Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

PLAISIR

—Eres una caja de sorpresas.. —comento medio minuto después.

—No es lo que estas pensando...

—¡Oh vamos¡ esa página no se abrió sola. —contraataca— Si tienes interés en esas cosas, pues yo diría que esta bien. Solo me sorprende, eso es todo.

¿Que se supone que le diga?. Si no puedo contarle la verdad. ¿Entonces como me safo de esto?. ¿¡Y porque mierda no se me ocurrió borrar antes el maldito historial!?.

Con otro clic otra de las paginas que visite se abre. La vergüenza trepa por mi cuello cuando el texto y las imágenes terminan de cargarse. Básicamente eran los pasos para practicar un Masoquismo seguro, explicado con ilustraciones detalladas de cómo hacer un buen nudo o los juguetes para adultos que servirían para cada ocacion. —¡Tragame tierra!— Pensé.

—¿Podrías cerrar eso?. —le ruego en medio del bochorno.

—¿Porque?. Esto es realmente interesante. —se burla él, aumentando mi incomodidad— ¿Pero dime has aprendido algo?. O mejor dicho, ¿con quien piensas ponerlo en práctica?.

—¡Suficiente!. —exclame presionando el botón de apagado.

—¡Oye, ¿que haces?!. —se quejó enojado. —Aun no he enviado el estúpido correo.

—Ese no es mi problema, debiste hacerlo antes de hurgar en mis asuntos.

Estaba enojada, no, eso era poco. Estaba colérica, avergonzada, y frustrada por no poder defenderme como quisiera.

—Yo no "hurge", apareció sólo cuando intentaba entrar a la página de mi emal. Así que calmate "señorita perversión".

Fabrizio se levanta echando chispas, como si realmente tuviera motivos para estar molesto conmigo. Se dirige a la puerta y lo sigo en automático. Esto no se quedaría así.

—Gracias a ti mi jefa me matara.

—El descuido fue tuyo no mio..

—¿Quien eres y que hiciste con mi amiga?.

—Al parecer creció y no te quiere seguir viendo mas aquí. Vete y busca otro lado donde meter tu nariz.

Dicho eso guardo silencio, asustada de que esta discusión se nos esté saliendo de las manos.

—Bien, supongo que es lo mejor. —acepto Fabrizio, modulando su tono de voz— Te dejate seguir con tus clases morbosas.

Le doy tiempo a que se valla, apretando los dientes junto con los puños, intentando no gritarle nuevamente.

Han pasado exactamente seis horas desde que Fabrizio se fue azotando la puerta. A este punto mi enfado ya se esfumó por completo y espero que también el suyo, de cualquier manera no le he llamado o escrito para confirmalo. En su lugar opte por salir de la casa para comprar algunos frascos de pintura que me hacían falta, y de paso respirar un poco. Me venía bien caminar bajo los últimos rayos del sol. 

La noche ya había caído sobre la ciudad y con ella el viento gélido que calaba hasta los huesos. Seguí andando por la acera media desierta, hundiendo mis manos frías en los bolsillo de mi chamarra. De haber sabido que perderia tanto la noción del tiempo, habría usado el mustang. Aceleró el paso, paranoica por ser la única persona que tranicita por la avenida.

Debí tomar otra ruta—. Me regaño a mi misma como si eso fuera a cambiar los echos.

Unos metros adelante doblo en la siguiente esquina, lista para cruzarla y tomar por fin la calle que desemboca en mi casa. Me detengo en el bordillo y apenas piso el asfaltó una camioneta negra frena y se estaciona, impidiendome el paso. Al principió no desconfío de ella, me limito a intentar rodearla, sin embargo, los hombres con pinta de mafiosos que bajaran del vehículo no me lo permitieron. Uno de ellos me toma del brazo para impedir que me mueva, mientras que otro mas abre de un tirón la puerta trasera.

¡Mierda!. ¡Ahora que!.

