29. No soy un "ángel"
La virtud de los ángeles es que no pueden empeorar, su fallo es que no pueden mejorar. El fallo del hombre es que puede empeorar, y su virtud es que puede mejorar.
(Cassandra Clare)
* * * * *
—Hola, Michael –Ángel se quedó de pie cerca de la puerta, mirando al gran brujo que hacía un siglo había salvado su vida.
Michael Owl seguía sentado donde había estado hablando con el Atrapador de almas antes, el brillo en sus ojos de plata se perdió cuando Alejandro se había ido. Fue lento el arrastrar de su mirada hasta encontrarse con la de Ángel.
Ángel sabía que sus ojos eran de un azul imposible entre los humanos. Había algo en él que los hacía mirarlo dos veces, algo en su naturaleza, algo que llamaba a los mortales, esa magia de ángel que todos querían conseguir –Wolf incluido–, pero sus ojos, sus ojos eran bellamente inhumanos, no podías verlos y no darte cuenta que algo pasaba ahí.
¿Se daría cuenta ahora? ¿Sentiría sus vellos erizarse como la primera vez, sentiría su magia removerse inquieta como cuando pasó por aquel callejón y el chico de ojos azules se lo pidió con sólo una mirada?
«Era el siglo XX, había pasado ya tiempo –tiempo mundano, al menos– desde que los humanos dejaron sus "Cacerías de brujas" y sus supersticiones en ángeles que bajaban del cielo para bendecirlos o los pactos con el demonio que después tomaría su alma... Así que Ángel había creído seguro bajar a la Tierra a... ¿divertirse?
Tal vez no divertirse. Él sólo quería conocer, salir del encierro en que estaban, el Cielo era como una irónica jaula con apariencia de libertad. Volar, ellos volaban, eran libres, en teoría nada los retenía...
Pero era sólo mentira. Había reglas, miles y miles de reglas de cumplir. Era como en los ejércitos mundanos, según tu rango había más responsabilidades y más limitantes también. Ángel –quienes en la Tierra conocían como "Ángel", el Ángel de Darren Wolf– era el encargado de un grupo de ángeles bastante grande, eran miles de sus hermanos bajo sus órdenes y cuidados... Además de los humanos.
Según las creencias humanas, la jerarquía de los ángeles es la siguiente:
Primera jerarquía: consejeros divinos.
1. Serafines: aquellos que están al lado de Dios.
2. Querubines: Guardianes de luz y estrellas.
3. Tronos: relacionados a las acciones de los hombres. Llamados "Espíritus de las estrellas". Llevan el registro de dichas acciones.
Segunda jerarquía: gobernadores del Cielo.
1. Dominaciones: deben regular a los ángeles inferiores. Reciben órdenes de la primera jerarquía y de Dios mismo.
2. Virtudes: su deber es vigilar a distintos grupos de personas. Forman rayos de luz iluminan e inspiran a la humanidad.
3. Potestades: su deber es salvaguardar la consciencia y la historia. (Los ángeles de muerte y nacimiento, por ejemplo.)
Tercera jerarquía: mensajeros divinos.
1. Principados: guardianes de naciones y países.
2. Arcángeles: atienden áreas de esfuerzos humanos y son líderes administrativos de los seres celestiales. Sus tareas son siempre de gran importancia para la humanidad.
3. Ángeles: orden inferior de la jerarquía, los más conocidos por los hombres. Mensajeros y protectores, aquellos que son más invocados por los humanos.
Wolf debía pensar en Ángel como uno de estos últimos, aquellos a los que los humanos invocaban y pedían favores, aquellos que andaban entre mortales porque era su deber cuidar de la humanidad y ayudarlos.
Pero nada más lejos de la realidad.
Guiándonos por esa clasificación mundana, Ángel era un "Trono", él ni siquiera debería haber tomado esta forma nunca, era un ángel de primer jerarquía, debía vigilar las acciones humanas, sí, pero como eso, un vigilante, un ojo crítico.
El problema era que no puedes ver algo tanto tiempo sin llegar a desearlo.
Ángel terminó deseando algo de la humanidad, no sus cuerpos como sucedía a muchos de sus hermanos inferiores, sino su libertad.
