── chapter three ¡!
.‧₊ ❨✧ capítulo tres 。゚ੈ・°
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Valeria estaba en el fondo del salón terminando los últimos detalles de su maqueta mientras Marizza presentaba la suya.
—¿Podés pegar más rápido Romero? — se quejó la chica.
—Encima que te ayudo, me retás. Hermosa amistad la nuestra— le contestó.
—Me estás ayudando porque por tu culpa tiré la maqueta—
Teo, sin volver a quejarse, terminó de pegar las decoraciones. Al darse vuelta pudo ver que Marizza estaba presentando una plancha lisa de color rojo como su ciudad futura.
—Vale, ¿soy yo o tu amiga se está cavando su propia tumba?—
—¿Cómo si acá esta todo? Te lo estoy mostrando— preguntó Marizza cuando la profesora la amenazó con ponerle un uno por no entregar la tarea.
—Pero por favor señorita, ahí no hay nada— le contestó la profesora.
—Acá esta todo— se defendió la pelirroja —Lo que pasa es que en mi ciudad futura, los edificios no son materiales, son holográficos. Bastaría solo con tocar un botón en una computadora para que todo se materialice. Los techos, las paredes, las puertas, todos sobre una base plana...—al ver que la profesora seguía sin tragarse el verso continuó: —Es que si yo me definía por una sola forma y hacia la maqueta, anulaba su propuesta. Porque qué mejor que una base plana para mostrar las infinitas posibilidades de construcción donde su hijo pueda vivir—
—Escuchame lo que te voy a decir y grabalo— le susurró Valeria a Teo mientras lo agarraba del cuello de la camisa para acercarlo a ella —Marizza va a terminar siendo presidenta, apuesto mi bolso nuevo de Chanel—
—Siendo sincero, no sé si preocuparme o no creerte— le contestó el chico soltándose del agarre.
—Mire qué hermoso— habló la profesora —Honestamente no sé si ponerle un uno o un diez—
—Póngale un diez— gritó Guido.
—Si, profe. Teóricamente es inobjetable— defendió Marcos.
—Lo pidió, ahí lo tiene— agregó Teo.
—Bien, Spirito tiene un diez— cedió —Puede sentarse—
—Yo no puedo creer cómo Marizza salvó esa— le dijo Teo a Valeria y Marcos.
—Eso es porque no la conocés lo suficiente— le contestó la chica.
—A ver, Laura Arregui— la llamó la profesora para que presentara su proyecto.
—Bueno, yo me basé en sí en la conexión entre el hombre y la naturaleza. En la necesidad de utilizar energías alternativas y no contaminantes— explicó.
—¿Cómo es eso? —
—En mi ciudad del futuro, la naturaleza se expresará con todo su potencial. Abra el techo profesora—
Tal como le indicó la alumna, ella abrió el techo solo para encontrarse con un sapo. La mujer se alejó gritando de la maqueta mientras que los alumnos comenzaron a alterarse, en especial Laura. Ella no sabía cómo esa criatura había llegado allí, arriesgando su nota.
—Arregui, se va inmediatamente a dirección— gritó la profesora alterada.
—Pero yo no sé cómo llegó...—
—A dirección, Arregui— la interrumpió —Y que alguien atrape a esa bestia—
Lujan se paró entusiasmada por agarrar el animal mientras su mejor amiga le gritaba la cantidad de enfermedades que podía contener.
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Más tarde, luego de que Laura les contara sobre las amonestaciones que habían recibido, Valeria y Francisco se encontraban jugando al tatetí en la hoja de ejercicios de la chica.
—Bueno chicos, ya terminé de corregir las tareas— habló el profesor. Cuando todos empezaron a preguntar por sus notas agregó: —Bueno, tranquilos, tranquilos, bajen un poco la ansiedad que ya se las devuelvo—
—Profe, no me siento muy bien, ¿no puedo ir a enfermería? — preguntó Pablo.