—Un momento.. —les dije, poniendo toda la resistencia que fui capaz de ejercer— ¿Porque hacen esto?.

Ninguno me respondió, siguieron andando conmigo casi a rastras.

—¡Sultenme!. —les grite pasando ya de la sorpresa al pánico.

—No se preocupe señorita Ricci, no planeamos hacerle daño.

Me dijo cuando me terminaron por meter. Caí de bruces contra la tapicería de cuero antes de que el motor rugiera y las llantas rechinaran contra el suelo.
Pese a mi estado de pánico pude ver a través del cristal delantero como retomaban el camino al centro, alejandome nuevamente de mi destino. Esa era la unica ventanilla que brindaba una vista de la calle, las demás parecían pintadas de tinta negra, tan espesa que resultaba imposible ver mas haya de mi reflejo. Estaba aterrada, con el pulso resonando de manera frenética tras mis tímpanos.

—¿Adonde vamos?. —pregunte con un hilo de voz— ¿A donde carajos me llevan?.

De nueva cuenta nadie se digno en responder. Continuaron el camino en completo silencio.

Tiempo después siento que el auto pierde velocidad, hasta que frena por completo. Me aparto con el dorso de mi mano las traicioneras lágrimas que se me escaparon y finjo lo mejor que puedo que no les tengo miedo. Pero se que no lo logro, y aun así permanezco sentada en calma mientras el conductor sale, seguido de los otros dos quienes un segundo después ya se encuentran al otro lado de mi puerta, abriéndola para mi. Los observó dolida, vacilando en si tomar la mano que me ofrecen, y al ver que no lo haré optan por usar nuevamente la fuerza bruta. Me saca y me lleva al edificio que reconozco al vuelo. El hotel Plaisir nos recibe con las puertas abiertas y obviamente sin reparar en el grupo de hombres que prácticamente van cargando con mi todo mi peso. A medio camino del lobby me las arreglo para que me dejen seguir sola, esto era humillante y prefería caminar lo que restaba de camino, sobretodo ahora que ya empezaba a entender por donde iba todo este teatro.
Entre al ascenso rodeada y de igual forma salí de ahí.

Tan pronto como la suite 325 apareció y ellos me abrieron la puerta y me invitaron a entrar mi teoría se confirmó. Lo hice sin rechistar, alzando la barbilla y dejando que la furia remplazara al pánico. Lo prefería así, el coraje servía para mantenerme alerta y con la cabeza fría.

Di los primeros pasos por la habitación, creyendo a primera vista que estaba vacía, hasta que lo veo sentado en aquel sofá individual. La máscara blanca sigue cubriendo la mitad de su rostro tal y como la noche anterior. El único cambio que noto ahora es la presión en su mandíbula que lo hace ver mas severo y frío.

Me humedezco los labios repentinamente secos, buscando que decirle. Pero en mi mente solo están las ganas de gritarle que es un idiota por dejarme sola. Algo que desde luego no era lo mas importante a tratar.

—Y bien.. —empiezo hablando bajo la marcha— ¿Se puede saber porque has enviado a tus guarros para que me trajeran a la fuerza?.

Él no se inmuta, continúa tan serio que creo que no me responderá..

—Algo en tu respuesta a mi nota me hizo pensar que no vendrías por tu cuenta.

Se escucha molestó, y mucho.

—Y estabas en lo cierto. No me interesas, ni tu, ni tus obsequios ni nada que tenga que ver con todo esto. Se acabó.

Le sostengo la mirada, quizás pueda ver en ella que hablo enserio. No iba a ceder, sin importar que hiciera él.

—Tu no puedes decidir eso. —alzo ambas cejas perpleja.

—Claro que si. No estoy obligada a nada y lo sabes...

—No en tu caso.

Ahora entre cierro la mirada incrédula. ¿De que demonios estaba hablando?.

—Pía me dijo que yo era libre de elegir. Así que te pido que me dejes tranquila.

