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42. ¿Por qué tienes que ser tú?

Sólo digo que a veces el amor no es bonito. No es ordenado, y no está perfectamente guionado. No hay ningún molde para el amor. A veces es sucio. A veces es un poco espeluznante. Y a veces duele.
(A.H)





—¿Qué? —Ángel preguntó, unos días después. Todavía no amanecía, pero ellos estaban despiertos ya, enredados el uno en el otro.

Wolf suspiró y negó. Empujó suavemente sus caderas contra las de Ángel, sus cuerpos desnudos, pero fueron sus dedos arrastrándose hacia el centro de su espalda lo que hizo a Ángel jadear.

—Nada —Wolf sonrió, una sonrisa que contradecía completamente sus palabras.

Ángel no le había confesado, no con palabras al menos, su pequeña debilidad. Pero era claro su talón de Aquiles. Ese punto entre sus omóplatos, donde Wolf todavía podía recordar la sensación de sus alas surgiendo, era obviamente un punto vulnerable.

Ángel cerró los ojos un momento. Escalofríos recorriendo su cuerpo completamente. —Dime —pidió, aunque lo que realmente quería era rogarle que lo acariciara un poco más, con más fuerza. Sentirlo más. Sólo sentirlo.

Wolf dejó las puntas de sus dedos índice y medio clavarse un poco más sobre ese punto que tenía al hermoso ángel temblando en sus brazos y su propio miembro latiendo, su corazón tartamudeando confundido.

¿Por qué volvía a enamorarse justo ahora?

¿Por qué cuando ya no tenía tiempo y por qué de un Ángel que tenía planeado irse sin mirar atrás nunca más?


—De verdad, no pasa nada... —Wolf dejó su nariz acariciar una de las clavículas de Angel. Su piel tan suave y cálida, tan inhumana, tan perfecta.

Sólo le llevó un segundo a Ángel manejarlos hasta que estuvo Wolf debajo de él. Ángel sentado sobre sus caderas, trató de no pensar en la deliciosa erección empujando contra él. Sólo necesitaba levantarse un poco y entonces...

Gimió y echó su cabeza para atrás, su pálido cuello al descubierto, cuando Wolf apretó sus caderas y empujó hacia él.

Ángel gruñó, tratando de concentrarse. Debería saber ya que, con ellos desnudos, no era posible. Habían tenido días –y noches– muy interesantes de descubrimiento.

—No pasa nada —Wolf repitió, quizá tratando de convencerse él mismo. Rodó suavemente sus caderas, disfrutando el roce de su miembro contra Ángel.

Por supuesto quería entrar en él, pero era más que sexo y no lograba entenderlo del todo. Ellos parecían tan incompatibles, eran tan opuestos, y se conocían de hace tan poco...y realmente no se conocían... Pero aquí estaba, perdiéndose en él, por él, no sólo en cuerpo.

Sólo una vez había amado antes. Con toda su alma, hasta el punto de darlo todo y condenarse por ella.

Pero ni siquiera entonces fue así, no había punto de comparación. Con Ángel era...

Wolf gimió, olvidándose del pasado, de todo y de todos, cuando Ángel se levantó un poco, acomodándose, antes de dejarse caer de nuevo, moliéndose sobre su erección que ya dolía.

—Mientes —Ángel lo acusó. Sus manos en el pecho de Wolf, apoyándose, sintiendo bajo una de éstas su corazón acelerado. Dentro de su pecho el suyo igualando el ritmo.

Ancla.

Todo en él lo reconocía como lo que era.

"¿Y tú no me mientes?", pero Wolf no lo dijo.

Sus alas. Ambos podían sentir ya el vibrar de ellas cuando Wolf volvió a acariciar ese punto.

Un teléfono sonó en algún lugar cercano.

Wolf miró a su alrededor, buscándolo. Ángel tomó su barbilla, regresando su atención a él; arqueó su espalda, buscando más de su caricias, su trasero moviéndose en el proceso.

"Quédate". Y Wolf lo escuchó antes de que Ángel lo pidiera en voz alta: —Quédate.

Wolf dudó un segundo, lo suficiente para que Ángel tomara la decisión. Su rostro se encendió, por el esfuerzo o por la pena, mientras se levantaba un poco y usaba su mano para guiar el miembro de Wolf —tan duro, caliente, sedoso— dentro de él antes de dejarse caer.

Él cerró los ojos, alguno de los dos gimió cuando la mano de Wolf se movió al extenderse sus alas nuevamente.

Dios, ¿por qué nadie le dijo que podía ser así?

¿Por qué el nunca supo que un Ancla humana podía hacerlo sentir invencible, mucho más que con su poder en el mismísimo Cielo?

¿Por qué no sabía que un humano podía acelerar su corazón y encender su cuerpo sólo con sus manos, sólo con sus besos...?

—Ángel —Wolf parecía reverenciarlo, su voz suave igual que sus manos sobre su espalda y sobre sus alas.

Ángel suspiró y buscó a ciegas sus labios.

Lo besó.

¿Por qué él no sabía que los ángeles totalmente rectos también podían enamorarse de lo prohibido?









* * *

Es corto, lo sé, pero si han puesto atención hubo detalles importantes sobre ambos 🙊, ¿los notaron? ¿qué notaron?

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