—Si, si claro, andá—
Cuando el chico salió del salón, el profesor preguntó por Marcos y Laura.
—Pero, ¿por qué? ¿Me fue mal? — preguntó preocupada la rubia.
—Todo lo contrario— la calmó el profesor —Los dos tienen un diez. Y no solo llegaron al resultado correcto, sino que lo hicieron, como denominamos los matemáticos, con elegancia ¿Qué quiero decir con esto? Que llegaron a la solución de la manera más clara y más directa. Los felicito. Por eso estuve pensando y me gustaría que sean mis asistentes en clase. Tendrían que ayudarme con sus compañeros en consultas menores ¿Se animan?—
—Si, yo no tengo drama— accedió Laura.
—No, y-yo, yo tampoco—
—Bueno gracias. Y espero que se lleven bien porque la idea es que trabajen juntos— al ver que ambos alumnos no tenían problema con su idea, siguió: —Bueno hagamos una cosa, yo les explico su tarea a ellos y ustedes pueden pasar a recoger sus ejercicios—
Valeria, quien había escuchado solo la última parte de todo lo que había dicho el profesor, se giró hacia su compañero para ofrecerle alcanzarle su tarea.
—Planeta a Francisco— lo llamó mientras movía su mano frente a su cara para que reaccionara.
—Si, disculpá. Es que estaba pensando en lo de hace un rato—
—¿En qué? — preguntó la chica confundida.
—En lo de Laura y su maqueta—
Después de pensar por unos segundos, Valeria recordó el incidente con la criatura dentro de la maqueta de la rubia.
—Ah, lo del sapo decís vos ¿Y qué te tenía tan preocupado?—
—Que unos momentos atrás yo vi a dos chicas cerca de la maqueta de Laura y tengo la leve sospecha de que fueron ellas las que pusieron el sapo ahí— le contestó.
—¿Seguro? ¿Y qué vas a hacer? —
—La verdad, no sé. Pero ellas no eran de nuestro curso así que no tenían necesidad de estar viendo las maquetas—
—Qué raro—
—Sí, rarísimo. Seguro le vaya a hablar en el recreo, si es que la encuentro—
—¿Por qué no hacemos así? Yo voy a buscar los ejercicios y cuando vuelvo vemos cómo hacer para encararla a la chica. Hasta donde sé, no tenés pruebas. Andá saber qué clase de loca puede llegar a ser—
Valeria le dio unas palmadas en el hombro y luego se levantó a buscar los ejercicios. Al volver siguieron hablando sobre sus vidas y jugando al tatetí hasta que terminó la clase.
—Bueno...— empezó a hablar Francisco hasta que fue interrumpido por Lujan.
—Vale, te necesito ya— le dijo.
—¿No puede esperar un segundo? Tengo que...—
—No, no. Te necesito—
Valeria, al ver la preocupación y desesperación de su amiga le dijo a Francisco que se adelantara en la búsqueda de la chica de la broma y que esperara su regreso para hablarle.
—¿Qué pasó? — le preguntó en cuanto el chico se fue en su búsqueda.
—Creo que entre Marquitos y la nueva hay onda—
—¿Laura? ¿Estás segura? No tiene pinta de roba novios—
—Sí, yo vi cómo se miraban recién en clase. Esa se hace la mosquita muerte y debe ser flor de fiera— le contestó Lujan molesta al recordar las miraditas que se había cruzado su novio con la chica —Necesito averiguar qué está pasando. Acompáñame a espiarlos—
—Y pregunto, no sé... ¿no sería más fácil preguntarle a Marcos? — preguntó obvia.
—Si le llego a preguntar a Marcos voy a parecer una loca— le contestó Lujan como si esa respuesta fuese tan clara como el agua.
—Claro, porque espiándolo no lo es—
Luján, ignorando lo que había dicho Valeria, la arrastró hasta le mesa donde estaban los chicos con miles de libros de matemática enfrente. La chica la hizo sentarse a su lado y ver a su mejor amigo y Laura estudiar.
—Bueno, en realidad, estos ejercicios no son difíciles, lo que pasa es que son un montón— dijo Laura.
—Bueno, hagamos una cosa, vos hace de acá hasta acá— Luján, al ver a su novio acercarse demasiado a la rubia empezó a moverse inquieta por la cercanía —Y yo hago de acá hasta... ¿dónde era? Hasta acá—
—Luján, disimulá más— le susurró Valeria.
—Ay pero me olvide la calculadora. La voy a buscar—
—Para, para. Yo te presto la mía, está todo bien— le ofreció Marcos a su compañera de estudios.
—Bueno—
—Yo si quieren se las voy a buscar— dijo Luján parándose.
—Si y yo te acompaño— la siguió Valeria cuando vio la oportunidad perfecta para irse.
—No, no. Miren que no hace falta. Con una estamos más que bien. Pero si tienen ganas de ayudarnos, pueden ir a buscar hojas cuadriculadas— les contestó la rubia.
Tanto Lujan como Valeria se alejaron hasta que la primera se detuvo en su lugar. La chica estaba teniendo un debate interno sobre si debía quedarse con su novio o si ir a buscar las hojas. Al verla, Valeria le dijo que se quedara que ella iba a buscar las hojas. Si bien creía que lo que estaba haciendo su amiga era una locura, no podía evitar ayudarla. Confiaba que si en algún momento se llegase a encontrar en esa situación, Lujan también haría lo que fuese por ella.
Pasando por el patio, vio como Francisco estaba, en plena luz del sol y del calor, haciendo flexiones de brazo sobre unas sillas. Mientras, Blas se pasaba de lado a lado con una bebida y junto a él una chica morocha lo miraba hacer el ejercicio. Valeria dedujo que el chico había encontrado a la susodicha de la que le habían hablado y algo no había salido bien.
Francisco empezaba a cansarse y enlentecerse, por lo que Blas le gritó: —Siga, señor. Rápido y fuerte. Gracias—
Cansada de la típica actitud del preceptor, Valeria se acercó corriendo hacia el y fingiendo cansancio le avisó que el director lo estaba buscando.
—Heredia, lo busca el director. Dice que es urgente, urgente, que lo necesita ya pero ya— lo apuró —Deme yo le cuido la bebida, usted vaya porque se lo veía alterado, ya sabe usted cómo es—
—Si esto llega a ser una distracción para liberar al alumno...—
—¿Pero cómo cree eso de mí? Si sabe muy bien que por extraños no arriesgo ni una uña, dale vaya y deje de decir cualquier pavada—
—Está bien. Blanco, puede parar, pero esto no va a quedar así— le advirtió al chico —Señorita Arregui, si vuelve a suceder algo así, avíseme que tomaré las medidas necesarias—
Tanto Blas como la alumna salieron en opuestas direcciones. Valeria le tendió el vaso de jugo a Francisco que momentos antes tomaba el profesor.
—Vamos a buscarte otra bebida y a cambiarte que estas todo chivado— le dijo Valeria.
—Gracias por salvarme. La tarada esa le dijo a Blas que la había apretado por rechazarla— le explicó a la chica.
—¿Esa tal Arregui? ¿No es el mismo apellido que Laura? — preguntó confusa.
—Sí, aparentemente son hermanas— al ver la cara de sorpresa de la chica agregó —Así de igualita fue mi cara cuando me lo dijo—
—Así que seguro fue ella— dedujo Valeria al igual que el chico —Bueno, igual ya está. Debe ser cosa de hermanas. Vamos que acá hace mucho calor y le dije a Marquitos y Laura que les iba a alcanzar hojas cuadriculadas—
—Gracias devuelta— agradeció Francisco —Igual ¿vos no estabas con Lujan? —
—Es una larga historia— le contestó mientras lo empujaba por los pasillos hasta la cafetería.
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ÚLTIMA EDICIÓN
— 2024.02.03
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