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Capítulo 13

Nunca había dado crédito a las descripciones fantasiosas de los acontecimientos, hasta que mi vida como tal se convirtió en una fantasía misma.

Porque aquí helada en mi lugar, parece que es cierto eso que dicen que cuando la situación lo amerita, el cuerpo humano trabaja con adrenalina a pesar de todo, no piensa solo actúa, ahí mientras Azzio caía desde el techo, mi instinto fue amortiguar la caída pero sabría que su peso me aplastaría, por lo que cuando cayó, logre agarrar su cabeza para que no se golpeara contra el suelo.

El sonido sordo del 'Tud' de mi palma contra su craneo se me quedo grabado y se repetía sin cesar como un coro en mi subconsciente. Era inmortal me decía sin parar, no puede morir.

Pero sus ojos se ponían en blanco y tenía pequeñas perlas de sudor que inundaban su frente, estaba hirviendo, todo su cuerpo caliente y temblando. ­–Energía demoníaca. –Fue lo último que me dijo, antes de siquiera pestañear.

–¡Azzio! –Grité pero era irrelevante, estaba desnudo a mitad de la sala con las alas comprimiéndose en su espalda, como pude, lo acerque al mueble arrastrándolo pero era inútil no tenía la fuerza para subirlo, así que tome los cojines y lo acomodé en ellos, me coloqué la ropa con la sensación de temor en el pecho cada vez más creciente.

Empecé a buscar como loca la cocina de la casa para rogar que hubiese hielo o algo frío para colocarle encima, tenía que bajar esa fiebre. A duras penas encontré un pequeño trapo de cocina y un envase de plástico, ingeniándomelas con eso y apresurando el paso, lleve el agua pero esta se cayó de mis manos en cuanto regresé a una sala vacía, los almohadones estaban justo donde los había dejado, pero Azzio y su ropa no estaban.

–Pero-

Estaba a segundos de enloquecer cuando escucho pasos detrás de mí, tomándome por sorpresa hasta la mención de mi nombre que me hizo saltar en mi lugar. –Alessia...

Azzio estaba vagamente en pie, con su ropa en las manos e hilos delgados de sangre resbalando desde su espalda hasta los pies. –¡Azzio! ¿Qué haces? ¡siéntate ahora!

–Abrí los ojos y no estabas, pensé que algo te había pasado.

Le miro con ternura, acunando su rostro, es la primera vez que le veo tan inocente e indefenso. Tan humano. –Fui por algo de agua fría para bajar la fiebre, pero ya que estás despierto ¿por qué no mejor tomas una ducha? –Como puede se incorpora. –¿Dónde está el baño?

En sus ojos veo que quiere decirme algo más, parece que batalla consigo mismo, no obstante deja caer la mirada al suelo, respondiendo.

–Es la segunda puerta a la derecha, por el pasillo.

–¿Puedes sostenerte de mi y caminar?

–Creo que sí.

La casa es más grande de lo que parece en el exterior y los acabados modernos pero con toques mínimos clásicos hace que el ambiente me parezca más que acogedor.

El alfombrado oscuro contrasta con las paredes blancas y cuando llegamos al cuarto de baño, sopeso la impresión porque debo ocuparme en el moreno.

Aun así estoy impactada por el tamaño y la decoración tipo hotel, con blanco inmaculado y terminaciones grises plomo.

Azzio se recuesta del lavamanos doble, el mármol contra su cadera desnuda, trago grueso y voy hacía la ducha de vidrio para abrir la llave, es tres veces más grande que un armario y sorpresa, sigue con la temática moderna.

Él me mira, cansado, con la vista borrosa y sin soltar mi mano una vez regreso, si bien estoy vestida me siento más que expuesta, esta adolorido, no sabemos ni qué mierda pasó y parte de lo que tengo en la cabeza es que quiero volver a tocar su piel.  –Entra conmigo.

Dejo escapar el aire, aparentemente no soy la única con ese pensamiento.

–Tienes que bajar la fiebre con el agua fría, estás sangrando, Azzio. –Decido ser sensata.

Si bien me opongo, se rehúsa a soltarme, mirándome  con esos ojos oliva que son imposibles de negárteles. –Entra conmigo. ­–Repite y todo que hago es sonreír, accediendo mientras frente a él, me despojo de la tela que cubre mi cuerpo.

No pasa desapercibida su mirada, que produce que la tez nívea se transforme en una oleada rozagante en vergüenza. Me observa con deseo, y casi se me olvida lo herido que esta.

Casi.

El agua esta helada, y una sonrisita pequeña se apodera de mi cara al ver que hasta ha comprado gel de baño y champú, las dos botellas se sitúan en lo alto de un sostenedor y me pregunto cuánto tiempo ha tenido esta sorpresa preparada.

