Capítulo 6
Podía ver desde el segundo piso de la bodega como aquel hombre se retorcía y gritaba por ayuda mientras las sogas sostenían sus piernas y brazos con amarres fuertes, su rostro estaba desfigurado y lleno de sangre. Su cuerpo apenas podía mantenerse móvil ante la falta de nudos en su dorso, estaba sorprendida por la fuerza de sobrevivencia de aquel hombre tan despreciable.
- Sigue sin decir alguna palabra, mi señora - La voz masculina, pero chillona llamo su atención- Es un humano muy obstinado.
- Sigan, pero no lo maten aún.
El hombre asintió con una reverencia y apareció enfrente del señor Brandon, quien se asustó al ver como el hombre se materializó enfrente de él. Los gritos de terror del hombre eran bloqueados por el trozo de tela dentro de su boca, pero podía entender ciertas suplicas clichés de los humanos.
- Solo pedidos la bendición del matrimonio, señor Brandon - Hablo con diversión- ¿O acaso quiere seguir jugando conmigo y mis amigos? - Edgar sacudió la cabeza y negando con miedo- Entonces diga lo que le pido.
- No diré nada - Murmuro apenas quitaron la tela de su boca- Prefiero morir.
Los demás hombres se materializaron enfrente suyo, todos con un fierro quemador al rojo vivo al estar expuestos al fuego de los hornos de la maquinaria herrera cercana a la bodega. Todos los fierros tenían distintos diseños, pero sin referencia alguna a la familia Campbell o religiosos, simplemente eran figuras geométricas o números al azar.
- ¡NO! ¡POR FAVOR ¡PIEDAD DE MÍ! - Sollozó mirando como se acercaban a él- ¡¡Esta en otro condado, pero no me hagan nada!!
- ¿Qué condado? - Pregunto Gael apareciendo enfrente de él- ¿A qué condado específico envió a mi Mary?
- Tú, eres la rarita detrás de todo esto.
Antes que Edgar pudiera insultar a Gael, los hombres pegaron los fierros en alguna parte del cuerpo desnudo del hombre haciendo que el aroma de carne quemada llegar a sus fosas nasales al instante junto a los gritos de dolor de Edgar.
- Cuide su boca, no dejaremos que se dirija de esa manera ante nuestra señora - Gruño furioso uno de los hombres
- ¿Me dirá en qué condado la envió? - Alzo una ceja esperando la respuesta pacientemente
- No la tendrás nunca - Contesto con voz ronca ante el grito que había soltado
- Está haciendo que pierda los estribos, señor Brandon - Murmuro entre dientes- Mejor diga donde está mi futura esposa y lo dejaré vivo.
- Mi hija nunca estaría con alguien como tú - Esculpió un poco de sangre manchando los zapatos de alta costura de Gael
- Jueguen con él como gusten, después mátenlo e inicien una búsqueda intensiva por los condados; Stone, George, Pearl River, Jackson y Hancock - Miro al principal de los hombres- Son los condados más cercanos, después búsquenla en los siguientes condados vecinos, busquen por mar, cielo y tierra al ser necesario. Levanten hasta la última piedra si es necesario para encontrarla o ustedes serán los siguientes en desaparecer.
Gael tomo el fierro de uno de los hombres para acercarlo al pecho desnudo de Edgar Brandon, lo dejo pegado por unos segundos disfrutando de los gritos de agobio del hombre junto al aroma de la carne siendo quemada.
- Te veré en el infierno, inútil asno - Gruño furiosa- Arderas en las llamas del infierno junto a los asnos como tú - Soltó el fierro impotente ante toda la situación para alejarse del hombre
1922; Ashland, Wisconsin.
Memorial Medical Center.
Gael leía tranquilamente el informe médico sobre la paciencia de quemadura de segundo grado mientras escuchaba de fondo el tic tac de las manecillas del reloj.
Era el turno de la noche, así que era muy común en Ashland la tranquilidad entre los pasillos y habitaciones del centro médico, más a esas horas de la noche debido a que todos los enfermos descansaban tranquilamente con ayuda de medicamentos o por la falta de dolor, podían dormir pacíficamente.
- Señorita Campbell - Alzó la mirada ante el llamado de su nombre- Le presento a nuestro nuevo médico, Carlisle Cullen. Carlisle, le presento a Gael Campbell, nuestra mejor jefa de enfermeras que podemos tener.
Gael negó con diversión ante los halagos inofensivos del jefe del centro médico. Al posar su mirada en el nuevo doctor alzó una ceja al notar la palidez extrema junto a los ojos dorados y la belleza que portaba aquel hombre.
- Un placer tenerlo aquí, doctor Cullen - Sonrió con afabilidad- ¿Gusta que le entregué los posoperatorios? Así podrá seguir sin problemas.
- Sería de gran ayuda, señorita Campbell - Sonrió tranquilo, pero no podía evitar sentir el aura extraña que emanaba Gael
Durante el recorrido por los posoperatorios no pudo evitar distraer cada vez más por el aura tan poderosa, atrayente y extraña que emanaba la mujer que lo acompañaba, la belleza tan andrógeno de la mujer era intrigantemente perfecto.
Su voz suave y seductora podía distraerlo a él y a todos a su alrededor, él sabía lo que causaba entre los humanos por su naturaleza, pero jamás se había encontrado con alguien que pudiera atraerlo a él tanto como para descuidar por varios segundos su trabajo.
Estudio a Gael durante todo su turno, pero no había nada fuera de lo común, su corazón latía con normalidad, sus pulmones se expandían o contraían con normalidad, el aroma a humano normal estaba en ella.
Le era extraño toda la situación, más cuando la mirada azulada de Gael traía consigo miles de preguntas de la causa de su mirada tan vacía y sin brillo, eran muy hermosos sus ojos como verse tan apagados.
- Señorita Campbell - La saludo amablemente mientras se acercaba al cubículo de enfermería- Le informo que no ha de tardar mi hijo en venir, ¿Podría guiarlo a mi oficina?
- Por supuesto, doctor Cullen. ¿Nombre de su hijo?
- Edward - Miro el reloj de bolsillo que Edward le había regalado hace poco
- Aunque no creo que sea necesario, doctor.
Carlisle regreso su mirada hacia Gael, la miro con confusión seguido de su nombre siendo pronunciado por su hijo.
- Carlisle - Edward se paró justo a su lado- Buenas noches, señorita.
- Buenas noches, joven Cullen - Estudio la aparecía del cobrizo con discreción- Justo su padre me informaba sobre su aparición.
- Hijo, te presento a Gael Campbell, jefa de las enfermeras del turno vespertino - Miro al cobrizo saliendo del embellecimiento que Gael siempre lograba en él- Gael, mi hijo, Edward.
Edward miraba con extrañeza como Carlisle quedaba en algún tipo de transe cada que veía a la rubia enfrente de ellos, al posar su mirada a la rubia comprendió lo que le sucedía a su padre, aquella humana era extremadamente atrayente.
Nunca había quedado embellecido con alguna humana o vampira como con aquella mujer enfrente de ellos, lo que noto rápidamente fue un aura de poder y atracción que poseía la mujer. No podía escuchar los pensamientos de Gael, pero no le tomo importancia al saber que apenas llevaba cuatro años convertido, el manejo de su don era muy complicado aún.
- Un placer conocerla - Casi susurro en un suspiro
Su aliento se atascó en su garganta al ver la sonrisa resplandeciente de Gael enfrente suyo, pero no llegaba hasta sus ojos, era una sonrisa temporal. Sus ojos azulados vacíos y sin vida le indicaba que toda diversión o felicidad era pasajera, incluyendo esa hermosa sonrisa perfecta que estaba mostrándole.
- Gael - Interrumpió la voz de un doctor haciendo que los tres miraran al humano- Necesito el posoperatorio del señor Jones.
- Enseguida, doctor - Asintió levantándose de su lugar- Nos vemos luego, joven Edward. Y doctor Cullen, recuerde que mañana estará en el recorrido inicial con los internos nuevos, están a sus servicios por falta de doctores.
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