Capítulo 20
Furiosa, y con la incómoda sensación que queda luego de poseer el cuerpo de otra persona, me tambaleo por los pasillos desolados de la academia en busca de Elihad, el inútil me ha dejado sola y el supuesto plan organizado se ha ido a la basura.
Puedo escuchar los murmullos de los estudiantes cuando las luces vuelven a encenderse y la música empieza a sonar a lo lejos, el coro victorioso, su único problema un simple evento navideño.
Me recuesto en la pared cercana a la salida trasera de la universidad, suspirando, estoy débil, drenada de mi magia por el momento, en este instante es que me doy cuenta que no tengo a donde ir, no tengo un lugar fijo, no puedo ir con mi abuela porque la pondría en peligro, no puedo volver al departamento de Azzio porque de encontrarme ahí sería peor, no le importo a Elihad como para esperarme y definitivamente volver a la iglesia no es una opción
No tengo a nadie.
La realización es mas fuerte que nunca, mi deseo de encajar, de pertenecer a algo siempre es frustrado, siempre interrumpido, mi único obstáculo es Alessia, incluso antes de saber que ella era la culpable, todo se le entrega con facilidad, como si lo mereciera, como si de verdad se hubiese esforzado por lo que tiene.
Es la hija de un arcángel, el sello celestial, nació teniendo a seguidores que no sabían ni que la seguían a ella. Es injusto.
La risa seca que le sigue al silencio de mis pensamientos me alerta.
–Enserio estas celosa de alguien a quien todo el mundo quiere muerta...–La oración se interrumpe por una tos fuerte y es que veo aterrizar el escupitajo con sangre que mancha el suelo.
La sombra es ancha, dejándome ver poco de un hombre corpulento, mi instinto me hace creer que se trata de un ángel o un caído. –Y eso que pensaba que yo era patético.
Al salir doy de frente con su rostro contraído, a penas iluminado por la noche, el frío me golpea como diciendo "Alejate".
Por un momento creo que es Elihad, con el desarreglado cabello dorado, sin embargo la figura encorvada es ligeramente mas delgada.
–¿Qué eres..?
Cuando se encoje de hombros me siento más pequeña. No debería estar haciéndole plática a un ser que no reconozco menos si mis poderes están débiles ahora.
–Un monstruo supongo.
Me río sin gracia por la situación. –Ya he conocido infinidades de monstruos, no creo que puedas asustarme.
Y era cierto, en mi vida siempre me había encontrado con pesadillas del mundo infernal, con cosas oscuras, al igual que con ángeles y criaturas fantásticas, pero todo aquello por el don de la hechicería. Desde que acepté mi magia, he conocido el mundo real.
–¿Qué te hace creer que me interesas?
Estoy lista para marcharme, toda la conversación hundiéndome más en la pesadumbre, pero se desploma en la esquina, bajando a la altura del suelo y abrazando sus rodillas, tirado justo en el punto muerto que conecta la calle con el paredón.
Se queja, y parece de dolor, es que noto la sangre humana pero con olor fétido escapando. Me resulta familiar pero no recuerdo de dónde.
–Vete antes de que sea peor, no sé cuándo volverá a pasar.
No le escucho, acercándome hasta él, con lo poco de mi magia creo un leve resplandor que ilumina en un verde pálido. Es cuando veo su rostro, sus ojos completamente negros, y no hablo sólo del iris, sino alrededor. La sangre que escapa de su mandíbula, las venas moradas que parecen ramas adheridas...Es un ser humano, convirtiéndose en demonio.
–¿Cómo te llamas? –Le pregunto, entre asombrada y precavida. La chispa de una idea surca mi mente.
–¿Por qué?
–Quiero saber el nombre de la única buena acción que haré antes de cobrar venganza.
Me mira intensamente y a pesar de la sangre que nubla su mirada, puedo ver como poco a poco se da por vencido. –Samuel, mi nombre es Samuel.
Para cuando Nina termina de hablar, Azzio y yo estamos más que desconcertados. No quepo en mi impresión, y el moreno sólo evalúa las expresiones de mi compañera, cual bloque de hielo.
–¿Samuel te hizo esto?
Nina asiente, evitando mirarme como si al decir la verdad me estuviese traicionando.
Hay algo en su rostro, en la forma en la que parece en una batalla interna que me produce empatía. Me hace recordar el momento en el que Azzio me dijo que era el Sello.
Coloco una mano sobre la suya, tiene las uñas partidas y llenas de sangre, posiblemente de luchar para no ser ahorcada, se me hace un nudo en la garganta, que apenas puedo aplacar para disculparme.
