18. Magia, libertad y corazones rotos
Sé lo que es estar totalmente en la oscuridad. Pero yo no iría a ninguna parte, incluso si pudiera. Preferiría estar aquí contigo que en cualquier otro lugar solo.
(M.U. & A.R.)
* * * * *
La disculpa de Wolf había sido seguida por la llave colocada en su mano. Y Ángel lo había sabido, su corazón acelerado se lo dijo: era lo que tanto había pedido, su libertad.
Y eso no explicaba por qué lo había seguido en lugar de correr hacia su ansiada libertad en ese mismo momento.
Las palabras de Wolf habían sido inesperadamente sinceras: -Eres infeliz, soy infeliz. Nunca vas a ceder, y por alguna razón no puedo obligarte. Estaba decidido a hacerlo, pero no puedo. Tú...hay algo en ti. Y tampoco quiero tenerte cerca cuando se siente tan mal, realmente no estás conmigo. Creo que Siela tiene razón. Supongo que el diablo me tentó una última vez y caí. Esa es tu libertad, úsala ahora mismo si quieres.
Ángel se había quedado un momento sin saber qué hacer, su corazón latiendo tan fuerte que dolía, había un vacío en su estómago y un nudo en su garganta. Tuvo el repentino impulso de seguir al humano, de entrar a su habitación y pedirle una explicación, pero el seguro en la puerta y el peso de algo tan ligero como la llave se sentía insoportable.
Todavía tardó un momento en poder obligar a su cuerpo a moverse. Por Dios, no podía seguir ahí cuando el humano lo estaba echando, primero había mandado a Siela a darle una opción, después se alejó por culpa del dichoso Charlie, y ahora simplemente lo dejaba ir, después de todo, sin siquiera despedirse, sin que pareciera que le dolía.
Nunca el peso de la libertad se notó tan asfixiante.
Ángel ya sentía sus ojos arder por las lágrimas contenidas mientras corría por los pasillos. Al menos iba descalzo, no despertaría a nadie, porque como había pensado era plena madrugada.
¿Por qué Wolf había ido a buscarlo a esa hora?
¿No podía soportarlo ni unas horas más en su casa?
No estaba corriendo de modo que nadie se enteraría, simplemente al amanecer, cuando todos despertaran, él ya no estaría.
¿Y qué no había dicho que su deseo era importante, de vida o muerte? ¡Ahora simplemente lo corría!
Salió al jardín. Consciente o inconscientemente, se detuvo frente a la habitación de Wolf.
Estaba temblando, todo su cuerpo se estremecía, pero estaba seguro que no era por el frío. Su piel podría estar erizada por el aire helado contra ella, pero su sangre ardía al recordar las caricias del humano.
Cerró los ojos y dejó que el frío de la madrugada y la oscuridad lo envolvieran. Sintió lágrimas calientes resbalar por sus mejillas mientras alzaba el rostro hacia el cielo.
Sus labios estaban temblando también, pero no de frío. Sus labios temblaban con palabras contenidas. Los mordió varias veces, probó su sangre.
Hubo un lamentó ronco, un medio gruñido que rompió el silencio de la oscura madrugada.
"Por favor, ven por mí. Por favor, no me olvides. Por favor, no me dejes..."
Quisiera decir que se refería al Creador, que oraba por su hogar, que rogaba por el Cielo...
...pero la realidad era otra. Una muy mundana y con ojos tan oscuros como la noche.
La llave se estaba clavando en la palma de su mano, igual que sus uñas. Sentía la sangre acumularse, húmeda contra su piel. Y su pecho dolía más que cualquier daño físico que pudiera recibir. Le dolía el corazón, maldita sea.
Ángel arqueó su espalda, recordando su maldito sueño, él había ido a buscar a Wolf, había incluso pensado en dejarlo tocar aquel lugar sagrado y prohibido en cada ángel, y él sólo lo dejaba ir.
Una última lágrima resbaló cuando, a ciegas, todavía sin abrir los ojos, tomó la llave y la llevó al grillete.
Nunca aceptaría en voz alta que casi deseaba que no funcionara, que en ese momento el humano se riera y le dijera que era un iluso y crédulo.
Pero también sabía, en el fondo de su corazón, ese que dolía como nunca -ni siquiera cuando se le prohibió volver al cielo-, que Wolf nunca haría algo así, no mentiría con algo importante.
Y tenía razón. Ese clic metálico al abrirse el grillete se lo confirmó.
Y su corazón no estaba roto. No lo estaba.