Ver siglos y siglos de humanos luchar por conseguirla, hizo a ángel anhelar algo tan mundano cuando él era un ángel de primera jerarquía, tan cercano al creador, sólo debajo de los querubines y los serafines. Y lo perdió todo cuando decidió que sería sólo un viaje rápido, sólo un pequeño descanso de sus deberes.
Él había tomado un grupo de ángeles y algunos arcángeles, Miguel y Uriel, dos de estos últimos, lideraban junto con él a un pequeño centenar. No eran muchos, no debía ser difícil mandar sobre ellos.
Ángel notó su error cuando vio la comodidad de éstos en la Tierra, ellos ya tenían contacto con algo que él sólo veía desde lejos, algo que él sólo vigilaba. Ellos se movieron como si estuvieran en su hogar, aun cuando era temporal, cuando su hogar siempre sería el Cielo, ángeles y arcángeles no sentían la nostalgia que él, así que –aunque estaba prohibido– Ángel no debió sorprenderse cuando, unos años después de su llegada, pidió a Miguel y a Uriel reunir a sus ángeles para volver a casa y ellos volvieron con unos cuantos solamente.
La gran mayoría ignoró las órdenes y fue la primera vez que Ángel sintió un escalofrío recorrerlo. Él era un Ángel Superior, él podría ordenarlos si quisiera, él podría –Wolf se arrepentiría su supiera– desvastar el mundo, podría en su forma real, pero un Trono no tenía nada qué hacer en este momento en la Tierra, así que debía seguir en esta forma física inferior y no había manera entonces de demostrar su naturaleza.
Rogó entonces al Creador que los perdonara, que los dejara volver a él y a los que acudieron al llamado, pero la respuesta fue un rotundo No.
"No hasta que el tiempo en la Tierra se les termine, hasta que esos cuerpos –que allá abajo no son eternos– lleguen a su final, o hasta que todos –absolutamente todos– se arrepientan y quieran volver."
Había habido un gran desastre natural entre los humanos cuando aquel Trono fue humillado y lloró derrotado al volver a la Tierra para reunir a sus hermanos rebeldes. Miguel, Uriel y los demás ayudarían, seguirían en contacto hasta estar completos de nuevo.
En retrospectiva, no fue el deseo sexual –tal vez propiciado por este cuerpo– lo que le contagiaron primero los humanos a Ángel, fue esa maldita arrogancia, fue el deseo de siempre más y más, nunca considerarlo suficiente, la libertad no bastaba para los humanos, ellos querían gobernar sobre otros, querían poder...
Ángel tenía eso en su Hogar, el poder sobre ángeles inferiores y sobre la humanidad misma.
Y no le bastó.
Él quería probar el mayor poder de los humanos, por el que luchaban tanto y los hacía tan felices: libertad.
Y fue en una de esas noches, en su anhelada libertad, que se encontró a un grupo de humanos que allá arriba habría podido juzgar tan fácilmente y condenar por la maldad en sus almas, mientras que acá abajo, a su mismo nivel, no pudo hacer más que luchar contra ellos.
Ellos debían haberlo reconocido, por su aura, por el poder nunca del todo oculto, por sus ojos...
Ellos lo tomaron como décadas después harían los hombres de las subastas ilegales, hubo hierro en sus manos, hubo algo clavado entre sus omóplatos que lo hizo pensar que estaban cortando sus alas, que lo hizo gritar tan fuerte que la Tierra misma se estremeció, que lo hizo rogar al Creador tan fuerte que pensó que cedería, que mandaría a alguien por su hijo a punto de perecer en manos indignas.
Pero no hubo respuesta del Creador, tal vez una pequeña luz en su pecho que le decía que lo quería, como a todos sus hijos, y lamentaba esto, pero que tenía que él mismo había buscado.
Ángel había cerrado los ojos, su cuerpo estremeciéndose sin control, su sangre ardía, ardía, quemaba porque los humanos idiotas querían sus alas sin saber que éstas podrían acabar con ellos, querían sus alas por el poder, pero sobre todo, y lo más estúpido, este hierro que lo debilitaba y lo tenía encadenado a su merced, era lo que imposibilitaba la libertad de dichas alas.
