11. Lo que querías, lo tienes
No me hagas pasar una eternidad sin ti. Mi corazón no puede soportarlo.
(A.Anderson)
* * * * *
Ángel despertó antes que Wolf. Dudó si moverse lejos como siempre hacía o quedarse un rato más, disfrutando del calor y la sensación del cuerpo del humano contra el suyo.
No podía creer que hubiera dormido tan bien entre sus brazos.
¡No era normal! Wolf era una mala persona que se sentía con el derecho a tenerlo cautivo. En grillete que seguía en su muñeca izquierda era la prueba...
Y aquí estaba él, desnudo, en su cama, dejándose poseer, cayendo en la tentación, contagiándose de lujuria como todos sus hermanos caídos y perdidos.
Dejo los dedos de su mano derecha recorrer en grillete en la otra. Sentía sus alas gritar por libertad. Lo necesitaba, pero dudaba que Wolf le permitiera quitarse el grillete, eso le devolvería su fuerza y sus poderes y podría escapar.
Wolf temería eso. Y con razón. Si pudiera, se iría sin dudar.
Y la sola idea de separarse del humano no debería afectarle. Esa extraña punzada en su pecho no estaba ahí cuando llegó.
Ángel gruñó suavemente y estaba por separarse del cuerpo duro tras él, cuando el brazo del humano lo apretó más contra él, Wolf se removió, comenzando a despertar y su erección matutina rozó contra la piel desnuda de Ángel, provocándole un estremecimiento.
Mordió sus labios con fuerza, mientras temblaba. ¿Por qué demonios había buscado este acercamiento?
Wolf murmuró algo que Ángel no entendió. No estaba todavía despierto.
Wolf era un humano atractivo, no podía negarlo, y tenía millones, muchos como para comprar un ángel sin tener que pelear por él. En la subasta fue la única persona que no tuvo rivales ni tuvo que mejorar una oferta. Había dejado un cheque en blanco, si Ángel no recordaba mal...
¿Qué era eso que quería, entonces? ¿Qué no podía comprar con su fortuna? ¿Cuál era su deseo?
Se tensó cuando una palabra vino a su mente: amor.
El amor no podía comprarse.
¿Era eso lo que Wolf quería?
Esa sola idea hizo que su sangre hirviera. Él nunca se enojaba, era un ser pacífico. Y ahora esto.
Se impulsó lejos del agarre del humano, tratando de salir de la cama, separarse del cuerpo de Wolf, pero éste se aferró más a él, el cuerpo de Ángel golpeó con fuerza el que Wolf, y hubo un gruñido de ambos.
Wolf se estaba quejando, ya despierto, soltó a Ángel, aparentemente lo había retenido todavía dormido. Pero cuando Ángel pudo salir de la cama, no lo hizo. Se giró, buscando la mirada oscura de su captor.
—¿Tienes pareja? ¿Estás enamorado?
Los ojos adormilados de Wolf se abrieron de golpe, enfocando a su ángel. Una de sus cejas de alzó. —¿Qué?
—¿Tienes una pareja? —repitió Ángel—. Como...ah... ¿Novia? ¿Esposa? ¿Esposo? —agregó al final, pensando en sus cuerpos desnudos, en la boca y las manos de Wolf sobre él...
¡Concéntrate!
Wolf se rió. Sorprendió a Ángel porque no fue una risa burlona, fue triste. Aunque al instante lo disfrazó con un tono provocador. —¿Celoso, cariño? Me tienes todas las noches.
Wolf salió de la cama, evitando su mirada, y alejándose de él.
Ángel rechinó sus dientes. —No estoy "celoso". Tú y yo no somos nada. No te tengo, y no me tienes, a pesar de que lo creas así. Sólo quiero saber si...
La voz fría de Wolf lo detuvo, sintió de nuevo ese pinchazo en su corazón.
—Y también, contrario a lo que tú piensas, no me conoces, Ángel. No puedes creerte superior a los humanos ni con derecho a juzgarnos. Sí, te compré en una subasta ilegal. Sí, te toqué y te hice sentir cosas que no conocías, pero no he abusado de ti en ningún momento. No te he forzado...
—¡E-estoy a-qquí contra m-mi voluntad! —Ángel hubiera querido que su voz fuera más firme, molesta, ofendida, pero fue un balbuceo nada más—. Eso es forzarme.
Wolf, todavía desnudo, a mitad de la habitación, lo miró con el ceño fruncido.
A Ángel no le gustó esa mirada. No parecía a punto de hacerle daño, no estaba enojado. Tampoco había en esos ojos oscuros el deseo de siempre. Era algo más. No sabía qué era, pero no le gustaba.
Entonces Wolf sonrió. Ángel nunca había visto una sonrisa tan triste.
—No puedo dejarte ir. Necesito ese deseo —Wolf caminó fuera de la habitación, no a la ducha como cada mañana—. Me gustas, Ángel —dijo sin mirarlo—, hay algo en ti. No sólo tu cuerpo. Deseo tu cuerpo también, no puedo negarlo, pero es... —Wolf se rió y negó, su mano en el pomo de la puerta.
Ángel no sabía qué decir. Quiso decir algo para detenerlo, porque sabía que cuando se fuera, todo iba a cambiar.
—No me conoces —repitió Wolf y dolió, dolió como tres simples palabras no debían doler—. Te crees "bueno" por querer volver al cielo, por obligar a tus hermanos a irse incluso si ellos no quieren. ¿Cuál es la diferencia entre tú y yo? A los dos nos mueve un deseo, y quizá el tuyo es más egoísta.
Ángel seguía sin palabras. Wolf abrió la puerta y sólo entonces lo miró: —Si tuviera una pareja, aunque fueras el ángel más perfecto y tentador físicamente, no estarías en mi cama.
Ángel abrió la boca. No era justo que ahora lo hiciera sentir culpable.
—Busca a Siela, mi ama de llaves. Que vea tu talla para comprar ropa y zapatos. Y que te muestre una de las habitaciones de invitados. ¿Era lo que querías? Lo tienes.
La puerta se cerró de golpe.
Ángel saltó en su lugar. Todavía en la cama. Todavía con el calor y el olor de Wolf...
Sus labios temblaron y sus ojos ardían.
¿Era lo que quería?
* * * * *
Final del maratón ❤
¿Qué creen que pasó aquí con ambos? 🙊
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