.‧₊ ❨✧ capítulo cuatro ｡ﾟੈ･°
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Luján y Valeria esperaban afuera de la puerta del colegio a Marizza. Las chicas estaban esperando con su ropa deportiva para ir al campo de deportes.

—Lujan, Vale, no encuentro a Pablo por ningún lado. En la enfermería tampoco está— les dijo la pelirroja en cuanto llegó a su lado.

—Yo lo estuve buscando y tampoco lo vi— le dijo Lujan.

—Yo no lo estuve buscando, pero tampoco lo vi— agregó Valeria.

—No, no, tenemos que hacer algo. Te juro que está mal de verdad. Está bajoneado y no sé por qué— siguió hablando Marizza a medida que se dirigían a la combi.

—Una pregunta ¿y Pablo? — le preguntó Guido a Blas.

Marizza cuando escucho que el tema de conversación era de su interés se acercó a los dos hombres.

—No se sentía bien y prefirió quedarse a descansar. Así que vamos— le contestó el preceptor.

Valeria vio a Teo charlando con Marcos por lo que decidió acercarse. El tema de Marizza estando detrás de Pablo la estresaba. Sentía que no le hacía bien a su amiga, así que, al conocerla y saber que planearía algo para quedarse en el colegio, decidió ir con sus amigos. Total, tenía a Lujan para ayudarla.

—¿Y? ¿Qué pasó? —le preguntó la morocha cuando Lujan se sentó a su lado en el colectivo.

—Fingió que se dobló el tobillo para quedarse. Intenté acompañarla pero Blas no me dejó—

—¿Y por qué hizo eso? — preguntó Teo, quien había estado escuchando la breve charla.

Este se levantó de su asiento para acercarse más a las chicas que se encontraban delante de él. Marcos, completamente actualizado del tema, no les prestó atención e intentó dormir.

—Quería averiguar qué le pasó a Pablo que según ella está raro—

Tanto Valeria como Lujan pusieron cara de desagrado ante la obsesión de su amiga.

—¿Sigue atrás del tarado? — preguntó de nuevo el chico, quien también le desagradaba la idea de su mejor amiga y Pablo.

—Aparentemente— le contestó la morocha sacando una revista de moda del bolso para leer durante el viaje.

 —Parecen viejas de barrios chusmeando así— bromeó Marcos.

Ya en el campo de deporte, los chicos jugaban al futbol mientras las chicas los miraban. Algunos de ellos se encontraban sin remera, lo que alteraba de más al público femenino.

—¿Y? ¿Qué onda con el provinciano? —

Lujan y Valeria estaban sentadas en el pasto con una pelota de voleibol. Lujan se hacía autopases y Valeria miraba muy atenta al partido. 

La chica había visto como durante clases Francisco y su amiga charlaban sin parar y se mandaban notitas cuando hablar no era posible. Sin embargo, con todo el tema de Marcos y Laura o Marizza y Pablo, no había tenido tiempo de preguntarle a la morocha qué era lo que estaba pasando.

—Nada especial, somos amigos— le respondió indiferente.

—Dale, no me mientas— insistió la chica —Estas muerta por el chabón. No pasó ni una semana desde que lo conociste y están prácticamente pegados—

—Simplemente nos llevamos muy bien— aseguró — Y por más que esté muerta con el chabón no va a pasar nada—

—¿Vos y tu regla de no enamorarte?—preguntó Lujan con tono de queja — Eso no te impide tener un touch and go con él—

—Mirá, no te puedo negar que hace unos días me moría por eso...—

—¿Pero...?—

—Pero ahora que hablé con él me gustaría ser su amiga y si tenemos un touch and go las cosas se complicarían mucho y no quiero eso—

—Y... pero a Teo le explicaste tu situación y el chabón te dio cabida igual. Incluso te dijo que estaba enganchándose y que cortaran así seguían siendo mejores amigos sin quilombos—

—Ya lo sé, pero con Francisco...no sé... es distinto—

—¿No será que crees que con Fran te podes llegar a enganchar? — le preguntó con un toque de picardía a su amiga, sabiendo que había dado en el palo.

—Para nada...— contestó dudosa Valeria —M-mejor hablemos de otra cosa—

Lujan supo que no iba a poder seguir hablando del tema por un tiempo. Cuando Valeria se cerraba con algo, solo había que darle tiempo para que se volviera a abrir. Además, no había duda que con el tiempo, el corazón de hielo de la chica se derretiría y estaba segura de que Francisco iba a ser el culpable. Algo en su intuición se lo decía.

—¿A dónde vas? — le preguntó Valeria cuando vio que se paraba.

—Tengo que ir a hablar con Laura—

—Te acompaño—

—No, dejá— la rechazó —Tengo que decirle algo a solas—

Valeria, sin rechistar, fue a buscar a sus amigos para no quedarse sola. Sabía que Lujan iría a hablar con la rubia por el tema de Marcos y esperaba que la cosa no se fuera de manos. Si había algo en lo que el trío de amigas eran parecidas era en reaccionar fuerte e impulsivamente.

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Ya era casi de noche y Valeria y Marizza estaban sentadas junto a la ventana de la sala mientras que Lujan daba vueltas de un lado a otro quejándose de la situación de su novio y la nueva. La pelirroja sin embargo, estaba con la cabeza en otra parte y Lujan aún no se daba cuenta.

—Para mí que Laura se lo quiere levantar a Marcos. Ustedes tendrían que haberle visto la cara cuando yo le dije que no se acercara más a él— se quejaba la chica —"Marcos es mi compañero de ayudantía y lo voy a tener que ver bastante seguido así que anda haciéndote la cabeza" —dijo imitándola en forma de burla a Laura.

—Igual, mientras que Marcos no le dé cabida, que ella quiera lo que quiera. No le des bola— le aconsejó Valeria.

Ignorándola completamente, la castaña siguió: —Pero más, más le vale que nunca la agarre con las manos en la masa, porque si no la voy a agarrar la cabeza y le voy a arrancar los pelos uno por uno—

—Una habla y aconseja para que después vayan y hagan lo que se les cante— se habló a sí misma Valeria, sabiendo que ninguna de sus amigas le prestaba atención a sus consejos.

—Porque si uno no defiende lo que quiere, no se lo defiende nadie ¿o no? — les preguntó Lujan terminando con su discurso.

—Lo que vos digas, amiga— le respondió la morocha sin importancia, cansada de ser ignorada.

Marizza, quien claramente no había estado escuchando nada, contestó: —Si—

—¿Me estás escuchando? —

—No...— Marizza por primera vez en toda la charla, las miró a las chicas —Estuve otra vez con Pablo—

—Definí estar—/—¿Y? — hablaron Valeria y Lujan al mismo tiempo.

—Y nada, se me tiró otra vez— ignoró la pregunta de Valeria.

—¿Y? — esta vez preguntaron ambas chicas al unísono.

—Y es que él me quiso dar un beso y yo...—

—Me imagino que no—/—Y vos no—

—Me morí de ganas— terminó la oración con un puchero.

—¿Entonces? —

—Es que no sé, porque él está mal y necesita apoyo... Yo podría ser su muleta pero... cuando a él le sane el hueso me va a tirar y la que va a terminar otra vez en traumatología voy a ser yo ¿Me expliqué? —

Lujan dudó en contestar pero Valeria entendió a lo que se refería por lo que se corrió al otro lado de la pelirroja para darle un medio abrazo.

—¿Por qué no aprovechas esta oportunidad y le mostrás cuánto vales? Si el pibe tiene un poco de sentido común no te va a largar—

—Aunque no puedo creer que Vale acaba de alentarte a estar con Pablo tengo que decir que opino lo mismo. Yo que vos, me tiro a la pileta—

—Es que no sé, porque a veces Pablo es el pibe más divino del mundo y a veces el más enfermo del universo— se quejó Marizza.

—Eso, amiga mía, es un hombre por definición y vos no sabes cual de sus dos lados te pesa más— le dijo Valeria.

—Ya encontramos tu problema. Tenés los cables un poco cruzados. Si no te los arreglas ahora te vas a volver loca— agregó Lujan.

—¿Y qué hago? —

—Salí con otro— le contestaron las chicas como si fuese la única respuesta posible.

—¿Les parece? —

—Solo así te vas a dar cuenta si realmente te gusta Pablo— le respondió Valeria.

—Claro, por contraste— añadió Lujan.

En cuanto la chica dejó de hablar, un joven se les acercó. Valeria no sabía quién era, pero claramente pudo ver que su interés principal estaba dirigido hacia Marizza.

Sin esperar a escuchar lo que tenía por decir, Valeria se despidió de sus amigas y del chico. 

Con cansancio fue hacia el cuarto para terminar de leer el libro que se había comprado en las vacaciones y esperar que esta vez, su amiga sí le hiciera caso.

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ÚLTIMA EDICIÓN
— 2024.02.23