Mi anfitrión se lleva el vaso a los labios, debiendo despacio el líquido color ámbar. Su lentitud es deliberada. Intenta aumentar mi expectativa, y muy a mi pesar lo estaba logrando. ¡Bastardo!.

—Resulta Fiorella, que firmaste un contrato que te obliga a cumplir con diez citas, o encuentros conmigo. Y hasta ahora solo hemos tenido uno, así que tu deduce lo demás.

Poco a poco voy cayendo en la cuenta y comprendiendo el significado de cada una de sus palabras..

—Es imposible.. —murmuro para mi misma— Es decir que era un acuerdo de confidencialidad y nada mas.. Yo no..

—Acorde que se incluyera esa clausula al contrató, por si acaso ocurría algo que te hiciera negarte a seguir viéndome, y ya ves, no estaba tan equivocado.

—Estas loco. No pienso respetar eso, me engañaste.

Me sentí herida, incluso mas que cualquier otra ocacion en mi vida. También estúpida por no detenerme a leer como se debía lo que firmaba.

—Lo siento pero me temo que no estas en posición de negarte. Amenos de que quieras enfrentarte al proceso legar y te advierto que sera mas tedioso de lo que te puedas imaginar.

—Contratare un abogado. —repele sacando de todos los rincones de mi ser la seguridad que necesitaba.

—En ese caso tendrás que hacerlo firmar antes otro contrato que le impida abrir la boca sobre todo esto. Te recuerdo que no puedes decirle a nadie, hacerlo significaría romper otro acuerdo legal.

Solté el aire frustrada. Estaba atada por todos los lados posibles. No había por donde escapar.

—Ela, no se porque te rehúsas a vivir esta experiencia conmigo, pero como puedes ver no aceptare un no como respuesta, así que te recomiendo que dejes de luchar contigo misma y disfrutes lo que yo te ofrezco. 

—Ni lo pienses.. —sisé.

Él se levanta, dejando el vaso sobre la mesa. Acortar la poca distancia que nos separa y por instinto retrocedo, algo inútil dado que se las arregló para invadir mi espacio personal sin importar cuanto me alejará. Al final me rindo y aprovechó para encararlo.

—Me agrada tu resistencia. Es mas excitante.. —su aliento tibio me acaricia el rostro, y envía una nueva oleada de calor, que no tiene nada que ver con la de furia que experimente antes— Pero también lo hace mas difícil.

—No puedes obligarme a coger.

Esa última palabra me cosquilleo en la entrepierna, aquella parte que ya había elegido bando, y obviamente que se había vuelto en mi contra. Ojalá eso no influya en mi rostro y mucho menos en la seguridad que encierra mi oración.

—No pienso hacerlo. Porque no sera necesario. —me intimida y asusta que él suene igual o incluso mas seguro que yo. ¿Podrá sentir como mi estomago se retuerce y mi parte íntima vuelve a la vida?.

—Esto es absurdo. ¿Porque insistes en esto?.

Su mandíbula se relajó lo suficiente para esbozar una media sonrisa, tan lobuna que aumento la presión en mi vientre bajo.

—La otra noche me pareció que comprendiste lo suficiente como para poder responder tu misma a tu pregunta.

Claro, obtendría lo mismo que yo. Sexo, placer y satisfacción por cogerse a una desconocida atada de pies y manos. ¡Valla premió!.

—¿Porque yo?. —le pregunte ahora intrigada por la posible razón.

—Porque tienes algo que me ínsita a querer tocarte. Tal vez sean tus labios carnosos, tu mirada.. La forma en que sonríes o quizás solo sea el escote y la forma de tus curvas pronunciadas.

Su mano vuela a mi rostro, posándose sobre mi mejilla. Estoy a punto de perder la poca calma que me queda y el que sus dedos se dediquen a rozar mis pómulos no ayuda mucho.

—No soy una puta a la que puedas tener cuando quieras. Sin importar lo rico y poderoso que seas me reusó a serlo.

