Los giros, las vueltas que dan las situaciones en un pestañear de ojos...

Minutos pueden tornarse segundos cuando tratas de aferrarte a lo que amas, cuando le huyes al desenlace por miedo de que no sea tan real o hermoso como el comienzo. Colocas trabas, obstáculos que nublen el camino por temor.

Lo que menos deseaba era volver al risco en tan poco tiempo, el campo de hierba rodeado de árboles me recordaba la incertidumbre y muerte. Me hacía temblar.

De día, lucía como un espacio completamente distinto a pesar de todo. Con el destello del sol haciendo que el verde fuera más que notable. Me impresionaba lo lindo que hubiera sido de no ser por mis memorias, por tener tan viva la imagen del corazón de Elihad en el piso.

Pero tomada de la mano de Azzio todo era manejable, su presencia, saber que al menos él estaba bien, lograba actuar como ungüento en mis heridas. Como si mis primeras impresiones, hubieran ocurrido hace ya una eternidad.

Era absurdo que con el tiempo juntos -aunque fuera técnicamente poco- se sentía como una vida entera. Una vida entera junto a mi otra mitad, mi ángel.

—¿Segura que quieres hacer esto?

Le miro bien, Azzio y yo tuvimos suerte, bien pudimos haber terminado como Elihad y Olivia, una eternidad sufriendo, separados por odio y ambición de otros. Siendo una consecuencia.

Olivia había sufrido demasiado, su corazón estaba marchito de no poder haber estado con Elihad, de que su vida durara tan poco, y en caído, había vivido más de un siglo culpándose por la muerte de la única mujer que pudo amar.

El ángel blanco había entregado todo. Y en el proceso, trabajando de la mano con el enemigo. Aquel que arrebató su felicidad.

Asiento con pesar. —Ambos merecen paz.

Entonces retiro el collar de mi cuello y el pequeño cascabel tintinea de una forma leve pero suficiente para crear un eco en el fondo del risco. El sonido nos rodea cual halo. Y sin importar que el sol este brillante, el fondo es tan profundo que solo percibes oscuridad absoluta.

No hay más allá.

Una vez el llamador descansa en mi mano, el metal empieza a calentarse con fuerza, respiro lentamente, enfocando la magia en la mano como Azzio me ha estado enseñando estas semanas.

Despertar del coma para enterarme que poseía toda la magia de cada hechicero de Cevale fue más que un choque. Pero aprender a usarla fue más fácil que aceptar que la tenía. Es como si "estuviese en mi". Claro este hecho solo ha logrado que se riegue el odio hacia el "sello" que "robó" a los mágicos, idea popular de la que Irisiana se encargó de fomentar.

Fruncí el ceño cuando finalmente la intensa luz azul apareció, rompiendo el material y haciendo que se quebrará en pedazos diminutos, no dejo de mirar la pieza de joyería, la que salvo mi vida y la de Azzio, la luz de esperanza que dejaba ir.

De por si el llamador era como un seguro, algo que de alguna forma me protegía, un recuerdo de Teresa. Dejarlo ir fue como dejarla ir. Ya sin amenazas, lo que menos puedo hacer por Olivia es liberar su alma.

—Sé libre, reúnete con él.

Azzio toma el momento como una señal, dejando salir de su anillo de almas, la que corresponde a Elihad, ambas luces parpadeando y juntándose en una explosión de color tan brillante que me oblliga a entrecerrar los ojos.

El impacto impulsa al moreno a tomarme de la cintura ,acercándome a él, mi cabeza queda contra su pecho mientras, el brillo cesa y abre paso a una lluvia tan fuerte que nos empapa en segundos.

Azzio intenta cubrirme con su chaqueta pero es inútil cuando el agua cae cada vez más rápido. — Están juntos. —Me dice, la vibración de su voz llega a mis oidos como una melodía encantadora, eso y el petricor me dejan salir un suspiro.

La suerte de unos, es la condena de otros.

Miro los ojos verdes de mi ángel, desde mi posición luce aún más alto que de costumbre, me devuleve la mirada como si no hubiera nada más importante que yo. Me aterra, me da muchísimo miedo perderle, ya se lo que se siente, se lo desdichada que me hizo su ausencia.

Tengo mil pregutnas en mi mente. ¿Cómo podremos funcionar? ¿Cómo saldremos adelante? Un ser inmortal y un nefilim... Todavía no me acostumbro a la idea de saber que "Nefilim" sería una palabra que me definiría.

No queria pensar en un final, no queria visualizar una vida sin Azzio Di' Magro.

—Te amo. —No me doy cuenta de lo rápido que salen las palabras, el significado incluso más fuerte que hay detras de ellas.

Me observa por breves segundos antes de que su boca suelte con soltura: —Estoy seguro de que eres el amor de mi vida.

Suelen decir que hay cierta nostalgia en las continuaciones, sin embargo, con Azzio, lo que temo es la culminación, el final definitivo.

Sí, habrá un tercer y último libro de la saga de Ángeles, espero y la hayan disfrutado. Gracias por el apoyo❤️