36. Sólo tócame
El chico que se acercaba no se parecía para nada a Ángel. Fue lo primero que Wolf notó.
Mientras que la piel de Ángel era extremadamente pálida, la del chico era de un tono un poco más oscuro. Y los ojos de Ángel que parecían realmente arrancados del cielo eran muy diferentes a los de este chico que parecían de chocolate, igual que su cabello, mientras que el de Ángel parecían hebras de oro.
¿Era realmente un ángel el hombre que se detuvo frente a ellos?
Era alto. Mirándolos desde arriba durante los pocos segundos que Ángel –que se había congelado todavía abrazado a Wolf– tardó en reaccionar. Soltó a Wolf y se puso de pie al instante, entre ellos, como si quisiera protegerlo, como si pudiera ocultarlo de él.
Una de las cejas oscuras del ángel recién llegado se alzó. "¿Qué supones que podría hacerle?"
La pregunta fue sólo para Ángel que retrocedió medio paso, como si el ángel lo hubiera golpeado. Movió su cabeza, como si pudiera sacudirse las palabras y la sensación que le llegó con ellas. Había olvidado lo que era estar conectado con sus hermanos. Aunque éste era diferente, no era uno de sus superiores ni alguien inferior a él.
"Creo que sabes, saben –hubo énfasis en el plural, su cabeza se inclinó como si quisiera ver a Wolf– por qué es diferente, ya que de eso hablaban cuando llegué".
—¿Qué pasa? —las manos de Wolf en los brazos de Ángel, su voz, el cuerpo duro y fuerte tras él, lo hicieron saltar—. ¿Por qué estás así? —Wolf frotó con demasiada ternura los brazos de Ángel antes de subir a sus hombros tensos, realmente derritiéndolo un poco—. ¿Qué está pasando? —él se asomó por sobre su hombro, para encontrarse con la mirada del ángel.
La cabeza de éste estaba un poco ladeada y había algo en esos ojos marrones que atraparon a Wolf antes de que fuera el ángel quien apartara su mirada y volviera a la de Ángel.
"Ya veo". Y eso fue todo.
Los ojos de Ángel se cerraron, algo dentro de él tembló, se sintió más frágil que nunca antes –incluso más que la noche de la subasta o las primeras veces a merced de Wolf–, algo ardía entre sus omóplatos y después era frío cuando Wolf se pegó más a él, aparentemente sin notarlo, para poder llegar al ángel.
—¿Eres realmente Rafael? —Él lo preguntó con una curiosidad y emoción infantiles en su voz.
Y la risa que obtuvo como respuesta llegó justo en el momento en que Ángel abrió los ojos de nuevo y siseó un "¡Darren!".
Pero ya estaba hecho, Wolf se deslizó a un lado de Ángel, aunque sin perder contacto, para poder ver mejor al recién llegado. —¿Lo eres? —insistió.
El ángel –Rafael, aparentemente– asintió.
—¡Oh, por Dios!
—Darren, no eres un niño.
Wolf sólo le sonrió y besó su mejilla. —No seas celoso —le susurró como si no tuviera importancia alguna, antes de volverse hacia Rafael—. ¡Tienes que contarme todo! Quiero decir, contarnos, contarnos todo.
—Wolf, por favor.
Wolf casi hizo un puchero entonces. Casi. —¿Qué? ¿Está prohibido o algo así? —Él miró a Rafael. Sabía que estaba siendo demasiado infantil, pero desde hacía algunos años –desde que buscaba una cura– se había obsesionado un poco con los mitos y leyendas sobre ángeles. Había tantos, todos tan llenos de magia, amores imposibles y deseos cumplidos, lazos entre el cielo y los humanos.
Deseos.
Sobre todo deseos. Lo que llevara aquella noche a Wolf a la subasta de ángeles. El deseo que haría posible...
—No está prohibido en realidad —Rafael estaba diciendo cuando Wolf volvió a escuchar. La mano de Ángel presionaba con demasiada fuerza uno de sus brazos, tratando de mantenerlo en su lugar y después tirando de él cuando Rafael se acercó más y se sentó a su lado.
Ángel se sentó también un poco más retirado, llevándose a Wolf –que casi cayó en su regazo– con él.
—Ugh —Wolf se quejó—. ¿Qué te pasa?
Ángel no respondió porque ni siquiera él entendía su reacción. Y aun así rodeó con firmeza la cintura de su humano, reteniéndolo al menos físicamente, ya que era obvio que toda su atención y emoción estaban puestas en Rafael.