Ahora, Ángel sabía, Michael Owl había perecido junto con su atrapador de almas, siglos atrás, también en manos de una turba enfurecida e ignorante.
Tenía sentido que esa noche oscura, fría y tormentosa, en la que el Cielo mismo parecía llorar por Ángel, Owl se detuviera en aquel sucio callejón cuyo silencio era roto sólo por los lamentos del ángel y los gritos de unos humanos a otros que no sabían cómo trasladar al ser celestial.
En aquel entonces, Owl sintió una punzada en sus sienes y en su alma, una imagen fugaz que nunca llegó a comprender, no hasta que tuvo de nuevo a Alejandro en brazos y supo de su pasado, su muerte en manos de aquel grupo de ignorantes que temían a lo que no entendían.
Michael lo había ignorado mientras, aprovechando el factor sorpresa, golpeaba con olas de magia a los humanos. Ellos estaban listos para retener a un ángel que habían vigilado de cerca hacia semanas, no para defenderse de un viejo brujo con el corazón roto y deseoso de venganza contra la misma raza que había acabado injustamente con la vida de su hermano.
Michael había roto las cadenas del ángel y había sacado aquello clavado en su espalda. Ángel se había desmayado, creyendo que era su fin, que estaba muriendo y éste era su castigo.
Cuando despertó, en el hogar de aquel brujo de ojos como estrellas, no había estado seguro de si fue la magia del brujo lo que lo salvó o la suya propia, la regeneración de su cuerpo que aunque de una jerarquía inferior, seguía siendo celestial.
—No estoy seguro –el brujo le había dicho, con un encogimiento de hombros, mirando su cuerpo desnudo que Ángel no intentó cubrir porque no había nada de que avergonzarse. Michael había pasado sus manos entre sus omóplatos con delicadeza, poniéndolo de pie y ofreciéndole una manta–. Intenté curarte, pero al ver... Al notar tus alas, tuve miedo de empeorar antes de ayudar, así que me detuve, pero de cualquier forma la herida siguió curándose y cerrándose por sí misma... Así que realmente no sé si yo hice algo o no...
Ángel había intentado levantarse, pero seguía débil. —Tu compañero puede volver en cualquier momento –porque Ángel, incluso en las puertas de la muerte, sentía restos de la magia de otro brujo aquí.
Robert Owl, lo sabía ahora. Y tenía sentido que la expresión de Michael se hubiera roto un poco cuando dijo: —No volverá, puedes permanecer hasta estar repuesto y seas capaz de defenderte si esto vuelve a suceder. Los humanos...a veces no saben lo que hacen...
Ángel no llegó a escuchar más, tal vez el mismo Michael le había contado sobre la muerte de su hermano, no su compañero, pero él estaba demasiado débil.
Ni siquiera recordaba haberle revelado su nombre real, el que le daría poder absoluto sobre él.
Una semana en días mundanos, que se sintió como un sueño de minutos, estuvo en el hogar de Michael Owl. Y despertó sobresaltado cuando escuchó su nombre. ¡Su nombre real!
Michael le dijo que él mismo se lo había dicho, agradeciendo por salvar su vida, y prometiendo cualquier cosa a cambio.
Pero el brujo de ojos de plata había sonreído con tristeza. —No eres tú quien puede darme lo que quiero, pero lo tendré en cuenta. Nunca voy a olvidarlo ni a olvidarte...»
¿Y lo había hecho?
El ceño de Michael estaba levemente fruncido mientras se acercaba a él lentamente.
Ángel tragó y se obligó a no retroceder el paso que su cuerpo le gritaba dar hacia atrás, lejos del brujo que conocía su mayor secreto. Sus manos temblaron, hubo un cosquilleo entre sus omóplatos y por un momento temió perder el control y revelar su naturaleza ante Michael.
—¿Me recuerdas? –su voz tembló tanto como sus manos.
Y entonces el brujo sonrió.
* ~ * ~ *
¿Se esperaban eso? 😱
Ángel está en una jerarquía muy superior 🙊 ¿cómo creen que afectará eso su relación con Wolf? 🙈💔
¿Y Michael lo recordará?
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