5. Sometido
Admite que hice que tu corazón corriera. Justo como hiciste el mío correr.
(D.B.)
* * * * *
Ángel había despertado, al día siguiente de que fuera comprado, sintiéndose confundido.
Sus párpados pesados aletearon varias veces antes de que se atreviera a abrir los ojos. Sentía algo diferente en su cuerpo, el cuerpo de un ángel era algo sagrado, algo puro, y algo había cambiado con el suyo.
Quería pensar que era un sueño. Que él y los demás no habían sido rebeldes, temerarios, y estúpidos, hacía un siglo. Que no habían dejado la seguridad de su lugar en el Cielo, para bajar a la libertad corrompida de la humanidad.
Quería pensar que no había entrado a una subasta, para salvar a sus compañeros, y terminó cautivo de un humano oscuro y pecador.
Ángel juntó sus manos en un rezo silencioso. "Por favor, que haya sido un sueño. Que no sea cautivo, que mi cuerpo no haya sido manchado..."
Sus alas queriendo salir, y sin la libertad para hacerlo debido al grillete de metal especial en su muñeca izquierda, lo hicieron moverse involuntariamente, unos centímetros hacia atrás. Lo suficiente para escuchar un gruñido inconfundible, un sonido ronco que -sin que supiera la razón- le provocó escalofríos.
Ángel había querido escapar, sus ojos azules muy abiertos ahora. No había sido una pesadilla. Mordió sus labios para no emitir ningún sonido mientras intentaba arrastrarse fuera de la cama antes de que el humano despertara, justo cuando una mano demasiado caliente se posó en su cadera.
Ángel tragó. Su cuerpo vibrando, su piel encendida. Su miembro duro mientras sentía el de Wolf tras él.
Apretó los ojos con fuerza.
No. No. No.
Esto no podía estar pasando. Puso su brazo sobre sus ojos, como si al no ver pudiera hacer que esto no fuera real.
—¿A dónde vas, mi Ángel? —preguntó Wolf, con voz ronca por el sueño. Mientras lo pegaba más a él, su erección golpeando su trasero tenso por las sensaciones que le provocaba.
Sus dientes rechinaron al escuchar ese "Mi". Él no era suyo. Wolf no era su dueño, no importaba lo que el documento de la subasta dijera, nunca le entregaría su deseo, el único que le daba la oportunidad de volver al Cielo, a su hogar.
—Aahh —gimió, no pudo evitarlo, por más que cerrara los ojos y mordiera sus labios. No podía evitar que su cuerpo reaccionara.
Wolf estaba presionando su pecho musculoso contra su espalda, y su miembro duro burlándose de él, mientras aquella mano había dejado su cadera para encontrar y envolver su propia erección.
—N-no —él quiso moverse, liberarse de ese agarre, pero lo único que provocó el movimiento fue más fricción entre su miembro y aquella mano humana.
Un gemido después de eso. Y otro cuando aquellos labios gruesos succionaron su lóbulo, la voz ahora más despierta en su oído: —¿No qué, cariño? Eres mío. Puedo hacer contigo, con tu cuerpo, lo que quiera.
—N-no, p-por... —se detuvo antes de decir "Por favor" por dos razones. Él no iba a rogarle a un humano. Y, mientras aquella mano seguía masturbándolo, sus caderas sacudiéndose involuntariamente, Wolf los movió de modo que pudo tomar sus labios en un beso salvaje.
Ángel gimió en el beso, tratando de no responder, de no mover sus labios al ritmo de los de Wolf, de detener sus malditas caderas, de no correrse, no darle el gusto a su captor.
Pero era inútil. Su mente y su voluntad podían ser fuertes, pero su cuerpo no. Su cuerpo, como el de cualquier humano, estaba reaccionando a las acciones de Wolf.
Sin darse cuenta en qué momento sucedió, terminó sobre su espalda, sus piernas abiertas, y el humano acomodado entre ellas, sobre él, ahora Darren frotaba ambos miembros que palpitaban juntos. Ángel sentía la lengua de Wolf acariciar el interior de su boca, y quería decir que era horrible, la peor sensación de su vida, pero el placer lo estaba consumiendo, se sentía demasiado cerca de explotar.
Iba a morir si seguía así, si seguía otro día aquí, a merced de este lobo.
Wolf mordió su labio inferior mientras ambos miembros pulsaban, liberándose a la vez.
Wolf gritó su liberación, mientras Ángel abría sus labios en un grito silencioso.
Cuando volvió a ser consiente de su cuerpo, sintió la lengua de Wolf en su abdomen, limpiando la mezcla de ambos, sonrió ante la mirada horrorizada de Ángel y después, sólo para provocarlo más, dio una lamida a su miembro blando.
Antes de que Ángel pudiera quitarlo, él mismo salió de la cama, gloriosamente desnudo. Sin pena. Su cuerpo musculoso, piel morena brillando por el sudor, en exhibición total.
—Voy a la ducha. Puedes acompañarme o ir después. Baja a desayunar, puedes tomar algo de mi ropa. Dentro de esta habitación, te quiero desnudo, pero fuera no, nadie más que yo puede verte así. Eres mío, recuerda. Y no intentes escapar, no puedes, por eso te dejé un grillete, es suficiente para dejarte sin poderes.
Ángel frunció el ceño. —No soy tuyo —gruñó, aunque Wolf ya no lo escuchó.
No era suyo. Podía confundir a su cuerpo, pero no era suyo, y nunca tendría su deseo.
Él lograría escapar. Pronto.
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