40. Las alas de un ángel, mi Ángel
Si (sus) sentimientos no duraban, al menos quería que este viaje fuera un buen recuerdo. Esperaba que esto fuera una base para algo más, pero si esto era todo lo que tenían, lo haría contar.
(Cassandra Clare)
Wolf no recordaba nunca tener una erección tan dura y latiendo sólo por unos dedos torpes y tímidos resbalando por sus muslos, provocándole cosquillas...
¡Cosquillas, por Dios!
¿No debería esto bajar el estado de ánimo?
¿Restar puntos a una situación hasta entonces llena de sensualidad?
Aparentemente no, porque mientras Ángel acariciaba a la vez que bajaba sus prendas y medio tartamudeaba su petición –"No lo planeaba cuando vine a la Tierra, pero te conocí y has cambiado todo... Todavía no sé lo que será o si me voy a arrepentir o volver loco dentro de unas horas, pero quiero esto... Puedo... ¿Puedo terminar de desnudarte, Darren?"–, el miembro caliente y duro de Wolf latía cada vez más.
Darren.
Ya no era simplemente "Humano", con aquel tono despectivo que usaba Ángel los primeros días, cuando –aun cuando estaba desnudo y esposado– miraba a Wolf como si fuera algo diminuto y sin importancia a sus pies; ni tampoco era "Wolf", con un poco más de respeto y su mirada más suave cuando comenzaron a conocerse y sentirse, cuando esta locura comenzó y ambos se encontraron o se perdieron... No sabría decirlo...
Ahora era "Darren", con ese medio suspiro, medio gemido; con ese tono suplicante y lleno de anhelo y deseo que sólo encendía más a Wolf.
Ángel se había detenido, sus manos sobre los muslos de Wolf... Y su piel era tan tan suave, había detalles así –además de su obvia aura celestial – que evidenciaban que no era humano, detalles que Wolf amaba saber que sólo él podía conocer...
Él, porque justo ahora los dedos de Wolf se clavaban un poco en sus muslos, ansiosos por terminar de desnudarlo, pero esperando por su permiso. Wolf deseaba poder ver sus ojos, esos ojos azules como trozos arrancados del Cielo del cual venía, y comprobar en ellos la excitación del ángel.
Ángel en cambio sí podía ver los de Wolf, pozos oscuros y brillantes, tinieblas tan contrarias a la luz de la cual él venía; y quizá tenía sentido entonces, era lógico que se atrajeran, pero es que no era sólo atracción, y no tenía que recordárselo, porque justo ahora aunque su cuerpo ardía e en deseo, también sentía su alma tranquila como nunca antes, completa.
Su mirada absorbió cada rasgo del rostro de Wolf, del humano que lo compró en una subasta, de Darren, su Ancla; y fue bajando, por su pecho que subía y bajaba con respiraciones difíciles, la piel brillante, la cintura, el abdomen marcado, esa perfecta uve que tenía a Ángel con ganas de subir sus manos de nuevo y delinearla, las caderas y después...
Oh, su sonrisa se perdió cuando el deseo ardió en su vientre y subió, pareciendo atascarse en su garganta de repente seca, tragó y se lamió los labios, sus dedos se arrastraron sin que se diera cuenta, hacia arriba, más cerca, buscando, queriendo...
Y entonces: —Sí.
Fue un susurro, casi un suspiro, y los ojos de Wolf se cerraron.
Eso sacó a Ángel de su ensoñación, no podía creer que había estado a punto de tocarlo ahí.
Las caderas de Wolf se sacudieron, igual que sus piernas, mientras intentaba bajar sus pantalones y la ropa interior. Y Ángel siguió el movimiento de su miembro duro balanceándose antes de sacudir él mismo su cabeza, sus muslos se apretaron, su erección latió, antes de terminar lo que había comenzado.
Cuando por fin sacó ambas prendas de los pies de Wolf y los tiró lejos, se tomó un momento para admirar al hombre desnudo en la cama, para llevarse una mano al pecho –donde su corazón latía como loco– y con la otra apretar su miembro, porque de repente deseó como nunca antes, como no sabía que era posible para un ángel, deseó ser uno físicamente con este hombre, deseó sentirlo dentro de él, pero también deseó...
Gimió, no pudo evitarlo, cuando la imagen de él hundiéndose en Wolf llegó.
