58. Epifanía
Ninguno de ellos buscaba amor, pero, uno con el otro, encontraron algo que no tenían idea de que estaban buscando. Es una de las sorpresas más ricas de la vida cuando el encuentro casual de dos personas los lleva a una relación. Y aún más afortunado cuando esa relación se convierte en un vínculo permanente de amor.
(V. Vaughn)
—Abdiel es un ángel, como tu Ángel. Él es mío y yo suyo. Yo soy su Ancla —y sí, quizá Mark estaba hablando de esto a propósito, pero quién podría culparlo—, como tú de... —se vio interrumpido cuando Ángel, viéndose mucho mejor ahora que estaba con Wolf, maldijo y tropezó dentro de la cocina.
Mark acercó su taza de té para un trago e ignoró estoicamente la mirada asesina de Ángel. Él sólo quería conocer a Darren Wolf y no había hecho nada malo; además, ellos tenían que hablar eventualmente de esto, ¿no?
—¿Ancla? —Wolf preguntó, no sabía exactamente a quién, si a Ángel o a este chico Mark. Quizá sólo necesitaba decirlo en voz alta.
Ángel se rindió con Mark porque el chiquillo obviamente no se sentía intimidado por él y su sonrisa de disculpa era tan falsa. Suspiró, cansado; le habría gustado hablar de esto en otras circunstancias. Se volvió hacia Wolf. —Tenemos que hablar, Darren.
—Okay... —Wolf habló lentamente, todavía bastante confundido y tratando de procesar lo que Mark había dicho. ¿Realmente hablaba del año pasado o era simplemente una forma de decirlo?
¡Y el chiquillo era pareja de otro ángel! ¿Dónde estaba él ahora? ¿Sería como Ángel?
Y lo más importante, ¿era el ángel –el tal Abdiel– la razón por la que Mark había vivido tanto tiempo o es que el chico ni siquiera era humano?
Y de ser lo primero, ¿podría él vivir tanto si Ángel decidía quedarse?
Aunque realmente no importaba, Wolf se cortó a sí mismo. Ángel no iba a quedarse y además él ya estaba muriendo por su falta de alma, su reloj se quedaba sin arena cada día...
—¿Wolf? —la voz inesperadamente suave de Ángel y su mano bajo su barbilla, alzando su rostro, lo sacaron de sus pensamientos—. ¿Estás bien? No me estabas escuchando... —Wolf negó y estaba por responder cuando, de nuevo sorprendiéndolo, la mano de Ángel acarició hasta su mejilla y lo detuvo—. Y estás frío —echó una mirada hacia él y una de sus cejas se alzó y sus labios se fruncieron—. ¿No preferirías ponerte algo más mientras hablamos?
Wolf se rio, algo incómodo por cómo se estaba comportando Ángel. Aunque no entendía el por qué, acababan –si es que no había sido sólo un sueño– de hacer el amor –¡Uf, la palabra! ¡El amor y no sexo!–, ¿por qué molestarse ahora por su poca ropa?
—No, estoy bien. Y sí, hace un poco de frío, pero ya Mark me prestó su manta y me hizo un té —le sonrió al chico y estiró su mano para tocar la suya cuando él lo hizo. Entonces saltó porque Ángel literalmente ¡gruñó! y estuvo todo sobre él de repente. Lo apretó con fuerza en lo que era una versión rara de un abrazo y tomó su mano lejos de la de Mark. Wolf y Mark lo miraron, Ángel sólo dijo “Tenías frío” a modo de explicación.
—No, yo no... —Wolf intentó que lo soltara—. Y si vamos a hablar de algo serio, y por lo que Mark —señaló al chico sonriente frente a él— ha dicho lo es, preferiría no tenerte cerca.
Ángel puso una expresión herida, ante esas palabras, que rompía el corazón.
Wolf gimió. Empujó su silla y salió de ella, la manta cayó dejándolo de nuevo sólo en ropa interior. Su piel se erizó, pero lo ignoró mientras tomaba entre sus manos el rostro del ángel que ya comenzaba a alejarse. —No, espera, eso salió mal. Lo siento. Yo...no me refería a que te vayas —hizo una mueca, sólo de recordar los meses separados—. De hecho, ¡no te atrevas a irte de nuevo sin al menos decirme algo! Sólo... —respiró intentando calmarse y centrarse de nuevo en lo que estaban hablando. Y más que la inhalación y exhalación, lo que lo centró de nuevo, fue la mano de Ángel en su hombro y bajando suavemente hacia el centro de su espalda; evitó que sus sentimientos lo controlaran o descontrolaran más bien y perdiera el piso. Ángel lo apretó en un abrazó, pegándolo a su pecho, y pudo respirar mejor; era como si mantuviera todo unido y evitara que cada fragmento suyo se perdiera, lo mantenía con los pies en la tierra.
