eso lo importante? Yo fui hecho para el Cielo, o eso creí siempre. Era para lo que vivía y lo que defendería toda mi vida. Pero llegaste tú y entendí que toda esa vida era una mentira, que soy para ti y tú para mí. Elijo quedarme contigo, te elijo sobre el Cielo no sólo porque no quiera morir, ya que alejado de ti y de mi antiguo Hogar terminaría pereciendo. Lo hago porque te quiero. Quizá esto, amarte sea sólo un síntoma, ¿pero lo hace menos válido?
No. Wolf tenía la palabra lista para ser dicha. No creía que fuera menos valioso su amor; al contrario, era más fuerte. Lo elegía a él por encima del Creador de todo.
—Te amo —Ángel lo besó suavemente—. Te amo mucho, te necesito. Siento que toda mi actitud anterior te haga dudar. Era sólo mi miedo, Wolf. Nunca me sentí realmente abusado, lo siento por acusarte. Sé que nunca me habrías obligado a nada más. Si tú necesitas tiempo... —intentó alejarse.
Él no se refería por supuesto a separarse de nuevo, no podría vivir con eso. Hablaba de parar con el contacto físico y el sexo, hasta que Wolf estuviera listo para ello.
Pero Wolf lo entendió mal y el miedo lo invadió. No sólo porque no quería repetir los meses pasados, también porque –si Mark y Alejandro le fallaban– él no tenía ese tiempo para perderlo por pequeñeces. Quería disfrutar cada segundo que tuvieran.
Ángel leyó su mente y sus miedos, pero los entendió mal. —Hey, tranquilo. Quizá no seremos eternos, no como lo seríamos si yo fuera un ángel en servicio, si estuviera en buenos términos con Él y volviera a mi Hogar. No seré inmortal en la Tierra, pero...
—Este es tu Hogar —Wolf no dudó en decirlo. Él no necesitaba inmortalidad, sólo a Ángel a su lado.
Ángel no podía estar más de acuerdo. —Tú eres mi Hogar —y ahí estaba de nuevo el hermoso rubor en su humano.
Wolf quiso cambiar un poco de tema, porque no estaba acostumbrado y se sentía ridículo así. —¿Puedes hablarme de eso, del tiempo? Mark mencionó que conoció a Abdiel hace un siglo, ¿es realmente así? ¿Por qué no ha muerto, si tú dices que dejarás de ser inmortal conmigo?
* ~ * ~ *
Hola. Perdón por retrasarme con el maratón, tuve algunas cuestiones familiares este fin y no tuve tiempo, pero hoy mismo subo otro capítulo para cerrar esto. Gracias por seguir ❤
El siguiente aclararé algunas cuestiones sobre Anclas, el tiempo y la historia de Mark bebé 😻
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