Y sus alas libres no ansiaban llevarlo a la habitación frente a él, en lugar de a su hogar.
Y si Ángel hubiera estado mirando habría visto a aquel humano de ojos oscuros, mirarlo con una mezcla de fascinación, tristeza, y el corazón roto reflejado en su mirada.
* * * * *
Wolf había no pretendido ir a buscar a Ángel a mitad de la madrugada, pero no podía soportarlo más. No podía dormir sin soñarlo. Sin desearlo. Cada día sin hablarse, mirarse, tocarse, lo estaba matando mucho más rápido que cualquier padecimiento físico o enfermedad.
Tomó la llave, todavía no muy despierto, tonta y románticamente deseando dársela a Ángel y que decidiera quedarse con él libremente, por voluntad. Que la tomara y, sin grillete, se quedara con él porque quería.
Se había recargado contra la puerta cerrada, esperando que Ángel tocara, pero nunca sucedió. Aunque sus pasos eran silenciosos al estar descalzo, supo el momento en que se fue porque sintió su corazón romperse.
No supo por qué se acercó a la ventana, tal vez lo sentía sin saberlo, pero ahí estaba él. El ángel, frente a él. Tan cerca y tan lejos.
Fueron minutos durante los cuales Wolf deseó que Ángel volviera a la casa o que lo mirara una última vez, un adiós aunque fuera en silencio.
Pero Ángel miraba sólo al Cielo, sólo al hogar que tanto deseaba.
Nunca a él, ni una sola vez.
Wolf sintió que pasaron minutos, pero debió ser su imaginación. Seguramente a Ángel le habían tomado sólo segundos abrir el grillete e irse.
Vio esas alas perfectas y no podía creer lo que estaba perdiendo. La criatura tan exquisita y celestial. Lo sintió en el corazón, perderlo a él, más que al deseo.
Ya había aceptado su destino.
Se dejó caer ahí mismo cuando Ángel, aquel resplandor más luminoso que la luna llena, desapareció de su vista.
No supo cuanto pasó antes de que su celular sonara. Casi se arrastró hasta él, sin fuerzas, sin ganas, pero a esta hora debía ser algo realmente importante.
Tal vez, con suerte, la Cura.
Sus ojos se abrieron demasiado, despertándolo completamente y sacándolo del dolor. -¿Alex?
¡No podía creerlo!
Alejandro Enaid Stevens Blanco lo estaba llamando.
Hacía casi dos décadas, Siela Blanco, una pariente lejana de su Siela, había sido asesinada junto con su esposo.
El propio Wolf era un niño en aquel entonces, unos años mayor que Ángel.
Wolf había preguntado a Siela por qué no se hizo cargo del niño cuando se enteró de su existencia y ella había respondido que: -No se puede intervenir en el destino. Alejandro debe encontrar solo el destino de su alma.
Alma.
Esa familia tenía una obsesión con las almas.
Siela significa "alma" en lituano.
Igual que Enaid, en galés, también es "alma".
-¿Qué necesitas? -Wolf encontró difícil hablar a través del nudo en la garganta que todavía sentía.
Ángel se había ido.
* * * * *
Ángel había detenido su vuelo cuando los notó. Eran tres chicos en la entrada principal de la mansión Wolf.
Y eso no habría detenido su huida si no hubiera sido porque sólo uno de ellos era humano, otro era indudablemente un brujo, y el último...
Ángel no sabía que era el tercero, no era humano y además había en él una pizca de magia de alguien que él había conocido en sus primeros años en la Tierra.
Michael Owl.
Hubo un escándalo hacia casi un siglo cuando Robert Owl, el hermano de Michael, fue condenado a muerte por el asesinato de una pareja de humanos.
Pero ese chico de ojos azules no era Michael, ¿por qué entonces su magia estaba ahí?
El ceño de Ángel se frunció. Tenía que irse ahora, era un milagro que todavía no lo notaran. El resplandor de sus alas era demasiado llamativo.
Cerró los ojos. Sosteniéndose en el aire, diciéndose que no era su problema por qué un brujo buscaba a Wolf.
A él no le importaba lo que pudiera pasarle humano.
Él ya era libre.
* ~ * ~ *
D
olió este capítulo 😭 Wolf creyendo que Ángel miraba al Cielo 💔💔
¿Ángel se fue?
Quienes leyeron "Atrapa mi alma" y leen actualmente "Almas entrelazadas" deben reconocer a mis bebés Alex y Michael 😭❤
¿Qué creen que pasará ahora? ¿Para qué buscan a Wolf? 🙊
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