* * *
Ángel cerró los ojos, perdido en los pensamientos y las sensaciones de Wolf. Sintió sus ojos picar un poco y sus alas zumbando. Fue como una epifanía.
Sí, por supuesto que entendía lo que era un “Ancla”. Siempre entendió que su hogar –el Cielo, donde el Creador y sus hermanos se encontraban– era su Ancla, aquello que le daba fuerza y control, pero nunca fue tan evidente su significado como ahora. Wolf, sin querer, se lo estaba demostrando. Podría pensarse que era unilateral, pero ahora se daba cuenta que no. Wolf lo necesitaba tanto como Ángel a él. Wolf que ahora mismo se derretía contra él, encajando perfectamente, mientras pensaba en cómo Wolf lo mantenía unido en una sola pieza y anclado a la realidad, cómo logró calmarlo sólo con una caricia. Y, maldita sea, si eso no era realmente un Ancla, entonces Ángel no sabía lo que era.
Tiró de Wolf más contra él mientras buscaba un lugar donde sentarse. No iba a dejarlo lejos aunque Wolf se lo exigiera y no era ya por celos de Mark –lo que negaría sin dudar–, era porque lo necesitaba cerca, no podía hablar de esto con él sin tenerlo a su lado, sin sentir su cuerpo y su corazón cerca.
Empezó a hablar en voz baja, sobre su cabello, apretándolo contra él. —Tú sabes que mi hogar es...era —se corrigió a sí mismo— el Cielo, ahí donde yo comencé a existir, donde están mi padre y hermanos. Yo nunca debería haber salido ni tener curiosidad de conocer nada más, porque todo lo tenía ahí. Los ángeles, somos poderosos —sonrió, pensando en la subasta que los trajo a este momento—, aunque eso tú ya lo sabes o no estaríamos aquí... —apretó más a Wolf cuando éste quiso alejarse—. Sshh, no te estoy reclamando por comprarme. Ya no. Aunque no fuera la mejor forma, quizá era necesario. Así como también esa "curiosidad" mía era sólo el Destino llevándome a donde debía estar. Somos poderosos, tanto que si ese poder no es controlado podría perdernos al ser demasiado y crear destrucción. Nuestro padre, nuestro Hogar, es lo que nos mantiene cuerdos e impide que se desborde. El Cielo es el Ancla de cada uno de nosotros. O eso nos dijeron.
* * *
Wolf, a regañadientes, se separó de Ángel. Quizá era ridículo que alguien como él –con su imagen de tipo duro– estuviera sentado en el regazo de Ángel,
pero se sintió bien ser protegido. Por un momento no ser quien siempre tiene la razón y la última palabra, ceder el control y no tener que ser el fuerte por una vez.
—Pero Mark dijo que... —dos dedos de Wolf sobre sus labios lo detuvieron. Ángel asintió y los besó antes de que los retirara porque...simplemente no pudo evitarlo. Lo quería, le nació hacerlo. Los besó con adoración.
Y entonces un gruñido muy diferente surgió del pecho de Ángel y al segundo siguiente lo estaba besando con fuerza, demandante. Sostuvo su rostro con ternura, pero sin darle la posibilidad de moverse y rodeó su cintura, acariciando su piel y tirando más hacia él, como si pudieran estar más cerca todavía. No lo suficiente.
El corazón de Wolf latía como loco cuando se separaron. No estaba seguro de si seguía vivo después de ese beso, sin aliento y con los pensamientos completamente revueltos. Y entonces Ángel simplemente lo empeoró con dos palabras. Juntó sus frentes, los dos tratando de respirar de nuevo, sus alientos mezclándose. Y cómo si no fuera una locura, lo dijo: —Te amo.
Wolf hizo un sonido lastimo del que no estaba orgulloso y sintió como si se quedara sin huesos. Estaba seguro de que se habría derretido ahí mismo si no fuera por los brazos de Ángel a su alrededor y sus labios calientes sobre frente, su mejilla frotando la suya y luego su nariz golpeando suavemente. Le dio un último beso rápido, aunque Wolf buscó más. —De verdad te amo. He sido un ciego y estúpido todo este tiempo.
