MUÑECA.
Su ultimo mensaje sigue en la pantalla, no me atreví a responderle por miedo a demostrar mi penosa debilidad. Y es que mi mente ya se encontraba vagando en lo mucho que su obsequio me sería útil. Las muchas sensaciones que me recorrerían el cuerpo apenas el juguete hiciera nuevamente contacto con mi piel. Trago saliva y apago el móvil, convencida de que lo mejor es seguir con mi monótono día. Ya lidiaría con la masturbación morbosa mas tarde.
Me acomodo tras el volante y finjo lo mejor que puedo que mi vida sigue siendo de lo mas normal.
Dentro de mi pequeña gaveta para el correo, esta su paquete. La caja marrón trae solamente la etiqueta básica con mis datos personales. Fuera de eso no hay nada que me ayude a averiguar donde esta él ahora. Donde vive. Eso serviría para descartar del todo que aquella habitación que usa para coger sea su hogar.
Me llevó el paquete conmigo y me distraje pensando en que atuendo me enviara esta vez. ¿Sera otra lencería atrevida? O ¿Es que elegiría algo mas normal y fácil de usar?. Me emociona la idea de que sea algo caro y hermoso, si iba a coger con el puesto al menos quería verme bien. Nunca antes me había preocupado mucho por mi apariencia o por ser suficiente para algún hombre y mucho menos para un desconocido que me estaba usando como a una muñeca que podía prender y apagar cuando se le diera la regalada gana. —¡Idiota!—.
Apenas atravieso el umbral de de la casa, siento como mi piel cambia de temperatura corporal. Puedo percibir la nube de calor que se expande sobre mi, mientras camino a la cocina, omitiendo a conciencia la habitación. Me alimentaria y ya después me ocuparía de darme el placer que reclamaba mi cuerpo.
Últimamente me había olvidado de hacer las compras por lo que mi despensa sufría de una carencia preocupante. Cierro la gaveta y cambio de blanco, ahora echando un rápido vistazo a la nevera donde me encuentro con: un galón de leche, yogur y fruta picada que para esta hora de la noche no me apetecía probar. Me rindo y opto por alguna infusión caliente. Saco la tetera y apenas le pongo el agua la dejo sobre la hornilla. Después de la gaveta superior saqué uno de los famosos y exóticos tés que mi madre me había regalado la ultima vez que vino a vistarme. Según ella eran maravillosos para calamar los nervios y después de todo lo que he vivido me venían como anillo al dedo.
Mientras rasgo el papel y lo dejó caer sobre la taza mi mente vuela al contendido de la caja que hay sobre la encimera. Evito mirarla, me mantengo fija en el hilo de vapor que poco a poco va saliendo, seguido del resoplido qué me hace dar un respingo. Lo sirvo con cuidado y solo entonces me doy la vuelta y me recargo sobre el mármol para inhalar el fragante vapor. Cierro los ojos y disfruto del aroma a canela y matcha.
Apenas le doy el primer sorbo el calor se expande por mi pecho y me hace imposible el seguir ignorando lo que siento. Dejo la taza sobre la barra y me marchó a la habitación donde apenas puedo desgarrar la tapa y extraer el juguete. El vibrador cobra vida al igual que mi respiración, se entrecorta y me impide pensar con claridad. Paso de largo la cama y sigo al baño, donde me desnudó y sin mas entro al cubo de cristal que conforma mi pequeña ducha. Abro el grifo y entro bajo el chorro de agua, sin importar que este helada, esperaba que eso bajara un poco la calentura. Sin embargo, no fue asi, la sentí luchar contra el fuego que me quemaba el interior.
Gemi, y coloque el látex sobre mi pecho, bajando despacio a mis senos. Aquello fue una dosis de alivio instantáneo, que me golpeó con fuerza y me termino por adormecer la mente. La vibración fue exquisita, la sentía viajar por mis venas, por cada célula, por cada punto nervioso que había en mi cuerpo. Se movía sin rumbo fijo y me orillaba a soltar mas gemidos que terminaban ahogados por el sonido del agua al caer.
Baje, otro poco, y ahora deje que mi mamo ayudara un poco, masajeando mis pechos y rozando mis pezones erguidos. La combinación que causo me azotó el vientre y fue a parar a mi entre pierna, la cual ya se encontraba recibiendo al consolador. Lo moví sobre mis labios, dejando que la punta tocara la entrada a mi vagina. Me eche hacia adelante, buscando soporte en las paredes de cristal. Abrí las piernas y solo entonces me penetre despacio, la boca se abrió sola de puro placer. La segunda envestida fue mas dura, lo deje adentro solo para poder sentir su movimiento en toda su plenitud. Gemi, tan alto que por un momento fue lo único que puede escuchar.
Cerré los ojos e imagine que era él quién me embestía desde atrás. Tan brutal y carnal que pronto haría que mis piernas fallaran. No me importó, de echo, le pediría que me diera mas de eso. Que me azotara las veces que fueran necesarias para que yo alcanzara el éxtasis.
—¡Mas!.— le pedí entre gritos que pronto me desgarraron la garganta.
—¡Por favor no vallas a parar!.
Le seguí diciendo, perdida en el vaivén de mis caderas.
Estaba cerca y lo único que me hace falta es poder evocar el recuerdo de su voz diciéndome que me desea y me necesita tanto o más que yo a él. Eso serviría para que el orgasmo que me consumió estuviera completó y cien veces mas demoledor de lo que fue.
Me arqueo y me dejo caer al piso, soltando el juguete y usando las palmas de la manos como amortiguadores. Me quede sentada, no tenia la fuerza ni las ganas de salir de aquí, deje que la fina lluvia siguiera cayendo y se llevará consigo los restos del orgasmo y de mis sentimientos. Confundida como estaba no note que también mis lágrimas corrían por mis mejillas.
¿Porque lloraba?. No lo sabia. Como tampoco entendía porque la sensación de dolor y vacío se apoderaron de mi.
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