—Pero creo que tú sabes más sobre mí de lo que deberías...
—Entonces, ¿es verdad? —Wolf quiso adelantarse hacia él, quejándose cuando el brazo de Ángel se lo impidió.
Rafael asintió.
—¿Y Elara? ¿Dónde está? Dime que esa parte es mentira. Porque es demasiado triste pensar que...
Los ojos marrones de Rafael se alzaron hacia el cielo –ahí donde la luna era visible aunque era de día– y ambos, Ángel y Wolf, siguieron su mirada.
La respuesta era clara.
Wolf, aquel frío e insensible humano que apresara a un ángel para fines egoístas –o eso se suponía–, estiró su mano sin dudar para tomar la de Rafael.
Quería decirle que seguramente habría alguna forma de recuperarla, que no se diera por vencido, porque ver a un ángel triste y derrotado dolía. Y uno con el corazón roto mucho peor.
Pero el gruñido de Ángel –de verdad fue un gruñido, y tan fuerte que varias personas que iban pasando cerca miraron– apenas sus manos se rozaron lo detuvo.
—¿Qué te pasa? —Wolf intentó mirarlo, pero el brazo de Ángel todavía lo retenía en su lugar.
Rafael sonrió un poco, retirando él su mano después de presionar amablemente la de Wolf. —Te agradezco tus palabras —aunque no las hubiera dicho en voz alta—, quiero pensar que sí, no me rindo, no lo pienses. Creo que siempre hay una manera, no tenemos que renunciar a nada por amor. Mi niña Elara quiso ser la Luna por amor a su familia, pero debe haber una forma de no tener que abandonar un amor distinto. No es posible que uno tenga que dividirse de este modo sólo porque su destino y su corazón parecen estar en diferentes lugares —dijo esto último mirando con intención hacia Ángel.
Pero Ángel se negó a mirarlo.
—¿No...? —Estaba a punto de decir su nombre real, porque obviamente lo sabía, cuando el teléfono de Wolf sonó.
Se retorció entre los brazos de Ángel y finalmente pidió: —Deja de actuar extraño y déjame atender la llamada. Es de la empresa, debe ser Charlie y seguro es importante.
Ángel gruñó un poco más, algo muy parecido a "Sólo eso faltaba" antes de dejarlo ir.
—Sí, es Charlie —Wolf se disculpó antes de alejarse para atender la llamada.
—¿Por qué no se lo dices...?
Ángel lo interrumpió. —Ángel, aquí y para él soy Ángel.
Rafael asintió. —¿Por qué no se lo dices, Ángel?
—No tengo nada que decir.
Rafael lo miró un momento en silencio antes de negar. —Te vas a arrepentir cuando sea demasiado tarde. ¿Es que no aprendes? De mi historia y de otras tantas, de todos los siglos que debiste ver a los humanos cometer una y otra vez los mismos errores. Ángel —había algo en su tono cuando lo dijo, como si lo juzgara también por eso— si yo puedo lograr estar con la Luna, tú puedes mantener a tu Ancla sin fallarle al Cielo.
Ángel parpadeó varias veces, resistiéndose a verse vulnerable. ¿Qué sabía este chico? ¿Cómo se atrevía a hablarle así?
—Pero no puedes —y era tan cruel de su parte decirlo—. No puedes estar con la luna, ¿cierto?
Rafael lo miró como si lo hubiera golpeado.
—¡Ángel! —Wolf había escuchado sólo lo último. ¿Cómo podía un ángel ser tan cruel?—. Si eres así, no me sorprende que tus hermanos no quieran seguirte...
Y esta vez el herido fue Ángel. Ese había sido un golpe bajo.
Rafael se puso de pie, pero Wolf lo detuvo. —No, espera, no te vayas. Ignora eso, por favor. Yo quisiera...
La mano de Rafael en su hombro, enviando una onda de paz, lo detuvo. "No voy a rendirme. No lo hagas tú tampoco".