Wolf no dijo nada. No podía.
Hubo un gritito ridículo y demasiado infantil que los hizo mirar frente a ellos. Mark se ruborizó un poco. —Lo s-siento. No sé si debía irme. ¿Debería haberme ido? Es que ustedes dos son...son... ¡Aw! ¡No puedo! ¡Son adorables juntos, son perfectos! Me recuerdan a los primeros años de Abdiel conmigo, fue tan extraño y... Ok, Ángel me mira feo... —empezó a levantarse—. Me voy a ir ahora...
Wolf se aclaró la garganta y habló por fin. —No, no tienes que irte —sentía toda su piel caliente y electrificada por las palabras y las caricias de Ángel. Su voz era demasiado ronca y Ángel presionó más contra él cuando lo escuchó. Y si no se equivocaba en lo que sintió, parecía...duro—. Tú eres quien me habló de esto para empezar y dijiste que somos iguales tú y yo, que por eso querías conocerme. Puedes quedarte. Quédate.
Mark le sonrió un poco mientras volvía a sentarse. —¡Gracias!, tú me gustas tanto —Ángel gruñó y Mark puso los ojos en blanco—. No, no así. Yo tengo a Abdiel, ¿recuerdas? Soy suyo. Y sé que Wolf es tuyo, pero...
—Yo no soy suyo —quizá era ridículo, después de todo, pero aun así Wolf se sintió como si tuviera que decirlo.
Pero Ángel simplemente lo abrazó con más fuerza y lo interrumpió. —Sí, sí eres. Te estoy diciendo ahora que lo eres. Siempre creí que mi Padre tenía razón, que no tenía motivos para mentirnos. Odié a Abdiel cuando fue el primero en dejarnos, por un simple humano. Arruinó nuestro regreso. Por él —señaló a Mark que sólo sonrió—. No pudimos entrar al Cielo porque no éramos todos y luego otros lo escucharon, siguieron su ejemplo, tomaron humanos y humanas como compañeros cuando nosotros no debíamos siquiera considerar esa idea o tener esa necesidad. Lo odié y nunca lo entendí.
Wolf le sonrió con cariño. Tan terco y cerrado como siempre. —Ya te he dicho que tú no tienes el control de...
—No. Déjame terminar. No he terminado. Lo odié y llevó desde el siglo pasado apoyándome en los que yo creía éramos los fuertes, hemos buscado a los rebeldes sin entender cómo podían contra nosotros. Conmigo, ¡por Dios, yo debía poder a ojos cerrados contra todos ellos! Soy de una categoría muy superior a todos los que vinieron conmigo. Y aun así, no podía encontrarlos por más que intentaba ni obligarlos a obedecerme. Fui tan idiota. ¡Ahora entiendo por qué! —miró a Mark como si fuera su culpa—. ¡Tú y Abdiel lo sabían! —no era una pregunta, más una acusación—. Mientras yo me debilitaba lejos de mi Hogar, él y los otros con sus Anclas reales se hacían más fuertes...
—¿Qué? —Wolf preguntó preocupado por él, aunque si entender del todo.
—...me hago más débil, porque no tenía la fuerza de mi Hogar y ustedes se hacen fuertes porque tienen algo mejor que no sólo los protege sino que les da un poder nuevo, diferente y más puro. Supongo que es lo que cualquier Dios envidiaría y ya no tiene control sobre ustedes. No lo entendía, pero están ustedes dos —su ceño se frunció y miró a Wolf—. Y entonces te encontré. Y te odié porque no entendía los cambios en mí y cómo me afectabas, me contagiabas...
Wolf también frunció el ceño ante la palabra. Se cruzó de brazos, aunque no se alejó. —No entiendo —sus labios se fruncieron.
Ángel acarició su puchero con su pulgar. —Mis hermanos encontraron a sus Anclas reales, Wolf. Alguien que no sólo les da ese control que el Cielo nos daba, sino que lo deja libre sabiendo que está bien y además lo aumenta. Mis hermanos, los que son como Abdiel, se fortalecieron y descubrieron cosas nuevas. El Cielo no sólo nos anclaba, nos limitaba y nos ataba. Un Ancla real nos mantiene, justo como tú lo has pensado, unidos y con los "pies sobre la tierra", no nos deja a merced del caos, pero tampoco nos límita; al contrario, deja que el poder fluya libremente, además de...tú dijiste "hacerme respirar mejor"....en nuestro caso, vivir mejor. O, simplemente, vivir. Estamos vivos gracias a ustedes. Más vivos y reales que nunca.