—¿Quien te dijo que lo eres? —su índice bago por mis labios— ¿Fue Pía?.

Solo pude negar con la cabeza.

—¿Entonces quien te metio esa estupidez en la cabeza? .

—Nadie. —murmure sin aliento— ¿Pero que otra cosa puedo pensar cuando te niegas a revelarme tu nombre y te marchas dejándome sola el resto de la noche?.

En su rostro se refleja el entendimiento. —Fue por eso que estas tan molesta conmigo.

—En parte. —lo corrijo— También esta el echo de que solo quieres sexo, como si yo fuera una muñeca para dar placer y no una mujer que tiene sentimientos y moral.

Mi fuero internó se burlo de mi tan pronto como pronuncié la palabra "moral". Y como era de esperar me recordó que ya era tarde para hacérselo saber.

—Se que lo eres y no pretendo que cambies. Lo único que busco es darte una nueva vista del sexo. De lo mucho que podrías disfrutar si te quedas conmigo.

En este momento mi mente se encuentra considerándolo. Ciertamente mi cuerpo pide a gritos que acceda y le permitía hacer su magia conmigo. Sin embargo, no es suficiente para que yo baje la guardia por completo.

—Entiendo que no tengo otra opción, así que vendré a las diez citas.. —por un segundo se le refleja el triunfó en la sonrisa— Pero eso no significa que me acostare contigo.

Como esperaba aquello sirvió para bajarlo de su nube.

—Esta bien. No te pienso obligar, confió en que lograre hacerte cambiar de opinión.

—Buena suerte con eso.

Él regresa a la sala, donde toma de la mesa su vaso, junto con otro mas. Me lo ofrece y aunque se cual es su verdadera intención lo aceptó, solo para poder espantar la resequedad de mis labios y garganta. Apenas el líquido toco mi lengua descubrí que se trataba de whisky. (Uno muy bueno por cierto)

—Ahora que ya hemos arreglado el asunto, queda otro mas sobre la mesa.

—¿Cual?.

—Que sigues sin obedecer la regla de usar el antifaz en mi presencia.

Ah eso.

—Bueno, no lo tengo. Lo deje aquí el otro día. Además nunca me imagine que me raptarían  para traerme nuevamente acá.

Saca del bolsillo delantero de su pantalón gris el dichoso antifaz. El cual me tiende y apenas lo tengo en mis manos me lo pongo. En algo él tenia razón, al usarlo me sentía mas sexi y misteriosa, algo ridículo ya que él conocía mi rostro y no había nada que esconder ya. Aun así deje que la sensación acompañara a la relajación que traía consigo el delicioso alcohol.

—Asi esta mejor. —comento. —Deseo que uses también la ropa que deje sobre la cama.

Dicho eso me giro para buscarla, y es cuándo la boca se me abre de puro asombro. Eso era ropa interior, una que de sólo verla me hacia sentir desnuda.
Me acercó sin quitar mis ojos de la tela semitransparente negra, la cual podía apostar que me cubriría una minúscula parte de piel. El sostén estaba sujetado por una sucesión de finas tiras que cruzarían mi torso, bajando hasta mi cintura donde se engancharían a las bragas echas de la misma tela, y las cuales tenían una abertura estratégica que dejaría al descubierto mi vagina. En su todo el conjunto era una cantidad bastante pobre de tela.

—Espero te guste. —lo escuche decir a mis espaldas, no me atreví a volver el rostro para mirarlo.

—Es precioso.. —le respondí— El problema es que no se si quiero usarlo.

—No puedo obligarte hacerlo, mas sin embargo, no sabes cuánto deseo que lo hagas.

Me la pienso, dejando que la curiosidad de saber como se vía puesto decida por mi. Sin decir nada tomo las prendas de la cama y me marcho al baño sin darle tiempo a que me detenga. Cierro la puerta y pongo el seguro, solo por si acaso se le ocurría entrar a mirar. Dejo la ropa sobre el mueble y me desnudó, procurando no pensar mucho en lo que hago. Me dedicó a quitar cada prenda hasta que estoy completamente libre. Luego me pongo el sostén, mirando todo el proceso en el enorme espejo. Me había quedado corta con mis anteriores suposiciones, la tela tenia la forma justa para dejar el área de mis areolas y por consecuencia también a mis pezones expuestos. Por otra parte las tiras también subían a mi cuello formando un collar que le daba un aire distinto, que no supe identificar aun.
Seguí con las bragas, y efectivamente mi vagina quedo expuesta, ya que la tela solo bordeó mis labios vaginales de tal manera que me fue fácil pasar mis dedos por ellos. Me mordi el labio, reprimiendo un jadeo prematuro.
Los aparte para atar las últimas tiras y poder ver por fin el conjunto armado.

Me abrumó lo que sentí, fue como si verme así vestida me produjera adrenalina, una que empujaba a mis manos a seguir con el jugueteó. No lo hago y continuó mirándome hasta que un pensamientos eclipsó todo lo anterior y me hace entender por fin de donde provenía ese aire de familiaridad. Mientras buscaba en internet me había topado con paginas web que se dedicaban a vender lencería para la práctica del masoquismo y esto encajaba bastante bien con el catálogo que vi.
La palabra "Masoquismo" se instalo en mi mente, aumentando de golpe la dosis de adrenalina que se desato por mis venas.
Me giro para buscar otro ángulo que me permitiera ver mi parte trasera, donde mis glúteos se encuentran semi cubiertos por el encaje de las bragas. Debo aceptar que también los resalta y los hace ver muy atractivos. Casi puedo imaginar la cara que pondrá él cuando los vea así.

La impaciencia empieza a invadirme, al igual que mi sentido común, me grita que no salga vestida así, que vuelva ponerme mi ropa y me marché mientras pueda de aquí. Me giro nuevamente para encarme a mi misma, la chica del reflejó fue sonriendo despacio, con un brillo peculiar en sus pupilas. Estaba excitada, emocionada por la idea de ignorar sus propias reglas y averiguar que podría pasar esta noche. La veo jalar oxígeno un par de veces para luego tomar su ropa y salir del lujoso y amplio baño.

Afuera la habitación a cambiado de iluminación, las luces son mas apocas y cálidas, de un color rojo que da la impresión de que esta ardiendo. La cama paso a ser una superficie lisa, sin almohadones u otra cosa sobre ella. La sabana roja de seda la cubría por completo y le deba el aspecto de una mesa lista y puesta para la cena.
Otro cambio que note al instante fue la musica que flotaba sobre mi, a volumen bajo, pero suficiente para ser de fondo. En general me recordó a uno de esos antros exóticos a los que fui unas cuantas veces con Fabrizio.

Mi anfitrión salio del mini bar, con una botella en mano y dos copas en la otra. Me detuve a propósito, motivada por la idea de provocarlo. De repente solo quería que me deseará, que mi presencia lograra volverlo loco a tal punto que le parecía insoportable. Tal vez así desistiría de obligarme y simplemente me dejaría marchar antes de que esta locura pasará a mayores. En un segundo mi ropa cayo al piso y mis brazos a mis costados, dejándole verme sin ninguna censura de por medio.
Apretó la mandíbula, marcando esa expresión que ya sabia reconocer al vuelo. Estaba excitado.

—Ela.. Te ves.. —no termino la frase, la saliva no se lo permitió.

—Es algo nuevo.. Jamas había usado lencería de este tipo.

Procuré que mi voz saliera lo mas clara posible, intentado también que resultara coqueta e inocente al mismo tiempo. Y el estar admitiendo la verdad ayudo bastante a lograr mi cometido.

—Aun así te luce fantástica. Parece echó para ti.

Le sonrió a modo de agradecimiento por su cumplido y también por que aumenta mi seguridad. Una que me hace sentir temeraria y con ganas de seguir con el juego de las provocaciones.. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro