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47. Misterios revelados

“Ese día me quedé pensando que algunas personas jamás nos dejan, nunca se van por completo aunque ya no estén. Su esencia queda, su voz se escucha, las sentimos sonreír. Algunas personas jamás nos dejan. Son eternas.”
(Autor desconocido)






[Un mes después]

Se removió incómodo, frío, vacío. Como el lado de la cama donde alguna vez, junto él, durmió un ángel.

Temblaba porque lo helado calaba hasta sus huesos, enfriaba su carne, congelaba su sangre...enviando ese hielo a su corazón.

Wolf despertó con un grito silencioso, de su boca abierta escapaba un sonido ahogado. Algo dolía, dolía como si estuviera muriendo, aunque sabía que no era así...todavía no.

Esto era peor.

Wolf llevó sus manos a su garganta, no podía respirar. Sus ojos más oscuros que antes, ardiendo con lágrimas frescas, enrojecidos por el llanto entre sueños, se quedaron fijos en el techo.

Durante un momento nada sucedió; sólo esos escalofriantes sonidos mientras intentaba respirar, gritar, llamar a su Ángel... Finalmente el aire llegó a sus pulmones, tomó una respiración profunda. Sus ojos se inundaron con lágrimas frescas, que resbalaron lentas y horribles por sus mejillas, se perdieron en algún punto de su cuello, en aquel pulso que era cada vez más lento. Parpadeó, sus labios temblaron, sus dientes castañearon. No podía moverse. Luces se encendieron. Parpadeó de nuevo y aquel maldito techo de un blanco insípido se volvió azul...

Azul como sus ojos.

—¿Darren? —manos cálidas recorrieron su cuerpo. Aun así no se movió—. Wolf, tienes que tomarlo ahora, antes de que...

—¿Ángel? —preguntó, aun cuando sabía que no era él.

Por supuesto que no.

Porque Ángel se fue.

—Wolf... Wolf... Wolf... —la voz cada vez más lejana cuando la primera convulsión comenzó.

Y, maldita sea, aquello que parecía partir su corazón dolía todavía más.

“Ángel. Mi angel, ¿por qué?”

Todavía podía sentir los brazos cálidos y fuertes de Ángel a su alrededor, su aliento en su cuello, el sabor de sus besos, la sensación de sus labios contra los suyos en aquel último beso...

Y después...sus palabras que por fin entendió no fueron su imaginación: «Cuando vuelvas, más tarde, sólo recuerda mi promesa.»

No lo había hecho. No quería, cuando por fin comprendió que Ángel se había ido por voluntad propia, recordar o saber nada de él.

No fue hasta hace unos días que hablo con Alejandro –Michael ya recordaba todo, le contó feliz– que él mismo recordó las palabras de Ángel en la casa del brujo, su promesa: «Voy a irme. Sabes que voy a irme. Lo sé y lo sabes. Pero te prometo despedirme antes, no me iré sin que lo sepas.»

Los ojos de Wolf se cerraron y su cuerpo se relajó con una fuerte exhalación.

Charlie, a su lado, gritó por Siela.



* * *


Ángel despetó con aquel maldito dolor en su pecho, extendiéndose a cada rincón de su cuerpo y después sintió el tirón de su alma.

—Maldita sea —jadeó, sintiendo que se ahogaba.

¡¿Cómo podia esto ser lo mejor?!

Uriel había dicho que si no pensaba en matar al humano que el Creador eligió, entonces tenía que convencer a todos para volver. No tenía más que dos opciones.

Si quería a Wolf a salvo, debía alejarse y volver al plan original.

Intentó contactar a Miguel para pedir su ayuda, pero no lo encontró y no lo culpaba. Habían prometido dar una señal sólo si lograban su parte.

Uriel estaba descartado porque parecía decidido a que la muerte de Darren Wolf –el humano sin alma, lo había llamado– muriera por el bien de todos.

Así que terminó con quien menos lo hubiera pensado: Abdiel.

Abdiel fue el primer ángel que se rebeló cuando se enamoró de un bonito humano llamado Mark.

Y era por eso que Ángel lo odiaba –o creía hacerlo–, porque fue él quien dio el primer paso para alejarlos de su Hogar: del Cielo.

Aunque ahora que conocía al joven rubio y delgado, tan parecido a ellos, por quien Abdiel daría hasta sus alas, ya no estaba tan seguro. ¿Cómo odiar a la única persona que lo estaba apoyando sólo por ser valiente y seguir su corazón?

Abdiel creía firmemente en que debía haber algo detras de la decisión del Creador. No era posible que Ángel encontrara su Ancla en la Tierra –sí, Ángel había tenido que confesárselo después de su primer ataque, la primera vez que sintió la agonía de Wolf y supo que por fin lo había entendido: que se había ido– y después, como por mera casualidad y después de tanto negárselo, el Creador le diera una alternativa que, además, rompía todas las reglas importantes.