Vierto el líquido en sus hombros de a poco cuando se da la vuelta, me da una mejor mirada al gran raspón vivo y rojo debido a la caída, mucho menos dramático cuando la sangre se pierde en el drenaje.

Masajeo con delicadeza su piel, teniendo cuidado de no tocar la herida, recuesto mi mejilla de su espalda, le siento temblar.–¿Cómo es que no se ha cicatrizado todavía? ¿Qué ha pasado?

Azzio se da la vuelta, sosteniéndome de la quijada, su mano es lo suficientemente grande para ocupar parte de mi rostro, puedo ver su expresión de dolor cuando el agua roza el corte, pero aun así no se mueve. Decide que su cercanía conmigo var mucho más que la incomodidad del ardor. 

Une su frente con la mía y es que percibo que ya no está caliente, la fiebre ha bajado pero mi corazón sigue latiendo con miedo. –Tardará en curarse...

–¿Por qué?

–Porque así ocurrió cuando me condenaron a ser el ángel de la muerte.

Cada vez me convencía más que el tiempo era meramente relativo, lo que eran horas se sintieron como días que transcurrían lentos como si fuesen granos en un reloj se arena, en una misma noche había pasado demasiado; Tanto.

Empezando por la supuesta plática que nunca se llevó a cabo con Elihad, el rubio andaba con aires de realeza, como si las reglas no le afectaran a él, tenia esta mirada sombría y a la vez enigmática como si quisiera algo de ti pero no puedes descifrar qué. Entonces el sueño que tuve llegó a mi mente de momento, Elihad no parecía un caído, no con esas alas blancas y su andar sin tan a la ligera, en ese club, al alcance de cualquiera.

Casi se había expuesto como un ángel, con la pelea dsifrazada de espectáculo, el arrebato de Samuel y la luz del llamador sirviendo como escudo, parece ya un evento lejano, yo nuevamente interrumpiendo todo pensando solo en Azzio.

Hace menos de 24 horas discutíamos a muerte del increíble daño que me había ocasionado, para terminar besándonos, hacer el amor y finalmente tener un nuevo problema sobre nuestras cabezas.

Sus antiguas alas volviendo a la vida.

De tanto pensar, me dolia la cabeza, creo que mi cerebro gritaba "Peligro: Sobre-calentamiento" tratando de entender cada situación trasncurrida, era un caos, tenia mucho que contarle a Azzio, mucho que escuchar de él.

Sin embargo estaba aquí postrada en la cama sumamente cómoda, con una sábana fina cubriendo mi cuerpo y viendo como el moreno, quien recostado a mi lado me veía cambiar de una expresión preocupada a otra.

–Si sigues así necesitarás botox para antes de los treinta.

–Muy gracioso. –Me quejo mientras paso mi mano por su cabello mojado. –Siento que nada de esto es real, todavía me cuesta asumirlo.

–Entiendo pequeña, yo también trato de entender algunas cosas, hasta parece que en ocasiones es solo un muy mal chiste.

–¿Pequeña? ­–Le pregunto extrañada, nunca antes me había llamado así, por un mimo cariñoso o otra cosa que no fuera Alessia.

–¿No te gusta?

–No es eso, es que...nunca antes me habías llamado de esa forma.

Azzio suspira, incorporándose un poco en la cama, dice que le duele poco, y solo estará sensible, expuesto, algo así como un humano muy fuerte en vez de un ángel inmortal de acero. Lo cual con Elihad y Samuel jugando a que son justicieros, añadía una nueva preocupación a mi amplia lista.

–Me siento como el peor ser del mundo en este momento...–Se ve tan arrepentido y sin energía que se me parte el corazón, la mirada vidriosa y lo notablemente cansado que está. –No he sido un "hombre" ejemplar contigo, no he estado para ti en un momento de angustia, te he dejado sola mientras trataba de arreglar cosas en donde no debí apartarte y me siento como la peor escoria del planeta porque aun asi no te digo suficiente cuanto te amo, lo rápido que he llegado a amarte, lo importante que eres para mí, no soy de apodos melosos y demostraciones a cada segundo, pero ten por seguro que entregaría mi vida entera por ti.

El aire escapa de mis pulmones apenas termina de hablar y no tengo tiempo de analizar sus palabras cuando ya está uniendo sus labios y los míos en otro beso, uno pausado, en donde me acaricia y hace que mi mente vuele a un lugar feliz para los dos.

Pero por más que le ame, por más que quisiera congelar el tiempo y quedarme ahí, así con él, tengo que aceptar que las cosas no pintan bien, que debo hablar con Elihad, que los demonios y el mal parecen volver respirándome en la nuca, no puedo evitar preguntarme cuantos segundos me quedan hasta que esta paz momentánea se rompa.

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