Los ojos de Wolf se abrieron de golpe cuando lo vio, si era honesto nunca se le habría ocurrido la posibilidad y, por lo mismo, no estaba seguro de por qué entonces esa imagen específica de Ángel dentro de él le había llegado.
Sus piernas se sacudieron, provocando que Ángel se sobresaltara y lo mirara de nuevo. Wolf estaba buscándolo en la oscuridad y sus ojos se detuvieron cuando se encontraron con los suyos, Ángel no estaba seguro de que realmente lo viera, pero obviamente lo sintió porque se detuvieron. Había un ligero ceño fruncido y cuando Wolf dijo: —No tenemos que...
Ángel negó, sus manos buscándolo, lo que sea que pudieran tomar, engancharon sus tobillos y tiró un poco de él, antes de desplazarse él mismo entre las piernas abiertas de Wolf. Fue subiendo, sus manos acariciando las piernas y los muslos que temblaron, la cadera cuando sus miembros se reencontraron por fin y Ángel bajó hasta que sus pechos se rozaron, su aliento golpeando los labios entreabiertos de su humano.
—Tanto lo pediste, tanto me insististe, me tentaste —empujó sus caderas y las giró al mismo tiempo, por puro instinto, dejando a su cuerpo actuar sin pensar, sin reprimirlo, sin reprimirse—, me tocaste, me volviste jodidamente loco y ahora que estoy cediendo —sus labios acariciaron los de Wolf—, ¿ya no me...no lo quieres?
Se corrigió en el último momento, pero ese obvio "¿No me quieres?" tenía a Wolf clavando sus dedos con fuerza en el trasero de Ángel y tirando de él más cerca, imposiblemente más cerca, se tragó el gemido sorprendido de Ángel cuando lo besó con fuerza, él mismo empujando hacia arriba sus caderas, dispuesto a recordarle qué tanto lo quería.
Queriendo decirle que era precisamente eso, que lo quería, cómo lo quería, lo que había cambiado, pero tal vez, con algo de suerte, tendría tiempo en el futuro, aunque no fuera mucho, sólo el suficiente para demostrárselo, para que lo recordara...
¿Los Ángeles recordaban? Un ser inmortal como un ángel, como su Ángel, ¿recordaría en su eternidad algo así?
Ángel sintió el beso cambiar, la diferencia entre la fría posesibidad de las primeras noches con Wolf sólo queriendo dominarlo y castigarlo; la suavidad de las semanas posteriores, una mezcla entre pasión, arrepentimiento, ruego, deseo...; a esto, que parecía... ¿desesperación?
Wolf lo apretaba con fuerza, como si temiera que al aflojar su agarre desaparecería, lo besaba con rudeza, con pasión, insistentemente, como si quisiera decirle sin palabras lo que no se atrevía con ellas.
Ángel arrancó sus labios –ahora ardientes– del beso para respirar y Wolf aprovechó ese momento para girarlos.
Ángel aterrizó sobre su espalda y rebotó sobre el colchón, sus músculos se flexionaron y sus alas vibraron de nuevo, cuando sintió el miembro de Wolf latir contra el suyo justo antes de que una mano fuerte y grande los tomara a ambos.
Ángel gimió y se arqueó, echó su cabeza para atrás. —Wolf —no sabría decir ni siquiera él mismo para qué decía su nombre; si suplicaba, su gemía, si suspiraba, si le pedía soltarlo o apretar un poco más... El pulgar de Wolf rozó entonces su punta húmeda y Ángel gimió con más fuerza, su cuerpo entero estremeciéndose, su espalda despegándose del colchón, ¿por qué se había negado esto antes?, y de repente ya no importaba el por qué, sólo decirlo:
—Wolf. Wolf. Dios, Darren.
Y quizá debería haberse sentido culpable por eso último, pero no lo hizo. Ni quiera pareció consciente.
La mano libre de Wolf acarició su pierna, pegándolo más a su cuerpo, incitándolo a rodear su cintura, y Ángel lo hizo, lo apretó, pegándose más a él, moliéndose en su puño que lo estaba volviendo definitivamente loco...sólo eso explicaba su comportamiento.
Esa mano lo dejó entonces, subiendo por su cadera y su costado, sintiendo las costillas, se movió hacia su pecho, rozó un pezón y Ángel sintió que algo ardía entre sus omóplatos, Wolf debió sentir su corazón acelerado antes de rozar su cuello, su garganta, delineó sus labios antes de bajar sobre él, sin detener la mano que los masturbaba juntos.
Ángel se removió, buscando más, más de...ni siquiera él sabía qué, sólo necesitaba algo más, apretó más su pierna alrededor de la cintura de Wolf y sólo entonces pareció ser consciente de lo expuesto, lo abierto, que estaba ahora.
Su entrada se apretó, pulsó justo cuando los labios de Wolf rozaron su mandíbula y subieron hasta los suyos. —Ésta es tu última oportunidad de arrepentirte... Ángel, dime que no ahora...
Pero es que Ángel no quería decir que no, él quería esto. Quizá lo quiso desde el primer día y no lo sabía porque no estaba listo. Y tal vez tampoco ahora lo estaba, pero estaba dispuesto a probarlo, quería ser valiente hoy. Un hombre valiente, no un ángel rebelde que movía el mundo a su antojo, sino un hombre lo suficientemente honesto para decir: —Quiero hacerlo.
Y entonces los labios de Wolf se habían ido sin llegar a besarlo de nuevo.
Ángel sintió su pierna caer sin fuerza, su cuerpo vuelto loco por la necesidad. Pero antes de que dijera cualquier cosa sintió esos mismos labios en el hueso de su cadera, sus dientes mordisqueando después, la lengua cálida y húmeda arremolinándose ahí mismo, mientras las manos de Wolf bajaban, una por su pierna izquierda tirando de ella y la otra por el interior de su muslo derecho, abriéndolo más y flexionándolo sobre la rodilla hasta que su pie estuvo sobre el colchón. Su entrada latió de nuevo, cerrándose mientras el índice de Wolf seguía un camino muy obvio, y después soltándose cuando la otra mano acarició arriba y abajo en su pierna.
—Relájate —susurró sobre su piel ahora demasiado caliente y fue tan bajo que Ángel sólo lo escuchó por su oído no humano, así que tal vez Wolf se lo decía a sí mismo o a Ángel sin querer molestarlo.
Tal vez fue para ambos.
Wolf sentía su corazón latía como loco mientras buscaba la entrada de este ángel virgen en su cama, colándose en ese mismo pecho que albergaba un corazón acelerado.
Relájate, quiso gritarle, gritarse. Esto no es nada del otro mundo, no es como si tú también fueras virgen, no es como si no tuvieras experiencia, no es como si fuera tu primera vez...
Pero Dios, se sentía peor que entonces. No quería arruinarlo, no quería lastimar a Ángel, quería que fuera especial a pesar de todo, que lo disfrutara, que le gustara.
Que un día, cuando Ángel ya no estuviera en la Tierra ni Wolf en este mundo, lo recordara.
—Sshh —susurró esta vez para Ángel cuando su dedo jugueteó sin presionar demasiado, sólo reconociendo, sondeando antes de entrar, disfrutando la sensación, tratando él mismo de acostumbrarse y no enloquecer porque en realidad había pensado que esto nunca sucedería—. Calma —dijo en el mismo tono, su dedo deteniéndose un momento, alineado justo antes de empujar, su otra mano dibujando círculos en la pierna de Ángel, tratando también él de calmarse con eso—, si no quieres sólo...
Sólo lo dices.
Pero entonces las manos de Ángel lo buscaron, lo que pudieran encontrar, su hombro, su cabello, sus brazos... Se removió, respirando con fuerza cuando el movimiento introdujo la punta de su dedo. Su voz sonaba tensa, pero decidida: —Hazlo.
Sólo hazlo, pensó Ángel, su espalda levantándose de nuevo.
Y Wolf lo hizo, antes de que cualquiera de los dos se arrepintiera.
Empujó suavemente, sólo un poco, antes de que su nudillo cruzara ese anillo de músculos y tocara por primera vez esta parte del cuerpo de un ángel.
Una primera vez para ambos.
Ángel siseó, sorprendido por la sensación, antes de soltar una respiración temblorosa mientras ese dedo se hundía más y exploraba dentro... Su cara ardía y quería preguntar qué hacía, pero justo entonces ese dedo se curvó y tocó algo que tenía a Ángel viendo estrellas, todo era brillante tras sus párpados y su cuerpo entero vibró, sus alas iban a salir si Wolf no se detenía.
Ángel perdió el sentido del tiempo y de su propio cuerpo, era la única explicación porque se perdió el dolor y la extrañeza de un segundo y un tercer dedo entrando. Fue sólo cuando Wolf los deslizó fuera que él gimió en desacuerdo, volviendo al presente, siendo consciente de nuevo de su cuerpo rogando por algo que él no conocía, pero quería conocer.
—Sshh —Wolf volvió a acariciar sus piernas, abriéndolas, soltó una risita como si lo divirtiera la reacción de Ángel, aunque él mismo tuvo que apretar la base de su miembro para no correrse antes de siquiera estar dentro de él.
Se acomodó entre sus piernas, alineó su miembro y empujó lentamente, suavemente, todavía esperando que Ángel gruñera un "No" y lo empujara lejos, pero deseando que no lo hiciera.
Ángel no lo hizo. Apretó sus dientes, sin quejarse mientras lo penetraban por primera vez, era extraño, pero le gustó, quizá porque Wolf era su Ancla y parecía lo correcto.
Sólo cuando estuvo completamente dentro Ángel soltó un fuerte suspiro. —Darren.
—Ángel —Wolf lo dijo sobre su cuello antes de empujar por primera vez.
Ambos gimieron.
Y pronto Ángel pareció saber qué hacer, su espalda y sus caderas levantándose del colchón cada vez, se sentía húmedo de sudor por todas partes, el suyo y el de Wolf, sus pieles pegándose y, extrañamente, eso no le pareció desagradable. Sus alas latían dentro, casi fuera, y cuando Wolf se separó de sus labios y sus caderas se sacudieron erráticas, y sus dientes se hundieron en el hombro de Ángel, éste gritó, gritó justo cuando ambos explotaban, y los giró.
Loa giró casi por instinto, con una fuerza sobrehumana terminó Wolf sobre su espalda y él montándolo.
Los ojos de Wolf, que en cualquier otra ocasión se habrían cerrado con el orgasmo, se abrieron sorprendidos, sólo para ver las alas brillantes de Ángel por primera vez –la segunda en realidad, pero esta vez de cerca, muy cerca, peligrosamente cerca, y esta vez no de abrían para alejarse, esta vez se abrían para él –.
Fue cegador, pero Wolf no cerró los ojos, espasmos recorrían su cuerpo y el de Ángel por las réplicas del orgasmo, pero se negó a perderse esto, Ángel todavía gimiendo su éxtasis, su cabeza echada para atrás porque la habitación estaba ahora iluminada.
Wolf creyó que esto no debería ser posible, que debería tener miedo, pero su corazón estaba acelerado por algo muy distinto, admirando las largas alas resplandecientes que quizá lo dejarían ciego.
—Ah... Wolf —y entonces Ángel lo miró por fin, su lenta y perezosa sonrisa congelándose cuando sus ojos se encontraron con los de Wolf.
Iba a preguntar qué pasaba, qué estaba mal, pero justo entonces una mano de Wolf se movió de su cadera hacia su espalda y las rozó.
Rozó su ala incluso antes de llegar a su nacimiento, entre sus omóplatos.
Ángel gimió, fuerte, dividido entre echarse para atrás y sentirlo más o hacia adelante y dejarse caer sobre él.
Estaba agotado, se sentía deshuesado y sin fuerzas, exhausto, pero lleno de energía. Y cualquier criatura ahora estaría muerta, sólo por estar en presencia de sus alas abiertas, tan cerca, y además tocándolas...
Se movieron, como todo su cuerpo y su alma, cuando Wolf las rozó con las puntas de sus dedos.
—Tus alas —...cualquier criatura, excepto obviamente Darren Wolf.
Quién eres, Ángel quería preguntar, qué eres.
Pero estaba demasiado cansado, así que sólo se rindió y se dejó caer, amando como las manos curiosas de Wolf siguieron sobre él incluso cuando comenzó a quedarse dormido.
Ya mañana podrían hablar sobre...todo.
* * *
¿Qué tal el capítulo?
¿Qué tal su primera vez?
Sean honestos, ¿fue como esperaban? ¿mejor? ¿peor? 🙈 Acepto sus críticas, sólo no sean tan malos 💔😂
¿Qué irá a pasar ahora? 😱
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