14. Angelical tentación
Logró resistirlo todo, salvo la tentación.
(Oscar Wilde)
* * * * *
Wolf fue refunfuñando todo el camino hasta la habitación de invitados donde se quedaba Ángel.
No era justo, que el ángel -creyéndose perfecto- lo juzgara sin conocerlo y tuviera que ceder él. Casi estaba seguro que estaba haciendo pucheros.
"No soy un niño" pensó, recordando las palabras de Siela. Resopló antes de tocar suavemente, si Ángel no escuchaba ese sería su problema.
Pero justamente golpeó con su mano herida y siseó ante el ardor. Se iba a dar media vuelta, maldiciendo, sin importarle Ángel o la opinión de Siela, cuando escuchó movimientos dentro de la habitación.
Pensó en volver a tocar, pero era su casa, así que al final tomó el pomo de la puerta y lo giró lentamente, casi rogando porque Ángel hubiera puesto seguro, pero no tenía tanta suerte. El pomo giró fácilmente y la puerta se abrió con un empujón suave.
Wolf tragó, de repente sintiéndose mal, le había dado a Ángel su espacio y lo había alejado de él y aquí iba de nuevo...
* * * * *
Ángel había pasado la mayor parte de la mañana y la tarde mirando desde su ventana, después de la conversación con Siela. Estaba harto de estar encerrado. Cansado de intentar hacer entender a sus hermanos y que ellos prefirieran a los humanos que volver a su hogar. Y ahora deprimido porque una de ellos lo juzgaba a causa de Wolf.
—Maldito hombre.
Lo odio cuando sus piernas temblaron y su miembro latió al pensar en él. ¿Qué le había hecho?
Si él fuera un supersticioso, ignorante, diría que los humanos realmente los contagiaban, los hacían retroceder en su evolución y descender a su nivel.
Su ceño se frunció cuando su mano había terminado presionando su bajo vientre, resbalando peligrosamente cerca de su semi erección palpitante.
Él mordió sus labios y alejó rápidamente su mano. Su piel hormigueaba y sentía algo diferente en sus venas, la calma en su corazón que había sentido la última noche al dormir con el humano y no tenía ningún maldito sentido. Llevaban ya días separados. No podía volver a sentirlo ahora cuando Wolf ni siquiera estaba en casa.
Había terminado quitándose la ropa con prisa, casi arrancando cada prenda, deseando en su interior que Wolf realmente estuviera aquí, que aquellos ojos oscuros recorrieran su piel ya que sus manos no lo hacían.
Lo necesitaba tanto y se odiaba por eso.
Fue a la ducha, rindiéndose por fin, después de días. Su frente contra los fríos azulejos del baño, una de sus manos junto a su cabeza, sus piernas se separaron levemente y su otra mano bajo entre ellas. Mordió sus labios cuando sus dedos envolvieron su miembro.
—Maldito seas, Darren Wolf.
No se sentía como cuando él lo hizo. Sus caderas se sacudieron hacia adelante. Su miembro deslizándose dentro y fuera de su puño. No podía creer que estaba haciendo esto...
Sus ojos se cerraron, una sensación ya conocida recorrió su cuerpo antes de tensarse un momento, después sus caderas se sacudieron sin control y su mano se llenó de un líquido caliente.
Estaba todavía respirando con dificultad, arrepintiéndose ya de lo hecho, cuando escuchó algo afuera. Saltó, asustado, sintiéndose como un niño descubierto a media travesura.
Maldijo de nuevo, enredó una toalla en su cintura, sin siquiera secarse y salió del baño. Deteniéndose al instante cuando sintió su mirada.
* * * * *
Maldita sea, pensó Wolf, viendo esa piel pálida brillar con las diminutas gotitas de agua que escurrían por todo su torso, el cuello, las clavículas. El cabello rubio, oscurecido por el agua, se le pegaba a la frente y esa mano pálida -temblando ligeramente- lo hizo a un lado, despejando sus intensos ojos azules.
Ambos se detuvieron entonces, sólo mirándose.
Ángel con una mano aferrando su toalla, ignorando como su entrepierna latía con sólo mirarlo. La otra seguía en su cabello, sus dedos enredándose y tirando de los mechones húmedos, tratando de distraerse.
Wolf entrelazó sus manos porque, maldita sea, no es como si nunca hubiera visto a un hombre tan atractivo. Sí, podía ser un ángel, pero había humanos mucho más bellos. Era increíble y absurdo que muriera por dejar sus manos recorrer aquel cuerpo, por rodear su cintura y atraerlo para un beso...
Por Dios, él ni siquiera era un hombre de besos. Y aquí estaba, muriéndose por besar a un ángel. Uno que lo odiaba, además, y lo consideraba lo peor del mundo.
Cerró los ojos un momento, tratando de recuperar el control, enfocarse en su tarea, avisar a Ángel de la cena y que tenían un invitado. Pésima idea. A su mente llegaron imágenes de ellos juntos y...
—Aaahh —el gruñido de dolor cuando presionó demasiado fuerte sus manos y sus nudillos lastimados rompió la burbuja en que ambos se encontraban.
Wolf apenas estaba maldiciendo, sacudiendo su mano, cuando Ángel ya estaba ahí, en unos simples segundos llegó a él.
—¿Qué te pasó? —y debía ser su imaginación la preocupación en su voz y la ternura en sus manos envolviendo la suya, la calidez de la cercanía de su cuerpo.
Wolf inhaló profundamente, llenándose de su aroma, absorbiendo la presencia que parecía darle vida. Casi no se dio cuenta que las manos de Ángel curaron la suya, que se había acercado más hasta que sus cuerpos chocaron, que aquellos ojos azules estaban fijos en sus labios.
¿Sabía Ángel la bendita tentación que era justo ahora?
* ~ * ~ *
Están teniendo un momento 😻 justo antes de la cena 🙊 ¿Será bueno o malo?
¿Han notado algo interesante en este capítulo?
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