.‧₊ ❨✧ capítulo dos ｡ﾟੈ･°
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Los alumnos de cuarto año del Elite Way School se encontraban en una de las aulas discutiendo sobre el nuevo arreglo de distribución de los cuartos. Como cabeza del grupo, Marizza estaba sobre la mesa del profesor dando un discurso.

—Bueno, ¡Paren, paren chicos! — de pronto el aula se calló para escuchar a la pelirroja —La cosa viene mal, la distribución de los cuartos es peor de lo que pensaba—

El aula pronto se volvió a convertir en una mezcla de sonidos. Todos tenían algo que decir sobre el tema, incluso aquellos que eran recién incorporados en la escuela.

—Medusa, Medusa, yo opino por mí y por mí no estamos de acuerdo— opinó Felicitas.

—Si, yo tampoco— agregó Vico.

—Bueno chicos, es inútil calentarse, ya está todo decido— habló Pilar.

—¿Y eso que carajo importa? Aunque esté decido tenemos derecho a opinar y hacer valer nuestra opinión— Valeria había soltado la revista de moda que tenía en sus manos para reprocharle a la hija del director el fácil abandono de la "pelea".

—El año pasado aprendimos a hacernos respetar, Pilar— Marizza estaba claramente enojada ante la situación y podía notarse en su tono de hablar.

—Bueno ¿y qué pensás hacer? — preguntó Tomás-

—Querrás decir qué pensamos hacer— lo corrigió Teo.

Marizza propuso hacer una sentada. Algunos dudaron sobre la idea al principio pero en menos de cinco minutos estaban todos de acuerdo con la idea. Incluso Pablo Bustamante. La única excepción había sido Laura, quien por temor a arriesgar su beca había decido quedarse al margen. Esto no le calló bien a la "líder" de la movida.

A pesar de las ganas que tenía el grupo por protestar por los cuartos, Blas arruinó todos sus planes. El profesor los había llamado a todos a una excursión por el campo de deportes y no les había dado tiempo de buscar a Marizza para avisarles que no iban a poder ir a la sentada. Todos habían tenido que seguir sus órdenes sin rechistar y cuando volvieron a la cafetería no tardaron en quejarse.

—Todo por la culpa de ese trucho de Blas— Se quejó Luján.

—Yo no entiendo, ¿ese tipo no sabe que ya conocemos ese campo de deporte? — habló Pablo.

—Che ¿Marizza nos va a querer matar? — dijo Francisco.

—Nos va a querer matar— se burló Pablo de la tonada del chico —Que se joda por armar tanto quilombo—

—Bien que no te opusiste a la idea y la seguiste como perrito— defendió Valeria a su mejor amiga.

—¿Qué decís tarada? —

—Tarado serás vos—

Una Marizza enojada entró a la cafetería interrumpiendo el pequeño roce de Pablo y Valeria. Al escuchar lo que había sucedido se calmó y entendió la situación. Sin embargo, no pudo evitar volverse a molestar al acordarse de que entre ellos se encontraba un topo.

—Escuchen una cosa chicos— dijo la chica.

—Para, escúchenme. Eh ¿Ustedes siempre andan jugando a ser payasadas pseudo revolucionarias así o les pinto hoy el...?— preguntó Rocco mientras hacía gestos de locura con las manos.

Marcos le contestó: —No estamos haciendo ningún tipo de payasadas, estamos peleando por algo que nos parece justo ¿te molesta? —

—Bueno chicos, entre nosotros está el buchón— los calló Marizza.

—¿Por qué estás tan segura? — le preguntó Pablo.

—Por que Hitler sabía que Vico y Feli no estaban de acuerdo con la distribución de los cuartos y que esta tarada no se quiso meter— respondió.

—¿Vos tenés sospecha de quien puede ser el buchón? — esta vez fue el turno del santiagueño para hablar.

—Tengo una leve sospecha— le contestó Marizza mientras se acercaba a donde Laura estaba sentada —Pero no voy a decir nada hasta no estar segura—

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Valeria estaba junto a Luján y Laura comiendo en la cafetería. La morocha tenía su taza de café intacta y no podía darse cuenta de que todo lo que había hecho desde que se la dieron fue revolver el líquido.

—Tierra llamando a Vale— la llamó Lujan.