Mark sonrió. ¡Por fin lo entendió!
Wolf negó y quiso alejarse. —No, yo... —eso no podía ser así. Él podía haberse enamorado de Ángel y casi morir por su ausencia. Y quizá, por algún extraño milagro ocurrido en este tiempo, Ángel lo amaba también. Pero no podía ser su "Ancla" o lo que fuera eso; no porque estaba defectuoso, incompleto. Él no tenía alma, por Dios. No podía hacerle eso a Ángel, tenía que irse.
Ángel captó sólo eso último. —¡No! Es real, Darren. Sé que es difícil de entender y una carga porque, como lo comprobaste hace un momento, parece que es mutuo. Tú me Anclas y yo a ti. Me mantienes en paz, completo y vivo y yo...
—Espera —la voz de Wolf era fría—, ¿por eso volviste? ¿Sólo por eso? Porque me necesitas, ¡era mentira lo de amarme!
—¡No, wolf, no! —Ángel luchó contra él mientras trataba de zafarse. Mark se puso de pie de un salto, aunque no sabía cómo ayudar—. Escúchame, por favor —Ángel tomó sus manos con una de las suyas y alzó su rostro, buscó su mirada—. No es así. No estás entendiendo. Si algo te pasa... —negó—, no entiendes. Wolf, tienes que saber muchas cosas, pero lo más importante, incluso a que seas mi Ancla —tomó una de sus manos y la llevó a su pecho, la palma directamente sobre su corazón—, es que te amo. Darren Wolf, estoy enamorado de ti. Te amo con todo lo que siempre he sido y lo que soy ahora gracias a ti.
Wolf parpadeó las lágrimas. Lo peor de todo es que le creía, que lo amaba, y por eso precisamente su corazón dolió ante la idea. —¿Hace cuánto lo sabías?
—¿Qué? —Ángel hubiera esperado algo diferente.
—¿Lo sabías antes de irte, de dejarme? —los ojos oscuros de Wolf, cristalizados, no se apartaron de los azules del ángel.
—Sí, pero eso qué tiene que v...
Wolf arrancó su mano de golpe y se alejó. Su ceño profundamente fruncido y una mueca herida deformando su rostro. —Lo sabías, Ángel, sabías todo esto entonces. ¡Y me dejaste, maldit-ta s-sea! —con lo último se rompió su voz y dio media vuelta. Pareció limpiar furioso sus mejillas mientras salía de la cocina.
* * *
Ángel no podía creer que esto hubiera salido así. No lo dejó explicarle por qué se fue, las amenazas de sus otros hermanos. ¡Él sólo quería mantenerlo a salvo!, no entendió la gravedad de todo esto en este momento.
La voz de Abdiel se escuchó junto con una puerta cerrándose. —¡Ya llegué, cariño!
Mark suspiró e hizo un puchero. Tocó el brazo de Ángel antes de salir. —Lo siento, pero él tiene la razón. Te equivocaste y no será fácil remediarlo. Heriste sus sentimientos. Deberías sentirlo también.
Y lo hacía. Ángel realmente lo hacía.
* * *
Uno de los ángeles más importantes entró. El Creador habló sin esperar nada de él: —¿Conseguiste hablar con ella? Hace tiempo ella me pidió un favor, se lo di. Hoy lo quiero de regreso. Ya es tiempo de que me pagué. Fue sólo por esto que hoy sucede que acepté en aquel momento dejarla vagar por mi Tierra y ensuciar mi creación. Quiero de vuelta lo que tiene ahora mismo. Ese es mi pago, es el costo. Hácelo saber.
* ~ * ~ *
No sé ustedes, pero yo amé este capítulo ❤❤ ¿Qué les pareció? ¿Qué piensan de todo?
Sobre Mark y Abdiel, quiero que sepan que mi probablemente escriba su historia, ¿alguien interesado?
Una epifanía –título de cap- es cualquier tipo de elemento que se manifiesta de manera inesperada, sea divino o no. En este caso, cuando Ángel debido a los pensamientos de Wolf por fin entiende cómo funcionan las Anclas ❤
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