–Lo siento, Ni. Todo esto es mi culpa.
Azzio me observa con pena, de la forma en la que menos quiero ser vista. Sé que le toma mucho demostrar sus emociones frente a alguien que no sea yo.
Nina aprieta levemente mi agarre. –No es así, tú no lo hiciste, fue él, se volvió como loco, un segundo actuaba normal y al otro era un monstruo.
–¿Un monstruo? ¿Que fue lo que viste?
Sus ojos brillan más de lo normal, lo que me avisa lagrimas. –No se si sea cierto, la verdad quiero creer que es imposible.
–Necesitamos saber que fue lo que viste, Nina. –La demanda de Azzio sólo logra que ella se encoja en su lugar, por lo que al mirarle, entiende la negativa implícita.
"No lo hagas." Le digo, sin necesidad de usar palabras.
Nina podía creer que no era mi culpa lo que ocurría, pero el hecho de estar en mi vida era suficiente para poner en peligro la suya.
Suspiro con pesadez, alternando mi mirada de ella a Madyson. Con las luces de nuevo en su totalidad, puedo ver a mis dos amigas, en una posición peligrosa y todo por mí, una vez más, y lo que menos deseo es que la historia de Francesca se repita.
Me recuesto de la pared, ansiosa y mordiéndome las uñas, El rey del infierno, una hechicera, mi "padre" el arcángel... Samuel, Elihad, Azzio...
Dios, mi cabeza iba a explotar.
Y exactamente. ¿Donde estaba el creador del universo cuando el mundo se estaba yendo a la mierda?
Tenía este peso en mí, sentía que no podía tener a nadie en mi vida si deseaba que las muertes cesaran.
Hasta hace poco planeé rendirme, entregarme y dejar que me mataran, pero ¿con eso acabaría? ¿tenía la certeza de que mi muerte sería el fin? Ya una vez morí, nada cambió.
¿Qué diferencia haría ahora?
La mirada rasgada de Nina, llorosa y preocupada me trajo a la tierra de golpe. Con el brillo de una idea. ¿Qué mueve al mundo? El poder, todos quieren poder, incluso los seres del cielo y el infierno.
Viven en una batalla constante de quién supera a quien, quién domina a quien. Por una razón Teresa quiso mantener el llamador en secreto, es la clave en todo.
–Azzio...
Estoy lista para plantearle mi idea, sin embargo me detengo cuando su expresión cambia, sus ojos centelleando en un tono incluso más claro, y me encuentro tratando de descifrar lo que ocurre.
Nina le mira sin entender y es que, es la única de nosotros que no sabe lo que de verdad ocurre, desconoce que está en una habitación con el ángel de la muerte, la hija de un arcángel también Ex-sello celestial y su mejor amiga que estaba poseída por una hechicera.
Claro, algo habitual, normal, de todos los días.
–Algo está mal.
Alzó una ceja. –¿Bromeas no? Todo esta mal, Azzio.
–No. –Responde de inmediato. –Siento el llamado de la muerte.
Frunzo el ceño. –¿Humano?
Nina abre más lo ojos. –¡¿El llamado de qué?!
Azzio la ignora, por mi parte parece que estuviese viendo un partido de ping pong, mi cabeza de un lado a otro viéndolos.
–No... no puedo descifrar si un ángel o demonio. –Arruga la frente mientras cierra los ojos. –Es muy extraño, como si...
–¿Cómo si qué?
–Como si fuesen dos en uno.
–¿Qué? ¿De que hablas? ¿A dónde vas? –Le interrumpo mientras hace un ademán de colocarse la chaqueta
del traje.
Nina se limita a ver todo con un mano en la sien, masajeando su cabeza. No puedo ni imaginarme que es lo que piensa. Y es que para una persona común, esto es como despertarse en una película de fantasía.
–No puedes irte ahora. –Él me mira apenas.
Lo que en realidad quiero decir es: "No me dejes sola..."
–Alessia...
–Si tienes que ir, yo iré contigo.
–Es peligroso.
Me rio sin gracia. –¿Como crees que estaré más segura? ¿Contigo o aquí en la academia donde casi me secuestra Lucifer? ¡Incluso mis amigas estarán más seguras sin mi cerca!
Nina suelta un bufido, convencida de que estamos locos, deja caer los brazos en el almohadón, los golpes en las extremidades hacen que la poca piel a la vista se vea parcheada con tonos azules y rojizos. –...¿Lucifer? ¿Secuestrada? ¡¿Alessia, que mierda?!
Azzio se lleva una mano a la frente. Esto es ridículo. Hasta yo se que es demasiado para una sola noche.
Y lo que falta...
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