Lo dijo sólo para Wolf. Después miró a Ángel, había visto un poco de los pensamientos de ambos cuando Wolf había mencionado a los "hermanos", así que creyó entender. —Yo no vine aquí, ni a la vida ni a esta Tierra, por decisión propia. Fue, como ustedes saben, un poderoso ángel quien me creó con genes de un humano que él mismo ascendió a los Cielos. Sangre de este ángel y de una humana. Y fue él quien me envió a este mundo. Pero ahora soy yo quien decido la vida que quiero vivir y los caminos que voy a caminar. Ya nadie, ni Adel, ni mi creador, nadie puede elegir por mí. Y hoy, incluso si mi corazón brilla cada noche en el Cielo, hoy sé que mi vida está aquí y voy luchar por ella. Aunque los ángeles me llamaran de nuevo, mi lugar está aquí porque así lo decidí. Creo que es un poco como los padres, ¿saben? Crían a sus hijos e intentan enseñarles y guiarlos por el mejor camino, pero hay un momento en que deben soltarlos y dejarlos elegir el propio, aunque se equivoquen. Eso es la libertad y la libertad es de uno sólo, Ángel. No para un grupo. Tú tienes la tuya solamente. Ninguna otra.
Y eso dejaba clara la opinión de Rafael sobre el dilema de Ángel y sus hermanos.
—Espera —Wolf insistió, siguiéndolo mientras Ángel se quedaba sin palabras en la banca—. ¿Te veremos otra vez?
—¿Quién podría saberlo? —Respondió Rafael, aunque su miraba brillaba con un "Sí", él señaló hacia un Ángel todavía inmóvil—. Dale tiempo. No es malo, es sólo...
Wolf asintió. El problema es que ninguno de los dos tenía tiempo.
* * *
—¿Encontraste una opción mejor? —El tono ácido de Ángel sorprendió a Wolf cuando volvió—. Un ángel que caería ante ti —le aclaró—. Él estaría dispuesto, ¿no? Parece que hubo una conexión entre ustedes.
Wolf lo miró con incredulidad antes de alejarse molesto.
—¡¿Qué?! —Ángel lo siguió, su corazón latiendo con miedo durante un momento—. ¿Realmente vas tras él? Wolf era broma, se supone que tú...
"Se supone que me digas que soy sólo yo".
—Voy a la empresa —Wolf ni siquiera lo miró. Tan enojado, sorprendido, decepcionado—. Charlie llamó, es importante —y era mentira, no se requería su presencia, pero no podía estar con Ángel ahora mismo, acabarían mal, como siempre—. Tú —sólo entonces lo miró y Ángel se detuvo por lo frío de su mirada. Wolf no lo había mirado así desde hace mucho—, tú regresa a casa...o haz lo que quieras.
Ese "Haz lo que quieras" era un obvio "Puedes irte. Eres libre, ¿recuerdas?"
* * *
Era ya de noche cuando Wolf volvió a casa.
El trabajo siempre lo consumía. Era el mejor distractor, lo hacía olvidarlo todo.
Casi que esperaba –Y, ah, cómo dolía– que Ángel le hubiera tomado la palabra y se hubiera ido.
Había estado a punto de llamar tantas veces y preguntar a Siela si Ángel volvió, pero no lo hizo.
Y el alivio que sintió al reconocer la silueta en su cama lo hizo soltar un suspiro. De repente fue más fácil respirar. Ni siquiera había notado el peso enorme que cargó durante el día, no hasta que fue desnudándose de camino a la cama y se acercó al hermoso ángel dormido.
Se detuvo a un lado de él, su rodilla cerca de la cadera de Ángel cuyo cuerpo estaba descubierto de la cintura hacia arriba. Su mano acarició en diagonal desde su cadera, deteniéndose a media espalda cuando Ángel gimió suavemente.
Wolf se detuvo. Había sido lo más sutil posible para no despertarlo, las yemas de sus dedos bailando casi sobre su piel, pero aparentemente no había servido.
Excepto que Ángel no sonaba del todo despierto cuando suplicó: —Otra vez.
¿Qué?
Wolf esperó por si había escuchado mal. Casi retiraba su mano, porque Ángel obviamente estaba dormido, cuando éste se removió entre sueños, su cuerpo buscando hasta que lo sintió de nuevo en el sitió correcto.
—Otra vez —repitió y su voz provocó un escalofrío en Wolf, algo latió en su bajo vientre por ese tono—. Ahí. Otra vez.
Dónde, Wolf quería preguntar.
¡Su mano estaba sólo en su espalda!
* * *
Hooola 🙆 ¿qué tal el capítulo? ¿Valió la espera?
¿Por qué creen que Ángel tomó esa actitud? 🙈
¿Qué tal les cayó Rafa? 😻
¿Y será que por fin pasa algo entre este par? 😏
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro