── chapter eleven ¡!
.‧₊ ❨✧ capítulo once 。゚ੈ・°
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En la puerta del colegio estaba Francisco esperando a Valeria con su mochila colgada sobre un hombro. Su rostro estaba adornado con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo en los ojos que Vale no supo ver. La joven estaba muerta de nervios, tanto que no podía darse cuenta que él estaba igual que ella.
—¿Se puede saber a dónde vamos? Es bastante difícil elegir qué ponerse para una cita si no sabés a dónde vas— preguntó Valeria mientras caminaban hacia la secreta locación.
Mientras que Francisco vestía una remera blanca con unos shorts negros, Valeria había optado por un vestido veraniego blanco con pequeñas flores rojas.
—Incluso si te hubieras puesto la ropa del colegio te verías perfecta—
La joven aceptó el cumplido con las mejillas del mismo color que las flores que decoraban su vestido. Si bien su mente se negaba a sentir cosas, su cuerpo reaccionaba de forma inconsciente demostrando todo lo que su cabeza intentaba negar.
En una plaza a tan solo unas pocas cuadras del colegio, Francisco detuvo su marcha y la ayudó a saltar el pequeño charco que se había formado en el límite de la vereda y el pasto. Su mano la agarró con fuerza para que no perdiera estabilidad al pasar. Valeria sintió como el corazón dio un pequeño salto cuando al pasar, la otra mano del joven sostuvo su espalda baja para estabilizarla aún más. Sin darse cuenta del efecto que había causado en la chica, separó su mano de su espalda. Sin embargo, no hizo lo mismo con aquella que todavía sostenía su mano. Solamente la dejó ir cuando tuvo que sacar de la mochila el pequeño mantel que había llevado para apoyar sobre el pasto y sentarse allí.
Cuando ambos estuvieron seguros de que la manta no se volaría con la pequeña brisa otoñal que empezaba a aparecer, el joven se armó de valor para sacar la pequeña actividad que había armado para la cita.
Francisco la miró unos instantes antes de sacar su gran sorpresa. Él sentía como su corazón palpitaba acelerado con miedo de que no fuese del agrado de la chica.
Sabía perfectamente que ella estaba acostumbrada a lujos y salidas románticas en restaurantes caros. Él jamás podría darle aquello, y la posibilidad de que eso la desilusionara lo aterraba. Quería mostrarse seguro de él, pero no podía dejar de sentir unos destellos de inseguridad carcomerle la cabeza.
—Fran— suspiró Valeria al ver los buzos blancos y las pinturas para ropa que sacaba del bolso. Se había quedado muda.
—Se que te gusta diseñar así que fue lo mejor que se me ocurrió que podíamos hacer—
Aquel gesto terminó de derretir el corazón de Valeria. Todo lo que ella conocía eran comidas superficiales y tragos de nombres extraños. Nunca había experimentado salir con alguien que realmente estuviera interesado en sus gustos. Honestamente, era la primera vez que se emocionaba en una cita. La elección de Francisco en la actividad era personal, hablaba de ella y de lo mucho que a él le interesaba. Era algo íntimo. Esto último la espantaba y le acariciaba el alma al mismo tiempo.
—Si así es nuestra primera cita, no sé qué vas a hacer para sorprenderme en otras— comentó sin pensar.
—¿Eso quiere decir que vamos a volver a salir? —
—Lo dije sin pensar, no te ilusiones tan rápido—
—Muy tarde—
Las horas pasaron pero ellos parecían estar congelados en aquel momento. Parecían haberse olvidado de que tarde o temprano debían salir de su burbuja y volver al colegio antes de que alguien se diese cuenta.
Mientras Francisco parecía concentrado en intentar arreglar el desastre que había causado en su buzo al apretar demasiado el pote de pintura, Valeria no pudo evitar reírse de él. Al hacerlo, quedó desprevenida del ataque del chico. No fue hasta que sintió en su brazo como deslizaba el pincel que se dio cuenta de lo que había hecho.
—Fran—advirtió —Te juro que te voy a matar—
—Yo quiero que me mates— Francisco hizo una pausa y acercó su rostro al de la morocha para provocarla —A besos—
Él ladeó su cabeza y sonrió con picardía al ver las mejillas de Valeria tornarse de un suave rosa, oculto por la leve capa de maquillaje que traía en su rostro. Ella agradeció que aquel fuese el único indicio de lo que el chico provocaba en su cuerpo. Le calmaba un poco saber que él no podía sentir como su espalda baja cosquillaba al sentir su respiración o cómo sus manos comenzaban a enfriarse a causa del frío sudor que los nervios producían.
En un intento de bloquear aquellos sentimientos, e impedir ceder ante el deseo de besarlo, tomó su pincel y lo esparció por toda la cara del joven.
Intentando mantener la compostura, Francisco la miró fingiendo molestia. El show no le duró mucho al ver la dulce sonrisa de Valeria. De hecho, casi lo distrae de volver a ser manchado de azul. Para su suerte, logró tomar la mano de la chica y con la otra mancharla a ella.
La "guerra de pintura" siguió hasta que ambos apenas podían respirar de la agitación y de la risa. Cubiertos en colores, se miraron a los ojos y en silencio admiraron las facciones del otro.
En aquel instante, Valeria comprendió que el momento de expresar lo que sentía era ese.
—Fran, yo quiero decirte algo importante—
—Decime—
—Yo sé que te dije que no me animaba a que intentemos algo, pero lo estuve pensando...— consumida por los nervios, Valeria no podía ver los ojos llenándose de esperanza de Francisco. Su vista estaba postrada en sus manos jugando entre ellas, intentando calmarse —Si me prometes que esto no va a arruinar nuestra amistad y que vamos a detenernos cuando la cosa se ponga seria, estoy dispuesta a intentarlo—
La morocha levantó la vista y vio la enorme sonrisa que traía Francisco. Pensó en lo lindo que era y se arrepintió de haber cedido ante él, estaba segura que aquello terminaría mal para ambos si se dejaban estar demasiado.
—¿Eso quiere decir que me vas a dar una oportunidad? — preguntó emocionado.
—Si lo querés poner de esa forma, sí. Pero desde ya te aclaro que esto no quiere decir que seamos exclusivos ¿Quedó claro? —
A Francisco no le cayó muy bien aquella información, pero era seguro de sí y sabía que con tiempo lograría hacerla cambiar de opinión.
—Clarísimo como el agua—
—Bien— antes de que el chico terminara de cerrar la pequeña distancia que había entre ambos, Valeria agregó —Prometeme que no me voy a arrepentir de esto más tarde—
Francisco, en vez de contestarle con palabras, decidió hacerlo con acciones. A una velocidad que tomó desprevenida a la joven, unió sus labios en un dulce beso.
Ambos sintieron como una corriente eléctrica les recorrió el cuerpo. Valeria, por primera vez en su vida, comprendió lo que significaba derretirse ante el tacto de alguien. Sintió como su cuerpo perdía fuerzas y se acomodaba ante el agarre de Francisco. Como si de agua se tratase, se relajó completamente y sintió que era el primer beso que jamás daba. De repente, todos los chicos con los que había estado parecían desvanecerse de su memoria mental y corporal, ella volvía a ser una inexperta. Algo torpe ante la inesperada ola de nuevos sentimientos, se dejó llevar.
Francisco acarició su suave mejilla y con una lentitud desesperadora terminó acariciando el cabello de la chica. Aquel beso lo hizo sentir en la cima del mundo, se sintió capaz de afrontar cualquier cosa que se propusiera. Fue aquel beso lo que lo hizo darse cuenta que debía encontrar la manera de hacerla su novia. No podía dejarla ir, no luego de sentir que sus labios estaban destinados a encontrarse solamente con los de ella.
Al separarse, sus ojos se encontraron. Mirándose mutuamente, ambos comprendieron cosas muy distintas. Valeria supo que había cometido un grave error, que tal como ella había pensado, aceptar separarse de él sería la cosa más difícil que podría sucederle. Supo que estaba completamente jodida, porque por más que comprendía que en algún momento debían de separarse, su cuerpo le pedía a gritos que no lo hiciera. Francisco, por otro lado, entendió que debía de conseguir romper la estúpida e incomprensible regla que tanto tenía ella en la cabeza. Él se dio cuenta de que aquello era lo mejor que podría haberle pasado.
—Me parece que deberíamos ir volviendo, antes de que descubran que no estamos— se atrevió a hablar primero Valeria.
—Si, si— aceptó Francisco —Pero antes...—
El joven se acercó nuevamente y le robó otro beso. Uno más corto pero igual de cargado de sentimientos.
Ella, totalmente desprevenida, fue lenta en reaccionar, por lo que simplemente le pegó suavemente en el brazo y fingió molestia. Ambos sabían que a ella le había causado mariposas en el estómago la actitud del chico.
Aun así, no dijeron nada y guardaron todo nuevamente en la mochila. Los buzos los llevaron en la mano, esperando a que terminase de secarse la pintura. Una vez en el colegio, Francisco la acompañó hasta su cuarto y puso el buzo que él había pintado sobre la cama de la chica y tomó el otro para llevárselo a su propio cuarto. Al salir, el joven recorrió los pasillos del colegio con la sonrisa más grande y con el pecho inflado de orgullo por haber logrado un avance con la chica que lo tenía muerto de amor.
🏹.ೃ ⌇❨nota de venus ❩ .‧₊
SI PASO, SI PASO😭😭
Que linda forma de empezar el acto dos (es la compensación por el final que tendrá este acto 🙃)
anyways, quería agradecerles por esperar la actualización 🫶🏼, la facultad se puede tornar difícil y por más que tenga ganas de escribir el tiempo no es suficiente
aún así, intentaré dar lo mejor para mantener algo actualizada esta historia ya que será algo larga :)
nos vemos en el próximo capítulo <3
CAPÍTULO SIN REVISAR
puede contener varios errores
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ÚLTIMA EDICIÓN
— 2024.07.29
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