¿Por qué Ángel tendría que matar a aquello que le hacía tanto bien?

—¿Ángel? —las luces se encendieron y Abdiel, aquel ángel alto, entró con el pequeño Mark tras él mirando curioso—. Ángel, está bien —su mano se posó en su pecho y el dolor disminuyó un poco, pero seguía ahí y Ángel casi quería que no parara porque sólo así se sentía cerca de Wolf. Porque sólo en estos momentos se convencía de que no lo perdería por completo.

Casi odió cuando pudo respirar de nuevo. Porque eso significaba era alguien más quien curaba el dolor de su Ancla, porque era alguien más el que consolaba a Wolf.

Y se imaginaba perfectamente quién.

Sus ojos cansados se fijaron en Abdiel levantando a Mark para un beso y después susurró algo en el oído del pequeño humano que se retorció entre risitas y miró a Ángel antes de asentir y salir.

“¿Qué le dijiste?”, Ángel no tenía fuerzas ni razones para usar su voz de nuevo.

—Nada malo —Abdiel, por el contrario, estaba ya demasiado cómodo entre los humanos como para responderle del mismo modo. Ángel creía que hace mucho había perdido el punto de retorno; y si los demás estaban en la misma situación, bien podría olvidar en Cielo ya—, sólo que nos dejara solos un momento.

Ángel suspiró cansado. “No entiendo qué le ves. No te ofendas, pero nunca me he topado con un humano más frágil e insípido.”

Abdiel lo miró mal antes de dejarlo pasar. Era sólo el dolor de Ángel hablando. Él estaría igual si perdiera a su Ancla.

Se sentó a su lado y tomó su mano: —Hay una canción mundana que explica exactamente lo que Mark me hace sentir: Nothing makes me stronger than your fragil heart...

*Nada me hace más fuerte que tu frágil corazón*


—Es así, ¿sabes? Yo me sentía perdido en el Cielo, como si no perteneciera... No me mires así, porque sé que no era el único o tú nunca habrías decidido venir aquí. Y eso fue otra cosa, llegar aquí me hizo sentir peor; todo era tan nuevo, pero había un vacío extraño que no había sentido antes. Entonces miré a Mark y todo cambió. Mira, no había querido decírtelo porque tenía miedo. Creo que Él nunca se fijo en mí ni en ningún otro porque no somos tan importantes como tú o porque no lo había notado hasta que fue tan fuerte que era imposible no sentirlo...

“¿De qué hablas?”

—Mark es también mi Ancla. Lo siento, lo siento como nunca me sentí allá arriba. Ni siquiera creo que el Cielo fuera nunca mi primer Ancla.

”Eso no es posible, Abdiel.”

—Lo es y mira, Ángel —ahora usaba también ese nombre a petición suya—, no es sólo un lindo verso. Mark realmente me hace más fuerte, creo que el Cielo me contenía, pero no en un buen sentido. Me limitaba y aquí soy libre. Tal vez es porque es mi Ancla o quizá porque es humano y necesito protegerlo, pero soy más fuerte aquí en la Tierra de lo que nunca lo fui en el Cielo.

Angel negó de nuevo. Eso no era posible. El Creador no les haría eso.



* * *


—Tienes que tomarlo —Charlie insistía—. No es la cura, pero nos da algo de tiempo.

Wolf miró a Siela. Charlie sólo sabía una parte: que estaba muriendo.

Por Stella, Wolf había dado su alma.

Literalmente.


Era por eso que necesitaba un ángel. Un deseo celestial debía poder salvarlo.

Era una condena lenta que sólo la propia Stella podía detener. Su alma estaba destruyéndose lentamente y eso atacaba su cuerpo como si de un cáncer se tratara.

Wolf esperaba ganar algo de tiempo si curaba su cuerpo –con una cura para un cáncer que sólo él padecía–, pero ahora ya no estaba seguro de querer intentarlo.

Siela se acercó, como para acomodarle la almohada, y susurró: —Él lo prometió.

Wolf quiso reírse. Sí, prometio no irse sin despedirse, ¿y dónde estaba ahora?

Se había ido.

No cumplió.

Siela negó, como si leyera sus pensamientos. —No lo entiendes.

Wolf hizo una mueca y volvió a cerrar ojos. Antes de hacerlo, miró incrédulo la aguja en su brazo. Lo estaban sedando y medicando sin su permiso.








* * *

Hola 😭 perdonen lo tardar la eternidad, tuve tanto trabajo 💔 pero ya volví. Gracias si alguien sigue aquí ❤

¡Dos revelaciones importantes! Las Anclas y la enfermedad de Wolf 🙈, ¿OPINIONES?

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