—Perdón, es que me tiene algo incómoda lo del buchón—

—¿Y qué es? — le preguntó Laura.

—No sé, es raro. Hay algo que no me cierra ¿Quién y por qué le dirían a Dunoff si ninguno estaba conforme con el cambio de cuartos?—

—Si es verdad— coincidió su mejor amiga —La única que dijo que no le molestaba fuiste vos, Laura—

Antes de que Laura pudiera defenderse y decir que ella no lo había hecho, Marizza la interrumpió. Al parecer el director la estaba esperando en el cuarto de los chicos lo que significaba que alguna de las tres presentes y Pilar eran las sospechosas.

—Estuvimos las tres juntas desde que salimos de Literatura— le dijo Lujan.

—Incluso estuvimos con Teo y Marcos hasta recién— agregó Valeria.

—¿Así que el clon de la descerebrada tenía razón y Pilar nos traicionó?—

—Así es—

—Ah, no. A esta se le van a ir las ganas de buchonear—

—Igual, nada que ver lo que voy a decir, pero ¿no te parece una señal para dejar el temita de Pablo? Me parece que te estás enroscando demasiado y yo a él lo veo bastante en otra— preguntó Valeria.

Sabía que su amiga estaba enamoradísima del chico y esperaba con ansias que algún día, de manera sana, pudieran estar juntos. Pero vivían en el mundo real, y en ese mundo, Marizza vivía saliendo lastimada. Valeria odiaba ver a su amiga mal por un alguien que no podía valorarla como correspondía. Por eso, no se guardaba para nada su rechazo hacia él. Como amigo no podía quejarse demasiado, con ella se llevaba bien, pero como pareja era un desastre y su amistad con Marizza era más importante que la de Pablo.

—Vale, ¿sabes dónde podes meterte la señales? —

La pelirroja se paró de golpe y salió a planear la venganza contra Pilar. Luján, acostumbrada a que Valeria le diga las cosas sin pelos en la lengua a Marizza incluso cuando sabía que reaccionaría mal, le dio una palmada tranquilizadora a Laura. Ella podía entender que la chica de rastas era bastante intimidante y la morocha al no ser intimidada por ella lo terminaba siendo aún más. Eran un dúo bastante caótico y tomaba tiempo adaptarse a estar entre ellas. Además, Laura parecía un perrita en un lugar lleno de lobos. Era bastante inocente aún para la clase de personas que rondaban en el colegio.

—Tranquila, ellas siempre son así y es su forma de decirse que se quieren—

—Son muy raros en este colegio—

—Es lo que hay, Laurita— le contestó la morocha mientras salían a su próxima clase.

A la clase le tocaba Matemáticas con un nuevo profesor y para Valeria una nueva asignación de compañero de banco. El año anterior compartía las clases con Luna, pero al casarse con Nico e irse, este año estaría con nada más y nada menos que con el chico que tanto había llamado su atención.

—Hola— lo saludó mientras se sentaba a su lado.

El chico la escaneó de arriba abajo. La había visto en varias ocasiones junto a Marizza y Luján o Marcos y Teo, sus compañeros de cuarto, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con ella. La primera vez que la había visto había sido en los pasillos el día de la asignación de cuartos. Le pareció una chica linda e interesante, aunque tenía que admitir que también pensó que sería parte del séquito de las huecas, nenas de papá. Sin embargo, cuando la vio en el cuarto con Luján y Marizza, se sorprendió al darse cuenta que no era tan así. Luego, en el día de la sentada, le pareció interesante la forma en la que había defendido a su amiga de Pablo. Fue en ese momento que supo que se llevarían bien.

—Hola, ¿todo bien? —

—Bien, bien. Creo que no nos presentamos correctamente, soy Vale—

La chica extendió su mano para estrecharla con él.

—Francisco, mucho gusto—

Ambos charlaron hasta la llegada del nuevo profesor. Para sorpresa de ambos habían congeniado demasiado bien, algo que ninguno de los dos había visto venir. Charlaron sobre la vida en el campo del chico y la familia de la joven. En el poco tiempo que estuvieron hablando entre ellos lograron formar una buena amistad. Las ganas que se tenían habían sido arrinconadas por la emoción de encontrar una nueva amistad.

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ÚLTIMA EDICIÓN
— 2024.02.03